Educación y colectivo LGTB+: una necesidad activista

Por Elena Flores

 

Ahora que está cerca la fecha del Orgullo, vemos a miles de abanderados LGTB+ alzar la voz para clamar por la necesidad de políticas y espacios seguros para el colectivo. El mes de la diversidad se convierte cada año en una gala donde influencers, empresas y políticos aspiran a ganarse los likes de un colectivo sensible que en junio se convierte en marca y el resto del año se ve ninguneado por el devenir capitalista y patriarcal.

La realidad es que cada junio el pinkwashing reaparece para apropiarse de una reivindicación que los activistas mantenemos los 365 días del año. Sin embargo, hay entidades que se suman a esa ola de venta que favorece que los pregones y las galas de premios, incluso las marchas —que han pasado a llamarse coloquialmente cabalgatas del Orgullo con todo lo que su semántica implica— se llenen de supuestos aliados que lo único que hacen por el colectivo es cobrar por ceder su imagen para vender el mensaje de que todo está ganado.

Sin embargo, este año parece que el devenir del mensaje reivindicativo es otro y que, al fin, estamos poniendo el foco en algo que podría ayudarnos realmente a lograr los objetivos que la agenda LGTB+ se marca. Por fin, alguien ha tenido la inteligente idea de reivindicar la Educación como garante de derechos y dejarse de ahondar en cuestiones superficiales que no arreglan nada si no modificamos el sustrato.

Como profesora me siento en la necesidad de decir alto y claro un “ya era hora”. Pero es que, además, como profesora que sufrió acoso laboral por ser lesbiana, asumo aún más la necesidad de que este año empiece a ser un antes y un después a la hora de plantearnos cuáles van a ser las peticiones que generemos a la hora de reivindicar derechos y cuáles van a ser las líneas que se sigan a partir de este momento.

Para mí—y creo que para muchas otras personas también— es esencial que sean la Educación y la Cultura las que sustenten el cambio que tanto perseguimos, pues estas son el único garante de democratización y liberación de estigmas que tenemos al alcance de nuestras manos durante todo el año y no cuando nos convertimos en el objeto de una campaña de marketing.

Ahora que a muchos políticos se les llena la boca hablando de Educación en valores, mientras que los discursos reaccionarios colonizan Europa, es el momento de incidir en que los valores más importantes para una estabilidad política y de paz son la tolerancia y el respeto.

Por eso es hora de asumir que, frente a lo que ocurre según ha concluido el estudio de la FELGTBI y CC.OO donde se corrobora que 4 de cada 10 docentes sufrimos actos de LGTBIfobia durante el desarrollo de nuestra labor docente, asegurar que el profesorado y todos los agentes educativos mantengan ese diálogo de tolerancia de manera incesante debe ser nuestro objetivo primordial.

Por eso ahora que quedan pocos días para que llegue el 28 de junio y salgamos a la calle a reivindicar nuestros derechos, planteémonos de dónde venimos y hacia dónde vamos para que a partir del 1 de septiembre, cuando llegue la vuelta al cole, sepamos cuál va a ser la línea argumental que vamos a seguir para erradicar el odio que contra nosotros se vuelca.

 

Rainbow pride flag flying in the daytime breeze. Original public domain image from Wikimedia Commons

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