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Bodas invernales: cómo ir guapa sin pasar frío

Aunque poco habituales y escasas, las bodas invernales son un hecho. Puede que no sean el santo de devoción de las frioleras, pero el encanto de la estación les convierte en un evento digno al que acudir al menos una vez en la vida.

A diferencia del resto del año, las bodas que caen por estas fechas no tienen garantizadas lluvias al 100% pero sí el frío, por lo que más vale elegir una prenda de abrigo que vaya con el resto del conjunto ya que, por muy fuerte que esté la calefacción, si sales del recinto en algún momento/la boda es en una carpa/alguien deja una puerta abierta vas a pasar frío.

Así que si tu idea es casarte en invierno o tienes una boda de estas características, toma nota de las tendencias:

1-Pieles para los hombros, en chaqueta o en abrigo (preferibles las sintéticas)

INSTAGRAM

2-Terciopelo: agradecido, favorecedor y calentito

BIOMBO13

3-Tul

ASOS Y GREENWEDDINGSHOES

4-Sombreros y tocados invernales

INSTAGRAM Y GREENWEDDINGSHOES

5-Coronas de inspiración navideña o de reina de las nieves

GREENWEDDINGSHOES

6-Falso pijama: perfecto si privarte durante la comida no entra en tus planes

7-Ramos

8-Postres

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La Nochevieja de Studio 54 de Pull&Bear

A mediados de noviembre con los turrones ya colocados en el supermercado y los Todo a Cien cambiando las calabazas por los abetos, da la sensación de que la Nochevieja se acerca a pasos agigantados. Si eres de las que ya tiene la fiesta pensada, la entrada comprada, y la cena planificada, puedes empezar la búsqueda de tu conjunto para la noche del cambio de sufijo del año.

Pull and Bear también adelanta las fiestas con una colección de fiesta de inspiración setentera con brillos, lúrex y terciopelo que bien podríamos haber visto a las puertas de Studio 54 en Nueva York.

PULL&BEAR

PULL&BEAR

Complementos: para brillar de la cabeza a los pies

PULL&BEAR

PULL&BEAR

Zapatos: no aptos para las que padezcan de vértigo

PULL&BEAR

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Vestidos: metalizando la pista de baile

PULL&BEAR

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Monos: largos o cortos

PULL&BEAR

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Bodies: sin miedo a los escotes

PULL&BEAR

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Faldas: triunfarán en dorado y plateado

PULL&BEAR

PULL&BEAR

Las ocho tendencias en las que debemos invertir este otoño

Entre que toca volver a la universidad o a la mesa de la oficina, y que por la calle has dejado de ver los ‘braga-shorts’ empezabas a sospechar que el verano llegaba a su fin.

Después de entrar oficialmente en la temporada más confusa del año (porque no sé los vuestros, pero mis estilismos de entretiempo parecen formados por un grupo de diseñadores de Pokémon: «Ahora ponemos unas chanclas…y unos calcetines debajo por si hace frío. Una falda corta, jersey de lana para el fresquillo en los brazos y…¡listo!) estas son las tendencias que se convertirán en algo más deseado que Brad Pitt estando soltero:

Flores bordadas: inspiración setentera en todas y cada una de las prendas. Para las más apañadas (y ecológicas) un parche termoadhesivo o incluso una abuela ágil con las agujas, en el caso de que aún se te resista el hilo, es una tendencia que podemos versionar de forma casera.

TOPSHOP Y ASOS.

TOPSHOP Y ASOS

Satén: el aliado de las noches más salvajes. Eso sí, procura combinarlo con medias tupidas o abrigos gruesos ya que es un tejido cuyas propiedades de abrigo brillan por su ausencia. Si quieres lucirlo al 100% olvídate de sentarte, ya que es un tejido que se arruga solo con mirarlo.

ASOS, TOPSHOP Y BERSHKA

ASOS, TOPSHOP Y BERSHKA

Bodies: vinieron en verano y resistirán el invierno. El colectivo de madres de fashion victims se encuentra muy agradecido a esta tendencia en particular ya que protege la barriga y los riñones del frío (y ya sabemos como se ponen con lo de llevar los riñones al aire).

TOPSHOP Y H&M

TOPSHOP Y H&M

Hombros al aire: bueno, vale, no es una tendencia nueva nueva, pero como si lo fuera. Las camisetas sin hombros, aunque llegaron para primavera/verano, se apuntan a colores más otoñales y son perfectas para conjuntarlas en nuestro día a día.

JENNYFER

JENNYFER

Terciopelo: el más agradecido (y calentito). En clave nocturna es un aliado perfecto para cuando caigan las temperaturas sobre todo si lo llevas en manga larga.  Combinado con unas zapatillas o vaqueros en estilismos más informales, se dejará llevar también a la luz del día. Y si a eso le sumas el plus de que estarás más suave que un peluche, es imposible que no te seduzca.

TOPSHOP, BERSHKA Y H&M

TOPSHOP, BERSHKA Y H&M

Metalizados: para no pasar desapercibido (otra tendencia que llevamos arrastrando desde… no sé… ¿2014? ¿Qué pasa? ¿Se les han acabado los tejidos?). Volverá a tentarnos en prendas a partir de lúrex, el tejido que entró el año pasado sin mucha pena ni gloria y en accesorios. Antes de comprar bolsos o zapatos de estos colores, recomiendo mirar la fabricación, ya que en este tipo de accesorios el color se cuartea enseguida con el uso y su vida útil es muy limitada.

ZARA Y PRIMARK

ZARA Y PRIMARK

Bailarinas con lazo: o las deseas o las aborreces porque no levantan pasiones a medias. En mi caso es aborrecimiento total, porque los zapatos que son de llevar anudados 1. siempre se me acaban bajando y tardo media hora más en llegar a los sitios, ya que tengo que rehacerme el nudo cada tres pasos y 2. cuando ya me canso y los aprieto más fuertes que el corsé de Rose en Titanic acaban gangrenándome las piernas y dejándome los pies hinchados.

JENNYFER, ASOS Y ZARA

JENNYFER, ASOS Y ZARA

Folklore: de los países europeos más fríos viene esta tendencia con la que te sentirás como Anna y Elsa en los días de entretiempo de Arendelle. Para darle el contrapunto al toque romántico puedes combinarla con botas militares o bikers (chaquetas de cuero de toda la vida).

ASOS, ZARA Y JENNYFER

ASOS, ZARA Y JENNYFER

¿Cómo ves la que se nos avecina? ¿Te ha volado la cabeza alguna de las ‘nuevas’ tendencias?

Análisis realista de la ropa de festival

Basta, en serio, basta. Irnos de festival se nos está yendo de las manos con eso de que ahora cuanto más estrambótico mejor. Tras ver los conjuntos elegidos por algunos de los asistentes al Burning Man, el festival que se celebra en el desierto de Nevada, he decidido romper mi silencio sobre este tema.

El festival deja una mezcla demencial de elecciones estilísticas que bailan, literalmente, entre El quinto elemento, Mad Max y Star Wars entre los que parece que se sortea un premio a la mayor horterada, cosa que, si así fuera, no sabrían bien a quién hacerle entrega del galardón.

Uno de los ejemplos es el tocado que os muestro a continuación, inspirado en las placas de un trilobites fosilizado que tiene pinta de captar la luz cuan placa solar y dejar respirar a la cabeza menos que cuando estás sentado en una terraza en Sevilla a las 4 de la tarde.

Otra que también eligió un conjunto ‘cómodo y transpirable’ fue Cara Delevingne, a la que tuvieron que sacarle el yelmo con soplete de la cantidad de piel que se le debió de quedar pegada después del festival. Su amiga Paris Hilton, una de mis celebrities favoritas debido a su ‘gusto impecable y discreto’ a la hora de vestirse, eligió un conjunto más fresco que remató con unas botas de estilo 2003. Con deciros que cuando sacó los pies de las botarras calzó dos tallas menos de la cantidad de agua que perdieron de lo que le habían sudado, os lo digo todo.

#Epic #BurningMan with #AlienTwin @CaraDelevingne. 🔥✨✨👽👯✨👯👽✨

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Que en un festival siempre pasas un poco de frío es algo que todos sabemos, lo que nos hace meter una chaquetilla para el bajón que da a últimas horas de la madrugada (ese que coincide con el final de los efectos del alcohol y el cansancio extremo que hace que se nos quiten las ganas de brincar como las cabras montesas en Guadarrama).

Pero la sudadera roñosa de tu universidad es algo muy desfasado para el Burning Man, donde las invitadas acuden con sus abrigos de pieles para combatir las bajas temperaturas. Eso sí, sin llevar casi nada debajo para los momentos en los que pega el sol.

¿Que se llena la piel de chinchilla de arena? No pasa nada, basta con echarlo al suelo y pasarle una aspiradora después del festival y como nuevo.

You can be whoever you want! ❤️ #burningman2016 #burningman #blackrockcity #playa #fauxfur

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There's really nothing quite like dusk on the playa ❤️ Coat by @lustfordusk #burningman2016

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La elección de Katy Perry tuvo un poco más de sentido ya que la mascarilla me parece un básico en este tipo de festivales (a no ser que te guste expulsar mocos negros durante los dos días siguientes) aunque fuera en versión peluche y seguramente terminara con el bigotillo sudado.

🔥AlivE🔥

A photo posted by KATY PERRY (@katyperry) on

👼🏻 luminary fairy 👼🏻

A photo posted by KATY PERRY (@katyperry) on

Mi conclusión es que o yo estoy equivocada con mis normas de vestuario para ir de festival o que la gente está perdiendo el control de sus armarios, porque sino explicadme el sentido de este conjunto:

O de este:

O incluso este:

Believe in Magic #magic #burningman2016

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¿Cuándo decidimos convertir los festivales en Carnaval?

La maleta de una ‘au pair’

(De ropa y experiencias)

Recuerdo que al principio me lamentaba de no poder llevar todo el armario. Dos meses viviendo fuera con una familia trabajando de niñera, han hecho que me diera cuenta de que no habría utilizado ni la mitad.

La llené a finales de junio con ropa interior como para drenar un lago (nunca se sabe qué puede pasar), y en su mayoria, camisetas y pantalones cortos. Dos vestidos y una falda cayeron, y menos mal que lo hicieron.

Los tacones, que nunca me acompañan en mis viajes, tambien se quedaron en casa, por lo que, en las ocasiones en las que salí, fue con zapatillas.

Dos meses después me toca recoger toda la ropa que tengo desperdigada en la que, a lo largo de dos meses, ha sido mi habitación, mi refugio, mi lugar secreto, mi trocito de España cuando a través del Skype tenía la suerte de que alguien me visitara.

«Sí mamá, estoy siendo ordenada«, le decia mientras las montañas de ropa se acumulaban a lo largo de las estanterías. ¿Quién iba a querer ponerse a ordenar en uno de los países más bonitos del mundo?

Cuando hice la maleta, la llené solo de ropa, ahora que me toca recoger todo, me doy cuenta de que me llevo mucho más. Esa fue la camiseta en la que la niña dejó caer su leche con cacao como cada día, que, haga lo que haga, siempre acababa manchada hasta las cejas. Con ese vestido se quedó dormida otro día en mis brazos, después de despertarse llorando de la siesta, el mismo que tuve que cambiar por unos pantalones cortos y unas zapatillas de cordones cuando el niño me dijo que queria bajar al parque y sabía que acabaría corriendo con él. Y quería hacerlo, pero cómoda. Aunque se empeñara en bajar la bici y luego me tocara subirla a mí porque él se sentía cansado.

Ese es el bikini y las chanclas con las que me tuve que tirar dos veces a la piscina precipitadamente, un día a por el niño y otro para sacar a la perra.

De arreglarme para eventos a pasarme casi todo el día en ropa de deporte o en pantalones de chándal, que eran confundido constantemente con mi ropa sporty chic. Como aquella vez que salí de copas y la madre me preguntó si iba a hacer running nocturno o cuando le ordené al niño que se vistiera y me saltó con que yo también estaba en pijama.

Normal que no me creyeran cuando les dije que llevaba un blog de moda en España.

Después de preocuparme porque todo lo que llevara pudiera ser combinado entre sí, al final iba siempre con lo primero que me salía al encuentro de la mano, porque a las seis y media de la mañana no es que estuviera la mente para muchas fiestas estilísticas

Ya no es solo ropa. Me llevo tanto conmigo que necesitaría dos maletas.

Y es que la moda o el estilo eran lo menos importante. Durante dos meses le he dado por culo a las tendencias llevando en casa calcetines con chanclas porque por las noches hacía fresco. Sin depilarme, sin peinarme, sin sujetador, con el pelo hecho un desastre de no haber tenido fuerzas de levantarme un poco antes para lavármelo. Pero siempre dispuesta a correr, a jugar, a agacharme cien mil veces a coger lo que tiraban al suelo, a hacer el pino puente, a bailarles la macarena, a ser ensuciada de purés, salsas, pises y cacas y reírme con la mejor de las predisposiciones, feliz de haber empezado el verano con dos niños y terminarlo también con dos, que ninguno se me perdió nunca por el camino.

No seguí la moda ni me preocupé por mi aspecto en dos meses y ahora pienso que he sido más feliz que en mucho tiempo.

Quiero entrar en tu garito con zapatillas

Que me miren mal o no al pasar, me parece secundario.

(Medianoche. Un pueblecito en el norte de Italia.)

Me encuentro a punto de subirme en el coche para acercarnos a una discoteca cuando me preguntan si no voy a pasar por casa a coger los zapatos de tacón.

Pregunto el porqué mirando el conjunto que llevo esa noche: un pantalón de cintura alta, un crop top y mis Converse blancas. Algo que, para ser una persona que se pasa la vida en pijama o en chándal, definiría como arreglado pero informal y perfecto para una noche de fiesta.

Cuando explico que no he metido ningunos tacones en la maleta, me miran extrañados como si hubiera dicho que la he utilizado para pasar partes de un cadáver troceado por la aduana. Vamos, muy mal.

No puedes entrar a la discoteca con zapatillas.

Vale que en España también tenemos ciertos sitios en los que ponen pegas con la indumentaria, pero lo de que casi te impongan ir con tacones es algo que me parece ridículo.

Voy a una discoteca a bailar, a moverme, a dejarme llevar por la música, a pasármelo bien, no a presumir de pierna estilizada que es para lo único que sirven los zapatos altos.

No voy a la discoteca para ser tratada como un objeto aunque el simple hecho de que locales permitan la entrada gratuita a las mujeres ya sea una forma de usarnos como cebo.

Finalmente entro. Veo que hay otras chicas de zapato plano que lo compensan llevando el outfit arreglado hasta el extremo (para mi gusto).

Según van pasando las horas de fiesta veo que nos dividimos en dos grupos: las que van buscando un sitio donde sentarse cada poco tiempo y las que bailan toda la noche. Os dejo imaginar cuáles son las que llevaban tacones.

Recogiéndonos les explico que, para mí, los tacones no son algo más que para una ocasión puntual. Aunque también es cierto que soy un caso menos convencional.

Después de tantos años trabajando de imagen sobre zapatos altos en eventos en los que me he dedicado durante horas a maldecir su existencia, he acabado ligándolos a un sentimiento algo negativo.

Aún con esas sí que me he dejado caer con ellos en una boda, desfile o bautizo. Pero voluntariamente, que las imposiciones nunca fueron buenas, y menos, como en este caso, las meramente estéticas.

Salir de fiesta con zapatillas, la octava maravilla. MARA MARIÑO

Salir de fiesta con zapatillas, la octava maravilla. MARA MARIÑO

¿Qué me pongo para coger un avión? El ‘dresscode’ del aeropuerto

Siempre que voy al aeropuerto a coger un avión elijo más o menos el mismo tipo de conjunto. Sí, poseo mi propio dresscode de viajera aérea.

Se compone normalmente de un pantalón largo, por dos cosas: en primer lugar porque si hay que hacer un aterrizaje de emergencia (siempre me pongo en lo peor) es lo más cómodo para salir del avión. Que por mucho que en las indicaciones de seguridad la chica salga con una falda tú y yo sabemos que eso NO funciona, acuérdate de cuando eras pequeña y al tirarte por el tobogán acababas con la falda enroscada en la cintura.

En segundo lugar porque nunca se sabe a qué nivel de frío van a poner el aire acondicionado del avión (suele oscilar entre verano en un iceberg Chileno y corazón de un examinador de la DGT). El pantalón va siempre junto a unas zapatillas de cordones cerradas.

Cartel de seguridad. MARA MARIÑO

Recomendaciones estilísticas aéreas. MARA MARIÑO

Es importante el concepto ‘cerradas’ porque el aeropuerto es uno de los sitios en los que abundan los pisotones/atropellos por parte de maletas. El hecho de que además sean de cordones es una cuestión de comodidad, no olvidemos lo largos que se hacen los minutos de espera en el control o en la cola de embarque o que a veces debemos sprintar por el aeropuerto porque vamos algo justos de tiempo.

Junto a esto llevo una camiseta basica de manga corta, ya que hay que cargar, descargar, subir y bajar y no me gusta la idea de acabar con una teta fuera y por último una chaqueta enroscada en la maleta. Básica por el tema del frío o por si queremos echarnos una siestecita y necesitamos una almohada.

El complemento es una mochila/bolso gigante con pañuelos, mp3, algo de picar por si me entra hambre, ibuprofenos por si me entra un dolor insguantable, compresas por si me baja la regla inesperadamente… Todo muy en la línea de la mentalidad de mi madre, en cuyo bolso siempre encontramos todo lo necesario para sobrevivir un mes en una isla desierta.

Sin embargo, por perfecto y universal que me parezca mi sistema, en el aeropuerto podemos encontrar siempre los mismos estilismos, además del mío de viajera que creo que es el más generalizado entre hombres y mujeres.

En primer lugar están los playeros, esos que se deben de pensar que el avión les va a dejar en la orilla del mar y van con chanclas, camiseta de tirantes y el bañador ya puesto. Normalmente son varones entre 18 y 30 años y les reconocerás porque hacen más ruido que un ataque de los Hunos.

Después, en el otro extremo tenemos a las estilosas. No solo van vestidas y maquilladas como si hubieran acabado por error en el aeropuerto mientras buscaban aparcamiento para tomar una copa en sino que llevan tacones. TACONES. ¿Cómo vas con tacones al aeropuerto hija mía? Sale el billete más barato? Si no no me lo explico. Muchas, además, van con gafas de sol. ¿Gafas de sol por qué? Si eres famosa pase. Pero si no lo eres, ¡estás a cubierto!

#Uniwax #Airport #AttraKtif #IronMan #Love #serialentrepreneur #philanthropist #elegence #workforsucess #LV

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En tercer lugar tenemos a los guiris, que da igual de dónde vengan o a dónde vayan, porque van vestidos de guiris con sus chanclas de padre, su mochila montañera y un sombrero de pescar.

Lo contrario a los guiris, que vienen a ser la máxima dejadez estilística pero la mayor comodidad, están los trajeados. Hombres y mujeres que verás siempre de traje (y a ellas además con tacones) y con un maletín. Van siempre con cara de prisa y cualquiera diría que tienen la reunión en el meeting point del aeropuerto.

Aunque estos son los más característicos podemos encontrar también chandaleros, los forofos que van siguiendo a su afición, hippies y, por supuesto, miembros de la tripulación y otros profesionales de aeropuerto.

‘Chain bra’, la tendencia veraniega del sujetador de cadenas

Si pensabas que no había nada más absurdo en lo que gastarte el dinero después de leer los objetos que recomienda Gwyneth Paltrow en su blog (os recuerdo que estoy hablando de la actriz que no puede vivir sin mancuernas de oro o un exprimidor de pasta de dientes) es porque aún no conocéis el chain bra o sujetador cadena.

Sujetador cadena. "Sujetador" es una forma de hablar. MARA MARIÑO Y TUMBLR

Sujetador cadena. ‘Sujetador’ por decir algo. MARA MARIÑO E INSTAGRAM.

La tendencia del chain bra ha surgido de ese lugar infernal del que nacen parte de las tendencias absurdas de la humanidad: Coachella, el mismo sitio que puso de moda los tatuajes temporales. No hay nada más perverso. Ese lugar en el que, como un día alguien vomite y se manche, pondrán de moda las camisetas con manchas de regurgitaciones etílicas.

La prenda, por llamarla de alguna manera, está compuesta de unas cadenas unidas que rodean los senos, que viene a ser lo mismo que cuando llevas un collar largo y se te mete por dentro de la camiseta, porque ni agarra ni nada, solo tiene forma de sujetador.

El otro tipo de chain bra es el que está unido por placas de metal. Algo muy agradable y cómodo sin duda. No solo terminas con la camiseta llena de ‘enganchones’ sino que posiblemente acabes con los pezones sangrando. A este ritmo de popularización de instrumentos de tortura medievales, en el Coachella 2017 veremos cinturones de castidad.

No digo que no sea una tendencia atractiva, y con atractiva quiero decir tremendamente erótica, sino que no es una tendencia muy ‘ponible’. Para empezar tienes que tener un tipo de pecho muy concreto: o pecho pequeño o pecho mediano muy bien operado, cualquier otra talla caerá irremediablemente sobre la cadena.

El otro aspecto negativo es que llevas las tetas sueltas. Ojo que no digo que no haya que llevarlas, que habrá muchas partidarias del #FreeTheNipple entre mis lectoras, digo que a mí no me resulta cómodo. Lo digo porque ayer probé el chain bra en carne propia.

Y es que por el blog me sacrifico lo que haga falta. Me puse a mirar cadenitas por internet y, al ver que de los 100 dólares no bajaba la broma, me propuse hacerla casera. Fue tan fácil como poner el sujetador estirado en el suelo y seguir su contorno con cadenas. El resultado, estéticamente hablando, fue satisfactorio, pero cómodo lo que se dice cómodo…más bien no.

Este tipo de accesorios tienen que llevarse con un escote amplio para que luzca, por lo que estuve más pendiente de mirarme dentro de la camiseta cada dos por tres que de disfrutar de la libertad que me daba no llevar sujetador. Una libertad que cuando tuve que acelerar un poco el paso para coger el autobús, ya estaba maldiciendo. Porque sí, las tetas botan aunque tengas pocas, y aquello se movía más que los torsos de las bailarinas de las tribus kenyatas en plena celebración. Además de vez en cuando notaba un pequeño pellizco de cuando la cadena se enganchaba en la piel.

En definitiva: estilo sí, comodidad no y relación calidad-precio abusiva, por lo que insisto en que antes de que os dejéis el dinero probéis a hacerlo. Yo, que ya que lo tengo hecho, me lo volveré a poner, pero os aseguro que será en otro tipo de contexto.

Las tendencias para ir de festival según Coachella 2016

Coachella, conocido como «Couchelah» o «el único festival de música en el que no importa los grupos que tocan sino como van vestidas las famosas» viene a ser una especie de Fashion Week Bohemia alternativa que no solo nos sirve como indicador de las tendencias veraniegas sino también una guía de estilo a la hora de elegir nuestro outfit para ir de festival.

Vayas a ir a un festival de un fin de semana, de una semana o de un día, la primera norma para ir vestida es siempre la misma: pase lo que pase, haga el tiempo que haga, lleva calzado cerrado. Este es el básico más básico de los festivales. Para que te hagas una idea es más fundamental que llevar la bebida y los hielos.

El calzado va a condicionar todo el festival. Aunque al hacer buen tiempo podemos sentirnos tentadas de llevar sandalias/cuñas/cualquier calzado con los dedillos al aire es algo que debemos evitar a toda costa a no ser que nos guste ser constantemente pisoteadas y acabar con los pies más negros que Frodo Bolsón después de subir al Monte del Destino.

La segunda norma es otra igual de simple pero fundamental, la que es sin duda la favorita de todas las madres: hay que llevar siempre algo de abrigo. Da igual si es una camisa de cuadros, una chaqueta roñosa o una sudadera. La cosa es que tengas algo que poder ponerte sobre los hombros en ese momento de la madrugada en el que aprieta un poco el frío. (Click sobre las imágenes para ir a la galería)

GTRES

Las faldas de Coachella. GTRES

Una vez cumplas con los dos básicos, puedes optar por llevar falda o pantalón. Aunque la falda sería algo que yo personalmente, nunca llevaría, ha sido la opción elegida por varias celebrities este año como Kendall Jenner, Phoebe Price, Paris Hilton, Ashley Greene o Devon Windsor. Por muy ‘festivalera’ que sea, en algún momento de la noche te vas a querer sentar, lo que resulta algo más complicado si has elegido esta prenda.

Aunque también hay que decir que, a la hora de hacer pis, la falda es mucho más práctica, yo soy más de pantalón, como Sara Sampaio, Emma Roberts, Cindy Crawford, Lea Michele y Alessandra Ambrosio. El pantalón te permite correr, saltar, sentarte y brincar sin dejarte nada al aire, además de que lo puedes llevar con cualquier cosa del armario (hasta la chaqueta de la abuela de Cindy Crawford le queda bien a un short vaquero).

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Por tanto, en función de las normas de estilo para ir a un festival, la ganadora del mejor outfit Coachella 2016 es Alessandra Ambrosio con su conjunto del segundo día: unos botines con pantalón vaquero, top negro y sudadera atada a la cintura. Además, para darle un toque más bohemio le añadió un tatuaje temporal en la espalda, collares largos y el pelo recogido en boxer braids, las trenzas de la temporada (puedes aprender a hacerlas aquí).

GTRES

El outfit que querrás copiar este verano. GTRES

Si quieres ser feliz ponte zapatillas

A mí el calzado me da la felicidad (o la infelicidad dependiendo del que sea). En mi cuadro clínico, además de hipotiroidismo, deberían reflejar que he desarrollado en estos últimos cinco años una ‘zapaína’ aguda, también conocida como la enfermedad que te hace desear cuanto zapato se te ponga por delante.

Si viendo esta foto se te acelera el pulso, posiblemente padezcas 'zapaína'. GTRES

Si viendo esta foto se acelera tu pulso, es posible que padezcas zapaína. TUMBLR

Mi amor por los zapatos ha sido heredado de mi madre, aunque de manera mucho más desmedida en mi caso. Si mi habitación empezó teniendo dos baldas abajo del todo del armario para guardarlos hace tiempo que se me han quedado cortas y los zapatos han empezado con la lenta conquista de mi habitación. Ahora cuentan con las dos baldas, dos cestos y alguna que otra caja desperdigada por el suelo. Acabaré sepultada en ellos. Lo sé.

Piensa un color, por muy raro que sea seguro que algún par encuentro que lo lleve.

Una película que desarrolla la ‘zapaína’ es Sexo en Nueva York, que quiere hacerte pensar que el culmen de la felicidad está en que te regalen unos ‘Manolos’ (aunque unos Louboutin también nos harían el apaño, no vamos a ponernos tiquismiquis). Solo hay que ver a Sarah Jessica Parker deshaciéndose como un helado en agosto delante de Mr Big estilo príncipe azul poniéndole un Manolo Blahnik en el pie para que, inmediatamente, ese pensamiento ente en tu cerebro: «Quiero que me regalen unos tacones».

Pero siendo sincera, en cuanto acaba la película me pregunto para qué quiero unos tacones. Por muy bonitos que nos queden, en realidad son una criatura del Averno que absorbe la vida por los pies. De hecho, los que tengo, viven muertos del asco en el zapatero porque no me los pongo más que para bbc porque sé que podré sentarme en la Iglesia.

TUMBLR

TUMBLR

Así que, sintiéndolo mucho por aquellos guionistas de Sexo en Nueva York que querían convertirme en un acólito mas de sus filas de adictas a los tacones, prefiero las zapatillas.

Y es que la cenicienta moderna, como Hilary Duff en la pelicula con el mismo nombre, ¡combina un vestido princesil con unas Converse! Menudo bombazo, fue el inicio de la revolución podológica. Primero las Converse, las Victoria, luego las Vans, las Superga, las New Balance y las Reebok en el 2016.

La cosa es tener en el armario (por lo menos) un par de la zapatilla de moda. Y, como en mi caso seguro que a más de una, me ha pasado que he recibido una caja de zapatos y solo podía pensar «que sean unas Nike».

Pero el amor por los zapatos afecta tanto a hombres como a mujeres (mención especial a mi pareja, única persona que no solo iguala sino supera mi colección de calzado). Aquí podría mencionar también a todos esos blogueros que he descubierto en Instagram que veneran a sus zapatillas como si de sus hijos se trataran o que incluso se piden un día en el trabajo para comprarse el nuevo modelo de alguna marca.

Porque ya es oficial: las zapatillas, al igual que consumir chocolate o reventar pompas del papel de embalar, nos producen felicidad. A ninguno nos ha pillado por sorpresa porque lo veníamos sospechando, lo han descubierto desarrollando el Primer Estudio sobre el Uso del Calzado Deportivo que ha realizado Sprinter usando una muestra de 3000 usuarios.

El 82% de los encuestados afirmaron que eran felices en zapatillas frente a un 2% que prefirió el calzado no deportivo. Las 60 personas que forman ese 2% se me escapa. ¿Hippies que van el día descalzos? ¿Abuelos que llevan chanclas con calcetines o que prefieren las cangrejeras?

La razón es, principalmente, la comodidad. Nos gusta ir a gusto, claro que sí. En mi caso, un calzado pasa la prueba cuando me permite correr sin descalabrarme para alcanzar el metro. Pero no solo queremos ir cómodos, queremos ir bien. Las zapatillas han pasado de ser algo que solo usábamos para las clases de gimnasia o para jugar al fútbol con los amigos a una prenda que se ha hecho un hueco en todas las firmas.

Sigue la moda, es combinable y es cómoda. Y si, después de leer esto no te han entrado ganas de hacerte con otras, es que formas parte de ese 2%.