Si me encantas te creo #HablarEnPublico

Cuenta la leyenda que hablar en público es uno de los mayores miedos que tenemos en la sociedad actual, no sé si esto será tanto así, pero es cierto que en la mayoría de consultas que recibo el pánico a dirigirse a una audiencia y la inquietud por cómo superarlo suele ser muy habitual. Ya he compartido anteriormente algunas claves para potenciar nuestra habilidad de hablar en público (las recopilo de nuevo al final de esta entrada). La preparación y un buen texto es importantísimo pero como podréis adivinar la comunicación no verbal también juega un papel muy protagonista en el desarrollo de esta competencia, hoy nos centramos en la voz.

Canta tu discurso y encantarás a tu audiencia. Es la máxima de nuestra ya conocida psicóloga, logopeda y experta en lenguaje corporal, Carmen Acosta, fundadora de OhLaVoz. Os dejo con una aportación genuina para aumentar la calidad en vuestras presentaciones:

“Encantar” nace del latín “cantare” y en principio se usaba para referirse a las fórmulas cantadas de las que se servían los hechiceros. Al cantar nuestra voz se mueve por distintas notas o tonos, y ese movimiento musical tiene un gran poder evocador y disparador de emociones. Aunque en el habla el número de notas o tonos que utilizamos es menor, no por ello nuestra forma de hablar debería renunciar a aprovechar los poderes de la música.

Cuando hablamos siempre buscamos atraer y mantener la atención, porque solo si contamos con la atención de nuestros interlocutores podremos convencer, enseñar, demostrar, vender, transformar, “hechizar”Nuestra atención se activa ante la novedad; lo previsible, conocido, o repetitivo no activa a nuestro sistema reticular, que es el responsable de “despertar” al cerebro. Así que si queremos ser escuchados tendremos que capturar la atención de los oyentes y para ello hay que pasar el filtro de sus sistemas reticulares.

¿Cómo? dándoles novedades que los sorprendan. Y una forma excelente es a través de la música de las palabras. La música nos emociona, nos transporta, nos mueve y conmueve, desencadena imágenes, sensaciones… Por ello cuando la forma de hablar es rica en melodías nuestro cerebro se mantiene activo, despierto: atento. Sin embargo, cuando el habla es monótona, es decir, que utiliza pocos tonos, por interesante que sea el tema del que trate, la limitada variedad tonal producirá en nosotros un efecto de adormecimiento, de previsibilidad, de aburrimiento, provocando falta de atención.

Por otro lado, a un orador monótono siempre le atribuiremos menos credibilidad, porque esa falta de compromiso emocional que traduce la ausencia de melodía nos lo hará percibir como no implicado o no comprometido con su mensaje. Y es que todos sabemos que cuando estamos verdaderamente comprometidos con nuestro mensaje, las emociones y flujos de intenciones mueven a nuestra voz , colorean nuestra pronunciación, impregnan a nuestras pausas, marcan con fuerza los acentos y tiñen a las palabras con cambios tímbricos que les aportan sentido.

Si quieres que tus intervenciones encanten: aprovecha el potencial de la música y aléjate de la monotonía.
Aquí te dejo algunas estrategias muy útiles:

  • Ensaya tus intervenciones mientras bailas para que tus melodías se contagien de los movimientos de tu cuerpo.

  • Exagera las inflexiones.

  • Imita a personajes de dibujos animados.

  • Canta tu discurso.

  • Alterna distintas longitudes de las frases.

  • Juega con cambios en el volumen de tu voz.

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2 comentarios

  1. Dice ser Tres menos

    Menos lo de bailar, me apunto el resto!

    08 enero 2019 | 1:19 pm

  2. Dice ser José

    Vete a la raíz… No te vayas por las ramas.
    https://dametresminutos.wordpress.com/2015/11/13/en-breve/

    08 enero 2019 | 7:56 pm

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