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Las hipótesis posibles sobre la actitud de Carmen Montón

A raíz de los análisis a personas del mundo de la política, sobre todo, en los casos de Cifuentes y Montón por el tema máster, muchos me preguntáis: «pero entonces, ¿dicen la verdad? ¿hicieron el máster? ¿no hubo irregularidades?» Os respondo particularmente a cada uno pero creo que es importante plantearlo aquí, para que todos sepamos entender los análisis de conducta y cómo funciona realmente el intrigante mundo de la credibilidad.

En primer lugar, y esto es sabido por todos, el territorio de la política requiere mención aparte, los políticos son entrenados y asesorados para manejar la comunicación y gestionar las emociones a conveniencia. Muchos lo consiguen y lo hacen muy bien, en general. Dicho esto, a veces nos podemos servir de la detección de ‘microexpresiones‘, breves fogonazos de expresión emocional que se escapan en nuestro rostro y que transmiten realmente lo que sentimos en ese momento. Cuando éstas son incongruentes con lo que decimos, es una alarma para la credibilidad y merecen de nuestra total confianza, ¿por qué? porque se tratan de emociones primarias que suelen producirse en momentos tensos de alto impacto emocional, son inconscientes, poco manipulables y genuinas según los músculos de la cara activados. Son indicadores bastante fiables, pero no siempre se producen.

Sí pudimos apreciarlos en el caso de Cristina Cifuentes, (puedes pinchar aquí para acceder al análisis), visos de culpabilidad, tensión, nerviosismo, desprecio… ¿hizo el máster? ¿cometió alguna irregularidad? no podemos saberlo, lo que sí que puedo decir es que sus patrones de conducta no son congruentes con los de una persona a la que se le acusa injustamente de algo, que está incómoda, tensa, que se siente culpable, pero hasta qué punto ha cometido una ilegalidad o no, no puedo asegurarlo, solo las pruebas tangibles hablarán de forma irrefutable.

Vamos ahora con el caso de Carmen Montón, (pincha aquí para acceder al análisis) donde nos encontramos todo lo contrario, aquí vemos a una persona directa, enfadada, convencida, contundente en su argumentación, sin microexpresiones de culpa, miedo… solo vemos ira, actitud congruente con alguien que dice la verdad y que se siente acusada injustamente de una acción no cometida… Hasta en su dimisión de anoche, donde todo eran sonrisas (fingidas) y actitud orgullosa, salió de la sala con la cabeza bien alta, ausencia de culpa, de miedo, de vergüenza, continuó exactamente con la misma actitud, entonces, ¿es sincera? ¿no cometió ninguna irregularidad? De igual forma, no podemos saberlo, pero por su comportamiento en este contexto podríamos plantear tres hipótesis:

  1. Ella realmente se cree inocente. La universidad le dio una pautas para cursar el máster (por ejemplo, pago de tasas, acudir al menos a dos clases presenciales y presentar un trabajo final) ella lo cumplió a rajatabla y aunque sea una situación injusta para el resto del alumnado e irregular por parte de la Universidad, ella no cree que haya cometido una ilegalidad porque hizo lo que le pidieron y quizás pensó que era habitual en la modalidad a distancia o siguió estas instrucciones a pesar de que supiera de su trato de favor. Un profesor de mi facultad lo llamaba ‘gente de ética y moral distraída‘, el umbral de la injusticia lo tienen poco delimitado y achacan estas faltas a la picaresca cotidiana, sin más.
  2. Cuenta ‘su’ verdad. Ha cometido una irregularidad consciente y voluntaria, sabe perfectamente que ha hecho mal pero hay mucho en juego, por tanto se autoconvence de lo contrario. La máxima para mentir bien, de hecho, diría que es la única forma de elaborar una mentira perfecta es creerse su propia mentira. De esta manera, si estamos totalmente convencidos y creemos en lo que decimos (no es difícil si la motivación es muy alta) nuestro cuerpo transmite efectivamente lo que pensamos y esto puede corresponderse o no con la realidad.
  3. Miente muy bien. Puede pasar, hay gente con un buen cocktail de rasgos y experiencias que le hacen tan buen mentiroso siempre que es muy difícil detectar la realidad detrás de sus palabras, exista alta motivación o no. Ya lo tratamos en este blog anteriormente en el post: ¿cómo es el mejor mentiroso?

Conclusión, no diré jamás en este blog esta persona miente o esta persona dice la verdad, me limito a analizar los patrones de conducta y detecto congruencias o incogruencias entre las emociones esperadas según el contexto y las emociones presentadas. Tras esto, solo podemos establecer hipótesis y plantear diferentes posibilidades. Os animo a que veáis ambos vídeos (caso Cifuentes y caso Montón) y sigáis las líneas de conducta para ver las diferencias y sacar vuestras propias conclusiones. Vuestras observaciones siempre son super interesantes y os agradezco que las comentéis 🙂