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La comunicación no verbal de un ganador: Rafa Nadal

Los momentos de alta intensidad emocional son los que realmente pueden despertar a nuestro comportamiento no verbal más instintivo y primitivo.

No hay tiempo para la preparación ni para el control, los gestos explotan con la ebullición del instante. Nuestro cerebro necesita soltar la alta tensión que provocan las emociones tan potentes y así lo hizo Rafa Nadal al ganar su 21 Grand Slam.

Fotografía Europa Press

La secuencia no verbal de su victoria en el Open de Australia es magnética. Imposible no contagiarnos de su euforia; y de eso trata la comunicación no verbal, (principalmente) de transmitir y llegar a los demás, para lo bueno y lo malo.

Vemos como su primera reacción es taparse la boca con las dos manos, este gesto surge en un contexto de ‘superación emocional’, es tan intenso lo que experimenta Rafa Nadal en ese momento, que el cuerpo intenta gestionar esta exaltación con una conducta que trate de regular ese estado interno.

Nos puede venir a la mente el gesto que hace un niño cuando se tapa la boca ante algo inédito, una palabrota, sorprendidos por lo que han visto o escuchado. Escandalizado es la palabra, consternado, en este caso por la conquista, por ganar.

A continuación, Nadal pone sus brazos en jarra, se trata de una postura expansiva, poderosa, dominante, que proyecta seguridad y confianza en uno mismo, es un «aquí estoy yo», «lo he logrado».

Mientras tanto, ejecuta la que creo que puede ser una de las sonrisas más exultantes que he visto. Observamos incluso cómo su cara se transforma, deformándose completamente por la amplitud de las comisuras labiales y las arrugas tan intensas, las cuales dan cuenta de la acción muscular relacionada con esta expresión facial.

 

Tras abrazar al oponente con humildad y reconocimiento, se dirige al público y ahora sí, puños cerrados con fuerza, la rabia del éxito, la filtración de la energía a través de los gestos con las manos, suelta su fiereza a través del cuerpo, se libera.

 

Por último, el gesto de la victoria, vemos cómo el tenista estira los brazos hacia arriba para transmitir su triunfo, según los estudios, una conducta universal y muy arraigada en el ser humano.

 

 

¿El amor es ciego? #Ciencia

Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser (RAE). En mi opinión, el amor es algo mucho más sencillo (aunque menos poético): Una adicción química entre dos personas.

La ciencia lleva años confirmando, a través de diversas investigaciones, que sí, que el amor es realmente ciego y que los ‘flechazos‘, el amor a primera vista, también son reales. En tan solo un segundo nuestro cerebro ya puede vincularnos a otra persona y liberar al torrente sanguíneo sustancias que impactan a todo nuestro organismo (dopamina, serotonina, adrenalina, oxitocina…)

Este cóctel químico provocará que nuestro corazón vaya más rápido (adrenalina) al pensar o ver a la persona amada, que nos sintamos eufóricos, que toda nuestra atención se centre en ella (dopamina) y que ocupe todos nuestros pensamientos de forma obsesiva (serotonina) en la tormenta emocional que llamamos enamoramiento.

La dopamina es la responsable de que durante esta fase sólo tengamos ojos para esa persona. Su liberación en el núcleo accumbens, una estructura que forma parte del sistema de recompensa del cerebro, estrecha los lazos entre la pareja y limita el interés por otras personas.

Además reduce el sentido crítico, «desactiva» la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación de las personas, tal y como apuntan los últimos estudios, literalmente somos incapaces de ver sus defectos, lo cuál confirma aquel refrán que asegura que “el amor es ciego”.

¿Por qué nuestro cerebro nos hace esto? ¿Por qué nos ciega? Se trata de un rasgo evolutivo, que contribuye a preservar la especie aumentando las posibilidades de procreación. Pura supervivencia.

Recordad que podemos sentir atracción por los demás de forma más o menos habitual sin mayores consecuencias, pero es importante tener claro que el enamoramiento tiene que ser recíproco para que nos brinde felicidad.

En las relaciones sanas se ama a quien nos ama, las relaciones equilibradas, estables, y maduras mantienen una intención recíproca, donde ambos se respetan y se preocupan por igual uno del otro. Si no es así, todo este estado hedonista de obnubilación y deleite se transformará en una amarga frustración, estrés, ansiedad, tristeza, o lo que es peor, desesperación si no somos correspondidos.

 

 

Triunfante Abascal, tristeza en Ciudadanos, el desprecio de Casado y el lapsus no verbal de Sánchez

Las primeras reacciones tras los resultados electorales son una mina no verbal. Las emociones están a flor de piel y cuando se experimenta tanta intensidad interior nuestro cuerpo no habla, grita lo que realmente está sintiendo, en este contexto es muy difícil controlar y reprimir sensaciones.

Un serio y preocupado Pablo Iglesias fue el primero en comparecer. Visiblemente enfadado (vuelve a aparecer el ceño fruncido) centra su discurso en el crecimiento de la ‘extrema derecha’, hace protagonista a Vox repitiendo este mensaje una y otra vez.

Santiago Abascal era pura euforia, apareció como el representante más exultante de todos, gestos de triunfo y las sonrisas más intensas nunca vistas en él, estaba más acelerado de lo que acostumbra, no podía controlar sus pletóricos sentimientos de victoria, su lenguaje corporal gritaba felicidad.

La reacción de Albert Rivera era la más esperada y compareció más triste que enfadado reconociendo los malos resultados, visiblemente nervioso y emocionado. Aunque las ‘caras más largas’ las apreciamos sin duda en Inés Arrimadas y Marta Rivera, ambas llegan incluso al llanto mientras escuchan el discurso del líder de Ciudadanos, sus expresiones faciales son desoladoras, la viva imagen del fracaso, posturas encorvadas, miradas perdidas, cabezas bajas, lágrimas en los ojos… Un panorama muy amargo.

Pablo Casado se deja ver alegre y animado pero comedido y prudente con el resultado. Se observan microexpresiones de desprecio (con la elevación unilateral de la comisura labial) cada vez que nombra a Pedro Sánchez, el dato de sus votantes no es mayor al del PSOE pero él sí se siente en un plano moralmente superior al líder socialista.

Por último, se manifiesta Pedro Sánchez proclamándose ganador, sonriente pero incómodo, malhumorado incluso con los asistentes, a los que abronca por no dejarle hablar, no tendría esa actitud si realmente estuviera exultante. De hecho ha sido el más breve de todos en su aparición pública, tenía prisa por acabar. Muy curiosa la incongruencia no verbal que comete: pronuncia verbalmente que “ahora va a haber Gobierno sí o sí” aunque gestualmente niega tal afirmación con la cabeza, verbaliza un sí pero su cuerpo le niega, le contradice, ¿a qué hacemos caso? ¿a su mensaje verbal o no verbal?.

No sé si finalmente lograra la formación de gobierno pero que tiene dudas hasta él, aunque diga lo contrario, está clarísimo, el lenguaje corporal no miente.