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Las venas del pecho de Candice Swanepoel y su lección de belleza

De un tiempo a esta parte, la moda está intentando ser muy revolucionaria, o al menos de puertas para fuera.

Que si modelos embarazadas, un desfile con maniquís que tienen tres tetas, Winnie Harlow y su cruzada para hacer visible el vitíligo en la pasarela… Y aunque todas las propuestas me parecen fantásticas, ya que por supuesto, estoy a favor de todo, me pasa lo mismo que cuando mi madre hace lasaña, que quiero más. Mucho más.

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Una de las últimas modelos que ha conseguido sorprenderme en ese aspecto ha sido Candice Swanepoel.

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Ángel de Victoria’s Secret, varias veces elegida portada de algunas de las revistas más reconocidas y durante años, una de las profesionales mejor pagadas del sector son algunos logros que le convierten en uno de los rostros de la industria de esta década.

La modelo, que por lo que os he contado podéis imaginaros que sale hasta en la sopa, hizo un vídeo para Vogue mostrando su rutina rápida para maquillarse (si no habéis visto ninguno, os los recomiendo, sobre todo de Victoria Beckham).

En uno de los momentos de la grabación, Candice se señala el pecho mostrando las venas que se le marcan en el escote.

Eso de tener al otro lado de la pantalla a un ángel de la firma lencera más famosa del mundo, enseñando unos capilares que, más que venas se asemejaban a las vistas de Doñana desde el cielo, me pareció una maravilla.

«Las tengo así desde la lactancia» dice la supermodelo con toda la tranquilidad del mundo mientras se sigue maquillando sin retocar su escote.

Que una revista como Vogue saque el vídeo tal cual, sin editar las líneas azuladas, sin cortar ese trozo del vídeo, sin hacer otra cosa más que darle voz al asunto, es un mensaje con mucha fuerza.

Porque aunque no sabía que se te podía poner así el escote (la maternidad y yo no nos hemos encontrado en el camino todavía), el mensaje de la sudafricana es claro: puedes tener el busto lleno de líneas moradas y no pasa nada, sigues siendo estupenda.

Y no solo en el escote queda la cosa: «Tengo manchas de sol de mi embarazo» dice mientras se aplica el corrector para matizar las ojeras. «Es una cosa normal que sucede» afirma.

Normalizar algunas de las circunstancias que le suceden a nuestro cuerpo en diferentes momentos de nuestra vida y, sobre todo, seguir celebrándonos por encima de todo, es otro mensaje corporal positivo que necesitamos integrar en nuestra mente para escapar de la idea de perfección que se nos impone y disfrutar de todos nuestros estados, como hace la supermodelo.

El dilema de las medias: el retorno

Han pasado ya tres años desde que las expertas más reconocidas de la industria de la moda pusieron las medias en la lista negra. Justo entre los leggings finos que dejan que se vean las bragas y los tirantes transparentes de silicona para sujetadores. Ahí, entre las dos prendas, se encontraban las medias.

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Pero claro, nosotras no somos la clase de mujeres que saltan de un taxi a otro por las boutiques más selectas de la Gran Manzana subidas a unos stilettos de 12 centímetros con un vaso de Starbucks en la mano sin despeinarnos el perfectamente alisado Bob (y si lo eres, ¿podemos ser amigas?).

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Nosotras somos más del tipo de mujer que coge el autobús, va con mil ojos por la acera por si se le engancha el tacón en la rejilla de ventilación del metro y se recorre el centro de arriba a abajo porque el jersey que ha visto en la web lo tienen en el Zara de Carretas y no en el de Gran Vía.

Lo más lógico sería que, teniendo en cuenta nuestro estilo de vida, las medias fueran una parte natural del armario como los pañuelos o los calcetines que no se resbalan y terminan tragados por el zapato (que no tenemos tantos).

Ya que la pierna ha perdido el poco (y sufrido) moreno que tanto nos costó conseguir en verano y que ya empieza a hacer fresco, las opciones parecen dirigirse de manera irremediable al cajón de las medias. Y, entre nosotras, ¿cómo no llevarlas?

Son calentitas, abrigan la tripa que da gusto, nos sujetan la camiseta por dentro de la falda para que no se remangue y favorecen un montón haciéndonos unas piernas de vedette de 1960.

Ya no es mera cuestión de necesidad, sino de que realmente las queremos. Son bienvenidas en el armario todas ellas.

Desde las semitransparentes que dan un look noventero a tus estilismos de esta temporada hasta las de plumeti que quedan bien con todo, pasando por las tupidas como un pasamontañas que evitan que nos congelemos mientras seguimos usando vestidazos (porque, ¿qué sería de nuestra relación con los vestidos en invierno sin las medias?).

Otro motivo a favor es que Moschino las ha incluido en su nueva colección para la Primavera/verano 2019. Y aunque lo primero que se me viene a la cabeza es «Jeremy, ¿por qué esperar? Yo quiero las medias ahora», estamos ante la prueba de que, poco a poco, las medias vuelven a estar en el punto de mira de las tendencias.

Marián Ávila, una modelo con síndrome de Down que desafía el canon de belleza

La moda es una industria complicada, maravillosa pero complicada. Aunque es la primera en sacar las novedades resulta tan anticuada en algunos aspectos que parece mentira que, a la vez que sale en la pasarela un vestido hecho con plexiglás, encuentres tan solo un 32% de modelos de diferentes etnias desfilando.

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Marián Ávila

Con una franja de edad que empieza en los 16 años (Kaia Gerber es de las más jóvenes del sector y acaba de cumplir 17) y termina tan solo una década más tarde para la mayoría, unas medidas rígidas y una altura que si no naces con ella, no puedes alcanzar, entrar a la industria del modelaje, una de las más herméticas, es bastante complicado.

Sin embargo, hay algo de lo que quienes dirigen los castings no entienden, y es de sueños. Así que hoy quiero hablaros de uno y de cómo se encontró con la moda por el camino.

Hace unos días tuve la suerte de conocer a Marián Ávila, de 21 años, la primera modelo con síndrome de Down en desfilar en Nueva York.

La maniquí se escapa de todas las medidas e ideas preconcebidas que se nos pueden venir a la cabeza cuando pensamos en la palabra «modelo» y eso es lo que le convierte precisamente, no solo en un ejemplo maravilloso por su historia sino en un ejemplo necesario de lo que, no como periodista sino como consumidora de moda, quiero ver en la pasarela.

Marián me habla de lo que ha sido tener la oportunidad de desfilar fuera del país después de que, por casualidad, la hija de la coordinadora de modelos de la Semana de la Moda neoyorquina se pusiera en contacto con ella, algo que define como «una experiencia increíble».

Y es que desde que hizo la Primera Comunión supo que quería dedicarse a ello, por lo que el modelaje es una auténtica vocación.

Si debe quedarse con algo, lo tiene claro: «Desfilar y hacerme fotos, pero sobre todo que me maquillen y me peinen«, dice revelando que la preparación es su momento favorito.

No resulta sorprendente cuando comparte conmigo una de las anécdotas de su infancia. En una ocasión se pintó la cara con acuarelas pensando que eran pinturas de maquillaje.

Ahora que Nueva York está conquistada (ciudad que nos da cien vueltas en cuanto a diversidad en los desfiles, como Londres), una vez que ha cumplido el sueño, ¿qué es lo siguiente? Marián Ávila lo tiene claro: «Ser actriz pero seguir siendo modelo». Y, si puede elegir, «me veo más en el cine», confiesa.

A la hora de mencionarme algunas mujeres que le sirven como fuente de inspiración me habla de Vanesa Romero, Cristina Pedroche o Paula Echevarría, que dentro de la industria del modelaje, y además de su profesión, «hacen cosas interesantes».

Aunque si por ella fuera, preferiría desarrollarse fuera de España, es una gran aficionada a la moda del país: «Hannibal Laguna, Custo Barcelona, Jorge Vázquez, Francis Montesinos, María Escoté o Maya Hansen» son algunos de sus diseñadores preferidos.

Puesta a romper estereotipos de cualquier categoría, uno de los sueños de la modelo sería convertirse en la primera mujer en desfilar para García Madrid, el diseñador de moda masculina especializado en sastrería.

Marián Ávila

Para trabajar, su preparación es diaria: «Todos los días practico en mi casa, pero lo hago porque me gusta», aclara. Además de desfilar, entrena la voz, da clases de interpretación, hace ejercicio… «Todo se aprende en la vida» dice a modo de resumen. Y si es cierto eso de que el secreto está en las ganas, estas son, junto a su formación, algo de lo que no está escasa.

Pese a ello, me dice que «es muy duro», no ya solo para las modelos consagradas que viven únicamente de esto como Kendall Jenner o Gigi Hadid, que ya han denunciado lo estresante que puede llegar a ser este tipo de trabajo, sino más para ella que difiere del patrón común que caracteriza a las maniquís.

Por ello, con más razón, eso es lo que quiero que la industria entienda y cambie. Que hemos entrado en una nueva era en lo que a belleza respecta, que ahora queremos que se potencie la individualidad. Nos hemos cansado de ver siempre las mismas figuras como ideales mostrando un único concepto de belleza exclusivo que parece despreciar todos los demás.

Que la pasarela, la moda y la sociedad sean conscientes de que la belleza es algo universal, pero no solo que sepan, y por tanto sepamos, que existe, sino visibilizar y dar empleo a profesionales que abran las miras del sector y lo conviertan en una industria inclusiva donde lo diferente, que también es hermoso, tenga cabida.

Soy feminista y me maquillo

Soy feminista y me maquillo. Aunque conozco también feministas que no lo hacen. También hay mujeres machistas que llevan la cara lavada diariamente y mujeres machistas que, como yo, pasan por chapa y pintura cuando les apetece.

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FACEBOOK KYLIE COSMETICS

¿Por qué os cuento esto?

Porque me he encontrado en varias ocasiones que los cosméticos se utilizan como una manera de desacreditar. «¿Y si eres tan feminista por qué te maquillas?», me han llegado a preguntar.

Me han llegado incluso a decir que el maquillaje es una cosa que las mujeres utilizamos para atraer más a los hombres, pero hay algo que parece que nadie les ha contado.

Y es que las mujeres nos maquillamos para gustarnos a nosotras mismas. Yo no digo que no se dé el caso de que alguna vez me haya arreglado más por tener una cita, pero quitando un porcentaje ínfimo, el resto de las ocasiones en las que lo hago son por y para mí.

Me gusta maquillarme, es así de sencillo. No puedo salir de casa sin el tapaojeras y una pizca de colorete porque sin ellos me veo con cara de extra de The Walking Dead (y seamos realistas, hay dos cosas que no le gustan a nadie independientemente de su género: cambiar pañales y verse con cara de orco de Mordor en el espejo).

Me maquillo porque me apetece y si no me apetece no me maquillo. Pero vamos, todavía no he oído a ninguna mujer en una tienda de cosméticos pidiendo la barra de labios infalible para conquistar a un hombre, pero sí una barra que poder llevar diariamente.

Es tan respetable una decisión como otra, porque ya os garantizo que de todos los libros feministas que he leído (y ya van unos cuantos) en ninguno he encontrado el capítulo en el que desarrollan la incompatibilidad del maquillaje con el feminismo.

Hay un caso que me encanta contar. Tengo una compañera periodista de belleza que siempre viene maquillada al trabajo estupendamente.

Un día hablando sobre el tema me comentó que no podía salir a la calle sin maquillar, que ni en el caso de que no fuera a cruzarse con nadie dejaría de hacerlo, ¿y por qué? Porque maquillarse le divertía.

Porque para ella es un placer jugar con las brochas, colores y lápices de ojos, porque se lo pasa bien.

Supongo que el resumen es que maquillada soy igual de feminista. Por supuesto que quiero tener igualdad, pero ¿qué daño hace llevar, al mismo tiempo, mi barra de labios Cherry Pink de Bobbi Brown en el bolso?

Lo mejor del feminismo es precisamente que nosotras tenemos total libertad a la hora de tomar las decisiones, sean del tipo que sean independientemente del nivel de trascendencia.

¿Cómo debemos limpiar el interior del bolso sin estropearlo?

Ah, pero ¿hay que limpiarlo?

Al igual que las brochas que usamos de maquillaje tienen que pasar por un ‘servicio de lavado’ cada cierto tiempo, el bolso, nuestro accesorio más idolatrado también necesita ciertos cuidados.

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El bolso es un elemento de nuestra vida que va evolucionando con nosotras y, como nosotras, se mancha y coge gérmenes (con la diferencia de que no lo puedes arreglar con una ducha).

Entre que lo usamos para llevar una versión reducida de nuestra casa a cuestas y que lo utilizamos como contenedor, termina siendo una especie de criatura con vida propia que puede llegar incluso a arañarte cuando metes la mano a buscar un pañuelo de papel (historia real, tenía un imperdible abierto).

Es por eso que de vez en cuando, en serio, de vez en cuando, hay que sacar un ratito para hacer una limpieza a fondo y así evitar sorpresas desagradables, como cuando guardaste la chaqueta blanca porque te asabas de calor en el metro y salió medio azul porque te habías olvidado un bolígrafo abierto.

En primer lugar, vacía todo lo que lleves dentro. No hagas la de darle la vuelta que caiga el contenido en la cama (más que nada porque a todas se nos ha roto alguna vez una sombra de ojos/colorete/polvos de sol dejando todo el forro pringado).

Mucho mejor si, poniéndolo sobre una mesa, sacas las cosas una por una. Después retira el forro (si se pie) y acláralo con una esponja humedecida en agua con jabón.

Ojo si el bolso es de cuero que si humedeces demasiado la tela puede ser perjudicial. Para bolsos de cuero tienes sprays de limpieza específicos.

Si hay algún producto que haya explotado dentro, intenta quitar todo lo que puedas con papel de cocina. Repito, PAPEL DE COCINA, no pienses que humedeciéndolo saldrá porque es un grave error.

Después usa toallitas húmedas para terminar de quitar los restos (ojalá haber sabido esto cuando tuve que tirar un bolso porque se me abrió un gloss).

Para terminar, dale una pasada al interior con un paño del polvo (limpio), de esos que dan como grima por la textura.

Una vez consigas que te quede el interior inmaculado, deja que el forro se seque poniéndolo cerca del radiador o, si tienes mucha prisa porque solo querías quitar los restos de frutos secos (también me ha pasado) puedes darle con el secador.

Y hala, ya puedes seguir utilizando tu bolso. Aunque esta vez procura llevar los cosméticos dentro de un neceser para evitar disgustos.

Cómo llevar el traje de chaqueta si eres millennial (y no quieres sentirte mayor)

Hay cosas que, cuando se ponen de moda, solo hacen que pensemos: «No, leopardo no, que parezco una choni de 2005». Pero como las tendencias hacen caso omiso de todo, se llevan igualmente.

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Es el caso de los trajes de chaqueta, que han venido para sustituir al conjunto de pantalón midi y crop top que tanto hemos vestido este verano.

El traje hace mayor. Es así. Negarlo sería como intentar negar que lo mejor de las bodas es el banquete.

Y claro, por mucho que nos guste y queramos llevarlo, el hecho de que nos veamos parecidas a nuestra abuela cuando iba a misa los domingos le quita un poco de encanto al tema (ojo, que adoramos a las abuelas, pero queremos vestir acordes a nuestra edad).

Una de las mejores opciones es recurrir al traje de chaqueta y falda, que ademas de ser favorecedor, es tendencia esta temporada. Es una prenda que, aunque parezca formal, es tan versátil que puedes combinarla con todo el armario: desde el body de lencería al que le das otro uso (ya tú sabes cuál) a la camiseta de algodón básica o incluso con un jersey.

Todo le va estupendo, además, puedes darle un toque deportivo y llevarlo con zapatillas. Que el traje con zapatos está muy bien si te llamas Harvey Specter y trabajas en un bufete de abogados, pero está mejor con deportivas para ir andando por el metro.

Apuesta también por los colores pastel, perfectos para las millennials ya que son tonos con los que nos sentimos muy identificadas. Búscalo en amarillo, naranja, rosa o azul y combínalo con el resto del armario como hace Aimee Song.

Si eres una loca de lo vintage, busca un traje con anchuras ochenteras que le haría saltar las lágrimas de emoción a tu madre pensando en cómo salía vestida de fiesta durante la Movida Madrileña.

El look monocolor es algo tan propio de nuestra generación como lo es ligar por Instagram. Amarillo y rojo son algunos colores tendencia, pero el blanco o el negro nunca pasan de moda.

Vale que empieza a hacer fresquete por las mañanas, pero ¿y lo bien que queda la americana con pantalones de ciclista? Estíralos un poco aprovechando que aún no han caído mucho las temperaturas y llévalos a juego con la blazer a modo de traje.

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Italian life 🌹 during #MFW 🇮🇹

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Cinco prendas que tu armario necesita este otoño

(Sí, tu armario, y como tú eres la encargada de velar porque el mueble esté correctamente actualizado, toma nota de cuáles son)

Entre el fresco que ya empieza a hacer daño en el tobillo (mira que te dicen en casa que no te remangues tanto los pantalones) y que la mitad de las cosas del año pasado han aparecido misteriosamente llenas de bolitas (nunca te olvidarás de ese jersey con el que compartiste tan buenos momentos), es el momento de poner al día el armario.

WILFDOX

Así que aprovechando que vas a hacer limpieza, te recomiendo que tengas localizadas estas cinco prendas imprescindibles para tu día a día más necesarias que el abono transporte en tu cartera:

-Vestido de Orgullo y Prejuicio: romántico, largo, perfecto para los días fríos en los que sales de casa a las 8 de la mañana. Acuérdate que las margas abollonadas son un plus. Cógelo de flores si quieres sentirte un personaje de una novela de Jane Austen. Puedes ir todavía más abrigada si te dejas las piernas sin depilar.

-Bolso caja: puede ser cilíndrico, cuadrado, con forma de maceta, de platillo volante… De lo que quieras. De hecho ni siquiera tiene por qué ser nuevo. Puede que no te entren el portátil ni los apuntes, pero ¿y lo bien que sienta?

-Pantalones de chándal: pero para llevar a la calle, es decir, si es el que tiene agujeros o manchas de cuando te dio por experimentar con las pinturas acrílicas, no vale. Inspírate en las colecciones de Tommy Hilfiger o en los modelos vintage que llevaba tu padre cuando eras pequeña, que ahora vuelven a estar de moda.

-Botín efecto calcetín: las hermanas Kardashian son la prueba de que este modelo de calzado es el complemento que no solo nos sienta bien a todas sino que nos va con todo. Da igual lo que contenga tu armario (a no ser que en tu casa el armario se use para guardar la tabla de planchar y los juegos de mesa que nadie usa, claro), si es ropa, la puedes combinar con esos zapatos.

-Cuadros descuadrados: vale, no es una prenda, pero hay tanta variedad que me parecía cruel escoger solo una pieza. La clave es que combines motivos geométricos diferentes. Las chaquetas o faldas a juego de Blair Waldorf estaban muy bien para 2010, pero para 2018 se llevan los cuadros descuadrados. Apuesta por mezclas en las mismas prendas o aquellos que no parezcan salidos del uniforme de un colegio privado.

Y ya que eres una adicta a las tendencias, recuerda que puedes seguirme en Instagram, Twitter o Facebook para más novedades.

Llevar las botas rancheras y no parecer salida de un ‘western’ es posible

De pequeña me encantaban las películas del Oeste. Tengo recuerdos de mis veranos en Galicia sentada al lado de mi abuelo, después de pasar la mañana en la playa, viendo juntos alguna de John Wayne.

JEFFREY CAMPBELL ESPAÑA

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Con esa experiencia en mis primeros años de vida era lógico que ahora que se han puesto de moda las botas cowboy me vengan reminiscencias de cuando aparecían en escena los protagonistas llevando las rancheras.

Sin embargo, eso no quiere decir que solo puedas ponerte el calzado de la temporada con unos pantalones vaqueros, una camisa desabrochada y un sombrero de rodeo mientras esperas a que se cruce en tu camino al metro un estepicursor (las bolas rodantes que cruzan los caminos del Salvaje Oeste).

Existen infinitas combinaciones que no te hacen parecer como que te acabas de bajar del caballo y que son ideales para que vistas en tu día a día sin necesidad de preocuparte por la interrupción de pieles rojas.

Vestidos o camisas largas son la opción más apañada. Añade las botas, el bolso en el que te entra el portátil y los apuntes y fuera. Que si hace fresco puedes sumar una cazadora vaquera, ya que sigue la temática pero no te hace parecer que vas disfrazada.

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Cowboy girl #NYC 🇺🇸🗽

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on my way to @nobitalai 🦕

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Las más estilosas de Internet (no solo lo digo yo, sus miles de seguidores comparten mi opinión) han encontrado en las botas rancheras con americana su combinación favorita llegando incluso a desbancar a la tostada de aguacate con chía o incluso al filtro de Kylie Jenner de Instagram.

Puedes llevar el blazer por encima de los hombros o a juego con la parte de abajo llevando un traje de chaqueta y pantalón. Lo imprescindible es que las botas sean las protagonistas.

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Milano bound 🇮🇹 #MFW

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Ahora confiesa, querida adicta a la moda, ¿te unirás a la tendencia?

¿Cómo combinar los estampados sin catastróficas consecuencias?

Hay dos cosas de las que estoy segura de que te has dado cuenta este otoño. La primera es que, aunque solo estemos en octubre, en tu supermercado del barrio están empezando a sacar la repostería navideña. La segunda, que en cuanto a moda se refiere, se llevan las mezclas de estampados.

URBAN OUTFITTERS

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Combinar prendas con diferentes diseños no es una tarea sencilla, de hecho tiene el mismo peligro que cuando el dentista te dice que no te muevas y a ti te entran ganas de estornudar. Puedes crear un estropicio en un momento.

Hay ciertas personas que son expertas en dominar esta disciplina, pero la más famosa de todas es Olivia Palermo.

Si no te suena de nada el nombre, a modo de resumen, te diré que es una de las it girl más importantes del mundo (y que su perro se llama Sr. Mayordomo. Ya, no es una información especialmente relevante, pero a mí me resulta simpático).

Tiene tanta facilidad en mezclar que sabría llevar con gracia un delantal de pescadería de rayas con una falda hecha de tapizado de sofá de cachemira y nos convencería hasta de que quedan bien juntos.

Las combinaciones para principiantes son las que todas hemos probado alguna vez como introducción en las mezclas: algo de flores con camiseta de rayas, cuadros, lunares… Pero casi siempre pequeñas dosis o con diseños pequeños, ya que suelen ser aciertos asegurados.

Pero esta temporada toca radicalizarse con los estampados y llevarlos al extremo creando combinaciones que ni siquiera te imaginabas, pero que, una vez los veas, no concebirás volver a vestir de liso.

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Rainy day chic ☔️

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Hay dos normas del otoño de esta temporada que puedes seguir para tus mezclas más experimentales. La norma del color nos permite mezclar en un mismo estilismo prendas de motivos estampados diferentes que sigan la misma gama de colores.

Por ejemplo, ya que esta temporada el leopardo no es el rey de la jungla, pero sí el de los estampados, tiene matices negros, marrones, amarillos o anaranjados, todas las prendas que tengas por casa de esos tonos, pueden ir mezcladas con el print animal.

La segunda norma consiste en juntar diseños iguales que tengan colores diferentes, como es el caso de los famosos cuadros escoceses en clave descuadrada que esta temporada no se irán del armario ni con agua caliente.

Pero si eres una atrevida porque lo tuyo son los riesgos y hasta quitas el USB del ordenador sin darle primero a ‘Expulsar’, mezclar todo con todo, es la tendencia para ti.

Olvida el menos es más porque la fórmula ha cambiado, ahora más es más.

O al menos si eres Olivia Palermo, claro.

Cuatro consejos para vestir en el entretiempo (y no morir en el intento)

Estamos en ese breve momento del año en el que sales de casa y hace un frío digno del vuelo del grajo, llegas al metro y te asas de calor.

URBAN OUTFITTERS

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Después te quedas fría en la oficina porque todos tenemos a un compañero que siempre pide encender el aire acondicionado y vuelves a casa sudando con un sol que más que propio de las 6 de la tarde parece del mediodía, pero en Benidorm y en julio.

Lógicamente con los cambios de temperaturas no sabemos cómo salir de casa. El armario está tan confuso que se hiere a sí mismo por lo que hay una serie de claves que puedes tener en cuenta a la hora de enfrentarte al entretiempo y no coger un resfriado en el intento.

En primer lugar ponte capas. Además tu madre me apoya firmemente en esto. Es el momento de empezar a combinar, uno tras otro, diferentes estratos de tu armario en tu cuerpo.

Según vaya avanzando el día puedes ir quitándote unas u otras pero resulta muy práctico que aproveches a usar esas chaquetas finas que en verano te sobran y en invierno no te sirven ni de adorno, por ejemplo, las cazadoras vaqueras.

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@georgia.pendlebury #lfw

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Saca el neón del armario, algo tienes. Úsalo. Es una tendencia que ha venido con fuerza desde los años 90 y que viene genial para contrarrestar la pereza que te da que ya te hayan mandado dos trabajos de grupo. Es también un antídoto genial a la pena que te da despedirte de las tardes de terraceo.

Prueba los clásicos otoñales y no estoy hablando de los nuevos cafés del Starbucks con motivo de Halloween. Las prendas de otoño, hablemos claro, son las mejores de todo el año.

Las llevas viendo con deseo desde las rebajas de verano y es una ropa que no tiene ni punto de comparación con la del resto de estaciones.

Saca las americanas, el jersey de cuello alto, las prendas naranjas, la falda de lana y disfruta de que puedes retomar (por fin) la relación con las botas, que aunque las conseguiste estirar hasta mayo porque te resistías a dejarlas, en estos meses las has echado mucho de menos.

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Trend alert: neon 🎾 #modebloggxtrends

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Y si tienes ganas de dejarte llevar por la moda más atrevida, combina sandalias y calcetines: parece una broma pero no lo es. Quizás el estilo que llevan los turistas cuando vienen a hacer vacaciones a España te pareciera algo hortera, pero desde hace un par de temporadas es tendencia y además ideal para estos días de cambios.

En función de la previsión meteorológica elige el grosor de tu calcetín y conseguirás unos pies abrigados (y estilosos) a prueba de viruje.