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¿Viajar y felicidad? La ciencia responde

A casi todos nos encanta viajar, sentimos furor, entusiasmo, ilusión y nos generamos unas altas expectativas sobre esos días idílicos de vacaciones. Viajar es una de las acciones más deseadas por todos según las estadísticas pero ¿qué tanta felicidad nos produce?
Fotografía CCO

Fotografía CCO

El Dr. Jeroen Nawijn de la Facultad de Ciencias Sociales de Rotterdam (Holanda) se planteó comprobar si viajar correlaciona directamente con personas más felices; todos podríamos adivinar que sí, pero hay matices importantes que descubrieron en su estudio, realizado con una muestra holandesa importante (1.530 sujetos).
Por un lado, confirmó previsiblemente que: «Las personas que viajan frecuentemente son más felices».
Pero, en general, no hay diferencias significativas entre la felicidad que muestran las personas al volver del viaje de las personas que no se fueron de vacaciones. Solo cuando el viaje implicaba un grado intenso de relajación y desconexión, solo en esa circunstancia, sí que había valores indicativos de mayor alegría al regreso.
La clave entonces parece estar en el momento previo al viaje. Esa fase anterior es la que realmente produce una felicidad significativa en los viajaros, porque pensamos que por fin estamos resolviendo una ansiada ‘necesidad’, que estamos cumpliendo con nuestras expectativas, que se acerca ‘nuestro momento’ y que posiblemente percibamos una clara ventaja social si nos comparamos con el resto.
Por tanto y según las conclusiones del estudio: Planear las vacaciones es lo que nos provoca ese grado más elevado de felicidad, no el viaje en sí, debido a la ilusión anticipatoria de los días maravillosos que vamos a disfrutar en un futuro próximo.

La comunicación no verbal de un ganador: Rafa Nadal

Los momentos de alta intensidad emocional son los que realmente pueden despertar a nuestro comportamiento no verbal más instintivo y primitivo.

No hay tiempo para la preparación ni para el control, los gestos explotan con la ebullición del instante. Nuestro cerebro necesita soltar la alta tensión que provocan las emociones tan potentes y así lo hizo Rafa Nadal al ganar su 21 Grand Slam.

Fotografía Europa Press

La secuencia no verbal de su victoria en el Open de Australia es magnética. Imposible no contagiarnos de su euforia; y de eso trata la comunicación no verbal, (principalmente) de transmitir y llegar a los demás, para lo bueno y lo malo.

Vemos como su primera reacción es taparse la boca con las dos manos, este gesto surge en un contexto de ‘superación emocional’, es tan intenso lo que experimenta Rafa Nadal en ese momento, que el cuerpo intenta gestionar esta exaltación con una conducta que trate de regular ese estado interno.

Nos puede venir a la mente el gesto que hace un niño cuando se tapa la boca ante algo inédito, una palabrota, sorprendidos por lo que han visto o escuchado. Escandalizado es la palabra, consternado, en este caso por la conquista, por ganar.

A continuación, Nadal pone sus brazos en jarra, se trata de una postura expansiva, poderosa, dominante, que proyecta seguridad y confianza en uno mismo, es un «aquí estoy yo», «lo he logrado».

Mientras tanto, ejecuta la que creo que puede ser una de las sonrisas más exultantes que he visto. Observamos incluso cómo su cara se transforma, deformándose completamente por la amplitud de las comisuras labiales y las arrugas tan intensas, las cuales dan cuenta de la acción muscular relacionada con esta expresión facial.

 

Tras abrazar al oponente con humildad y reconocimiento, se dirige al público y ahora sí, puños cerrados con fuerza, la rabia del éxito, la filtración de la energía a través de los gestos con las manos, suelta su fiereza a través del cuerpo, se libera.

 

Por último, el gesto de la victoria, vemos cómo el tenista estira los brazos hacia arriba para transmitir su triunfo, según los estudios, una conducta universal y muy arraigada en el ser humano.

 

 

El motivo por el que nos resulta extraña la felicitación de Navidad de los Reyes

Este año la felicitación navideña oficial emitida por Casa Real ha vuelto a incluir a sus cuatro miembros, el Rey Felipe posa junto a Letizia y sus dos hijas, aparentemente proyectando una imagen idílica de felicidad y buenos deseos para estas fiestas.


Fotografía oficial con la que los reyes de España y sus hijas felicitan la Navidad de 2021.
CASA REAL

Entonces, ¿por qué nos resulta extraña?

La fotografía no pasó desapercibida y se viralizó en redes sociales con comentarios como: «Me dan miedo», «No sé por qué pero qué horror», «Las caras de falsedad se ven a leguas».

Analizando la imagen podemos poner nombre a aquello que nos produce una sensación contrariada. Hay varios motivos realmente:

Como primer detalle, las posturas no son acertadas, las niñas ocupan el primer plano sentadas y sus padres aparecen tras ellas de pie sosteniéndolas, pero da la sensación de que ambos progenitores están abalanzándose sobre ellas porque, sobre todo, el Rey Felipe está muy inclinado hacia delante.

Al final, en lugar de proyectar que se mantienen en un segundo plano sin protagonismo, transmiten más dominancia, un marcaje corporal de territorio y este hecho se potencia además con las «sonrisas» de los Reyes.

Los cuatro sonríen con un gesto social, no es una alegría sentida en el momento, todos lo hacemos, sonreímos para la foto, y en las niñas queda muy bien, ambas aparecen con un rostro dulce y agradable.

Sin embargo, en el Rey quedó una expresión facial extraña, porque baja las cejas, frunce un poco el ceño, enseña los dientes pero no eleva las comisuras de la boca, por tanto, evoca más un gesto de enfado y agresividad, que una expresión supuestamente alegre.

En la Reina Letizia el problema está claro, el bótox. Tiene paralizado completamente el tercio superior del rostro, bloqueando cualquier acción muscular de los ojos y la frente, por lo que no transmite emoción alguna. Solo le vemos la sonrisa y este hecho tampoco es lo natural.

Nuestro cerebro detecta estas incongruencias y desconfía de esas expresiones.

Y ahora sí, Feliz Navidad a tod@s!! 🙂

 

Tú también puedes fingir la famosa sonrisa «genuina» de Duchenne

Los psicólogos y estudiosos de la comunicación no verbal nos hemos ‘criado’ dando por hecho que existía una sonrisa verdadera y otra falsa, que podrían discernirse de forma inequívoca a partir del análisis de la expresión facial de la alegría, examinando el tipo de sonrisa.

Licencia CCO

El ‘truco’ estaba en no solo fijarnos en el gesto de la boca, está claro que sonreímos siempre que elevemos las comisuras labiales, pero para comprobar que esa expresión era genuina, espontánea, no fingida y producto de una felicidad sincera, teníamos que fijarnos en si se producían las conocidas como ‘patas de gallo’ alrededor de los ojos; si hay arrugas, hay activación muscular, y por tanto era una sonrisa verdadera, una sonrisa Duchenne.

Esta sonrisa lleva el nombre de un médico francés, muy aficionado a los electrodos, que descubrió en sus experimentos del rostro humano (mediante activación electo-estimulada) que supuestamente la activación de los músculos orbicularis del ojo, responsables de que se entrecierren elevando las mejillas, no está bajo control voluntario, a diferencia del músculo cigomático mayor que eleva los extremos de la boca, que sí que responde a voluntad.

Pero ya en el año 2009 surgieron las primeras dudas sobre esta teoría, los autores Krumhuber y Manstead pusieron las sonrisas Duchenne a prueba y descubrieron que se producían con la misma frecuencia cuando los participantes fingían estar divirtiéndose que cuando se lo pasaban bien realmente.

Años después, un equipo de investigadores dirigido por Sarah Gunnery ha proporcionado más evidencia que socava las creencias tradicionales de que las sonrisas de Duchenne son un signo 100% confiable de una verdadera emoción positiva.

96 personas (hombres y mujeres) posaron ante una cámara interpretando emociones positivas genuinas (tras conocer una buena calificación en un examen) y emociones positivas falsas (sonreír en respuesta a un regalo que no gustó).

Dos codificadores experimentados calificaron el 28% de las sonrisas como sonrisas de Duchenne, con la característica arruga alrededor de los ojos.

Cuando la muestra no experta calificó estas sonrisas, tendieron a decir que las sonrisas de Duchenne eran más genuinas, pero esto se debía en gran parte a que el arrugamiento de los ojos tendía a ir de la mano con una sonrisa más expresiva e intensa con la boca.

A continuación, a los participantes se les presentó una fotografía de una persona que mostraba una sonrisa de Duchenne y otra que mostraba una sonrisa «falsa» sin arrugas en los ojos, y su tarea era imitar a ambas. El 71% imitó con éxito la sonrisa de Duchenne y el 69% imitó con éxito la sonrisa falsa.

Estos resultados destruyeron el mito de que es imposible fingir la sonrisa «genuina» de Duchenne. También insinúan que esta es una habilidad que varía de persona a persona.

Una debilidad del estudio es su dependencia en todo momento de la emoción escenificada. Si bien la evidencia es clara de que muchas personas pueden falsificar el Duchenne en condiciones neutrales (aunque imaginando escenarios emocionales), no sabemos todavía qué tan fácil es para las personas hacer esto en condiciones en las que realmente están experimentando emociones negativas.

Los hallazgos del presente estudio refuerzan el argumento de que las personas pueden activar voluntariamente el músculo que levanta las mejillas y poner una sonrisa de Duchenne”, concluyeron Gunnery y su equipo.

«Las investigaciones futuras investigarán más a fondo las diferencias individuales y utilizarán resultados de comportamiento para medir las similitudes en las personas que producen deliberadamente la sonrisa de Duchenne».

En palabras del psicólogo experto en comunicación no verbal Alan Crawley: Es hora de dejar atrás algunas ideas preconcebidas, en este caso, de que podamos saber a ciencia cierta si una sonrisa es verdadera o falsa solo con ver la apariencia de una sonrisa.

La gente que se siente feliz probablemente ejecute sonrisas Duchenne, pero los que sonríen con Duchenne no están necesariamente más contentos”.

Una razón por la que esto sucede se debe a que el marcador de Duchenne parece ser un más indicador de la intensidad de la expresión que de sinceridad. Cuanto más intensa es la expresión, más probable es su aparición, y eso no tiene relación directa con su genuinidad.

 

*Referencia: Gunnery, S., Hall, J. y Ruben, M. (2012). La sonrisa deliberada de Duchenne: diferencias individuales en el control expresivo Journal of Nonverbal Behavior DOI: 10.1007 / s10919-012-0139-4

La comunicación no verbal contradice el discurso de Biden y Trump

Biden admite creer estar en el camino de ganar las elecciones, y así es, lo contempla como una posibilidad, todavía no como un hecho. El hombre entrañable de la afable sonrisa todavía no ha salido a relucir. Los gestos en su rostro no proyectan orgullo ni la felicidad de saberse triunfador.

EFE

EFE

Es más, las sonrisas que podemos apreciar son tibias y de acción unilateral, esto quiere decir que no son señal de alegría, sino más bien de desprecio, se enfrenta a su audiencia sintiéndose superior a su oponente, de eso sí está seguro, pero sabrá también que esto no es suficiente para ganar.

Su falta de convicción se filtra a través de sus gestos inseguros, muestra duda en su rostro y utiliza adaptadores como corregir su corbata (cuando no era necesario), un indicador de estrés e indecisión. No consigue fluir con sus palabras, está muy contenido, se entrelaza sus propias manos sobre el atril, una posición contraria a la expresión de euforia, orgullo o triunfo.

Trump se proclama vencedor pero su comunicación no verbal dice todo lo contrario. Sus sonrisas no son sinceras, las fuerza tensionando los músculos de la boca hacia atrás apretando los labios, en un gesto más de bochorno y frustración que de alegría sincera. Su tono de voz presenta una tonalidad mucho más baja de la que nos tiene acostumbrados, sin energía y sin certeza emocional.

Imagen EFE

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Mientras pronuncia que esto es una celebración y que los resultados son geniales su cuerpo se balancea en sutiles giros laterales, una postura incómoda y vacilante muy poco propia de Trump e incoherente por supuesto con el mensaje verbal.

En el instante en el que dice: «Nosotros ya ganamos», agacha la cabeza, una conducta opuesta al gesto del éxito o de la victoria.

Trump no está contento, está muy enfadado, se aprecia la ira en su entrecejo y su actitud general es de circunstancia, se encuentra contrariado y realmente insatisfecho, por mucho que intente disimular el impacto emocional que experimenta es tan intenso que se le hace tarea imposible.

Esperemos resultados y observemos lo que no nos cuentan 🙂

 

Leer las emociones en el rostro con mascarilla

Los seres humanos (y muchos animales) expresamos 6 emociones básicas con el rostro: alegría, miedo, ira, tristeza, asco y sorpresa. Su codificación facial es muy específica y universal. Una persona enfadada es fácilmente reconocible aquí y en cualquier parte del mundo. Si bien, es cierto que al llevar mascarilla (impuesta ahora por coronavirus) perdemos indicadores emocionales, también lo es que la parte más importante para el reconocimiento facial está en el tercio superior de la cara, así que no lo demos todo por perdido.

Mujer con mascarilla. Fotografía de pxfuel/Free for commercial use

Mujer con mascarilla. Fotografía de pxfuel/Free for commercial use

¿Qué emociones podemos descubrir en el otro, a pesar de que lleve mascarilla?

Realmente… ¡Todas!

Al contrario de lo que podamos pensar, sabremos si una persona está de verdad contenta si observamos sus ojos, no su boca. La sonrisa verdadera (o sonrisa Duchenne) implica la acción muscular del músculo cigomático mayor y menor de la boca (hace que se eleven las comisuras de los labios), pero además también debe activarse el músculo orbicular que rodea el ojo (hace que se eleven las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos, ‘patas de gallo’ más marcadas).

Esta combinación es la que realmente es genuina de felicidad, ya que la mayor parte de las personas no podemos contraer el área orbicular a voluntad.

Para detectar la emoción de asco, es cierto que la boca y el pliegue nasolabial es importante, pero también se activan unas arrugas propias de la repulsión que producen un cambio de apariencia entre los ojos, en la parte superior de la nariz. Solo tenéis que observaros en el espejo mientras posáis simulando asco.

La distinción entre el miedo y la sorpresa es compleja, ya que en ambas se produce una elevación de los párpados superiores y se arquean las cejas, en el miedo la musculatura es más tensa y enérgica que en la sorpresa, en la cuál el movimiento se describe más suave y relajado a nivel muscular, tendremos que ayudarnos del contexto para interpretar una u otra.

Con la tristeza lo tenemos super fácil, ya que su expresión típica es la de elevar la zona interior de las cejas, las esquinas sobre la nariz, formando así un triángulo con éstas, es muy difícil de fingir, os animo a que lo intentéis y veáis el movimiento.

Por último, igual ocurre con la ira. Se tensa la boca y la mandíbula, también se abren significativamente las fosas nasales, pero su gesto más reconocible es el ceño fruncido.

Vemos que no es tan difícil seguir leyendo las emociones de los más, es solo cuestión de práctica ante este nuevo panorama. La parte beneficiosa es que tener solo una visibilidad parcial del rostro nos proporciona un duro entrenamiento y aumentará nuestra habilidad, nos esforzaremos más en la observación y esto mejorará nuestras capacidades cuando nos veamos desprovistos de mascarilla por fin. Esperemos que sea muy pronto…

Y a vosotros, ¿os cuesta más ahora leer emociones?, ¿conocíais estos trucos? ¡Contádme! 🙂

 

La emoción de esperanza y sus extraordinarios efectos

La esperanza es un estado emocional secundario o social, no es una emoción primaria, por tanto no tiene una expresión facial específica y universal, se detecta y se interpreta en el lenguaje corporal según el contexto.

No por ello deja de ser fundamental para nuestra salud mental e incluso para la supervivencia de nuestra especie ya que es el motor que nos impulsa a mantener la ilusión y a conseguir lo que deseamos. Es el antídoto de la depresión.

Se trata de una emoción ambigua porque, en ocasiones, aflora cuando uno lo está pasando mal, pero confía en superarlo y salir reforzado de la situación. Se mueve entre la dimensión de la tristeza y la alegría, actúa como un puente de transición emocional de una a otra y por tanto es fundamental para superar el pesimismo y reintegrarnos después de cualquier experiencia negativa.

Los beneficiosos efectos de la esperanza han sido ampliamente estudiados por investigadores del ámbito de la salud y la educación y determinan, tomando como ejemplo los resultados de Snyder, que las personas con niveles altos de esperanza se comprometen más con conductas y hábitos saludables.

Además, cuando padecen una enfermedad, las personas con niveles altos de esperanza tienen una mejor adherencia a los tratamientos y presentan mejores estrategias de afrontamiento y ajuste a la enfermedad.

Por otra parte, la esperanza ha demostrado ser un fuerte mediador entre los efectos negativos del estrés y la satisfacción con la vida, disminuyendo los efectos negativos que el estrés tiene sobre ésta. Las personas con mayores niveles de esperanza presentan menores niveles de afecto negativo (ansiedad, tristeza, etc.); es decir, presentan un mejor ajuste psicológico general.

Finalmente, hay una amplia evidencia en diferentes poblaciones y culturas que apoya la relación positiva entre la esperanza y la felicidad, así como con el desarrollo psicológico óptimo (Alarcon, Bowling y Khazon, 2013 ; Peterson, Ruch, Beermann, Park y Seligman, 2007). Por tanto, las personas con buenos niveles de esperanza tienen una mejor salud mental.

Los efectos beneficiosos de la esperanza también se han demostrado en el ámbito educativo con estudiantes de diferentes niveles de escolarización.

Tanto los estudios de Snyder y sus colaboradores, como los de otros autores han mostrado que los estudiantes con buenos niveles de esperanza tienen mayor éxito académico, se comprometen más con sus estudios y con las tareas escolares, presentan menor tasa de abandono escolar, tienen mejores relaciones sociales con sus compañeros y presentan mayor motivación hacía el estudio y las tareas escolares (Day, Hanson, Maltby, Proctor y Wood, 2010; Flores-Lucas y Martínez-Sinovas y Choubisa, 2018).

 

 

*Fuente: TheConversation

La forma de andar delata tu estado de ánimo

Científicos estadounidenses presentan un novedoso algoritmo en esta reciente publicación, en la que identifican las emociones percibidas en función de la forma de caminar y que sirve hasta para identificar a una persona como complemento o incluso por completo, como alternativa al reconocimiento facial.

Los autores han desarrollado un sistema de inteligencia artificial ideado para clasificar el estado de ánimo en cuatro dimensiones: neutro, feliz, enfadado o triste. Analizan la postura de los hombros, el movimiento y la velocidad de éste en las extremidades, la distancia entre pasos consecutivos y la inclinación de la cabeza, entre otros. Pura comunicación no verbal.

La precisión que han conseguido hasta el momento es del 80,07% de éxito en la asociación entre el movimiento y la identificación de los sentimientos experimentados. Pero, ¿por qué es importante este avance? Los investigadores lo tienen claro:

«Las emociones juegan un papel importante en nuestras vidas, [determinan] la forma en que interactuamos con otros seres humanos. Debido a la importancia de la percepción de emociones en la vida cotidiana, el reconocimiento automático de las mismas constituye un problema crítico en muchos campos, desde la industria de los juegos y el entretenimiento, hasta el de la seguridad y el cumplimiento de la ley, pasando por el comercio y la interacción entre hombre y máquina».

Seguramente tú mismo lo hayas notado, cuando te sientes deprimido o has tenido un mal día es más probable que camines más cabizbajo de lo habitual, bajes los hombros, tu postura es menos expansiva y más apocada que cuando te sientes eufórico.

Concretamente, en los resultados del estudio se determina que el ángulo de inclinación de la cabeza se distingue entre emociones felices y tristes, mientras que efectivamente las posturas más compactas y la «expansión del cuerpo» identifican emociones negativas y positivas, respectivamente. En cuanto al nivel de excitación y energía, según los científicos, corresponde con el aumento de los movimientos, la magnitud de la velocidad, la aceleración y los «movimientos bruscos» de las manos, los pies y las articulaciones de la cabeza.

 

Fuente: VenturBeat – AI classifies people’s emotions from the way they walk.

Identifica el postureo en redes sociales: no todas las sonrisas son sinceras

Vivimos en la era del ‘postureo‘ en redes sociales, nos bombardean con glamour, experiencias divertidas, viajes increíbles, cenas exquisitas y felicidad, mucha felicidad. Todo son sonrisas pero, ¿realmente es oro todo lo que reluce?

La imagen de dos aficionados de los Toronto Maple Leafs haciéndose un selfie con caras de disfrute algo cuestionable se ha convertido en el paradigma del ‘postureo’ en las redes.

Existe una forma bien sencilla de distinguir las sonrisas reales de las posadas o fingidas, y es que la alegría es una de las 6 emociones básicas, genéticas y universales de las que dispone todo ser humano y algunos mamíferos para expresarse, éstas son: alegría, ira, sorpresa, miedo, asco y tristeza. Todas ellas tienen una codificación facial específica e inevitable, aparecen sí o sí en nuestro rostro al experimentar estas seis sensaciones en nuestro interior.

Todos sabemos que la expresión de la alegría se asocia a una sonrisa, se activa el músculo cigomático y elevamos bilateralmente las comisuras labiales en mayor o menor grado, con apertura o no de la boca, pero eso no importa; realmente podemos apreciar si existe alegría sincera mirando a los ojos. Con la expresión de felicidad se produce automáticamente la acción del músculo orbicular del ojo (vemos las arruguitas en la piel, las conocidas ‘patas de gallo‘).

Si este movimiento no se produce la alegría es postiza, (lo vemos en la fotografía de los dos aficionados) lo que nos encontramos es una sonrisa social o posada y deja de proyectar naturalidad y simpatía. Sonreír sin arrugas en los ojos es un gesto incoherente, cuando vemos una imagen parecida no sabemos por qué (ahora sí) pero no logramos conectar ni creernos del todo esa apariencia, nos da la sensación de que algo no cuadra, nuestro cerebro desconfía, sabe que lo que tenemos delante no es la expresión verdadera de la felicidad, es solo una máscara postiza.

 

Análisis no verbal: ¿El afecto entre Sánchez e Iglesias es sincero?

Solo el tiempo lo dirá… pero en sus encuentros públicos para firmar una coalición entre partidos, la comunicación no verbal de ambos deja entrever algunos detalles que pueden darnos pista del sentir de los dos líderes políticos y de si sus afectos personales son reales o fruto del mero interés.

Ayer se produjo un épico abrazo que sellaba un pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para formar gobierno, y analizamos por qué sorprendió y trascendió tanto, destacamos algunos detalles no verbales que lo hacían único y sincero, pero ¿para ambos por igual?

Respecto al abrazo, es cierto que a simple vista se ve mucho más entregado a la causa a Iglesias que a Sánchez, pero también de este último nos perdemos la visibilidad de sus manos y rostro, fundamentales para ampliar en detalle la emoción sentida.

Pero para darle contexto, sí podemos darle algo más de significado a esta supuesta íntima relación que ha surgido repentinamente entre ambos, no centrándonos solo en el abrazo, sino en el resto de intervenciones previas y posteriores, ruedas de prensa individuales y apretón de manos.

Parece que en este gesto sí hay más distancia entre ellos de la ‘normal’, de la que se da entre dos personas que se dan la mano para cerrar un acuerdo, si os fijáis casi que cabe una persona física entre ellos dos, la postura de Sánchez es la habitual en él cuando saluda a alguien, es decir, no le trata aquí de un modo exclusivo, lo hace como siempre.

Extendiendo muy poco el brazo hacia su interlocutor, lo deja muy pegado al costado, en esta imagen no aparece entrega ni un interés especial, no hace esfuerzos por acercarse al otro, no hay emoción es su rostro, solo una sonrisa social o posada, estira las comisuras labiales pero no hay alegría en sus ojos, no se activa el músculo orbicular (patas de gallo) reflejo de la alegría sincera, cara de circunstancia. Diría incluso que se expone con cierta expresión de vergüenza, sobre todo, tras finalizar el íntimo abrazo.

Acción orbicular que sí que podemos apreciar, aunque de forma sutil, en Pablo Iglesias, está más contento, se expone más orgulloso ante los medios, se orienta totalmente hacia ellos, su postura es muy abierta y expansiva, su lenguaje corporal está pletórico.

Parece que en este sentido, también reforzamos el contexto del análisis en rueda de prensa individual, ya que las palabras de Sánchez no eran muy congruentes con su comunicación no verbal: por más que repitiera que el proyecto era muy ilusionante no puede dejar de filtrar malestar, represión e ira contenida con el gesto de labios fruncidos con presión al terminar su frase, esta acción muscular no se relaciona en modo alguno con la expresión de la ilusión, la alegría, el orgullo o la esperanza, está tenso.

Os dejo también por aquí el análisis en vídeo de mi compañero José Luis Martín Ovejero, muy acertado y en esta misma línea.

¿Qué os parece? ¿Durará esta unión y este afecto entre ambos? ¿Amor sincero o compromiso? 🙂