Archivo de diciembre, 2022

La ‘papitis’ también existe, a pesar de la RAE

La ‘papitis’ también existe, aunque a la RAE le haya dado solo por incorporar el concepto de ‘mamitis’.

Fotografía con licencia CCO

Fotografía con licencia CCO

Además, definen a la ‘mamitis’ como un «apego y necesidad excesiva de la madre». Considero que le dan un significado muy breve y simplista que no hace justicia a la importancia del concepto.

Tanto la ‘mamitis’ como la ‘papitis’ no son un trastorno ni una enfermedad, son comportamientos totalmente normales que se suceden en el desarrollo de los bebés y niños.

Los bebés forman un vínculo de apego con sus cuidadores y a partir de los 7 meses de vida desarrollan lo que se conoce como ‘ansiedad por separación’, es decir, se ven inseguros y temerosos si su figura de referencia desaparece porque no saben si va a volver o no y se sienten desamparados con personas extrañas.

Es cierto que la tendencia mayoritaria, en un principio, es que el vínculo de apego más fuerte lo tengan con la mamá, por razones obvias, biológicas y lógicas.

Las madres disponemos de 9 meses de ventaja creando ese vínculo con el bebé ya en nuestro vientre. Para ellos somos su todo, su refugio, su calor, su alimento y su protección… No se trata de «una necesidad excesiva de la madre» (como dice la RAE), hablamos de puro instinto de supervivencia.

A veces, por diferentes circunstancias, esa unión más se crea con el papá desde el nacimiento, con la abuela o la cuidadora, y está bien. Pero sobre todo, conforme el bebé crece va transitando diferentes etapas en las que el vínculo es cíclico y de repente prefieren a papá y a las semanas prefieren de nuevo a mamá.

Para ellos es importante tener por fin cierto control, se dan cuenta de que pueden elegir, preferir… porque son acciones que refuerzan su capacidad de decisión, de expresar sus deseos y salvaguardar su seguridad, quieren rodearse de certeza y según su momento pueden cambiar a voluntad.

Con el tiempo, van comprobando que pueden confiar en sus progenitores y que ya no tienen una razón de peso para elegir, simplemente les gusta más jugar con mamá, la hora del baño con papá, bailar con la abuela y contar chistes con el tío, ya sus preferencias se relacionan más con el tipo de actividad que con el tipo de apego.

Las palabras son importantes, el lenguaje también tiene la capacidad de crear realidad, elijamos bien los conceptos y significados que queremos incorporar en nuestro día a día. Ya metieron la pata definiendo al amor, tenemos que darle una vuelta a esto del diccionario!

 

¿Viajar y felicidad? La ciencia responde

A casi todos nos encanta viajar, sentimos furor, entusiasmo, ilusión y nos generamos unas altas expectativas sobre esos días idílicos de vacaciones. Viajar es una de las acciones más deseadas por todos según las estadísticas pero ¿qué tanta felicidad nos produce?
Fotografía CCO

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El Dr. Jeroen Nawijn de la Facultad de Ciencias Sociales de Rotterdam (Holanda) se planteó comprobar si viajar correlaciona directamente con personas más felices; todos podríamos adivinar que sí, pero hay matices importantes que descubrieron en su estudio, realizado con una muestra holandesa importante (1.530 sujetos).
Por un lado, confirmó previsiblemente que: «Las personas que viajan frecuentemente son más felices».
Pero, en general, no hay diferencias significativas entre la felicidad que muestran las personas al volver del viaje de las personas que no se fueron de vacaciones. Solo cuando el viaje implicaba un grado intenso de relajación y desconexión, solo en esa circunstancia, sí que había valores indicativos de mayor alegría al regreso.
La clave entonces parece estar en el momento previo al viaje. Esa fase anterior es la que realmente produce una felicidad significativa en los viajaros, porque pensamos que por fin estamos resolviendo una ansiada ‘necesidad’, que estamos cumpliendo con nuestras expectativas, que se acerca ‘nuestro momento’ y que posiblemente percibamos una clara ventaja social si nos comparamos con el resto.
Por tanto y según las conclusiones del estudio: Planear las vacaciones es lo que nos provoca ese grado más elevado de felicidad, no el viaje en sí, debido a la ilusión anticipatoria de los días maravillosos que vamos a disfrutar en un futuro próximo.

La relación de nuestro físico con la felicidad

La apariencia importa, nuestro físico nos condiciona y esto es una realidad social innegable. Nuestro aspecto interviene como variable importante en la búsqueda de trabajo, en el salario, en un proceso de negociación, al hablar en público o en las relaciones íntimas/pareja.

Fotografía CCO

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Existen miles de estudios que indican el impacto de las primeras impresiones a través del físico y el efecto halo que conlleva en diversas situaciones sociales. Pero también el auto-concepto físico influye en nuestra percepción sobre nuestro estado anímico y salud mental.

Por ejemplo, una investigación conectó directamente la autoimagen con la autoestima. Los autores de Chapman University estudiaron los factores psicológicos  relacionados con la satisfacción de la propia apariencia y el peso corporal de una muestra estadounidense.

Y una de las principales conclusiones del estudio es que: el modo en el que valoramos la propia apariencia guarda una relación muy estrecha con la satisfacción ante la propia trayectoria vital, con nuestra felicidad.

Sin una diferencia significativa de género. Puede que creamos que las mujeres sufrimos más por nuestro aspecto, pero parece que al menos en la sociedad occidental es una preocupación generalizada en la población, tanto masculina como femenina.

«Los resultados de este estudio muestran que las personas que manifiestan mayor insatisfacción con el propio peso muestran: niveles más bajos de autoestima e insatisfacción con la vida sexual, puntuaciones más altas en introversión, neuroticismo, ansiedad y miedo al rechazo social«.

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