Archivo de mayo, 2017

Palomo Spain: mangas acampanadas y faldas para hombres que quieren llevarlas

Cada era tiene a sus diseñadores estrella. Durante la Posguerra fueron Chanel y Dior los que redefinieron la figura de la mujer. Diane von Furstenberg, Yves Saint Laurent o Jean-Paul Gaultier esculpieron a golpe de escándalo los 70 y los 80 y fueron relevados por el minimalismo de Calvin Klein, Giorgio Armani, Ralph Lauren o Donna Karan en los 90, con el posterior furor de los logos de Gucci. Jeremy Scott, Kenzo, Dolce and Gabbana, Alexander McQueen, Balmain o Viktor and Rolf son algunos de los que se están atreviendo a marcar la línea que llevan siguiendo, durante los últimos diez años, un sinfín de celebrities (amén de otros tantos).

PALOMO SPAIN

Pero ¿qué hay del futuro? Las colecciones agender que estamos viendo de diversas firmas nos parecen indicar que nos dirigimos a una moda fluida, sin límites entre lo masculino y lo femenino que se centra en reflejar lo que verdaderamente siente el individuo (el cambio al chaos magic). En este nuevo torrente surgido de una sociedad que no se define por su género de nacimiento o por quién se siente atraída, aparece Palomo Spain.

El diseñador Alejandro Gómez Palomo nació hace 25 años en Posadas y como una Madeleine Vionnet moderna, diseñaba para sus muñecas los vestidos de los diseñadores que más le gustaban. «Mis padres pensaron que, además de haberles salido un niño marica, tal vez podía llegar a ser un buen diseñador de moda» declaró a la revista Vogue.

PALOMO SPAIN

Palomo Spain es una firma que tiene ‘un no sé qué que qué sé yo’. El arrojo de sus propuestas -de momento exclusivas para hombre- incluyen volantes, mangas acampanadas, transparencias, pamelas extra grandes, ligas…. No es para todos los hombres, por supuesto, pero sí para aquellos «que no quieren renunciar a llevar volantes, tejidos irisados o muaré, sobre todo después de descubrir que les hacen felices. Que desata en ellos la misma fantasía que yo desde niño he sentido y que he llevado a mis colecciones» declaró en su entrevista con Josie para El País.

Allá por donde van sus colecciones, el diseñador español revoluciona el gallinero. Llamó la atención de Carine Roitfeld, exeditora de Vogue París, desfiló en la Semana de la Moda de Moscú y, algunos de sus últimos logros incluyen desfilar en la Semana de la moda de Nueva York y quedar finalista para el premio LVMH 2017.

Es transgresor, joven, creativo… y como expositor de la moda española a nivel internacional deberíamos, a pesar de no ser quizás para todos los gustos, apoyar a esta joya en bruto, así como al resto de la plantilla de diseñadores nacionales. Hasta Miley Cyrus ha sabido ver lo potenciales que son su estilo y su mensaje y ha utilizado uno de sus vestidos en su último vídeo. Más nos vale apreciar lo que tenemos en casa y darle todo el aire que podamos para que siga volando.

PALOMO SPAIN

Por qué deberías usar el aceite de oliva como cosmético

(Después de cambiar el champú por vinagre me paso al otro aliño de la ensalada)

La vida fuera de casa es dura, pero es aún más dura cuando estas en una de las ciudades más caras de Europa (gracias Milán) y no quieres dejar a tus padres en la miseria. Es por eso que compro con mentalidad de trinchera: lo básico e imprescindible para vivir sana. Adiós esmaltes, cera depilatoria, cremas, mascarillas, tónicos, y otros caprichos cosméticos con los que vivía en Madrid.

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Vivir fuera de casa hace que desarrolles un sexto sentido: el del apaño. Encuentras soluciones a tus problemas cotidianos utilizando cosas alternativas con un poco de imaginación (y locura) que no te habías planteado antes.

La primera vez que se me ocurrió utilizar aceite de oliva fue cuando me puse máscara de pestañas y caí en que iba a necesitar algo más que agua y jabón (mi desmaquillante habitual) para sacarla. Fue entonces cuando vi lo que tenía en casa y pensé en el aceite. Me eché una gotita en el pulgar y lo froté contra el índice pasando las pestañas por medio. Funcionó de maravilla. Vale que hay que hacerlo con cuidado porque como vayas con prisa corres el riesgo de quedarte ciega (o al menos de que te escueza un poco el ojo como te entre aceite), pero me dejó las pestañas incluso más limpias que el desmaquillante que usaba en casa.

Otro uso alternativo fue el de complemento para la depilación. Con unas gotitas sobre la piel, la cuchilla se deslizaba mejor que cuando uso jabón, además de que al terminar las piernas quedan hidratadas, no como de la otra forma que puedes notar la piel un poco tirante al terminar.

Por último, no podía faltar el aceite y el pelo. Como os comentaba, la mascarilla ha sido otra de las cosas de las que me despedí al venir aquí. Una compañera de clase me recomendó hacer mascarilla de aguacate, pero, francamente, al precio que está aquí la fruta (y lo que me gusta esa en particular) me parecía un desperdicio. Pero oye, el aguacate son grasas buenas, como las del aceite de oliva virgen, así que ¿por qué no sustituir una por la otra? No digo que zambulláis la cabeza en aceite, pero unas dos o tres cucharadas por el cuello capilar, tras un masaje con las yemas de los dedos y 30 minutos de reposo, nos deja el pelo, tras lavarlo con agua y jabón, como cuando usamos la mascarilla una vez por semana.

En definitiva, que no solo he dejado de depender de varios productos que antes eran básicos (y por tanto mi cesta de la compra sale mejor) sino que además estoy minimizando la exposición a cosméticos químicos y utilizando remedios más naturales, algo de lo que soy 100% partidaria. De hecho, tengo ya claro que incluso cuando vuelva a hacer la compra «normal» el desmaquillante y la mascarilla no entrarán en mi cesta más.

Esto es lo que te va a pasar si intentas meterme mano

(Luego no digas que no te avisé)

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Bailo ligera, feliz en mi burbuja de música latina mientras muevo las caderas y sonrío a mi amiga entre los mechones de pelo que insisten en cubrirme la vista cada vez que muevo la cabeza con un poco más de ritmo.

Estamos las dos solas y puedo sentir como, poco a poco, nos van acorralando contra una de las paredes de la pista como si fuéramos presas. Lo hacen repetida y sistemáticamente a lo largo de la noche, como si solo por el hecho de estar bailando sin compañía masculina lanzáramos un mensaje invisible de que estamos abiertas y perceptivas. Lo que estamos haciendo es tratar de disfrutar de la noche con una amiga. Sin más misterio ni otro objetivo que no sea el de divertirnos juntas bailando.

Con más o menos tacto, en función de los modales de los que se acercan, rechazamos, negamos o nos apartamos bruscamente de los que intentan alejarnos de la otra, de los que buscan aislarnos. Cuando creía que los españoles eran los que menos entendían un «No» por respuesta llegan los italianos. No es que no entiendan el «No», es que lo entienden pero no lo aceptan. Insisten, te cogen, se pegan todavía más, te pellizcan el moflete y te repiten la misma cantinela a voces. «¿Cómo te digo que no, que no estoy interesada?». Y ya por fin, cuando a la enésima vez lo repites seria, rozando el enfado, heridos, momentaneamente, en su orgullo, se alejan y van a por otra aún más desprevenida.

Pero en uno de los rechazos siento que, no contento con mi respuesta, una mano se desliza por mi espalda y roza mi culo. No es un contacto casual o accidentado, pues puedo notar como la palma y sus dedos se regocijan con mi forma. Inmediatamente, de manera intuitiva pego un grito y me aparto. Veo al que me ha metido mano, aprovechando la situación de que se alejaba de nosotras. En ese momento todos mis niveles de adrenalina se disparan, me ciegan, me embalan y solo puedo ver su nuca de espaldas alejándose. Sé que cuento con escasos segundos antes de que se pierda definitivamente entre la gente. No los malgasto. Sin pensar, de manera automática, le cojo del hombro. Era más alto y seguramente más pesado, pero yo contaba con el impulso y el enfado, por lo que rápidamente le giro hacia mí. Mi otra mano se pliega sobre sí misma, retrocede y seguidamente vuela. Atraviesa el espacio cargado de humo e impacta en su cara con fuerza. Sé que le he hecho daño porque a los segundos recibo un latigazo en el nudillo de dolor. Jamás había pegado un puñetazo que no fuera a un saco de boxeo. Se lleva las manos a la cara y esta vez dejo que se vaya corriendo.

Y me quedo ahí. Con la mano y el orgullo dolido. Sintiendo satisfacción por haberme defendido sola, asco porque se haya sentido con el derecho de tocarme algo tan íntimo y al mismo tiempo preocupación por si le sangrará la nariz (sí, aún encima de lo cerdo que ha sido me preocupa su nariz). Me siento dolida por haber tenido que pegar y en una parte de mi cabeza se proyectan mis padres disgustados conmigo, que siempre me han enseñado que la violencia física no trae nada bueno y no debo recurrir a ella. Pero luego, más tarde, cuando ya llego a casa de madrugada, pienso con calma en lo que ha pasado. No he sido yo quién ha actuado mal. Me he defendido de una agresión física. He reaccionado ante un abuso que ha sucedido sin mi consentimiento sobre mi propio cuerpo. Es decir, si él no me hubiera acosado en primer lugar, jamás en la vida le habría dado un puñetazo.

Tuve miedo durante la noche de volver a encontrármelo, de que el chico regresara con amigos, pero si me volviera a suceder, sin duda alguna, volvería a hacerlo, porque (y esto de verdad que necesitamos metérnoslo en nuestra cabeza) NADA justifica que alguien te toque sin tu permiso. NADA justifica que te hagan algo que no quieres y NADIE puede criticarte por haberte defendido si has tenido la mala suerte de vivirlo.

(Y quiero pensar que el cabrón de la discoteca se lo pensará dos veces antes de volver a faltarle a otra mujer el respeto)

El ‘boho chic’ australiano de Elsa Pataky

De Madrid a Byron Bay, Australia, hay más de 17.000 kilómetros, distancia que nos separa de Elsa Pataky, una de las actrices de nuestro país más conocida mundialmente.

Con el estreno de la última entrega de Fast and Furious, el lanzamiento de su nuevo libro de fitness Desafío Max y su blog en Glamour no es que se aburra precisamente lejos de casa.

La ‘Sienna Miller española’ es una gran seguidora del estilo boho chic, que encaja totalmente con su vida en la pequeña ciudad de la costa australiana. Faldas largas, calzado cómodo y un sinfín de collares combinados con sombreros y bolsos bandolera le dan a la actriz, junto a su bronceado, un look estivo todo el año.

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Para las ocasiones más formales, Elsa Pataky opta o bien por marcas sus trabajadas curvas con vestidos y monos con un toque sexy o por potenciar su lado más romántico con flores y encajes.

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Mi madre no es de esas madres

Todo lo que sé de maquillaje lo aprendí de mi madre, en otras palabras, nada.

Hoy quiero aprovechar para darle las gracias por ello. Porque cuando le dije: «Mamá enséñame a maquillarme» solo supo explicarme cómo dibujarme la raya del ojo. Ni polvos, colorete o pintalabios. «Estás más guapa sin maquillar» me repetía ese día y todos los demás que me ha visto hacerlo. Y ahora me lo creo.

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De ella aprendí una rutina de belleza que consiste en lavarse la cara por las noches, echarse crema hidratante y, en la piscina, la de factor 50. Mi madre, siempre natural, no solo de naturalidad al ser ella misma, sino de naturaleza por tener antepasadas meigas. La misma que para perfumarse, arrancaba un pedazo de lavanda paseando por el campo y se lo frotaba contra las muñecas para darles olor. Nunca le he dicho que es algo que automáticamente repito cada vez que veo esa planta.

Mi madre no es el tipo de madre que te dice «Vámonos de shopping» o «Te he comprado ropa», a no ser que «ropa» sea un pijama o esos pares de calcetines que ya me venían haciendo falta. Pero es el tipo de madre que te pregunta si quieres ir con ella a ver una exposición o que te compra una novela que ha pensado que podría gustarte en la Feria del Libro. Debe ser porque he crecido con ello que prefiero lo segundo.

Mi madre no es de esas madres que va a la moda, al menos no lo era hace unos años. Es una mujer que lo mismo le da que le da lo mismo que se lleve azul, rojo, blanco o negro. Ella se compra los colores y accesorios que le da la gana y se los pone como quiere. Es de esas que usa la misma falda de antes de quedarse embarazadas. De esas cuya ropa es de un tejido tan bueno que incluso veinte años más tarde sigue pareciendo casi nuevo. Ella rescata, reaprovecha, usa y requeteusa. Por ello, cada vez que le regalan algo nuevo, me deja caer que me mantenga alejada de la prenda (mi mala fama de acaparadora de ropa ajena me precede) pero al final nunca tiene problema en abrir su armario (incluso el de ropa de los años 80) y dejar que lo saquee libremente.

A pesar de que combinemos las cosas de manera muy diferente, por ejemplo, ella usaba un bañador para ir a la playa y yo me lo pongo de body para ir de fiesta, a ambas nos encanta cacharrear con la ropa: mezclar, arriesgar… Mi madre ha sido mi primera influencer. Entre las fotos de cuando era (más) joven y sus anécdotas, me la imagino de veinteañera yendo por Vigo con su poncho fumando en pipa (era una hipster de aquellos tiempos). También me ha contagiado su amor por los bolsos, zapatos y sombreros.

Pero lo más importante es que mi madre me sigue enseñando cada día a quererme con celulitis, arrugas y pecho caído con su ejemplo. Nunca ha pasado por quirófano ni tiene intención de hacerlo. La entiendo. Está preciosa, y mi padre coincide conmigo cada vez que hemos hablado de ello.

No se me ocurre un mejor referente femenino en el que poder fijarme. De ella he aprendido a encontrar la belleza en la pasión, fortaleza, independencia, creatividad o en la dedicación. Pero tengo que sacarle una pega, es demasiado modesta. Cuando le digo que está guapa o me quedo embobada tratando de averiguar de qué color son ese día sus ojos (verdes, azules o grises dependiendo del sol o de su humor) me replica que no es mérito suyo. Supongo que es la única incapaz de ver lo que brilla.

Ojalá esto le ayude a hacerlo.

Feliz día, mamá.

El cartílago de la oreja, el nuevo lugar de moda para tatuarse

Los amantes de los tatuajes discretos tienen un nuevo sitio en el que depositar tinta: la oreja. Puede sonar un poco descabellado por lo delicado de la zona pero lo cierto es que dibujar en la hélice o en la fosa interna se está convirtiendo en tendencia.

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Lo primero que debemos tener en cuenta antes de lanzarnos a por uno es que «duele de forma considerable» afirma el tatuador Daniel de la Guardia. «Las pieles finas suelen doler mucho, véase dedos de las manos y pies, y orejas o nariz».

Y es que a diferencia de los tatuajes que van sobre piel por encima del hueso «el cartílago sufre. Al estar muy irrigado sangra mucho además de que su sonido al tatuar es bastante molesto. Suena como a crujido por lo que parece que el cartílago se estuviera rompiendo«.

Pero no dejéis que esto os desanime. Quien algo quiere, algo le cuesta, y un poquito de dolor es un peaje que estamos dispuestos a asumir siempre y cuando de tatuajes se trate. Lo bueno es que «no se debería tardar mucho más de media hora«. Pese a que son pequeños «necesitan de una mano precisa y mucho esmero» afirma el tatuador, lo que implica que se le debe dedicar tiempo.

Respecto al precio, y aunque cada estudio tiene sus tarifas, en el caso de Daniel ronda entre los 50 (que es lo mínimo que nos va a costar un tatuaje porque es el precio de los materiales) y 70 euros.

Algo muy importante a la hora de cuidar esa zona es «protegerla del sol, ya que es una zona que se quema rápidamente. Hay que ponerle una protección solar potente y mantenerlo hidratado a diario» dice el tatuador. Además «evitar el uso de cascos que tapen la oreja o aparatos que tengan un roce continuo ya que afecta a su desgaste, como el caso de los sujetadores en las mujeres que llevan tatuajes en el costado».

Have you guys seen the new tattoo trend? I think it's soooo cute! Definitely going to get one! #helixtattoo

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#handpokedtattoo #handpoked #helixtattoo #eartattoo #smalltattoo

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Gala Met 2017 o cuando el ‘dress code’ te importa un bledo

Un año, un año entero es el tiempo que pasa entre gala y gala del Met, que da el pistoletazo de salida a la exposición del «The Costume Institute» la institución dedicada a vestuario dentro del museo. Este año expondrán la obra de Rei Kawakubo, la excéntrica figura que se encuentra tras Comme des Garçons.

Para los que estéis fuera del sector (yo no sabía quién era esta señora hasta que la dimos en clase la semana pasada), Kawakubo, empezó trabajando de estilista en Japón para terminar diseñando sus propias prendas que presenta cada temporada en la pasarela francesa. Su trabajo es de particular, extraño, y no todos somos capaces de entenderlo: ropa suelta, consciencia corporal al revés, desligamiento total de la sexualidad, androginia… Kawakubo rechaza toda la moda convencional y transmite a través de las colecciones un mundo de género intercambiable que se aleja de lo superficial.

Teniendo esto en cuenta, es la primera vez que no podemos juzgar los estilismos de los invitados, que se supone que deben ir vestidos inspirados en la temática de la exposición que se inaugura, como en las galas anteriores.

De esta manera, las mejores vestidas (por surrealista que parece) fueron Katy Perry, Michele Lamy, Solange Knowles y la mujer del co-anfitrión, Helen Lasichanh. Volúmenes irreverentes, formas indefinidas… Raro, sí, pero concuerda con la filosofía de la diseñadora japonesa.

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En toda fiesta tenemos siempre a las que van vestidas de sí mismas, que les da lo mismo alfombra de premios Óscar que Grammy que Gala Met. Son fieles a su estilo pase lo que pase. Gisele Bündchen y Blake Lively, una vez más, fueron para mi gusto de las mejor vestidas de la noche con sus diseños ceñidos. Anna Wintour, directora de Vogue y anfitriona de la gala (o como me gusta llamarla «She God«) apostó un año más por un vestido de corte recto mientras que su co-anfitriona, Selena Gómez, tiró por un diseño más veraniego que entre tanto brillo no luce prácticamente.

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Nicki Minaj fue fiel a su concepto estilístico de «Menos es más» solo que el menos para ella suele referirse al tejido y no a los complementos. Kendall y Jenner fueron vestidas de Kardashians mientras que Adriana Lima dio una lección de cómo con un poco más de tela te cuelas en el ranking de mejor vestidas.

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Debo aplaudir el esfuerzo que hicieron algunas de las invitadas para tratar de salir del paso con el dress code. Me las imagino buscando quién es Rei Kawakubo en Google desde sus mansiones en Los Ángeles: «He visto que es japonesa así que voy a llevar un vestido inspirado en la papiroflexia» «¿Estás segura de que la papiroflexia es japonesa?» «Sí, sí, hazte caso, este año lo voy a petar«.

De esta manera, Doutzen Kroes, Daisy Ridley y Lena Dunham llevaron vestidos con pliegues cuyo tejido recordaba la forma que hace el papel cuando se pliega (o en el caso de la actriz de Girls, cuando se arruga).

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Otras como Dakota Johnson, Ashley Graham o Katie Holmes apostaron por volúmenes:

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Muchos de los asistentes oyeron campanas, pero como no sabían exactamente de dónde se presentaron con unas interpretaciones del estilo de la diseñadora un poco peculiares:

Allison Williams. Salma Hayek y lily Aldridge. GTRES

Sean Combs, Hailey Baldwin y Nick Jonas. GTRES

Las que no se enteraron del tema, o pasaron directamente de seguirlo, se pusieron, ante la duda, un vestido de gala y fuera:

Jennifer López, Halle Berry y Jessica Chastain. GTRES

Serena Williams, Emma Roberts y Emily Ratajkowski. GTRES

Y por último tenemos a las invitadas que directamente, y con perdón, fueron mal. Kerry Washington se pensó que estábamos en la gala de 2016 por lo que escogió un diseño futurista. Priyanka Chopra debió de sufrir un ataque que dejó a su sentido del gusto (estilístico) en coma ya que no encuentro ninguna justificación a su elección de vestuario. Esa gabardina tipo «no llevo nada debajo porque voy a casa de mi novio a darle una sorpresa» me parece bastante difícil de encajar en una alfombra roja. Sophie Turner me deja helada con esa cosa indescriptible que lleva, que parece salida de una cortina de un palacete del siglo XVIII mal cortada mientras que el vestido de Zoe Kravitz tendría un pase si el escote fuera en realidad la espalda.

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Así será tu vestido de novia si te casas en 2018

A raíz de la Barcelona Bridal Week encontramos diferentes tipos de novias que veremos en la próxima temporada. Por un lado está la minimal (que no millennial) que busca la sencillez y discreción en un vestido que le haga sentir elegante pero ella misma.

Por primera vez en los últimos años vemos como los volúmenes de las faldas se reducen al mínimo dejando figuras ceñidas cuyo único movimiento revolotea alrededor de los pies. Por otro lado tenemos una novia más ‘barroca’, la nueva princesa que, a falta de tules, cubre el vestido de abalorios, perlas, bordados y transparencias. Una opción más atrevida para las que buscan un vestido impactante.

Además, algunas de las tendencias que también veremos camino al altar (o al juzgado) son las siguientes:

Vestidos lenceros, la ropa interior también la llevarás a la vista el día de tu boda. Vestidos inspirados en camisones o escotes que siguen el corte del sujetador serán algunas de las opciones para las novias que quieran ir sencillas.

Pronovias, Rosa Clará y St Patrick Studio. GTRES

Capas y túnicas, sobre los hombros o bien unidas a la espalda del vestido, pero serán las encargadas de añadir el movimiento a los pocos volúmenes que vienen esta temporada.

Rosa Clará y Pronovias. GTRES

Abertura lateral, la raja de tu falda, que tanto cantaste en los 90, será otro de los elementos que llevarán las novias de 2018. Algo tan sencillo como un corte (la altura al gusto de la novia) le dará un contrapunto sexy a los vestidos más conservadores.

Rosa Clará y St Patrick Studio. GTRES

Bordados vegetales, no solo flores sino también hojas de tamaño mediano formarán los detalles de los tejidos. Un delicado jardín blanco recorrerá todo el vestido de la novia.

Studio St Patrick, Promovias y Rosa Clará. GTRES

Transparencias, controvertida y no para todos los gustos, pero, decididamente una de las tendencias que viene pisando fuerte desde los tableros de Pinterest y publicaciones de Instagram.

Pronovias y St Patrick Studio. GTRES

Manga larga, pero casi transparente, para no quitar protagonismo al vestido, y cargada de detalles.

Ángel Sánchez y Pronovias. GTRES

El corsé de isabel Zapardiez, que vaya a ser tendencia o no, fue uno de los elementos más interesantes de su nueva colección. Con reminiscencias asiáticas, la cintura que revela te recordará al corte Dior de 1940.

Isabel Zapardiez. GTRES

Las novias corsarias de Jordi Dalmau, han sido otra de las propuestas más originales de la pasarela nupcial. Su colección, inspirada en mujeres fuertes, estaba formada por vestidos transformables cuyas faldas se separaban de los corpiños. Una elección que puede ser interesante para las futuras novias que busquen algo fuera de lo convencional.

Novias corsarias de Jordi Dalmau. GTRES

Por último, para las invitadas, algunas de las propuestas que se subieron a la pasarela siguieron la línea de inspiración que las colecciones para novias: siluetas sencillas, cortes minimal, capas, estampado barroco y colores que van desde el champagne u oro viejo hasta el azul cobalto y rosa pastel.

Ana Torres. GTRES