Analogías: El feminismo como cáncer

Por Laura Ramírez Martín ()

 

Ha dicho una diputada que el feminismo es un cáncer.

No sé por dónde empezar.

Quizá lo primero sea nombrar el miedo que me da que se digan estas palabras en la tele en horario infantil. Puede escucharla cualquier niña, cualquier niño. Me parecen palabras peligrosas.

Lo siguiente es que me cuesta, porque me produce mucha inquietud, admitir que estamos en el mismo saco. Hay que convivir, por lo visto.

Este ser, Alicia Rubio no sabe, al menos y según mi parecer, de dos asuntos. No sabe de feminismo y no sabe lo que es el cáncer. Yo, por experiencia propia, algo sé de las dos cosas así que voy a expresarme. Igual hay que coexistir, pero callarme, eso nunca.

Según tengo entendido tras el máster que me marqué cuando lo viví en mis carnes, el cáncer es una mutación de unas células de tu cuerpo, de tu sistema. De repente o no tan de repente hay unas cuantas que cambian, se disfrazan de inmortales y hacen caso omiso de su programación. La célula sana está orientada a la vida, a su favor, sus funciones son crearla, sostenerla, alimentarla. Y parece ser que está preparada para autoinmolarse si sobreviene algún fallo. La célula cancerígena se declara en rebeldía y en vez de morirse sola se dedica a fagocitar todo lo que a su paso encuentra: aniquilan el entorno, se van haciendo más fuertes, más numerosas, se constituyen en tumor y si no las para nadie terminan por arrasarte. Cuando acaben con el cuerpo que las porta morirán ellas también pero eso no parece importarles. O quizá no lo saben todavía.

Esto es un cáncer ¿Y qué es el feminismo? Pues entre otras cosas es un movimiento que pone en evidencia las diferencias injustas entre mujeres y hombres, que quiere equiparar derechos de unas y de otros, que denuncia y saca a la palestra el maltrato y la violencia de género, que señala los males patriarcales que nos afectan a todas y a todos…. que básicamente va a favor de la mujer y con ella de todas las personas, entre otras cosas porque fueron mujeres las que nos parieron a todas, de los derechos humanos y de la vida. ¿Podría este ser, u otro alguien explicarme qué tiene que ver esto con el cáncer? ¿Y por qué sale gratis decir estas cosas?

Cuando te dicen que tienes cáncer pasas mucho miedo. Pasas mucho tiempo pasando mucho miedo. Porque sabes que tienes un sistema inmune que alimentas y que hará lo posible para salvarte. Y que además hay un sistema sanitario aún accesible al que recurres para que te operen, te traten y te cuiden. Pero sucede que a veces, si nada de esto funciona, tu sistema colapsa y te mueres. Y esto asusta. Y no debería jugarse con ello, mentarse en vano.

«No nos gusta el uso de la palabra cáncer en un entorno que no es el sociosanitario y con una connotación negativa y a las 1,5 millones de personas afectadas tampoco. Estas palabras de Alicia Rubio no han sido las más «afortunadas». La Asociación Española Contra el Cáncer dixit.

Yo no sé si el problema es hacer o no analogías con este tema tan delicado. El asunto para mí es qué clase de analogías se hacen. De hecho, es ponerme a desmontar la del título y mientras escribo se me cae una de las manos, más que evidente… Pero no me explayaré en desarrollarla, al menos hoy.

Sí diré, ya que estamos, que el feminismo en cualquier caso haría de sistema inmune: ante cada agresión, como reacción aparece un montón de gente que apuesta por la salud y que no tiene otra que defenderse. Hacen de servicio de mantenimiento, se expresan a favor de la vida y entonces rebaten, revisan, desarman discursos insostenibles que aparecen de debajo de las piedras, de las losas de la prehistoria. Ejercen de resistencia a base de lucidez, escucha, sensibilidad, empatía y sentido común. Aquí cabemos muchas y muchos.

Creo que el amor es la solución a todo. El de verdad, el universal.

Lo que me pasa es que para nombrarlo hay que hablar de verdad, profundamente, desde dentro. En según qué lugares no funciona. Con según qué gente no funciona. Al menos a corto plazo, que es el que ahora me importa. Hablarle con amor a esta persona que por lo que se ve no ha recibido mucho, para mí es perder el tiempo. Lo siento por ella, pero lo siento más por mí y por gente como yo. Todas, todos tenemos heridas. Pero escuchar el odio manifiesto con el que este ente parlante suelta por la boca tamañas sandeces me lleva a pensar que no hay arreglo para esta nuestra especie. Me desespera. Y me rompe la teoría. En la teoría hay que ser como Gandhi. Pero en la práctica mejor no me des que te la devuelvo. Yo, por mi parte estoy harta. En el aquí y el ahora, el cobre nos lo batimos en esta vida, en estas calles, en estos foros. En estas calles se apalean y se violan y se matan de nuevo cada vez más a mujeres, homosexuales, lesbianas, transgénero, transexuales y muchos etcéteras. Por el hecho de serlo. En estos foros se sueltan perlas profundamente agresivas contra gente como yo. En realidad casi contra cualquiera. En esta vida hay gente que pierde la suya a manos de energúmenos ahora amparados por discursos como el de la diputada. Por los 52 seres semejantes a ella ahora presentes en el congreso.

No da igual, no son todos iguales.

El sistema político que hemos hecho desde luego no es perfecto pero nos iba dejando poco a poco al menos respirar. Con estos me estoy ahogando a cada cosa que escucho, esta gente viene a aniquilarlo todo. Vienen a acabar con tantos derechos luchados y conquistados con mucho esfuerzo, energía, diálogo, paciencia, resistencia y muchas, demasiadas veces, sangre. Se están extendiendo. Y están expandiendo su mierda retrógrada y reaccionaria, hete aquí unos botones de muestra de esos que dice la ínclita que empodera coser:

En Andalucía se impone una asignatura sobre caza en los colegios, también allí y ahora en Madrid parece que hay que volver a revisar la ley del aborto, en Castilla y León se paraliza una ley de igualdad LGTB… Y lo que queda.

Este espécimen sobre el que versa el artículo también ha dicho que la infancia LGTB no existe. ¡Que yo no existí, me dice! Ni yo ni tantas y tantos y tantes otres. ¿Qué piensa usted, que nacimos ya con los pelos en el coño? ¿Que no existimos ahora?

¿Y por qué tenemos que aguantar esto? Porque la cosa ya no va de libertad de expresión, de tener una opinión y ser libre para expresarla: lo del partido del logo verde se llama machismo, homofobia, racismo, clasismo.

A nosotras nos quieren devolver a las cavernas, a la oscuridad, a la costura y a la cocina caseras, mientras diseñadores de moda y chefs se hacen de oro en las pantallas, los salones y las cocinas de los restaurantes caros. A esos sí que les empoderó coser y acercarse a las cazuelas. Pero intenta recordar una modista o una cocinera famosas. A mi me sale la Ruscalleda y Coco Chanel. Ya está. Lo demás son todo nabos. Así que va a ser que lo que empodera no es coser.

Puestas a hacer analogías me gusta más el feminismo como sistema de defensa propia. El feminismo va a favor de la célula sana y contra la represión, el sufrimiento y la muerte que supone el ninguneo de la diversidad, la libertad y el derecho a ser persona. Contra los que nos niegan y niegan a su vez la vida. Y hay que seguir. Callarles la boca. Porque si no les paramos acabarán con toda esperanza de existencia saludable en este planeta.

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