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¿Por qué se desconfía del testimonio de Amber Heard?

Avanza el juicio de Amber Heard y Johnny Depp y aumentan las opiniones dispares sobre esta batalla legal. Ya destacamos anteriormente que la comunicación no verbal se había convertido en indiscutible protagonista y no dejan de trascender ciertos patrones conductuales, ahora, tras la declaración de Heard aun más.

¿Ha resultado creíble el testimonio de Amber Heard? Parece que en redes sociales y medios de comunicación predominan los comentarios de desconfianza sobre el relato de la actriz. Pero, ¿por qué ocurre esto?

En primer lugar, es importante aclarar que no hay un indicador directo e inequívoco de mentira que sea visible a través del lenguaje verbal o no verbal, sí que hay ciertos indicios de engaño que pueden hacer saltar las alarmas y que resultan incongruentes o extraños en base a lo que se espera en una situación similar.

Amber Heard es actriz y este es un hecho que no juega a su favor. Por su profesión, se la puede conferir cierta capacidad para simular mejor que el resto emociones complicadas, como la tristeza o el llanto a voluntad. Es cierto, pero también lo es que su habilidad no puede convertirla en mentirosa per se.

Amber Heard ha tenido un comportamiento muy singular desde el principio. Hemos podido observar muchos cambios de humor abruptos, pasaba de la risa a la tristeza, vestía de forma llamativa y espectacular y al día siguiente de una manera totalmente opuesta, proyectando estéticas contradictorias.

E incluso imitaba ciertos patrones y elementos de la vestimenta de Depp, hecho inquietante que puede desestabilizar la idea sobre su seriedad y sensatez. Pero todavía no sabemos los motivos que la llevan a ello, quizás puede ser una llamada de atención a la desesperada, una burla, una estrategia para debilitar a su ex…

Centrándonos en su declaración, las emociones que acompañaban a sus palabras fueron tristeza e ira, ambos son sentimientos esperables en un relato como el suyo; muchos piensan que no son reacciones compatibles, pero sí, son posibles y perfectamente congruentes con lo que va contando.

Si me agreden y abusan de mí puedo sentir pena y además estar enfadada. No quiero decir que por esto diga la verdad, pero tampoco la presentación de estas dos emociones de forma simultánea son indicativas de mentira.

Cientos de comentarios advertían que Heard lloraba sin lágrimas y que, por esto, su consternación era fingida. Esto tampoco es indicador de engaño directo, pero es que además hay fotografías en las que sí que se pueden apreciar lágrimas en su rostro.

Otro aspecto cuestionado ha sido el contenido de su testimonio. Amber Heard es muy detallista a la hora de dar contexto a un hecho, es decir, se explaya con la información que es más irrelevante o periférica para explicar un suceso, pero muy escueta a la hora de abordar el incidente crítico, la agresión en sí.

Esta premisa sí resulta un indicador de engaño, podría hacer saltar la alarma de la credibilidad ciertamente, pero también podría ser que tenga serias dificultades para poder recordar y relatar los detalles específicos de un episodio que experimente como doloroso, vergonzante, humillante, traumático…

Desde luego, en una entrevista terapéutica sería un buen punto para profundizar e intentar desmarañar; en un juicio, me temo que este asunto quedará así.

En definitiva, es muy complicado dictaminar o no la credibilidad de una persona a través de la mera observación de su comunicación no verbal en tan solo unos minutos.

Por supuesto, su actitud, conducta, palabras, gestos, vestimenta nos dan pista y mucha información sobre estado de ánimo, intenciones y sinceridad, pero tendríamos que escudriñar mucho más el relato para aseverar si miente o no.

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Juicio de Amber Heard y Johnny Depp: la extraña comunicación no verbal como protagonista

Es difícil saber por dónde empezar, porque el análisis psicológico de los comportamientos que se están sucediendo en la batalla legal entre Johnny Depp y su ex Amber Heard daría material suficiente para un buen libro.

GTRES

Entre las controversias más destacables se encuentra la apariencia escogida por Amber. Los detalles sobre su vestimenta no pasaron desapercibidos y de inmediato, en las redes sociales, muchos usuarios se percataron de que ella copiaba el atuendo de él en los días posteriores.

Increíble pero cierto, ya que no ha sido un hecho aislado sino que las ‘coincidencias’ se han dado en al menos tres ocasiones de forma clara. Amber usaba los mismos peinados, tonalidades de las prendas, trajes, corbatas y, por si aun alguien dudaba, se colocó hasta el mismo pin con forma de abeja.

Las hipótesis son muy numerosas, algunos expertos arguyen que Heard podría estar enviando señales a Depp de que le sigue siendo leal, que están en el mismo equipo, que su comportamiento podría ser una llamada a la empatía del actor para debilitarle emocionalmente y minimizar así sus ‘ataques’ durante el juicio.

Otros no son tan benevolentes y sentencian que la actriz pretende descolocarlo, jugar con su mente, inquietarle y ponerle nervioso para desestabilizarle, e incluso que se burla de él.

Pero también parece haber un diagnóstico mental oficial sobre Heard, realizado por la Dra. Curry, determinando un trastorno límite de la personalidad y un trastorno histriónico de la personalidad.

Las personas que padecen estos trastornos adquieren el estilo de personalidad de las personas con las que han estado, están o desean estar y son grandes imitadores de la forma en que se visten, e incluso de la forma en que hablan.

Además, presentan patrones de inestabilidad emocional, egocentrismo y constantes comportamientos de búsqueda de atención, entre otros rasgos, que podrían explicar esta imitación de Heard.

Y también podría dilucidar otro hecho en la conducta de la actriz que ha llamado la atención de todos. Y es que su expresión facial es demasiado dramática por momentos y experimenta unos cambios muy rápidos y abruptos entre emociones que no son muy coherentes entre sí.

EFE

Por ejemplo, podemos verla reír mientras habla con su abogada y, en décimas de segundo, su rostro se transforma de repente en una expresión de tristeza o incluso cierto miedo. Es impresionante observar las secuencias en vídeo.

Esta actitud le ha restado credibilidad en la audiencia, puesto que no es un patrón natural en la expresión emocional, es más propio del mundo de la interpretación, la manipulación, la simulación, el engaño… pero también del simple nerviosismo y de una alteración del ánimo en situaciones complicadas (como puede ser un juicio) o efectivamente de un trastorno de la personalidad.

Seguiremos observando…

 

*Fuente:

Daily Mail

Lo que no vimos en el ‘perdón’ de Otegi

Las encuestas de opinión tras las declaraciones de ayer de Arnaldo Otegi le siguen sin dejar en buen lugar. La mayoría de personas dicen no dotar de credibilidad ni coherencia a su exposición, y es que todos podemos percibir que algo no cuadra. Analicemos algunos detalles que podrían explicar esta sensación.

EFE

EFE

Coincidiendo con el décimo aniversario del cese de la actividad de ETA, el líder de EH Bildu pronunció unas palabras que pretendían ser una nueva declaración de intenciones en pos de la paz, la vía democrática y el esperado perdón a todas las víctimas de ETA.

En general, las palabras no estuvieron mal escogidas, al contrario que destacaba en el análisis del perdón de la carta de ‘El Prenda’ (miembro de la condenada Manada), en esta ocasión, sí se habla de sentimientos y emociones, se pronuncian referencias al sufrimiento, al dolor, pero precisamente el concepto más importante es inexistente, falta un simple pero urgente: ‘pido o pedimos perdón a cada una de las víctimas’.

Pero hacerlo así, directamente y a las claras, significaría un reconocimiento de la culpa, del delito, de la responsabilidad de muerte, que parece que aún no está preparado para asumir. Un fallo garrafal en la credibilidad total del discurso y una evasiva innecesaria si el sentimiento de arrepentimiento es sincero.

Otra característica que resta realidad emocional y del afecto es la lectura del discurso, no podemos pretender que cualquier disculpa resulte sentida si leemos el mensaje que queremos transmitir, al menos en las partes más emotivas, el perdón debe salir de uno mismo, mirar al de enfrente y ‘dar la cara’ sin escondernos detrás de un guion preparado con antelación. 

Otegi pone énfasis en algunos momentos importantes de su comunicado, como al dar acento al «absolutamente todas las víctimas» (hasta ahora solo reconocían el daño a las víctimas colaterales) y al afirmar que «nunca debió haberse producido», pero todo ello pierde fuerza por la vuelta a la lectura.

Por último, y lo más importante, es que no se detectan gestos corporales o emociones en el rostro que acompañen coherentemente sus palabras. Si vemos el vídeo de su comparecencia sin sonido, podemos comprobar como podría estar hablando de cualquier cosa, no hay tristeza, ni compasión, ni culpa, ni siquiera ira…

Hay personas que son menos expresivas sí, pero cuando el mensaje tiene tanto peso e impacto afectivo, la reacción corporal debe ir en sintonía con las palabras expresadas, sentidas. Con sus manos posadas sobre el atril y su rostro impertérrito, solo observamos una inmovilidad total de su corporalidad, hecho que los estudios científicos relacionan con la falta de credibilidad.

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El éxito del fenómeno influencer explicado por la psicología

Es indudable que las influencers triunfan ya entre diferentes generaciones y sus opiniones, recomendaciones y estilo, marcan tendencias, publicidad y ventas. ¿Pero qué tienen que engancha tanto? ¿Por qué consiguen influir en millones de seguidores?

Tanto la psicología como la comunicación no verbal tienen mucho que decir al respecto.

Tradicionalmente los líderes de opinión solían pertenecer a las clases altas de la sociedad, por su estilo de vida aspiracional y porque obviamente tenían un mayor acceso a la formación y educación más especializada, por tanto, su preparación, relaciones y conocimientos les dotaban de mayor credibilidad.

Hoy esta tendencia ha cambiado, en buena parte gracias al desarrollo de las tecnologías y la conexión que han logrado las redes sociales. El boca a boca es la nueva modalidad del marketing más eficaz.

Los estudios demuestran que ahora percibimos la publicidad convencional como una amenaza, sin embargo, si un influencer se dedica a establecer vínculos y cultivar relaciones de apego con su comunidad, esa persona nos empieza a resulta familiar, ya tomamos su ‘sugerencia’ como si fuera la de un amigo, alguien conocido, de nuestra total confianza.

Y no solo es fundamental lo que nos cuentan, también importa el cómo lo hacen.

Con un lenguaje muy cercano y coloquial, los influencers conectan contigo a través de un directo, de un vídeo, cara a cara, porque nos tienen que mostrar sus emociones, observamos rostros de placer al oler una determinada crema, o felicidad y diversión en un viaje o en tal hotel… Y además lo combinan sutilmente con días malos, también nos enseñan su tristeza, su ansiedad, su agobio o indignación con los haters, esto nos hace ponernos en su lugar, querer ayudarles, nos conectan aún más a ellos.

Casi podemos sentirlo, nos contagian emociones a través de su conducta no verbal y esa es la mejor forma de influir y convencer, pura empatía positiva. Nuestro cerebro se engancha a esa visión y querrá repetir cada día, sin perderse nada.

Porque no podemos olvidar el fenómeno del ‘deseo de pertenencia‘ para cerrar el círculo. El influencer se apoya en las aspiraciones de pertenencia de su audiencia a ese universo ‘mejor’, bello, atractivo, lujoso,  cuando recomiendan una peluquería, un perfume o un determinado restaurante. Su comunidad experimenta la necesidad de imitar en algún sentido ese estilo de vida para sentirse más cerca de ese mundo glam que proyecta.

 

 

El polémico cartel electoral de Salvador Illa

El mes pasado la imagen de Salvador Illa en la campaña electoral catalana ya hizo saltar las alarmas por un cartel cuyo eslogan ponía los pelos de punta, en el que decía: «Illa es la vacuna contra el independentismo«. Los partidos opositores pedían por redes sociales que dejaran de banalizar la pandemia y retiraran aquel ignominioso y antidemocrático mensaje. Finalmente el PSC se desmarcó de la creación y difusión de aquel cartel y publicó su propuesta oficial:

Cartel electoral oficial de Salvador Illa

Cartel electoral oficial de Salvador Illa

Pero esta fotografía tampoco escapa a la controversia y muchos destacan el exceso de Photoshop utilizado para rejuvenecer y pulir el rostro del candidato socialista.

No es un recurso nuevo, anteriormente Garzón, Cospedal, Aguirre, Ximo Puig… también fueron objeto de este mismo retoque digital para proyectar una fisonomía más perfeccionada, digamos… de forma excesivamente minuciosa.

Para gusto, los colores, pero en política vender un candidato poco natural, corregido, artificial en definitiva, puede ser un gran error. Los carteles transmiten de forma no verbal lo que un determinado partido político pretende esgrimir con palabras y argumentos, y esto entonces se convierte en una forma más de mentir, de distanciarse de la credibilidad del electorado.

Borrar con Photoshop las arrugas de expresión cinceladas por los años resta la proyección de experiencia y sabiduría de cualquier persona. Además, estas líneas de la cara son las que dibujan a las emociones, no hay alegría sin patas de gallo, o ira sin las arrugas propias del ceño fruncido. Sin marcas en el rostro nos convertimos en seres robóticos, no conectamos con los demás, no transmitimos sensaciones, un pecado mortal en política.

Retoque sí, pero con unos límites, esto es como maquillarse, un buen trabajo de maquillaje apenas se nota, favorece, realza tus facciones y expresiones, un mal maquillaje te disfraza, te transforma, te deja en evidencia, y el supuesto beneficio que se buscaba se acaba desvaneciendo.

 

 

 

#ComunicaciónNoVerbal: Ayuso cambia su actitud habitual

Isabel Díaz Ayuso compareció ayer en el Debate del estado de la Región con un tono, institucional y excesivamente calmado, al que no nos tiene nada acostumbrados. Si analizamos su línea habitual de comportamiento, se describe normalmente como una mujer enérgica, apasionada en la expresión de sus ideas y efusiva en la comunicación de sus emociones.

Díaz Ayuso, durante el Debate sobre el estado de la Región - EFE

Díaz Ayuso, durante el Debate sobre el estado de la Región – EFE

Independientemente del contenido de su mensaje, su lenguaje corporal suele ser coherente con su sentir interno. Ayer no pudimos apreciar nada de eso, por el contrario, se infiere: cansancio, desgana y desánimo.

En muchas ocasiones, algunos fotogramas de su discurso me recordaban a aquella (en mi opinión desafortunada) portada que protagonizó en El Mundo, posando con una iconografía que evocaba a la Dolorosa propia del cristianismo, hundida, de luto, desolada.

Su intervención resultó muy plana en gestualidad, tonalidad de la voz y expresiones emocionales en el rostro; hasta cuando lanzaba sus reproches a la izquierda sus formas eran anodinas.

Considero que fue una mala decisión preparar así cada punto de su discurso, leyendo completamente todo sin dirigir la mirada directamente a los allí presentes o hacia la cámara, cuando leemos generamos desconexión con los demás, perdemos verdad, firmeza y espontaneidad en lo que queremos transmitir y era una buena oportunidad para demostrar su convicción y expresarse con realidad.

Parece que la autenticidad huye cada vez más de nuestro panorama político.

Un incómodo pero convincente Abascal en El Hormiguero

No fue así toda la entrevista, al inicio, Santiago Abascal entraba alegre, tranquilo, amigable y hasta divertido. Veíamos cómo todo eran sonrisas sinceras por la activación del músculo orbicular del ojo (patas de gallo), estaba realmente contento de estar ahí, relajado.

Duró poco. Su rostro, gestos y posturas se fueron transformando en seriedad, nervios, contrariedad, parálisis corporal (por el aumento de la tensión y el estrés) y a nivel fisiológico llegó la consecuente sudoración corporal y la sequedad de boca.

Parece que las preguntas de Pablo Motos pillaron totalmente descolocado al líder de VOX, quien no se esperaba una entrevista tan áspera; el lenguaje corporal del entrevistador también es para analizar, intenta mostrarse afable y neutral pero está claro que no lo consigue, es una persona muy expresiva y se nota a la legua cuando sí que conecta y es benevolente (caso Rivera) y cuándo le ocurre todo lo contrario (Abascal o Iglesias). Ayer, anormalmente, se le veía notablemente nervioso también.

Abascal, en alguna ocasión incluso contestaba titubeante, recurría a eternos silencios (en un contexto de comunicación en público) antes de responder y escoger unas palabras nada políticamente correctas. Si algo destacaría de este líder político es precisamente eso, creo que estamos ante la primera ocasión en la que un aspirante al Gobierno de España no elige lo que quiere decir, lo suelta sin más.

Admite sin tapujos que su experiencia laboral fuera de la política ha sido nula (como la de casi todos los políticos de este país, por cierto) y que además fracasó con su empresa privada, a la que solo mantuvo unos meses antes de cerrarla. Que no se siente orgulloso de su paso por un ‘chiringuito’ de la comunidad autónoma de Madrid y que por eso precisamente ahora representa a propuestas políticas que intentan eliminarlos.

Y continúa con respuestas que ‘suenan mal’: ¿Qué hacer con los menores extranjeros no acompañados que entran ilegalmente? «Deberíamos expulsarlos». ¿Qué haría con las vallas de Ceuta y Melilla? «Las haría más grandes y enviaría al Ejército».

Hay palabras de alto impacto emocional que no deberían utilizarse en un discurso público… ¿o sí?

Estas palabras pueden resonar en nuestro cerebro casi como si de palabrotas se trataran, entran directamente a nuestra parte más profunda y emocional por ser directas, férreas y por tanto, se convierten en memorables. Una estrategia arriesgada pero eficaz para desmarcarse en las formas de la política tradicional y marcar un punto de novedad que capta, cuanto menos, la atención de los espectadores.

Sus convicciones son muy polémicas, pero las tiene y las expresa como tal, le da igual convencer (tal y como él mismo manifestaba) y esta premisa despierta la credibilidad de la audiencia. Un político que no me quiere convencer de nada y dice las cosas tal y como las piensa es todo un acontecimiento en el mundo de la comunicación. Y puede que funcione.

Mientras anoche analizaba la entrevista, un familiar mío me escribía un mensaje que decía: «El tema está en que yo no estoy de acuerdo con más de la mitad de las cosas que dice, y aún así no tengo ninguna duda en que les votaría.»

 

El insólito comportamiento de los tripulantes del Apolo 11 tras pisar la luna

El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la luna. La transmisión de este evento histórico fue visto por un quinto de la población mundial, era “el pequeño paso para un hombre y un gran salto para la humanidad”.

Pero resultó que ese paso que él consideraba pequeño no resultaría tal. Fue grande para él, quizás demasiado. Y es que una de las cuestiones más interesantes sobre estos hombres trasciende lo biográfico para convertirse en un auténtico reto para la psicología humana: tras llegar, literalmente, más lejos que nadie, tras ver a lo lejos tu propio planeta desde la luna, y tras ser considerado por el mundo entero como un héroe … ¿qué sucedió cuando volvieron a su casa, se sentaron en su sofá y se preguntaron “y ahora qué”?

El equipo del Apolo 11 (conformado por Armstrong, Aldrin y Collins) fue seleccionado, por supuesto, por su experiencia y capacidad técnica, pero parece que la personalidad de Armstrong fue un factor decisivo en la elección del ‘primer hombre’ que pisaría la superficie lunar. En el libro publicado por Chris Kraft se tuvo en cuenta la personalidad de ambos astronautas.

Mientras Aldrin era de carácter muy expansivo, autosuficiente y excesivamente extrovertido, Armstrong era mucho más fiable, serio y discreto. Armstrong representaba mejor el ideal del norteamericano medio y podría llevar durante toda su vida el privilegio de haber sido el primer hombre en la Luna con mucha mayor calma y discreción. Y así fue, nunca se dejó llevar por la embriaguez del éxito, pero también le pasó factura a nivel emocional y personal.

El mundo entero esperaba expectante el relato de Armstrong tras su inverosímil aventura espacial y lo que realmente nos encontramos en su rueda de prensa, pocas semanas después de su regreso, es un lenguaje corporal muy tenso e incoherente con las emociones esperadas. Es más interesante destacar lo que no vemos que lo que se aprecia. No hay visos de alegría, ilusión, orgullo, euforia, ni alivio. Nada de eso. Se ven muy malhumorados, cabizbajos, tristes, descolocados

Armstrong es el responsable de inaugurar la presentación, su cuerpo está totalmente rígido, de hecho, en los minutos iniciales se encoge de hombros fuertemente y permanece así durante minutos, no es duda, ya que no es momentáneo, se convierte en una postura de perturbación abrumadora. Respira estrés por cada poro de su lenguaje corporal.

La posición de las manos es de automanipulación, se aprieta una contra otra, se acaricia los dedos, inconscientemente el cerebro ejerce su función y le ayuda a relajarse y rebajar la ansiedad. Su discurso es excesivamente pausado, se atasca, traga saliva visiblemente de forma constante, su mirada está perdida y cabizbaja.

¿Corresponde está actitud a alguien que acaba de conseguir uno de los mayores desafíos para el hombre tras años de trabajo e implicación personal? ¿Por qué su lenguaje corporal es incoherente con la situación vivida?

Yo plantearía varias hipótesis, comenzaré con la que personalmente más me convence: Miedo escénico. Su comunicación no verbal es propia de una persona que sufre un leve ataque de pánico ante un público desconocido que espera que brilles. Aparecen emociones de miedo y vergüenza por un estímulo presente, se ve disperso, torpe.

Sí, ya lo sé. Este hombre estuvo al borde de la muerte en decenas de ocasiones, combatió en la guerra, vivió situaciones de alto estrés psicológico, su entrenamiento fue inimaginablemente duro, pero todo ello se relaciona con lo que mejor sabía hacer y más le gustaba: estudiar estrategias, investigar, volar, tripular… pero no con enfrentarse hábilmente a una audiencia sabiendo que millones de personas están pendientes de lo que dices y cómo lo dices.

A todos nos puede resultar increíble que Armstrong, visto como un super hombre, un héroe, una mente brillante con nervios de acero en maniobras de pilotaje extremas, se ponga nervioso y entre en pánico cuando habla en público, pero no está reñido, no es difícil teniendo en cuenta su patrón de personalidad altamente racional e introvertido.

También es posible, y puede darse esta hipótesis junto con la primera, que tras el desorbitado nivel de tensión experimentado durante ‘el viaje’ y días posteriores, Armstrong y sus compañeros se encontraran en una fase inicial de depresión. El cuerpo siempre intenta compensar para estabilizarnos y conseguir el equilibrio, tras una activación aguda de nuestro organismo, la balanza se inclina hacia el sentido contrario para promediar el exceso, entrando en un estado de tristeza, afectación, letargo y pensamientos negativos.

De hecho, los dos hombres que pisaron la luna admitieron un tratamiento psicológico posterior para atajar la depresión que sufrieron. Aldrin además para tratar el alcoholismo en el cayó. En esa entrevista ya puede apreciarse el comienzo de un camino emocional difícil de gestionar para dos hombres sabios y valientes, pero al fin, solo dos hombres.

La tercera posibilidad es que mintieran, todos conocemos las teorías conspiratorias alrededor de los viajes a la luna, posible fraude, etc. Yo también me lo he planteado, y es cierto que hay una línea muy delgada que separa la ansiedad de la mentira. Pero cuestiono lo siguiente:

Imaginaos que sí, todo fue un engaño, rodaron las escenas en un desierto terrestre, en un plató televisivo y no fueron a la luna. Y ahora tienen que dar una rueda de prensa para contar una historia inventada (y muy difícil de crear)… ¿No podrían disimular mejor? Quiero decir, la primera premisa y la más importante para mentir bien es creerte tu propia mentira para que tu comportamiento parezca honesto. Los mentirosos simulan decir la verdad en el contenido y en las formas. Mantienen más contacto visual con la audiencia para controlar las reacciones de los presentes, por ejemplo, y no es el caso.

Si hubiera sido así, si mintieran, creo que mostrarían más entereza, mantendrían más el tipo y su discurso verbal estaría más estructurado, encorsetado, preparado, no hubiera dejado nada a la improvisación. Si fuera yo, directamente leería un guion, y me prepararía a conciencia, porque lo que está en juego (que te crean con un tema así) era bastante importante. No me rendiría al estrés, al nerviosismo, a un alegato inicial improvisado, simularía credibilidad y esto sí que se podría detectar; en este blog lo hemos hecho en numerosas ocasiones.

Hay un detalle más que me hace descartar esta opción de la mentira:

Están mucho más nerviosos al inicio, cuando tienen que ‘presentarse’ e introducir el discurso con un contenido sin importancia, banal y protocolario, que cuando entran a explicar los pormenores, puntualizaciones y tecnicismos del viaje. En esa parte del relato, la más crítica si es que vas a mentir, se relajan y fluyen mucho más de forma natural, se sienten más seguros y hablan con mayor convicción, hay nervios y tensión aún, pero no hay miedo. 

Estoy deseando de conocer vuestras opiniones, ¿estáis de acuerdo conmigo? 🙂

 

 

Si me encantas te creo #HablarEnPublico

Cuenta la leyenda que hablar en público es uno de los mayores miedos que tenemos en la sociedad actual, no sé si esto será tanto así, pero es cierto que en la mayoría de consultas que recibo el pánico a dirigirse a una audiencia y la inquietud por cómo superarlo suele ser muy habitual. Ya he compartido anteriormente algunas claves para potenciar nuestra habilidad de hablar en público (las recopilo de nuevo al final de esta entrada). La preparación y un buen texto es importantísimo pero como podréis adivinar la comunicación no verbal también juega un papel muy protagonista en el desarrollo de esta competencia, hoy nos centramos en la voz.

Canta tu discurso y encantarás a tu audiencia. Es la máxima de nuestra ya conocida psicóloga, logopeda y experta en lenguaje corporal, Carmen Acosta, fundadora de OhLaVoz. Os dejo con una aportación genuina para aumentar la calidad en vuestras presentaciones:

“Encantar” nace del latín “cantare” y en principio se usaba para referirse a las fórmulas cantadas de las que se servían los hechiceros. Al cantar nuestra voz se mueve por distintas notas o tonos, y ese movimiento musical tiene un gran poder evocador y disparador de emociones. Aunque en el habla el número de notas o tonos que utilizamos es menor, no por ello nuestra forma de hablar debería renunciar a aprovechar los poderes de la música.

Cuando hablamos siempre buscamos atraer y mantener la atención, porque solo si contamos con la atención de nuestros interlocutores podremos convencer, enseñar, demostrar, vender, transformar, “hechizar”Nuestra atención se activa ante la novedad; lo previsible, conocido, o repetitivo no activa a nuestro sistema reticular, que es el responsable de “despertar” al cerebro. Así que si queremos ser escuchados tendremos que capturar la atención de los oyentes y para ello hay que pasar el filtro de sus sistemas reticulares.

¿Cómo? dándoles novedades que los sorprendan. Y una forma excelente es a través de la música de las palabras. La música nos emociona, nos transporta, nos mueve y conmueve, desencadena imágenes, sensaciones… Por ello cuando la forma de hablar es rica en melodías nuestro cerebro se mantiene activo, despierto: atento. Sin embargo, cuando el habla es monótona, es decir, que utiliza pocos tonos, por interesante que sea el tema del que trate, la limitada variedad tonal producirá en nosotros un efecto de adormecimiento, de previsibilidad, de aburrimiento, provocando falta de atención.

Por otro lado, a un orador monótono siempre le atribuiremos menos credibilidad, porque esa falta de compromiso emocional que traduce la ausencia de melodía nos lo hará percibir como no implicado o no comprometido con su mensaje. Y es que todos sabemos que cuando estamos verdaderamente comprometidos con nuestro mensaje, las emociones y flujos de intenciones mueven a nuestra voz , colorean nuestra pronunciación, impregnan a nuestras pausas, marcan con fuerza los acentos y tiñen a las palabras con cambios tímbricos que les aportan sentido.

Si quieres que tus intervenciones encanten: aprovecha el potencial de la música y aléjate de la monotonía.
Aquí te dejo algunas estrategias muy útiles:

  • Ensaya tus intervenciones mientras bailas para que tus melodías se contagien de los movimientos de tu cuerpo.

  • Exagera las inflexiones.

  • Imita a personajes de dibujos animados.

  • Canta tu discurso.

  • Alterna distintas longitudes de las frases.

  • Juega con cambios en el volumen de tu voz.

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Las hipótesis posibles sobre la actitud de Carmen Montón

A raíz de los análisis a personas del mundo de la política, sobre todo, en los casos de Cifuentes y Montón por el tema máster, muchos me preguntáis: «pero entonces, ¿dicen la verdad? ¿hicieron el máster? ¿no hubo irregularidades?» Os respondo particularmente a cada uno pero creo que es importante plantearlo aquí, para que todos sepamos entender los análisis de conducta y cómo funciona realmente el intrigante mundo de la credibilidad.

En primer lugar, y esto es sabido por todos, el territorio de la política requiere mención aparte, los políticos son entrenados y asesorados para manejar la comunicación y gestionar las emociones a conveniencia. Muchos lo consiguen y lo hacen muy bien, en general. Dicho esto, a veces nos podemos servir de la detección de ‘microexpresiones‘, breves fogonazos de expresión emocional que se escapan en nuestro rostro y que transmiten realmente lo que sentimos en ese momento. Cuando éstas son incongruentes con lo que decimos, es una alarma para la credibilidad y merecen de nuestra total confianza, ¿por qué? porque se tratan de emociones primarias que suelen producirse en momentos tensos de alto impacto emocional, son inconscientes, poco manipulables y genuinas según los músculos de la cara activados. Son indicadores bastante fiables, pero no siempre se producen.

Sí pudimos apreciarlos en el caso de Cristina Cifuentes, (puedes pinchar aquí para acceder al análisis), visos de culpabilidad, tensión, nerviosismo, desprecio… ¿hizo el máster? ¿cometió alguna irregularidad? no podemos saberlo, lo que sí que puedo decir es que sus patrones de conducta no son congruentes con los de una persona a la que se le acusa injustamente de algo, que está incómoda, tensa, que se siente culpable, pero hasta qué punto ha cometido una ilegalidad o no, no puedo asegurarlo, solo las pruebas tangibles hablarán de forma irrefutable.

Vamos ahora con el caso de Carmen Montón, (pincha aquí para acceder al análisis) donde nos encontramos todo lo contrario, aquí vemos a una persona directa, enfadada, convencida, contundente en su argumentación, sin microexpresiones de culpa, miedo… solo vemos ira, actitud congruente con alguien que dice la verdad y que se siente acusada injustamente de una acción no cometida… Hasta en su dimisión de anoche, donde todo eran sonrisas (fingidas) y actitud orgullosa, salió de la sala con la cabeza bien alta, ausencia de culpa, de miedo, de vergüenza, continuó exactamente con la misma actitud, entonces, ¿es sincera? ¿no cometió ninguna irregularidad? De igual forma, no podemos saberlo, pero por su comportamiento en este contexto podríamos plantear tres hipótesis:

  1. Ella realmente se cree inocente. La universidad le dio una pautas para cursar el máster (por ejemplo, pago de tasas, acudir al menos a dos clases presenciales y presentar un trabajo final) ella lo cumplió a rajatabla y aunque sea una situación injusta para el resto del alumnado e irregular por parte de la Universidad, ella no cree que haya cometido una ilegalidad porque hizo lo que le pidieron y quizás pensó que era habitual en la modalidad a distancia o siguió estas instrucciones a pesar de que supiera de su trato de favor. Un profesor de mi facultad lo llamaba ‘gente de ética y moral distraída‘, el umbral de la injusticia lo tienen poco delimitado y achacan estas faltas a la picaresca cotidiana, sin más.
  2. Cuenta ‘su’ verdad. Ha cometido una irregularidad consciente y voluntaria, sabe perfectamente que ha hecho mal pero hay mucho en juego, por tanto se autoconvence de lo contrario. La máxima para mentir bien, de hecho, diría que es la única forma de elaborar una mentira perfecta es creerse su propia mentira. De esta manera, si estamos totalmente convencidos y creemos en lo que decimos (no es difícil si la motivación es muy alta) nuestro cuerpo transmite efectivamente lo que pensamos y esto puede corresponderse o no con la realidad.
  3. Miente muy bien. Puede pasar, hay gente con un buen cocktail de rasgos y experiencias que le hacen tan buen mentiroso siempre que es muy difícil detectar la realidad detrás de sus palabras, exista alta motivación o no. Ya lo tratamos en este blog anteriormente en el post: ¿cómo es el mejor mentiroso?

Conclusión, no diré jamás en este blog esta persona miente o esta persona dice la verdad, me limito a analizar los patrones de conducta y detecto congruencias o incogruencias entre las emociones esperadas según el contexto y las emociones presentadas. Tras esto, solo podemos establecer hipótesis y plantear diferentes posibilidades. Os animo a que veáis ambos vídeos (caso Cifuentes y caso Montón) y sigáis las líneas de conducta para ver las diferencias y sacar vuestras propias conclusiones. Vuestras observaciones siempre son super interesantes y os agradezco que las comentéis 🙂