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¿Existe realmente la falta total de empatía?

La empatía es una característica necesaria para establecer relaciones sociales, imprescindible diría yo. Pero su significado no se reduce a ‘ponerse en el lugar del otro’.

En general, se trata de comprender la perspectiva, necesidades, intenciones, sentimientos y experiencias de otra persona, incluso siendo opuestos a los nuestros, sin compartir las mismas circunstancias, y aun así responder mostrando apoyo regulando nuestras propias emociones.

Ahí es nada.

Fotografía con Licencia Creative Commons

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No siempre conduce a la acción porque hay varios tipos de empatía: cognitiva, comprender intelectualmente los sentimientos del otro aunque no experimentemos ninguna sensación; afectiva o emocional, es la tendencia a sentir las emociones de los demás, incluso a nivel físico; y compasiva o preocupación empática, es la suma de las anteriores y es el tipo de empatía que más moviliza a la acción, por ejemplo, tomar la decisión de parar para ayudar a alguien que tiene problemas con su coche, o donar dinero tras una catástrofe.

Hay bastante controversia sobre si la compasión es totalmente altruista o no. Parece que las investigaciones revelan que, siendo puristas, a nivel fisiológico, no lo es, ya que cuando ayudamos a alguien, nuestro cuerpo produce más dopamina, una hormona que provoca «sentirse bien», activando el sistema de recompensa en el cerebro.

Pero, ¿es posible no tener NADA de empatía?

Las personas con poca empatía se caracterizan por ser excesivamente críticos con los demás, por no conectar con las circunstancias y responsabilizar siempre al otro de su desgracia pensando que a ellos no les tocará o que podrían resolver mucho mejor ese tipo de situaciones complicadas, se muestran crueles, despectivos o indiferentes con las emociones de los demás.

Hay consenso en asegurar que la empatía existe en un espectro y, en la mayoría de los casos nunca está del todo ausente, simplemente está disminuida, en general o en particular, es decir, nos puede costar siempre conectar con las emociones de los demás, o a veces nos resulta imposible hacerlo con alguien en concreto, porque no le tenemos apego, porque pensemos que él/ella ‘no merece’ ya nuestra comprensión, porque nos ha hecho daño previamente, etc.

Los niveles de empatía pueden depender de nuestra genética, tipo de personalidad, cultura, educación, experiencias… Pero la empatía es una habilidad, la capacidad siempre está ahí y se puede desarrollar o aumentar entrenándola.

¿En qué casos nos encontramos una falta de empatía más acentuada o casi completa?

En personas con lesiones cerebrales en la zona de la ínsula (alexitimia), casos de autismo severo, aunque en las últimas revisiones se ha demostrado que pueden tener dificultades con la empatía cognitiva, pero sí que son capaces de desarrollar empatía emocional, lo que ocurre es que no pueden expresarla.

Ocurre lo contrario con las personas que padecen trastorno límite de la personalidad, que pueden tener dificultades para desarrollar empatía emocional (sentir), pero sí que pueden comprender los sentimientos de los demás. También se relaciona una escasa empatía con un bajo nivel de inteligencia emocional y con periodos de mucho estrés prolongado.

Tradicionalmente se pensaba que las personas que puntuaban alto en psicopatía o maquiavelismo, o diagnosticadas de trastorno narcisista de la personalidad, tenían una ausencia total de empatía, los últimos estudios apuntan que esta afirmación no es correcta, que en realidad tienen un cierto grado de empatía; simplemente pueden carecer de la motivación para mostrarlo o actuar en consecuencia.

*Fuente: Psych Central – Is it possible to lack empathy?

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Los psicopátas sí tienen empatía

Hace unos días escribía un artículo titulado: «Ser un psicópata también tiene sus ventajas«, en el que describía ciertos rasgos de la personalidad que marcaban una ventaja sobre el resto de la población. Creó cierta controversia la afirmación de que no era exacto que los psicópatas carecieran totalmente de empatía.

Fotografia pxhere / CC0 Dominio publico

Fotografia pxhere / CC0 Dominio publico

Los psicópatas sí que experimentan empatía pero de forma diferente, y esto, tal y como aclaré a algunos lectores en mis redes sociales, no es una simple opinión, así lo dicen los últimos estudios, por ejemplo en esta investigación de 2020 realizada por diferentes universidades suecas.

Para evaluar si las personas que puntuaban alto en psicopatía poseían la capacidad de empatizar, los participantes completaron la Prueba de Empatía Multifacética (Multifaceted Empathy Test), en la que observaron imágenes de personas que expresaban diversas emociones y tenían que identificar qué emoción estaba experimentando cada persona.

Aquellos que obtuvieron puntajes altos en rasgos psicopáticos hicieron esta tarea tan bien como todos los demásLa diferencia es que estas personas expresan una disposición mucho más baja a prestar su ayuda, posiblemente porque a menudo no les permite a lograr sus objetivos.

La creencia predominante de forma tradicional había sido que los piscópatas eran sujetos totalmente insensibles, incapaces de sentir emociones propias y ajenas, sin embargo, los últimos resultados sugieren que este mecanismo no es tan simple. «No les falta empatía, pero tienen un interruptor para encenderlo y apagarlo».

Por defecto, parece estar apagado.

Ser un psicópata también tiene sus ventajas

Cuando pensamos en un psicópata todos imaginamos a un ser despiadado, criminal, monstruoso y desadaptado en nuestra convivencia y estructura social. Este estereotipo nos sirve para obtener cierta (falsa) sensación de seguridad, ya que no percibimos que sea probable que nos topemos con una persona así y lo incorporemos con confianza a nuestro círculo más íntimo, pero nada más lejos de la realidad.

Todos nos hemos codeado en alguna ocasión con una personalidad psicopática, amigos, parejas, jefes, profesores, o incluso padres, madres, hijos… y lo sorprendente es que puede que hayan sido personas encantadoras, carismáticas, privilegiadas, con relativo éxito en la vida, reconocimiento y buena posición social.

Según los estudios, este tipo de personalidad posee una gran capacidad de persuasión, que les permite ‘venderse’ mejor a sí mismos y presentarse como los candidatos más aptos para cualquier proyecto o empleo. Son capaces de centrar toda su atención y recursos posibles en su objetivo y se entregan totalmente a éste sin que el riesgo o la posibilidad de fracaso le impidan conseguir lo que quieren.

Además, es importante señalar que a pesar de lo que se suele publicar, no es exacto que los psicópatas carezcan totalmente de empatía, si bien, la experimentan de manera totalmente diferente, sienten el sufrimiento de los demás, viven el placer y el resto de emociones, pero con menor intensidad y, con la importante clave de que relegan ese sentimiento a un rincón irrelevante en caso de que se interponga en su camino.

La mayoría de los psicópatas no chorrean la sangre de sus víctimas, sino que aplican los rasgos más sobresalientes de su personalidad alterada para obtener una notable ventaja en su vida y adaptarse a determinados medios casi mejor que cualquiera.

La tendencia evolutiva de este mundo se orienta hacia un clima hostil, competitivo, agresivamente capitalista, en el que el engaño, la frialdad emocional  y la manipulación se convierten en buenas armas de supervivencia y progreso.

Libres de culpa, ansiedad, miedos y remordimientos, algunos expertos sostienen incluso que necesitamos psicópatas porque hay empleos y duelos personales tan arriesgados, desafiantes y con tal rivalidad que nadie estaría dispuesto a asumirlos sin un buen chute psicopático.

Reflexionemos por tanto sobre la premisa de que aquello que nos parece moralmente indeseable no tiene por qué ser “castigado” por la naturaleza y así la evolución va manteniendo y estimulando a personalidades cada vez más cercanas a un alto nivel de psicoticismo/psicopatía.

El autor del libro: «La sabiduría de los psicópatas«, Kevin Dutton, defiende que nos resultaría beneficioso desarrollar siete principios básicos de la psicopatía: la impasibilidad, el encanto, la concentración, la fortaleza mental, la intrepidez, la atención plena y la capacidad de acción.

«El secreto, incuestionablemente, es el contexto. No se trata de ser un psicópata. La cosa va más bien de ser un psicópata ‘metódico’. Ser capaz de interpretar a un personaje cuando la situación lo exige. Pero, cuando la exigencia ha pasado, también volver a su personaje habitual. En el momento en que empecemos a pensar en reformar nuestro sótano para instalar unos grilletes, a lo mejor deberían saltar ya las alarmas».

 

*Referencias:

Ser un psicópata puede tener ventajas, según un estudio. – Psicología y Mente –

¿Podemos aprender algo de los psicópatas? – LeoNoticias –

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Los psicópatas y narcisistas son los que más se niegan a usar mascarilla

Ya existen recientes estudios científicos que asocian ciertos rasgos y estilos de personalidad con la negativa a utilizar la mascarilla impuesta para evitar el contagio del virus covid-19.

Fotografía de uso libre Pixabay License

Fotografía de uso libre Pixabay License

Y no solo se obtienen datos sobre el cumplimiento de llevar la mascarilla, sino que los investigadores también han descubierto que el estilo de personalidad de la ‘tríada oscura‘ (rasgos de psicopatía, narcisismo y maquiavelismo) se relaciona con una menor probabilidad para cumplir con otras restricciones o medidas preventivas contra la pandemia, como el uso de gel hidroalcohólico o mantener la distancia física (que no social) necesaria con los demás.

Los rasgos de esta tríada se caracterizan por sus cualidades malévolas y los resultados experimentales correlacionan estos rasgos de personalidad con mayor impulsividad, tendencia al riesgo y a la delincuencia, a sentir menos compasión y empatía y a malos hábitos en general, que se vincula con una esperanza de vida más corta.

En las encuestas del experimento en el contexto del coronavirus, estas personas se creían, por una parte, que eran altamente susceptibles al virus, aunque también creían menos en la eficacia de sus propias acciones; percepciones que ‘explicaban parcialmente’ su renuncia a tomar medidas preventivas como lavarse las manos con frecuencia y limitar los viajes no necesarios, por ejemplo.

Los autores reconocen que aunque esta prediposición (por rasgos de personalidad) interviene en el incumplimiento de las normas, también deben añadir en los estudios futuros otras variables que podrían interponerse en la conducta final, como por ejemplo: la educación, conocimientos, falta de información, valores o el nivel de confianza en los gobernantes e instituciones.

*Aclaración: NO todas las personas que no lleven mascarilla son psicópatas o narcisistas, el resultado del estudio muestras que las personas con rasgos psicopáticos y narcisistas tienen una mayor tendencia que el resto de la población al no cumplimiento de esta norma.

*Referencias:

Comportamiento adaptativo y desadaptativo durante la pandemia de COVID-19: El papel de los rasgos de la Tríada Oscura, el narcisismo colectivo y las creencias de salud en Newsweek

¿Quién cumple con las restricciones para reducir la propagación de COVID-19 ?: Personalidad y percepciones de la situación COVID-19 en Newsweek

Cómo reconocer a una persona tóxica: 7 señales infalibles

Las estadísticas revelan que 1 de cada 100 personas presentan rasgos ‘tóxicos’. Parece fácil verlo ‘a toro pasado’, pero realmente nos cuesta identificar los patrones de comportamiento que se relacionan con las personas tóxicas, ya que sus trampas y estrategias suelen ser sutiles y sofisticadas.

Muchas veces no sabemos determinar exactamente qué es, pero hay algo que no nos cuadra, percibimos que sobre una persona determinada planea un halo negro invisible de manipulación, culpa, pesimismo e inseguridad.

Vamos a ver qué tipo conductas abusivas utilizan estos individuos:

  • Minimizan los logros y éxitos de los demás: Nunca comparten tus alegrías o, si lo hacen en un principio, acabarán por quitarle importancia al final. Les incomodan los triunfos ajenos, ya que se sienten aun más frágiles y precarios. Aunque esta respuesta parezca un agravio evidente, normalmente lo dejamos pasar e incluso justificamos (estará muy ocupado, tiene mala memoria y olvidó felicitarme…)
  • Pesimistas: Y cuanto más optimista e ilusionado estés tú con cualquier proyecto o experiencia, más expresarán la parte negativa de cualquier cosa, con críticas y quejas, para dejar un poso oscuro que rebaje tu entusiasmo, todo son problemas para ellos. Se nutren de rebajar la alegría y la euforia de los demás.
  • Profundamente dependientes: Son personas posesivas, no quieren compartirte con nadie más y tienden al aislamiento, sibilinamente te van separando de amigos y familiares con excusas como «es que me apetece solo estar contigo», «a mí no me hace falta nadie más, ¿y a ti?», «es que tus amigos no me caen bien y prefiero que cenemos los dos solos»… ¿Os suena verdad?
  • Asumen el rol de víctimas: No sabes cómo pero siempre acaban dando ‘la vuelta a la tortilla’ para que tú seas el culpable y él el mártir. Esta estrategia les permite ser validadas y disponer a su antojo de todos nuestros recursos, de todas nuestras energías. Llaman nuestra atención y perseguimos su perdón, su cariño, su amor.
  • Egocéntricas: Son personas muy egoístas tanto en lo material como en lo emocional. Priorizan sus necesidades y caprichos por encima de los tuyos, todo el gasto que se haga en ellos está super justificado, los tuyos… ya son otra cosa. Son poco empáticos y no consideran los sentimientos de otros. Su objetivo es instrumentalizar a los demás para obtener su propio beneficio. Son maestros del «mi-mi-yo-yo«.
  • Inestabilidad emocional: No tienen término medio, o están exultantes o están deprimidos sin motivos aparentes que justifiquen estos cambios. Nunca sabes por dónde te pueden salir, incluso ante una situación similar, nunca reaccionan de la misma manera, no son coherentes ni equilibrados emocionalmente. De esta manera, te descolocan, jamás  adivinarás por qué puede estallar y así procurarás tenerle siempre contento y satisfecho para evitar conflictos.
  • Expertos en ‘luz de gas’: Una de las formas más peligrosas y sibilinas de anulación que te hará sentir que estás perdiendo la cordura. Quien hace luz de gas es capaz de afirmar que ocurrieron cosas o no con una seguridad y una firmeza tal que resultan creíbles y comenzarás a pensar que igual eres un exagerado y que quizás no lleves razón o incluso que dudes de tus recuerdos sobre un hecho concreto. En definitiva, la persona tóxica quiere inocularte la sensación de histerismo, puede conseguir anular tu voluntad y distorsionar la realidad sin que te des cuenta.

 

Estoy deseando leeros… ¿Habéis conocido a muchas personas tóxicas? ¿Reconocéis estas señales?

 

 

Hibristofilia: Mujeres enamoradas de la maldad

Hoy, 25 de noviembre, se conmemora el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer y hoy cuento con una de las mayores expertas juristas en criminología, autora del libro criminal-mente: Paz Velasco de la Fuente, quien investiga las profundidades de la realidad criminal y los rasgos y factores que determinan tanto a agresores como a víctimas. Os dejo con su aportación en exclusiva para este blog:

“El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Blaise Pascal

La gran mayoría de nosotros sentimos miedo, rechazo o animadversión por los asesinos, asesinos en serie, agresores sexuales y maltratadores a nivel interpersonal. Sin embargo, algunas mujeres se sienten atraídas por estos hombres, se enamoran e incluso se casan con ellos. Gran parte de estos delincuentes violentos tienen muchos rasgos de psicopatía. Incapaces de sentir, de amar, de empatizar y de vernos como personas, saber que son admirados, que inspiran amor e incluso deseo sexual alimenta, si cabe, mucho más su ego.

La hibristofilia, consiste en la atracción y en el amor que sienten ciertas mujeres por estos delincuentes violentos. Este sentimiento que resulta incomprensible para el resto de la sociedad, se encuadra dentro de una patología que desde hace años es estudiada y analizada por distintos especialistas. Algunos psiquiatras y psicólogos, consideran a la hibristofilia como una parafilia pero ésta no aparece recogida en el DSM-V de modo que no podemos considerarla como tal desde el punto de vista de trastorno o desorden mental.

El psicólogo y sexólogo John Money fue quien definió por primera vez en los años 50 a la hibristofilia como una patología que afecta principalmente a mujeres heterosexuales, tratándose de una atracción que puede poner en peligro su propia vida.

No hay muchos estudios sobre la hibristofilia, pero por la casuística estudiada podemos determinar que hay dos categorías: La pasiva, es aquella en la que la mujer simplemente demuestra admiración, apoyo, amor, y ayuda incondicional a estos hombres. En la activa, esa mujer pasa a ser cómplice del crimen o de los crímenes debido al amor y a la lealtad que profesan a sus parejas.

En este último caso, estamos ante parejas letales como Myra Hindley e Ian Brady (Gran Bretaña), Paul Bernardo y Karla Homolka (Canadá), Fay y Ray Copeland (Estados Unidos) o Michel Fourniret y Monique Olivier (Francia).
Pero… ¿Por qué determinadas mujeres se enamoran y aman a estos hombres violentos? Son varias las causas:

A.- Amor redentor: al enamorarse y casarse con ellos están convencidas de que con su amor podrán cambiar su comportamiento violento y cruel, redimirlos, y convertirlos en hombres buenos.

B.- Amor maternal: sienten compasión y ternura por estos hombres encarcelados, con tendencia a proteger a ese niño que fue una vez.

C.- Obtener notoriedad y salir de su anonimato. En 2015 Charles Manson de 83 años, líder de La Familia y responsable de la muerte de nueve personas asesinadas por sus seguidores en 1969, estuvo a punto de casarse con Afton Elaine Burton de 27 años de edad. Manson canceló la boda al enterarse de que solo quería casarse con él para poder estar en posesión de su cadáver cuando el muriera y así poder exhibirlo con la finalidad de lucrarse económicamente.

D.- Perspectiva biológica. Las mujeres tienden a buscar al hombre dominante, fuerte, que sea capaz de proteger su vivienda y a su familia, aunque para ello tenga que matar. Así algunas mujeres relacionan la violencia con la fuerza y el poder buscando con estas aptitudes protección para ellas y sus descendientes.

Quizás la sociedad es en gran parte responsable de este fanatismo hacia estos sujetos. El hecho de que algunos asesinos produzcan en algunas mujeres las mismas emociones que un actor o un cantante, no es coincidencia. En muchos casos se enamoran de ellos (hibristofilia) porque son famosos (enclitofilia) y eso resulta interesante y tremendamente irresistible para ellas.

Intentar comprender racionalmente la hibristofilia, es casi imposible, como lo es intentar racionalizar determinados tipos de crímenes. No existen reglas que estipulen a quien amar y además, como decía Séneca “el amor no se asusta de nada”. Sin embargo el psicólogo Walter Riso afirma que “el amor irracional es más peligroso que el desamor” y en este caso, puede llevar a un intenso sufrimiento e incluso a ser una víctima más de esos sujetos.

Ellas aman, ellos fingen amar. Ellos son asesinos, ellas, mujeres que no los ven así.

Los rasgos más oscuros de la personalidad

Seguro que te has preguntado alguna vez cómo alguien puede cometer tal crimen o por los límites a los que puede llegar la maldad humana. El comportamiento cuestionable desde el punto de vista ético, moral y social forma parte de la vida cotidiana, en la historia y en todas las culturas se pueden encontrar fácilmente comportamientos implacables, egoístas, sin escrúpulos o incluso francamente malvados.

En psicología se utiliza el término de «rasgos oscuros» o «factor D» (la D proviene de la palabra inglesa Dark – oscuro)  para agrupar los rasgos de personalidad que están vinculados a esta clase de conductas, principalmente: maquiavelismo, narcisismo y  psicopatía.

Fotografía Pixabay License

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Este Factor D se define comoLa tendencia general a maximizar la utilidad individual de uno, ignorando, aceptando o provocando maliciosamente la inutilidad de los demás, acompañada de creencias que sirven como justificaciones.  En pocas palabras, D, describe la tendencia a perseguir despiadadamente los propios intereses, incluso cuando esto perjudica a otros (o incluso por dañar a otros), mientras que tiene creencias que justifican estos comportamientos.

Ahora, una reciente investigación llevada a cabo por un equipo de psicólogos de Alemania y Dinamarca sugiere que características como el egoísmo, el rencor o el sadismo comparten un mismo denominador común. Y aunque nos parezca mucho más habitual que una persona pueda ser egoísta antes que psicópata, lo cierto es que el estudio demuestra que todos los aspectos oscuros de la personalidad humana están estrechamente relacionados y se basan en una misma tendencia.

En otras palabras: si tienes uno de estos rasgos, es muy probable que puedas desarrollar alguno de los otros. Según los investigadores, si una persona exhibe un comportamiento malévolo específico (como el gusto por humillar a otros) tendrá una mayor probabilidad de participar también en otras actividades malévolas como hacer trampa, mentir o robar.

«Los rasgos oscuros tienen mucho más en común que lo que los diferencia. Y el conocimiento sobre este ‘núcleo oscuro’ puede jugar un papel crucial para los terapeutas que trabajan con personas con estos rasgos específicos. Lo vemos, por ejemplo, en casos de violencia extrema, incumplimiento de normas, mentira y engaño en los sectores corporativos o públicos. Aquí, el conocimiento sobre el factor D de una persona puede ser una herramienta útil para evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a delinquir o participe en conductas más dañinas«, afirma Ingo Zettler, uno de los investigadores y profesor de psicología en la Universidad de Copenhague, Dinamarca.

Según los expertos, su investigación demuestra cómo este factor D está presente en nueve de los rasgos oscuros de la personalidad más estudiados:

  • Egoísmo: preocupación excesiva sobre la propia ventaja a expensas de la de los demás.
  • Maquiavelismo: actitud manipuladora e insensible y la creencia de que los fines justifican los medios.
  • Desconexión moral: estilo de procesamiento cognitivo que permite comportarse sin ética y sin sentir angustia.
  • Narcisismo: excesivo ensimismamiento, sentido de superioridad y una extrema necesidad de recibir atención de los demás.
  • Derecho psicológico: creencia recurrente de que uno es mejor que los demás y merece un mejor trato.
  • Psicopatía: falta de empatía y autocontrol, combinada con un comportamiento impulsivo.
  • Sadismo: deseo de causar daño mental o físico a otros para el propio placer o para beneficiarse a sí mismo.
  • Interés propio: deseo de promover y resaltar el propio estado social y financiero.
  • Rencor: disposición para causar daño o destruir a otros, incluso si uno mismo se daña en el proceso.

 

*Referencias:

Moshagen, M., Hilbig, BE y Zettler, I. (2018). El núcleo oscuro de la personalidad. Revisión psicológica, 125 , 656–688. ( doi: 10.1037 / rev0000111 )

https://www.bbc.com/mundo/noticias

http://www.darkfactor.org/

 

Tacto, olfato, visión, oído, gusto… ¿Qué tienen atrofiado los psicópatas?

La psicopatía es un desorden de la personalidad severo que se caracteriza por la frialdad emocional, falta de empatía, encanto superficial, comportamientos antisociales, impulsividad, crueldad e insensibilidad. En este blog hemos profundizado bastante en este tipo de perfiles, os dejo al final del artículo un recopilatorio de todas las entradas sobre este tema. Hoy quiero compartir con vosotros los resultados de una investigación que se publicó en 2013 por la Universidad de Australia.

Fotografía CC Public Domain. Pxhere

Los investigadores querían comprobar si los psicópatas tenías mermado algunos de los cinco sentidos. Efectivamente así fue, demostraron que las personas que puntuaban alto en las escalas de psicopatía tenían una capacidad olfativa significativamente menor que el resto de la población. Ambos fenómenos están relacionados por una disfunción en una parte frontal del cerebro llamada corteza orbitofrontal (COF), responsable de controlar los impulsos, de planear y de dirigir el comportamiento de acuerdo con las normas sociales.

«Las mediciones olfativas representan un indicador potencialmente interesante de los rasgos psicopáticos, porque el desempeño esperado en las pruebas olfativas no les provoca tanto recelo y, por lo tanto, éstas son menos susceptibles a que el sujeto intente fingir una respuesta ‘buena’ o ‘mala'», aseguran los autores del estudio. Pero aclaran que no debe ser un indicador único de diagnóstico, puesto que estas carencias olfativas también puede darse en la esquizofrenia, el parkinson o el alzheimer.

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Puede ser que no estemos cansados ni tengamos sueño, pero lo normal es que si tenemos enfrente a una persona bostezando nosotros también lo hagamos, contagiados automáticamente por un impulso irremediable de abrir la boca.  Más aún si vemos a seres queridos haciéndolo, hay estudios que demuestran que el contagio será mayor cuanta más relación afectiva tengamos con el otro, familiares o amigos serán más inductores de nuestro bostezo que los desconocidos. Es un acto genético e involuntario, no es una conducta aprendida, los bebés lo hacen desde el nacimiento, también otros mamíferos, como los chimpancés, los lobos, o los perros.

Pero parece ser que sí que hay gente que puede resistirse al contagio con total inmunidad. El mundo de la psicopatía no deja de sorprendernos, la investigación nos sigue demostrando hallazgos asombrosos sobre este perfil de personalidad que tanto nos inquieta. Un estudio reciente de la Universidad de Baylor (EE.UU) ha profundizado sobre los indicadores psicopáticos introduciendo un elemento novedoso hasta el momento.

La psicopatía se caracteriza por un estilo de vida antisocial con comportamientos egoístas, manipuladores, impulsivos, audaces, insensibles, dominantes y particularmente carentes de empatía. El bostezo contagioso en nuestra especie ha sido fuertemente vinculado a la empatía.

En el experimento, se expusieron a 135 estudiantes, hombres y mujeres, que completaron el Inventario de Personalidad Psicopática Revisado (PPI-R), a un paradigma que pretendía inducir un bostezo reaccionario. El caso es que encontraron que las puntuaciones en la subescala PPI-R referentes a una alta frialdad emocional predijeron significativamente una posibilidad reducida de bostezar.

Anteriormente ya se conocía que la falta de empatía se relacionaba con la inmunidad al bostezo contagioso. Se había demostrado, por ejemplo, que los niños diagnosticados en el espectro del autismo son menos propensos a contagiarse de un bostezo, pero este es el primer estudio que muestra su relación con la psicopatía. Por supuesto, este patrón no sirve como herramienta de diagnóstico para la psicopatía, pero es una conexión interesante, realmente demuestra cómo este perfil de personalidad afecta a diversos comportamientos del día a día de formas inesperadas

Un prestigioso neurocientífico investiga el cerebro del psicópata y descubre que él también lo es

Está muy extendida la creencia (errónea) de que el psicópata es aquel ser despiadado que ha cometido con sus propias manos los crímenes más horribles que os podáis imaginar y vive marginado, agazapado en la oscuridad, sin integrarse en la actividad diaria de los seres humanos. Nada más lejos de la realidad; desde luego se relaciona con la delincuencia pero lo cierto es que la psicopatía no llega a ser una enfermedad mental, es un trastorno antisocial de la personalidad que se caracteriza, sobre todo, por la falta de sentimientos (anestesia afectiva), ausencia de empatía, culpa o miedo, son seres muy egoístas, fríos y manipuladores, no sienten pero sí que ‘simulan’ muy bien ciertas emociones para conseguir sus objetivos.

Foto Pixabay. Creative Commons

James Fallon, ahora lo sabe bien. Se trata de un prestigioso neurocientífico estadounidense y asesor del Pentágono, sus aportaciones a la ciencia son muy extensas, su carrera es brillante, pero nunca pensó que investigando el cerebro criminal realizaría el descubrimiento más asombroso de toda su vida. Un colega le pidió que examinara los escáneres cerebrales de varios asesinos en serie condenadosPara ello, recibió cientos de resultados de los escáneres cerebrales de una gran muestra de criminales condenados, mezclados con los de personas sin historial delictivo.

Su cometido era discernir a las personas con trastorno psicopático de la personalidad del resto de la población a través de esas imágenes. Uno de los escáneres presentaba con claridad todos los rasgos de un asesino psicópata. “Como se imaginarán, ese escáner era el mío” reconoció Fallon hace ya cuatro años en una entrevista para ‘The Verge. Su reacción inmediata fue pensar que todo era un error, él se considera buena persona y jamás ha cometido un asesinato ni tiene un pasado delictivo en cualquier forma.

No le dio mayor importancia hasta que lo comenta, meses después, con su madre y ésta le confiesa que en sus antepasados por parte de padre había habido hasta 7 asesinos (que ellos supieran). Esto despertó entonces su atención y siguió investigando esta línea. Tal y como él mismo constató, los psicópatas son bombas de relojería pero «no siempre acaban siendo asesinos. Si no sufren malos tratos durante la infancia, existe una pequeña posibilidad de que crezcan y evolucionen de forma normal».

Fallon continúo evaluando su caso y resultó ser un psicópata secundario. «Los secundarios llevamos los genes que nos hacen psicópatas, pero, a diferencia de los primarios, necesitamos obligatoriamente un factor desencadenante para convertirnos en asesinos. Haber recibido palizas de niño es uno de ellos, pero también, por ejemplo, sufrir acoso en el colegio. Estoy convencido: Si en mi infancia no hubiese recibido un trato tan bueno por parte de mis padres y de mi entorno, difícilmente habría llegado a la adolescencia. Me habría suicidado o habría acabado matando a alguien.».

Aún así, Fallon reconoce en él rasgos psicopáticos en su comportamiento, se describe como frío y tremendamente vengantivo. «Me gusta vengarme. Eso es algo totalmente psicopático. Puedo esperar durante años. Si alguien me pone furioso, no reacciono en ese mismo instante, pero me la guardo y, llegado el momento, respondo con una eficacia quirúrgica. Algunas personas han perdido su trabajo por mi culpa». «Creo, sé, que amo a Diane. Pero nunca he estado vinculado emocionalmente a ella de verdad, igual que me ocurre con todos los demás». En cuanto a sus hijos: «Al principio eran como juguetes. Más tarde, cuando se hicieron mayores, se convirtieron en amigos. Pero nunca he tenido hacia ellos los sentimientos que tienen los padres normales hacia sus hijos».

Me parece un testimonio muy sugestivo. Nótese cómo en sus propias respuestas denota distanciamiento emocional cuando habla de su familia, en primer lugar dice que «cree» que ama a Diane, la llama por su nombre eliminando el artículo posesivo propio, no pronuncia ‘mi mujer‘, por ejemplo; por tanto se desvincula totalmente del lazo de unión entre ambos. Se refiere a sus hijos como juguetes, los cosifica como si no tuvieran vida. El lenguaje que utiliza es propio del discurso psicopático y ya nos dice efectivamente que su emocionalidad no está normalizada. No os perdáis su entrevista completa porque es un texto fascinante.

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