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¿Tu pareja te habla como un bebé? Esta es la explicación

Seguro que en algún momento, o de forma habitual, alguna de tus parejas te ha hablado como si lo hiciera con un bebé, quizás eres tú mismo/a quien lo hace…

Fotografía Pxhere. CC0 Dominio publico

Fotografía Pxhere. CC0 Dominio publico

Tranquilidad, no te sientas ridículo o cursi, es totalmente normal. De hecho, según la investigación, el baby talk entre parejas es practicado por más de 2/3 de los enamorados.

Este lenguaje infantil romántico entre adultos no es un signo de inmadurez, de hecho, se trata de una conducta beneficiosa para las relaciones de pareja.

Posee un gran sentido biológico, este tipo de tierna comunicación nos transporta directamente a nuestra primera experiencia amorosa, la que tuvimos con nuestros padres.

Según los estudios del psicólogo León F. Seltzer, tanto en el escenario infantil como en la relación romántica se activan los mismos neurotransmisores clave:

La dopamina, que activa los centros de recompensa del cerebro para que una pareja enamorada se sienta impulsada a pasar tanto tiempo juntos como sea posible, al igual que una madre lo siente con su bebé.

La feniletilamina (o PEA) es el correlato químico similar a la anfetamina de la conexión física y psicológica entre amantes. Se trata de la sustancia química del amor, e induce los mismos sentimientos de euforia o ‘subidón’, que una madre (o un padre) y un hijo pueden compartir.

La oxitocina, la hormona del apego emocional o del ‘vínculo’, contribuye a potenciar los sentimientos relajantes y reconfortantes del contacto físico íntimo, característico del amor materno y romántico. Al principio de nuestra vida, se libera tanto durante la lactancia como durante el contacto y el abrazo entre padres e hijos. En las parejas románticas, se activa mediante el orgasmo.

Además, cuando la madre y el bebé están separados, cada uno de ellos puede experimentar un poderoso anhelo de volver a unirse, al igual que los amantes pueden extrañarse terriblemente, incluso cuando están separados solo por un breve periodo.

Ya vemos que no es casualidad. Los estudios demuestran que el baby talk de pareja se relaciona directamente con el afecto. Y es que no se te ocurre dirigirte así a tu jefe, a un amigo, o a un camarero, ¿verdad?

Precisamente por ello, este particular estilo de comunicación es única con tu pareja, hace exclusivo vuestro vínculo, solo a ella eres capaz de hablarle así, y esto es muy bueno.

Nuestro cerebro ‘escoge’ al otro como nuestra persona especial, lo cuál refuerza la seguridad y la armonía en la relación.

 

Teorías del color o por qué los presidiarios visten de naranja y los cirujanos de verde

El color nos afecta de una manera profunda y juega un papel muy relevante en la interpretación de la comunicación no verbal. La vista de un cielo azul claro, del mar infinito, nos hace sentir tranquilos y en paz. Casi podemos oler el intenso aroma de una rosa con solo verla de lejos, o saborear el dulce de la visión rosa de un algodón de azúcar. Las consultas de los médicos están pintadas de blanco para dar sensación de limpieza clínica, y funciona, ¿verdad?.

Algunos de los sentimientos y reacciones que tenemos con respecto a los colores que vemos pueden atribuirse a la cultura y a la sociedad, pero algunos de ellos provienen de nuestra composición psicológica.

Existen los investigadores del color, quienes trabajan sobre esta relación entre los colores y la percepción humana. Este tipo de estudio es parte de un campo llamado teoría del color, que se centra en la mezcla de colores y su impacto visual. Fundamental, si os gusta el tema, leer todos los libros de Birren, sus teorías son la Biblia de los mejores artistas, arquitectos, pintores, diseñadores…

Algunas de las curiosidades de este campo son, por ejemplo, que el color está asociado directamente con los estados de ánimo de las personas, su nivel de excitación e incluso con su capacidad de procesamiento cognitivo.

Los colores denominados ‘fríos’, como el azul o el verde tienen efectos calmantes en las personas, mientras que los colores ‘cálidos’, como el rojo, naranja o amarillo son excitantes.

Según algunos resultados experimentales, estas asociaciones pueden haberse formado en los comienzos de la raza humana, cuando se asociaban los colores azul y verde con el mar, el cielo, la noche, todos ellos relacionados con la tranquilidad, la calma, la pureza. Los colores brillantes, denominados cálidos, se asociaron con el sol y el fuego, es decir con la energía, la excitación y el peligro, también las frutas venenosas son normalmente rojas.

Tanto es así, que en una investigación de Crozier en el año 1999 se llegó a la conclusión de que las personas siempre prefieren el color azul, y no por el color en sí, sino por la tranquilidad y la calma con la que lo asociamos. Lo curioso es que no somos los únicos animales para quienes su color favorito es el azul, las polillas y los abejorros también tienen preferencia por estas tonalidades.

El color también afecta a nuestras percepciones de temperatura, es interesante porque las personas suelen percibir una habitación azul con hasta tres o cuatro grados menos que una habitación roja, y en función de estas percepciones también suelen comportarse. Por tanto, las decisiones sobre el uso del color, a niveles casi universales, nunca han sido arbitrarias y tienen su razonamiento detrás.

En 1981 algunas de las instituciones penitenciarias de Estados Unidos pintaron las celdas de los reclusos de color rosa, Alex Schauss eligió el tono para diversas cárceles como las del Nueva Orleans, LA, San José, San Bernardino, Carolina del Norte, entre otras, y concluyó que se redujeron drásticamente los comportamientos violentos de los presos al debilitarse sus músculos por el efecto del color.

Este razonamiento se basa en la posibilidad de que el procesamiento visual de la luz afecta a nivel neurológico y que los tonos rosas puedan provocar la pérdida de fuerza muscular. Sin embargo, un estudio empírico sobre la cárcel rosa no mostró ningún efecto a largo plazo debido al color, y varias investigaciones expresaron escepticismo, aunque la controversia está servida.

Orange is the new black. Lo que está claro es que el naranja sigue siendo el color más utilizado en el atuendo carcelario, en la mayor parte de los países (no en España, que no existe la uniformidad), pero ¿por qué? Parece que la respuesta es simple: el contraste. El naranja es el color más llamativo, destaca en el entorno blanco o gris, por tanto, se advierte en todo momento dónde se encuentran los presos y cómo se van moviendo por el espacio.

Podemos imaginar que ocurre lo mismo con el amarillo y los taxis de Nueva York.

Según un artículo publicado en 2013 en la revista ‘Livescience‘, el verde fue el color elegido para vestir a los doctores a partir del siglo pasado porque, al ser el color opuesto al rojo, les ayuda a ver mejor en el quirófano. Al parecer, cuando un cirujano pasa mucho tiempo mirando las partes del cuerpo que está operando su ojo se vuelve insensible al rojo, pero si durante unos instantes mira el color opuesto logra que su vista se refresque y así pueda volver a diferenciar perfectamente la zona que está interviniendo.

Siempre hay un motivo para todo 🙂

 

*Referencias:

¿CÓMO NOS AFECTA EL COLOR? – Grup Trobat

The Effects of Baker-Miller Pink on Biological, Physical and Cognitive Behaviour

The Physiological Effect of Color on the Suppression of Human Aggression: Research on Baker-Miller Pink

Prueba estas 5 formas de practicar atención plena con tus hijos

Esta palabreja de mindfulness no es otra cosa que la referencia moderna de las técnicas de relajación, concentración y meditación de toda la vida. Se traduce como atención plena y puede convertirse en una magnífica herramienta para trabajar con nuestros hijos la conciencia del momento presente, emociones y sentimientos, relajación física, aliviar el estrés, la ansiedad, el mal humor o la frustración.

Fotografía Pixabay License. Gratis para usos comerciales

Fotografía Pixabay License. Gratis para usos comerciales

En definitiva, se trata de bajar pulsaciones y empezar o terminar el día de una manera positiva. Pero no se trata de traer un maestro externo de mindfulness como si se tratara del profesor de inglés o de piano a domicilio, el modelado es clave, el verdadero beneficio comienza con practicarlo en familia, empezando por los padres.

Aquí algunas ideas para poner en práctica la meditación con tus hijos:

  1. Respiración consciente: Esta es una de las prácticas de atención plena más habitual, se trata de elegir una sensación relacionada con esta acción, como la entrada de aire en las fosas nasales o la subida y bajada del pecho, y poner la atención ahí. Podéis probarlo durante 30 segundos o cinco minutos. Cuando el niño se distraiga, simplemente vuelva a dirigir su atención a la sensación de respirar. Con los más pequeños se recomienda practicarlo con su peluche o juguete de apego favorito, se coloca en su pecho o barriga para que sienta el movimiento de la respiración al mover el juguete hacia arriba y hacia abajo con su respiración. Es un ritual maravilloso para la hora de dormir.
  2. El paseo de la gratitud: Cuando salimos a jugar por las tardes al parque, y están a tope de energía y entusiasmo, no podemos pretender llegar a casa, que se pongan el pijama, cenen y se duerman. Hay que ir ‘preparando’ el momento del sueño de forma paulatina tras una tarde de excitación. Un buen truco es que de vuelta a casa hagamos un ejercicio de relajación positiva: con la mirada en el suelo vamos dando pasos lentos y cada diez pisadas paramos unos segundos, cerramos los ojos y decimos algo por lo que estemos agradecidos (por comer macarrones hoy, porque me hayas recogido de la escuela, porque papá cada noche me lea un cuento…)
  3. La sacudida: Efectivo para liberar tensiones y estados nerviosos. Alternamos un minuto de movimiento por tres minutos de quietud. Entonces, primero sacudimos el cuerpo al ritmo de un «pppprrrrrrrr» bien sonoro, movemos brazos y piernas, paramos, después reflexionamos sobre alguna sensación concreta de ese momento (siente tus pies bien anclados y posados sobre el suelo, respira profundo y escucha el sonido, nos damos las manos y fijamos nuestra atención en el tacto del otro…). Repetimos el proceso un par de veces.
  4. La atención hacia fuera: A veces estamos tan alterados que se nos hace muy difícil relajarnos con introspección y silencio, una tarea que puede irritarnos aún más, ya que lo que necesitamos no es centrarnos en lo feo que estamos sintiendo, sino que precisamos distraernos de ello y no pensar. Una buena manera es ‘jugar’ a algo parecido al ‘veo-veo’, o a que encuentre 3 objetos de color rojo en casa, es decir, concentrarse en el entorno y así reducir su sistema nervioso.
  5. Meditación guiada: Existe una amplia gama de grabaciones gratuitas que os guiarán paso a paso a través de la atención plena, diseñadas además para propósitos específicos depende de la necesidad que tengáis en es momento: calmarse, concentrarse, liberar tensiones, cambiar de humor, reconocer emociones, distraerse, mejorar sus hábitos de comida, etc.

Los estudios con niños aún son escasos pero ya se han demostrado algunos beneficios notables si se practica con regularidad: mejora en la atención, concentración y memoria, por tanto aumenta el rendimiento académico, consiguiendo una mayor capacidad de abstracción, lógica y cálculo; mejor afrontamiento de los conflictos y situaciones estresantes, aumento de la empatía, habilidades sociales y emocionales, escucha activa y autoconocimiento, por último, ayuda a mantener el equilibrio mental y físico, mejorando la regulación cardiovascular y neurológica.

Merece la pena intentarlo, ¿verdad? 🙂

*Fuentes:

CNN-Health

Canal Mapfre Salud

*También estaré el próximo lunes 20 de septiembre en la Feria del Libro de Madrid:

 

 

¿Conoces el efecto ‘nocebo’?

Has leído bien, efecto nocebo. Es más común conocer el significado del popular ‘efecto placebo‘, que se describe como aquel resultado positivo y beneficioso producido por un elemento que por sí mismo no tiene acción alguna de curación para la enfermedad que se trata.

Fotografía gratuita: Flickr

Fotografía gratuita: Flickr

Es decir, por el solo hecho de recibir un tratamiento se provoca la creencia de que se va a mejorar, y esta idea por sí misma ya produce una recuperación real en la salud de la persona.

Ahora bien, también existe el efecto nocebo, en el que al contrario que con el efecto placebo, se sufre un empeoramiento, perjuicio, o un efecto secundario debido a la aplicación de un tratamiento o un placebo, siendo éste inexplicable por el efecto biológico de la toma de esa sustancia.

La aparición del efecto nocebo puede verse condicionada por el ámbito psicológico de la persona, por su personalidad (se concluye que el pesimismo, el neuroticismo y las actitudes que subrayan la competitividad tienen mayor probabilidad de sufrir el efecto nocebo), por las experiencias/aprendizaje previos y por sus expectativas, éstas son fundamentales:

Si estoy convencido de que tomando tal sustancia me va a doler la cabeza, no tiene por qué ocurrir directamente, pero evidentemente sí que influye. De esta manera, lo que el sujeto prevé experimentar puede imponerse en la realidad como un resultado tangible sobre sus órganos y tejidos.

Este efecto fue denominado en los años 40 como ‘muerte por vudú’ por investigadores de la Universidad de Harvard, donde observaron que las personas que creían firmemente, debido a su cultura, en el poder de brujos o sacerdotes vudú, de pronto enfermaban y morían después de haber sido objeto de un maleficio o una maldición.

Este fue el trabajo preliminar para el estudio de las respuestas fisiológicas de las emociones, pero también el punto inicial para el análisis del efecto nocebo, que en 1960 ya comenzó a estudiarse científicamente y a denominarse como en la actualidad.

¿Un clavo saca otro clavo?

«Novo amore, veteram amorem, tamquam clavo clavum, eficiendum putant». (El nuevo amor saca al viejo amor, como un clavo a otro) -Cicerón-

Foto Pixabay Free to use (CC0)

Foto Pixabay Free to use (CC0)

Una separación, cualquier ruptura amorosa, es muy dolorosa. Hay que pasar un duelo porque realmente una persona querida, muy presente en nuestras vidas, desaparece de nuestro mundo y esto a veces se vuelve insoportable. La emoción de tristeza es mala compañera, nos genera una sensación desgarradora, sí, pero muy necesaria.

Intentamos por todos los medios deshacernos de ese sentimiento intenso de aflicción, y entonces, buscamos atajos para no vivir el proceso natural de duelo, para no tolerar el desconsuelo que padecemos. Simplificamos el camino del desamor y solemos terminar en un callejón sin salida. Nos entregamos a una nueva relación cuando todavía nos visitan los fantasmas de la anterior.

Ciertamente este comportamiento puede tener un efecto placebo sobre el dolor de nuestras heridas, pero es un anestésico emocional tremendamente temporal, en breve aflorará el germen de la dependencia emocional o de la toxicidad de la relación, porque los cimientos no son sanos, no nacen de la voluntad y la ilusión sino de la obligación, de la soledad, del despecho, de la desesperación.

No será así el 100% de las veces, pero las excepciones contadas confirman la regla. En la mayoría de las ocasiones esta conducta es un recurso desadaptativo para no afrontar la realidad y evitar o aliviar ese sufrimiento.

Un período de transición y dolor nos sirve para olvidar, recomponernos, asimilar la pérdida, enfocar nuestro futuro y para curar nuestras heridas emocionales con el tiempo que también lo hacen las heridas físicas.

No hay nada mejor que volver a enamorarse y confiar de nuevo en alguien para compartir nuestra vida de una forma estable y madura, pero debes sentir que estás preparado para ello, es lo más justo para ti y para él/ella.

¿En cuánto tiempo se estima que estaremos listos para iniciar una nueva relación?

No hay una regla exacta, pero por ejemplo, una neurocientífica experta en el estudio de la relación cerebro-amor, Lucy Brown, explica que: «En término medio, superar una ruptura emocional puede tardar entre 6 meses y 2 años«.

En este cálculo promedio el tiempo es indeterminado porque existen multitud y diversas diferencias individuales y también de género. Según los estudios, los hombres tardan más en recuperarse, pero las mujeres sufren un impacto emocional mucho más intenso ante la ruptura.

Vivimos en una sociedad que nos empuja a ‘estar bien siempre’, a sentirnos frustrados y perdedores si nos venimos abajo, si nos frenamos en seco, si nos ocurre algo desgraciado. Eso es la vida y todos en algún momento recibimos un revés inesperado.

Permítete estar mal, de bajón, llorar, convivir con la tristeza. Nuestro cerebro también necesita momentos de calma e introspección para reconstruirse.

«Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria» -Mario Benedetti-

 

 

 

El olor a café: un recurso poderoso

O lo amas o lo odias, pero el café es una de las bebidas más consumidas en el mundo, así que parece que tiene más seguidores que detractores. Y es que no es solo una simple bebida. El café es para muchos un medio de inspiración, una necesidad para empezar el día, el símbolo de una importante conversación, de un reencuentro, de recuerdos, el testigo de muchos comienzos o de algunos finales.

Fotografía Pixabay License

Fotografía Pixabay License

Nuestro cerebro adora el café.

Debido a la estimulación de la dopamina, el consumo de cafeína aumenta nuestra capacidad cognitiva, mejora nuestro estado de ánimo, optimiza la atención, concentración y memoria, y tras su ingesta, nos sentimos más eficientes, vigorosos y motivados por el trabajo. Al contrario, reduce nuestra percepción de somnolencia, fatiga, cansancio y afectos negativos.

Existen centenares de estudios que avalan los ya conocidos efectos beneficiosos del café en nuestro organismo (siempre con un consumo moderado). Pero uno de ellos, publicado recientemente, va aún más allá, ya que no se centra en la ingesta, sino solamente en el poder de su olor.

El aroma a café ya es capaz de mejorar nuestras capacidades cognitivas, es decir, optimiza la atención, la capacidad de análisis, de resolución de problemas y el desempeño laboral y académico en general. Parece producto de la magia, sin embargo, la autora del trabajo, la doctora la Adriana Madzharov, destaca una cuestión tan llamativa como curiosa: se trata de un simple efecto placebo.

Basta con que una sala o una habitación desprenda olor a café, para que el 90% de las personas experimenten bienestar. «Como ya sabíamos, al cerebro le apasiona el café. La cafeína lo estimula, le genera placer y activación. Por tanto, el simple aroma también puede activar todos esos procesos debido a ese recorrido neuronal que se produce entre la corteza cerebral y el sistema límbico: nos sentimos motivados al recordar sus beneficios.»

«A menudo descuidamos el gran efecto que tiene en nosotros el sentido del olfato. Estamos ante un recurso cerebral prácticamente infrautilizado, cuando en realidad, es un vínculo directo hacia nuestras emociones y memoria, un canal excepcional capaz de conferirnos inspiración, calma o activación, de mejorar nuestra atención e introspección, de hacernos más creativos, receptivos al entorno…»

Este hecho es algo que sabe bien la industria del marketing y se está empezando a aplicar al mundo del trabajo y las organizaciones. Ya hay estudios que sugieren que, en ocasiones, basta una fragancia a vainilla, canela, café o chocolate, para mejorar el bienestar y la productividad de los trabajadores. Estamos ante un tema lleno de posibilidades.

 

 

 

*Fuentes de consulta:

El impacto del aroma a café en las expectativas y el rendimiento

Al cerebro le gusta el café

El olor a café estimula el cerebro y mejora los procesos cognitivos

 

 

Leyendo emociones: humanos vs. máquinas

Para la vida social resulta imprescindible detectar correctamente las emociones de los demás, y según sabemos, estas se manifiestan predominantemente a través del rostro. Hasta los últimos años se creía imposible que las maquinas leyeran las emociones, pero…

¿Sabías que ya hay softwares que reconocen las emociones de la gente?

Fotografía publicada en el perfil Twitter de Affectiva

Fotografía publicada en el perfil Twitter de Affectiva

El psicólogo experto en comunicación no verbal, Alan Crawley, autor del canal ‘Sin verba‘, ha traducido e interpretado, en exclusiva para este blog, un reciente estudio (abril 2020) donde se compara experimentalmente el rendimiento para el reconocimiento facial por parte del hombre con el de la tecnología más avanzada para ello hasta el día de hoy. ¿Quién ganará, el ojo humano o el software?

Las grabaciones de vídeo de lugares tan distintos como aeropuertos, centros comerciales, supermercados y cualquier otro lugar pueden ser analizadas con estos softwares. Su uso incrementa con el paso del tiempo y se extiende a muchos contextos diferentes, aunque aún surgen algunas preguntas: ¿cómo funcionan?, ¿cuán precisos son?

La mayoría de estos softwares trabajan con lo que se conoce como las seis o sietes emociones básicas: alegría, tristeza, temor, ira, asco, sorpresa y desprecio.

Según la teoría neurocultural, éstas son emociones universales que al experimentarlas se manifiestan en el rostro con un determinado conjunto de movimientos faciales únicos e iguales en las personas de todo el mundo.

Prácticamente todos estos softwares funcionan con la misma idea principal de que el rostro es la ventana de los sentimientos reales y ciertas expresiones señalan que se siente una de estas emociones básicas.

En un estudio recientemente publicado en abril de este año 2020, los investigadores Dupré, Krumhuber, Küster, y McKeown, pusieron a prueba la precisión de 8 softwares comerciales en el reconocimiento de estas emociones. Los softwares analizaron 937 videos de expresiones faciales posadas (actuadas) y espontáneas (como respuesta a un estímulo).

Por otro lado, un grupo de 14 participantes evaluó los mismos vídeos. Para descubrir cuál de los grupos lee mejor las emociones, las personas o las máquinas, se compararon las respuestas obtenidas. ¿Qué creen que encontraron?

Las personas identificaron las emociones correctamente en un 72% de las veces en comparación con la precisión claramente menor de entre el 42% y el 62% obtenida por los softwares comerciales.

Fotografía publicada por los autores en la que muestra la comparativa de resultados

Fotografía publicada por los autores en la que muestra la comparativa de resultados

La tasa de acierto de los humanos fue notablemente superior para el reconocimiento de ambas expresiones, posadas y espontáneas, lo que demuestra la valiosa percepción humana.

Para que estos softwares se vuelvan más eficaces, sugieren los autores, deben:

  1. Incluir otras categorías mentales tales como el aburrimiento, interés, dolor y frustración.
  2. Revisar la teoría sobre la que se sustentan.
  3. Contemplar las variables e influencias contextuales.

Y tú, ¿te consideras un buen lector de emociones? ¡Cuéntanos tus experiencias! 🙂

 

*Fuentes:

Dupré D, Krumhuber EG, Küster D, McKeown GJ (2020) A performance comparison of eight commercially available automatic classifiers for facial affect recognition. PLoS ONE 15(4): e0231968. Copyright: © 2020 Dupré et al. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de Creative Commons Attribution License , que permite el uso, la distribución y la reproducción sin restricciones en cualquier medio, siempre que se acredite al autor original y a la fuente.

Softwares comerciales usados: CrowdEmotion’s FaceVideo, Emotient’s Facet, Microsoft’s Cognitive Services, MorphCast’s, EmotionalTracking, Neurodata Lab’s EmotionRecognition, VicarVison’s FaceReader and VisageTechnologies’ FaceAnalysis.

Las 5 fases emocionales del cambio: de la negación a la aceptación

Estas etapas suelen ir asociadas al duelo que experimentamos tras el fallecimiento de un ser querido. Así es, pero también las vivimos tras cualquier pérdida, puede ser la de un trabajo, o después de una ruptura sentimental, o ‘simplemente’ por un cambio drástico en nuestras vidas, tal y como nos sucede ahora por la crisis del coronavirus, en mayor o menor medida, debemos despedir un mundo tal y como lo conocíamos y adaptarnos a una nueva realidad.

Escultura: la madre del emigrante en Gijón. Fotografía: Pxfuel (Free for commercial use)

Escultura: la madre del emigrante en Gijón. Fotografía: Pxfuel (Free for commercial use)

No todos pasamos por estas 5 fases de forma definida, ni con la misma intensidad, ni siquiera con un orden determinado, pero sí que muchos de vosotros os veréis reconocidos en esta evolución de emociones y mediante este análisis normalizamos el tornado de sentimientos por el que vamos avanzando durante esta cuarentena.

La psiquiatra suizo-estadounidense, Elisabeth Kübler-Ross, definió en los años 70 estas 5 fases principales:

  1. Etapa cognitiva: negación. 
  2. Etapa emocional: miedo, ira.
  3. Negociación.
  4. Tristeza y culpa en algunos casos.
  5. Aceptación.

Al principio experimentamos una extraña sensación de irrealidad, nos decimos a nosotros mismos que «esto no puede estar pasando». Se trata de un mecanismo de defensa que suaviza el ‘golpe’, el cambio abrupto al que nos enfrentamos de repente y a mortiguar el sufrimiento.

Vamos tomando consciencia de la cruda realidad a través del tiempo y de la información, de los hechos concretos del día y entonces surgen las emociones. La ira y la frustración por no poder hacer nada, por no tener los medios para frenar o revertir la situación que no deseamos.

Proyectamos estos sentimientos en todas direcciones y centramos nuestra furia en la búsqueda de culpables, alguien que se responsabilice de nuestro sufrimiento.

También negociamos, es decir, fantaseamos con la idea de que se puede revertir o cambiar aquello por lo que estamos pasando. Es común preguntarse, ¿qué habría pasado si…? o pensar en estrategias que hubieran evitado el resultado final, como ¿y si hubiera hecho esto o lo otro?

Tras esta fase volvemos de nuevo al presente con la sensación de pérdida, nostalgia, o vacío, a echar de menos todo lo anterior, lo que hemos perdido, a tener que vivir sin ello. Nos sentimos melancólicos.

El dolor emocional va perdiendo su poder con el tiempo, poco a poco vamos volviendo a la normalidad. No es una etapa de felicidad repentina, pero vamos disfrutando de los momentos de nuestra nueva vida, de las recientes costumbres.

Aunque pueda parecer un tormento, realmente esta transformación emocional es esencial para que nuestro cerebro asimile las revoluciones propias de nuestro mundo.

Es incómodo aceptar una nueva situación, sin embargo es justo la aceptación la que pone a la persona en contacto con la realidad, te permite afrontar lo que verdaderamente está sucediendo, renunciando al pasado tal y como lo conocíamos y asumiendo que el presente es el que es y no podemos hacer nada.

La soledad no depende de la compañía

Por necesidad, deseada, impuesta, provocada, terrorífica, odiada, existencial… La soledad puede ser muchas cosas, una muy buena o muy mala compañera y lo importante no es si estás solo, sino si te sientes solo.

Los humanos somos seres sociales por naturaleza.

Fotografía con licencia Pixabay para uso libre

Fotografía con licencia Pixabay de uso libre

Nuestros antepasados cavernícolas pronto aprendieron que si convivían en grupos todo era más fácil, y sobre todo, aseguraban su supervivencia ante las amenazas externas. En grupo se hacían más fuertes, surgían mejores ideas entre todos, colaboraban y repartían las tareas más tediosas y se sentían mejor y más seguros.

Esa carga informativa se grabó en nuestro cerebro más primitivo y, aunque ahora el contexto sea muy diferente al de entonces, nos cuesta deshacernos de esa idea. Es difícil desmontar la creencia sobre que la soledad o sentirse solo es algo muy dramático.

Para muchos, la soledad es una elección personal, un estado donde nace la libertad real, la creatividad, la concentración y el bienestar.

Realmente la soledad no es sinónimo de problema, la clave está en lo que para ti signifique y cómo la afrontes, los pensamientos y mensajes que te diriges a ti mismo al verte en ese estado (que puede ser real o una percepción subjetiva).

Cuida el diálogo contigo mismo/a

Lo que genera miedo, ansiedad o tristeza es decirte a ti mismo: «Voy a estar toda la vida soltero», «me voy a morir sola», «nadie me quiere», «mis amigos no están cuando los necesito», etc. La ‘culpa’ no será de la soledad sino de esas ideas que te repites en bucle y que además son irreales.

Tu felicidad no puede depender de la compañía.

En modo alguno, no te lo permitas, primero porque la relación con tu compañero/a será dependiente y tóxica, ya pasas a necesitarlo no a elegirlo y a disfrutarlo, segundo porque si perdemos a esa persona perdemos el autoestima, nuestra seguridad, nuestra autonomía, nuestra felicidad en definitiva. Y todo ello no puede depender de algo o alguien externo a ti, a tu control.

Aprender a estar solo es sumamente necesario para poder crecer y madurar psicológicamente. Trata de reevaluar esta cuarentena, y ver el confinamiento impuesto como un buen momento para ello, como una oportunidad para reconducir nuestro diálogo interno.

Recibo muchos mensajes en los que me reconocen que ‘por fin estoy aprendiendo a estar solo‘. Todos podemos hacerlo, hazte consciente y toma medidas.

Eso no pasa por un total aislamiento del mundo, que tampoco es saludable, sino por encontrar el placer de estar con nosotros mismos, sin juzgarnos, cuidándonos como no lo haría nadie.

 

No es un mito, la falta de luz y sol nos causa una profunda tristeza

El aislamiento en casa y la falta de luz está provocando en muchas personas cambios en los ritmos naturales del organismo. Es natural, ocurre lo mismo en otras especies animales; la falta de sol y luz provoca una disminución general de las funciones metabólicas y muchos individuos se retirarían gustosos a hibernar.

Existe un término para este estado: trastorno afectivo estacional (TAE) o «depresión de invierno». Y es que cuanto más largo sea el período de luz, mayor el sentimiento de bienestar general. Tenemos más energía, nos sentimos más activos, más creativos y felices.

Una glándula en el cerebro que produce melatonina se encarga de controlar qué tan soñolientos nos sentimos. En la oscuridad nos hace sentir con sueño y cuando hay la luz matutina nos ayuda a despertar. Si se mantiene el aislamiento y la falta de luz y sol, la glándula actúa en consecuencia.

Y es que el sol es el mejor antidepresivo natural. Los largos inviernos propios de los países nórdicos, por ejemplo, causan mayores estados de melancolía e incluso de depresión. Con prácticamente la totalidad de días sometidos a una absoluta oscuridad, la tasa de suicidios es la más alta de todo el mundo.

Los síntomas de la falta de vitamina D incluyen dolores musculares, óseos, deterioro cognitivo en adultos mayores, asma severo en niños pequeños e infecciones debilitantes (respiratorias y estomacales).

Incluso un estudio científico publicado en la revista Nature ha demostrado que los ratones expuestos a cantidades de luz menores y más irregulares sufren depresión y experimentan problemas de aprendizaje.

Otros estudios realizados en China concluyen que una exposición moderada a los rayos solares mejora los comportamientos neurológicos diarios, como el estado de ánimo, el aprendizaje y la memoria.

Estamos recluidos en casa para evitar el contagio del dichoso coronavirus, no podemos evitar esta carencia pero hay formas de contrarrestar está tendencia al sendentarismo, sueño e inactividad que nuestro cerebro nos provoca de manera irremediable.

Programate el día, mantén tu ritmo habitual de horas de sueño, haz ejercicio en casa, baila, canta, escucha música, haced muchas videollamadas y seguid la recomendación de mi compañero César Javier Palacios: La ventana indiscreta nos da alas.