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La sobria acogida de Zelenski a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez ha viajado a Ucrania junto a la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, para reunirse con Volodomir Zelenski.

Antes de la reunión, ambos han podido ser testigos del horror de la guerra visitando poblaciones destruidas y su comunicación no verbal, expresiones faciales, actitud y gestualidad daban cuenta de ello.

En las imágenes aparecen cabizbajos, sorprendidos y conmovidos ante la desolación del escenario.

El esperado encuentro con el líder ucraniano Volodomir Zelenski ha estado marcado por la solemnidad del momento, el saludo ha sido muy formal y austero, con un frugal apretón de manos y un Pedro Sánchez más sonriente que Zelenski.

Zelenski ya ha recibido a más líderes europeos y se ha mostrado con anterioridad más efusivo y cálido en estos encuentros, como por ejemplo, con Úrsula Von Der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea.

En esta ocasión no ha sido así, podemos ver la diferencia en el saludo.

Zelenski y Von der Leyen/EFE

A pesar de la sonrisa (quizás, excesiva por contexto) del Presidente español, éste no ha forzado gestos cómplices ni afectuosos y optó por una actitud más pasiva y expectante.

Al principio parece que Zelenski tenía mayor tendencia a dirigirse a la ministra danesa, su mirada, sus gestos y la dirección de su conversación se orientaban más a ella que a Sánchez, una vez sentados en la mesa de reunión el contacto se ha equilibrado entre ambos.

Finalmente, en la rueda de prensa, Pedro Sánchez ha leído íntegro su discurso sin prácticamente levantar la cabeza del papel, por lo que nos perdemos todo el contenido emocional de sus palabras y no consigue transmitir ni crear impacto en su audiencia.

 

Las reacciones no verbales más impactantes en la ‘aprobación’ de la Reforma Laboral

Si no sabes de qué va la caótica votación en el Congreso, mis compañeros han recopilado una excelente reconstrucción de la, por ahora, aprobada Reforma Laboral.

Fotografía Agencia EFE

Lo cierto es que la situación fue surrealista y de ahí que la comunicación no verbal que manifestaron los protagonistas fuera tan llamativa. En situaciones de alto impacto emocional, el comportamiento se torna mucho más exagerado y espontáneo, en definitiva, más descontrolado.

Captura de pantalla

Para mí, este es el fotograma más representativo de lo que sucedió. Nadia Calviño suele ser una persona bastante comedida en gestos, posturas y expresiones faciales, y verla en ese estado de tensión, incredulidad y posterior celebración… No tiene precio!

Literal se lleva las manos a la cabeza, tal y como hizo Rafael Nadal cuando ganó el Grand Slam hace pocos días, utiliza ese gesto para regular un fuerte estado interno, para gestionar ‘su hazaña’ y el triunfo, tras unos minutos de confusión e incredulidad (que conste que para nada comparo el logro conseguido, solo la reacción corporal, cada uno en lo suyo).

La captura de este instante concreto da buena cuenta de la ansiedad real del momento.

Algo que contrasta con un siempre comedido Pedro Sánchez, a quien parece que nada le desestabiliza, ni siquiera este ‘susto’ le hizo perder la calma y todavía utilizó gestos apaciguadores hacia el nerviosismo de Calviño y Yolanda Díaz.

Igualmente me sorprende la falta de reactividad de Pablo Casado, ni se inmuta, no sé si no entiende nada y por ello se mantiene cauto en su conducta y no sabe cómo reaccionar, o que simplemente se manifiesta impasible en un sentido u en otro.

Para acabar con un toque de ‘humor no verbal‘, cuando vi las reacciones de ayer en el Congreso no pude evitar acordarme de…

Pedro Sánchez reaparece: su sonrisa le acompaña pero su fisiología le traiciona

Pedro Sánchez reaparece en los medios de comunicación con una acelerada entrevista realizada en Moncloa y emitida en Televisión Española.

Pedro Sánchez con el gesto de manos en ojiva.

Pedro Sánchez con el gesto de manos en ojiva.

El Presidente del Gobierno esperaba los temas a tratar, básicamente: precio de la luz, economía y Cataluña. La preparación se transmite por la falta de sorpresa, duda o titubeo ante las preguntas, de hecho, no esperaba ni a escuchar el planteamiento del periodista, sino que rápidamente soltaba el discurso de corrido, más que una entrevista parecía una comparecencia sin más, con la información bien estudiada.

El gesto que más ha transcendido, y muchos de vosotros ya lo habéis observado, ha sido el de las manos en ojiva, es decir, se juntan las yemas de los dedos y se forma un triángulo con ambas manos tal y como se aprecia en la imagen anterior.

Este gesto es bastante común en la clase política a nivel mundial, muy utilizado por Merkel también, por ejemplo. En ella ya se trata de un signo de identidad y casi podría considerarse su postura estática en las apariciones públicas.

Ya sabemos que la gestualidad debe interpretarse según el contexto concreto, pero, en general, este ademán simboliza autoridad y autoconfianza con cierto toque de superioridad.

Pero a mí particularmente lo que más me ha llamado la atención es, por un lado, la ausencia de emociones negativas en su rostro, no se aprecian microexpresiones ni de ira, ni asco, ni desprecio, salvo alguna de intensidad leve cuando se refiere a Casado y a su falta de apoyo, y por otro lado, observar continuamente la sonrisa en su rostro.

Daba casi igual el tema que se tratara, por controvertido que fuera Sánchez respondía con una sonrisa perpetua, hasta cuando escuchaba las críticas directas de Aragonés o de otras intervenciones, las recibía con una amplia y mantenida sonrisa. Se trata de una estrategia muy acertada para proyectar optimismo, positividad y falta de preocupación o severidad en los temas más críticos.

Su aparente felicidad y tranquilidad solo se han visto traicionadas por la incontrolable fisiología, y es que acabó sudando la gota gorda, literalmente, los brillos más que notables de su rostro delataron su incomodidad y tensión interna hacia el final de la entrevista.

Cuando aparecen los nervios y la ansiedad se activa el sistema de alerta, aumenta la temperatura corporal y el organismo la regula mediante la producción de sudor (descartamos el posible calor ambiental si observamos al impoluto presentador que le acompañaba en la sala).

Y es que al final… la procesión va por dentro.

*Os recuerdo que estaré en la Feria del Libro de Madrid:

 

 

El sorprendente lapsus de Pedro Sánchez

Hace poco detectamos el lapsus de María Jesús Montero al anunciar la bajada del IVA de las mascarillas, ahora es Pedro Sánchez quien ha cometido un tropiezo verbal bastante impactante, que no pasó desapercibido en redes sociales y que trascendió por lo llamativo del desliz.

Pedro Sánchez. / EFE

Pedro Sánchez. / EFE

Y es que justo en el momento que intentaba eludir una pregunta sobre el pacto de su Gobierno con EH Bildu, sustituye el «Congreso de los diputados» por el «Congresos de los dictadores».

Los lapsus linguae suelen producirse como un error inconsciente al hablar en el que aflora el pensamiento real de la persona. A veces no tienen mayor relevancia, pero en algunas ocasiones, las palabras resultantes son susceptibles de tener en cuenta por la relevancia y oportunidad de su significado.

En el libro Psicopatología de la vida cotidiana, se explican estas equivocaciones como la revelación involuntaria de una palabra inhibida -por lo general, de alto contenido erótico o de gran impacto emocional- que desfigura el lenguaje políticamente correcto que la persona quiere utilizar.

Ahí lo dejamos 🙂

El intenso rechazo y desprecio de Casado a Abascal en la moción de censura #ComunicacionNoVerbal

El discurso de Pablo Casado era uno de los más esperados en la moción de censura iniciada por Vox. Después de sus palabras ya no cabe duda sobre su posición, lo que no sé si se esperaban en las quinielas eran las palabras tan brutales que le ha dirigido directamente a Santiago Abascal, y éstas han estado acompañadas por un lenguaje corporal igual de recio e intenso.

Fotografía EFE / Mariscal

Fotografía EFE / Mariscal

A los pocos minutos de iniciar su turno en el atril ya ha dibujado en su rostro dos emociones muy significativas y elocuentes hacia el líder de Vox: asco y desprecio. Descritas con el pliegue nasolabial mientras se dirigía a él y por la elevación unilateral de las comisuras labiales.

Dos gestos que significan un profundo rechazo y superioridad moral e intelectual hacia a quien va destinado. No solo ha expresado estas emociones en este momento, a continuación las repitió una decena de veces, siempre enfocadas en Abascal.

Su tono ha sido bronco y vehemente, utilizando silencios para enfatizar sus duras palabras, las pronunciaba con convicción, sintiendo cada una de ellas y se hacía palpable que se regodeaba en su crítica, paladeaba cada reproche.

El momento no verbal más intenso ha sido cuando planteaba si Abascal estaría capacitado para gobernar, autoresponde de forma muy dura y tajante: «La respuesta es NO».

Ese NO retumbó pausado pero con voz muy alta en la cámara, con mirada directa al líder de Vox y acompañado de un silencio antes y después de ese «NO». Sin duda la palabra protagonista de toda su intervención.

Otro momento interesante se produce cuando Casado le reprocha que esta moción de censura solo reforzará a Sánchez, en ese mismo instante la cámara se centra en Pedro Sánchez, a quien se le puede intuir una sonrisa bajo la mascarilla que intenta ocultar cabizbajo pero que a su vez no puede evitar, parece que reconociendo y disfrutando la negación de Casado.

La ‘aplausitis’ toma protagonismo en la política española

La bienvenida triunfal a Pedro Sánchez tras el pacto de Bruselas ha estado protagonizada por un pasillo con sonoros vítores, aplausos y miradas de complicidad por parte de sus Ministros. Una reacción llamativa, y hasta ahora poco habitual, en la imagen política de nuestro país.

Pero es que la escena no es aislada y el aplauso intenso e interminable se volvió a repetir ayer, justo antes de comenzar la sesión de control al Gobierno en la entrada de Sánchez al hemiciclo.

Existe una expresión, en el lenguaje coloquial de los cofrades y apasionados de la Semana Santa, conocida como ‘aplausitis petalae‘, no logro averiguar la procedencia del término (espero que alguien me pueda iluminar), pero se utiliza para definir en las procesiones al comportamiento de algunos de los asistentes que recrean un ambiente folclórico cuando no toca, escandaloso, distorsionado y exagerado, en el que se grita, se hacen aspavientos y se aplaude de forma ferviente ante el paso religioso, una moda que nada gusta a los creyentes más puristas, quienes mantienen una actitud humilde, con recogimiento y respeto.

El contexto es bien diferente, pero tras lo sucedido en nuestro país y en el mundo, la consideración debería ser similar, no hay muchos motivos para batir las palmas, de hacer ruido cuando se necesita silencio, razón y reflexión.

LA PSICOLOGÍA DEL APLAUSO

Un revolucionario estudio sueco, publicado en el Journal of the Royal Society Interface, determinó que la duración o intensidad de los aplausos no tienen por qué ser prueba de la calidad de una determinada actuación. El aplauso estaría determinado por el comportamiento deliberado o no de un grupo ante la influencia o presión de la mayoría y no por la satisfacción real propia, se trata de un contagio social que trata de agradar y dar protagonismo (merecido o no) al receptor de la ovación.

En comunicación no verbal, el aplauso se entiende como la necesidad humana de expresar una opinión visible de aprobación. Pero la política es un mundo aparte en el que casi todo se corrompe, ellos reciben el elogio del aplauso normalmente como muestra de apoyo clásico o acción multiplicadora, no de aceptación o respuesta emocional sincera.

Los aplausos en política se han convertido en un cliché muy socorrido, que ya forman parte del argot del mitin político. Ya no significan nada, solo una infantil estrategia de marketing y publicidad que intenta endulzar la imagen del político de turno, recrear un momento optimista, a pesar de que sea más o menos apropiado, de que se merezca o no, de que no proceda en el contexto.

En política se aplaude a pesar de todo.

 

 

 

 

Análisis no verbal del: «¡Viva el 8M!» de Pedro Sánchez

En la sesión plenaria del Congreso de ayer, de nuevo, los reproches entre partidos continuaban. Y como no puede ser de otra manera, la controvertida celebración de la marcha feminista del pasado 8 de marzo continúa siendo el centro de las críticas al Gobierno.

Fotografía EFE

Fotografía EFE

(Aquí vídeo) Pedro Sánchez responde entonces con un reivindicativo: «Lo digo alto y claro: ¡Viva el 8 de marzo!»

Resulta que con su comunicación no verbal no lo dice ni alto, ni tampoco claro.

Su lenguaje corporal al inicio de la frase es coherente al enérgico mensaje: levanta la mirada, su rostro se torna severo, con ciertos visos de ira, en este caso, asociada a la trascendencia de lo que va a decir a continuación. Sacude fuerte el brazo para marcar contundente el «alto y claro».

Pero finalmente, no sube la voz, de hecho, la baja sutilmente y lo que es más sorprendente, por la incoherencia con el momento, desciende la mirada y agacha la cabeza. No sostiene así la intensidad y convicción en lo que pronuncia con sus palabras. Rompe totalmente el culmen de su protesta.

Parece que hubiera algún estímulo que internamente (idea, pensamiento, recuerdo, emoción) interrumpe el disfrute emocional de tal afirmación, podemos hipotetizar sobre que es consciente de la polémica que despertará tal proclamación, arrepentimiento, culpa, vergüenza

Desde luego, lo que no vemos es orgullo, este sí sería un gesto esperado asociado a sus palabras, definido con una mirada intensa al frente, cabeza alta y postura expansiva.

De ser así, este instante hubiera quedado para la posteridad, pero tal y como lo expresó ayer, proyecta falta de convicción.

 

Análisis no verbal: Pedro Sánchez coge aire

Algunos de vosotros habéis apreciado con excepcional criterio que Pedro Sánchez ha alterado su patrón normal de respiración en las últimas comparecencias y que además, ejecuta un gesto repetido cuando debe afrontar alguna explicación controvertida o dar respuesta a alguna pregunta complicada, se trata de una leve sacudida corporal acompañada de una intensa inspiración.

Pedro Sánchez durante la rueda de prensa. EFE

Pedro Sánchez durante la rueda de prensa. EFE

Analizando la última comparecencia del pasado sábado podemos observar que confluyen tres circunstancias que sustentan la razón de este gesto.

En primer lugar, una muy simple: la cercanía de los micrófonos. El atril soporta dos micrófonos muy altos que recogen el sonido perfectamente, pero al tenerlos tan cerca y resultar tan nítidos, absorben también el ruido de la respiración, esto es muy molesto para el espectador y hace que perdamos la atención en el mensaje, funciona a modo de distractor y nos desconectan del discurso verbal.

En segundo lugar: Pedro Sánchez está muy cansado. El rostro que ya viene presentando en las últimas semanas da cuenta de su agotamiento, tanto la voz como las emociones se producen muy fatigadas. Cuando estamos agotados la respiración se vuelve mucho más intensa y sonora (a veces incluso se traduce en el conocido bostezo).

Esta respiración profunda es algo así como el sistema de ventilación de nuestro procesador central, una inyección de aire nuevo que permite al cerebro mantener el estado de alerta y un funcionamiento óptimo cuando cree que más lo necesita. 

Además, según un reciente estudio de la Universidad de Pisa, el bostezo o las inspiraciones profundas no solo se asocian con la fatiga, también lo hacen con estados de ansiedad y cuando nos sentimos amenazados, de  esta manera, también se relaciona con la necesidad de aumentar los niveles de atención.

Una explicación que también refuerza con su comunicación no verbal, ya que se observa una fuerte carga cognitiva, es decir, una muy alta concentración en lo que está diciendo, y que se traduce en un descenso notable de la gestualidad corporal (menos ilustradores con las manos, por ejemplo, que dibujen a sus palabras), en un discurso más errático y poco fluido (repleto de rectificaciones, que no suelen ser habituales en él) y en una ralentizada velocidad del habla.

Por último, ese sutil sobresalto corporal antes de responder o pronunciar un contenido verbal, complejo o que se sabe polémico, se asocia a una especie de preparación del organismo para la acción, un calentamiento antes de ‘soltar’ la cuestión crítica, con un ‘allá voy’.

Coronavirus: la nueva estrategia de comunicación política de Pedro Sánchez

Desde el principio de esta pandemia por Covid-19, Pedro Sánchez ya manifestaba alguna referencia a que esta situación se trataba de una guerra. En su última comparecencia en la tarde de ayer, directamente ya hablaba continuamente como el General que lidera un gran ejército y quiere motivar el ardor del guerrero para incentivar la lucha y el sacrificio de los combatientes.

No exagero, a continuación os dejo un vídeo con los cortes belicistas de su discurso (autor del vídeo: J.L Martín Ovejero):

No ha sido el único presidente que ha utilizado esta estrategia política. «Estamos en guerra». Seis veces durante su discurso (el 12 de marzo), Emmanuel Macron utilizó la misma expresión tratando de tomar un tono marcial.

¿Cuál es el objetivo de adoptar este tono bélico en sus discursos políticos?

Por un lado, alentar el trabajo de los sanitarios y profesiones relacionadas, personas anímicamente destruidas tras los esfuerzos poco recompensados y protegidos.

Además de asegurar el mantenimiento del confinamiento del resto de la población. Palabra que por cierto evitan utilizar a toda costa.

Por otro lado, para tratar de conseguir una unión nacional frente a solo un enemigo común, el virus.

El objetivo es que la gente deje atrás la crítica sobre la gestión de los políticos, las medidas tardías, contradictorias y la búsqueda de culpables. Es un magistral desvío de la atención hacia solo un foco.

Tal y como analiza también mi compañero José Luis Martín Ovejero en su blog de comunicación: «Es un clásico de la estrategia política, buscar un enemigo común fuera para desviar la atención de los problemas internos. En el momento actual, se trataría de que la ciudadanía mirase más al virus que al gobierno.»

En palabras del periodista Carlos Alsina: «Esto no es una guerra, es una pandemia, no tenemos ‘armas’ para combatir el virus porque no hay tratamiento que nos lo permita. La única guerra es la que libra el sistema inmunológico de cada uno. A una epidemia se sobrevive, no se la doblega.»

No habrá día de la victoria, ni desfiles por las avenidas. No es más que un mensaje anacrónico que distorsiona a lo que nos enfrentamos.

No queremos héroes en el frente, queremos que nuestros sanitarios estén protegidos.  No somos soldados, somos ciudadanos y no podemos ser gobernados como en tiempos de guerra, no tendría sentido.

Aquí os dejo dos artículos de opinión que hablan más extensamente de este recurso bélico de la comunicación que adoptan algunos de nuestros políticos:

No, no estamos en guerra. Estamos en una pandemia. Eso es más que suficiente. – Basta!

Es una epidemia, no una guerra. – Las Provincias.

La comunicación no verbal de Iglesias y Garzón protagonista en el acto de posesión del cargo

Esta mañana, los ministros del nuevo gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza, han tenido que prometer el cargo ante el Rey Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela, no ha habido grandes sorpresas y el protocolo se ha seguido con naturalidad por parte de todos.

Pero era una buena oportunidad para enviar mensajes sin palabras; al menos, así lo han considerado Pablo Iglesias, el nuevo vicepresidente, y Alberto Garzón, nuevo ministro de Consumo, que no han querido desaprovechar la ocasión para mostrar su aparente espíritu reivindicativo y rebeldía.

Y digo bien ‘aparente’ porque lo han hecho a través del canal de la apariencia, mediante dos símbolos: un pin en la solapa y la ausencia de corbata. Ambos emblemas les hacían únicos y demarcados del resto de los presentes.

El significado del triángulo rojo invertido en las chaquetas no ha pasado inadvertido y ha trascendido de inmediato a la prensa, lo recogen ya mis compañeros en este mismo medio. Un símbolo nazi que ahora se identifica con la lucha antifascista (toda una declaración de intenciones en cuanto a sus objetivos).

Ambos han sido fieles a su indumentaria informal, renuncian a guardar ‘las apariencias’ ni siquiera ante el Rey, proyectando así el mensaje de que la expresión personal tiene que ‘destronar’ a la identidad corporativa, que ya la individualidad es superior a la institución. En general, los políticos prescinden de la corbata para parecer más accesibles, cercanos, alejados de la imagen tradicional y burguesa de la política clásica, pero ojo, que esto no quiere decir que lo sean.

Por último, me sigue llamando la atención la moderación recientemente adoptada en los discursos de Pablo Iglesias, hoy de nuevo en su comparecencia tras la toma de posesión de su vicepresidencia, habla ante los medios con un estilo comunicativo que pareciera impensable en él tan solo un par de años atrás.

En el pasado, su forma de hablar guardaba una innegable semejanza con los discursos más revolucionarios característicos de países latinoamericanos, tanto en el tono, como en los gestos, como en sus expresiones faciales; era fuerte, enérgico, vehemente en su semblante, intenso e imponente con su ceño fruncido, rápido y ‘agresivo’ en los movimientos corporales.

Ahora directamente parece otra persona y a mí no me deja de fascinar el cambio, me hipnotiza, asombra y descoloca a parte iguales.

Fijaos en su tempo en el discurso, es lento, delicado, aséptico en sus emociones, con mirada profunda, con cierta tristeza en la triangulación de las cejas, postura estática y apocada, adoptando una actitud tímida y casi sermonaria. En el gesto se aprecia frecuentemente el cabeceo lateral, su significado ya lo analizamos también en el cambio de comunicación de Anna Gabriel desde Suiza, un gesto que, según las últimas investigaciones, se asocia directamente con la afiliación, la sumisión, cierto grado de victimismo y desprotección. 

¡Estoy deseando leer también vuestras opiniones! El tema da para mucho… 🙂