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Polos de hielo ‘beauty’: una refrescante idea para cuidarte la piel de la cara

Entiendo que no a todas las personas les puede gustar tanto el ‘spa day‘ como a mí, que me he vuelto adicta a reservarme un ratito cada semana para cuidarme a fondo la piel y darle salida las doscientas mascarillas que acumulo en el baño.

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Ya que estamos con el calor sin parar de apretar y dándole mucha vida al congelador, hay una alternativa para quienes sientan pereza pero interiormente saben que su piel está pidiendo ayuda.

La idea no es mía, que ojalá, es de Blush, un centro médico de tratamiento de la piel que ha incorporado los polos como parte del entrenamiento para pieles Skinfit, cuyo objetivo es tonificar la piel y dejarla más brillante en una hora.

Lo mejor de la idea es que si el viaje a la clínica, que está en Estados Unidos, te pilla un poco a desmano, puedes marcarte un Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como) con la excepción de que los polos van directos a tu piel.

Hay varias recetas circulando, de hecho, la que proponen en Blush combina ácido hialurónico con sandía, pero como entiendo que no eres experta en sintetizar el ácido, la más sencilla es la de hacer una infusión de té verde, añadirle pastillas de vitamina E (entre 4 o 5) y dejar congelar.

Si por un casual no tienes el molde para hacer los polos, puedes echar la mezcla en cubiteras y, una vez congelado, frotar suavemente el cubito sobre la cara hasta que se funda totalmente.

Otras recetas que puedes probar son la de agua de pepino y cúrcuma que disminuye rojetes e hidrata, yogur griego y carbón activo (lo encuentras en herbolarios o centros de dietética) para una limpieza profunda o la mezcla de agua de rosas, menta fresca y agua de coco para purificar y dejar la piel elástica.

Lo bueno es que puedes dejarlos en el congelador e ir usándolos cada semana sin que se estropeen o pierdan propiedades.

Un pequeño paso para llegar del grifo al congelador, un gran paso para el cuidado de tu piel.

Mascarilla de ducha para el cabello: una idea «engorrosa»

Cuando sacan productos de belleza hago como cuando estrenan una nueva película de Jurassic Park, me subo al carro y a mitad de la experiencia me doy cuenta de que no ha sido buena idea y de que tenía que haber esperado las opiniones.

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Un gorro de ducha mascarilla para hidratar y reparar el pelo sonaba bien, veinte minutos (¿os dais cuenta que todo lo bueno se hace en veinte minutos? Calentar una pizza, una mascarilla…) dejando cubierto tu pelo como si fuera un gorro de ducha normal y después a aclarar. Que no hacía falta resolver una ecuación, vaya.

Pues ahí estaba yo, emocionada con mi gorro con patatas fritas estampadas, lista para terminar con la melena de ángel de Victoria´s Secret sin pasar por peluquería ni nada. Qué ingenua que soy y qué bien le vengo a las empresas de cosmética.

Ya la logística me parecía poco práctica debido a que tienes que ponerte el gorro una vez tienes el pelo limpio (con el champú aclarado y escurrido con la toalla), pero yo, que soy de dar muchas oportunidades, estaba dispuesta a llegar hasta el final.

Como tengo el pelo largo, lo de meter toda mi melena en el gorro no fue sencillo. Además que, una vez cerrado, había que masajearse la cabeza para que el producto nutriera bien el cuero cabelludo. Pero claro, si te frotabas la cabeza el gorro se movía.

El gorro, al descolocarse, dejaba pelos por fuera y al final terminabas peor que cuando vas con el casco de la moto puesto sin hacerte una coleta primero.

Lo peor es que pasados los veinte minutos tienes que volver a entrar en la ducha ya que, a no ser que seáis muy habilidosas o que contéis entre la ducha y el bidé con un lavabo de peluquería, el grifo no termina de apañar y necesitas tanto la alcachofa como espacio.

El resultado final, que como os digo, me esperaba digno de un anuncio de acondicionador, parecía más bien digno de un reportaje de Callejeros, con todas las raíces sorprendentemente grasas y el pelo liso nivel «pasaba por aquí una vaca y me ha lamido la cabeza».

Pensé que podía ser cosa de la mascarilla o de mi pelo, pero una amiga que se dejó enredar con el otro tipo de mascarilla, terminó exactamente igual.

Entre que el producto no se repartía bien, era complicado de aclarar y que terminas necesitando una hora para hacerlo bien (un arroz con leche y una mascarilla son dos cosas que no puedes hacer con prisas) dudo mucho que repita del asunto.

Prefiero esperar a que salgan más opciones de otras marcas y, en todo caso, volver a probarlo cuando sea, si lo consiguen, una inversión que merezca la pena.

Mascarillas de tejido: Miin vs Garnier, la batalla de las pieles (hidratadas)

Cuando salieron las máscaras de tejido pensé que por supuesto quería unirme a la experiencia beauty de ayudar a mi piel pareciendo el asesino de La matanza de Texas, que es a quien te asemejas en cuanto las pruebas.

Mi spa casero.

(Nota mental: si la vuelvo a probar por la noche, hacerlo cuando esté sola para no provocarle un infarto a mis compañeros de piso)

La cosa es que llegaron a mis manos dos mascarillas hidratantes de tejido de celulosa, la Hidra Bomb de Garnier y la Deep Hydratating de Skin Lounge distribuida por Miin, por lo que decidí tomar nota mientras mi piel tomaba hidratación de los tratamientos para poder compartir mi opinión.

Ambas son para pieles secas que necesitan un «chute», además cuentan con ácido hialurónico, que nunca viene mal teniendo en cuenta que dejamos de producirlo según pasa el tiempo. Pero vamos a la chicha, que es lo que realmente os interesa.

Esta es la cara que se os va a quedar de guapxs.

La primera que probé fue la de Garnier, que tiene una de las caras con un plástico azul que tienes que dejar por fuera. Al sacarla del envoltorio aquello goteaba más que los sobaos cuando los mojas en el café del desayuno, de hecho dejé un poco del parqué en modo post ducha.

Tras colocarla sobre la piel tienes que quitar el plástico azul, lo que hace que se te vuelva a poner la apertura de la boca en Parla y la del ojo en la oreja, pero se pone todo en su sitio otra vez y fuera.

La de Miin, en cambio, se adapta más, o al menos me dio la sensación de que los recortes para los ojos y la boca iban mejor con la forma de mi rostro (y no es que yo sea de belleza «picassiana» precisamente). La única diferencia es que no sabía bien qué lado era para dentro y cuál para fuera, pero imagino que daría igual.

Lo suyo con cualquiera de ellas es usarla tres veces por semana (aunque va a ser difícil que saques tanto tiempo) y respecto a precio andan bastante igualadas (la diferencia es 1 euro más aproximadamente en el caso de Miin).

Tras quitarme las mascarillas, las dos dejaban la piel muy húmeda después del tratamiento, para lo que debes masajearte el producto hasta que reabsorba del todo (y ya no parezcas una rana recién salida de la charca). Sé inteligente, como los de Media Markt, y échate también el producto en el cuello, que más de una ya lo llevamos con más arrugas que una tortuga.

Siendo mi piel mixta, y aprovechando que puedo usar un poco de todo, mi conclusión es que este tipo de mascarillas te dejan la piel radiante, pero radiante en plan bien, a lo hidratada de manera natural, no como si hubieras estado vigilando el churrasco en la barbacoa y tuvieras la piel llena de grasa y sudor.

De todas formas, y como siempre, os invito a compartir vuestras experiencias (ya sean buenas o malas) con este tipo de máscaras para que todas lo tengamos en cuenta cuando vayamos de maratón de compras de belleza.

Cómo luchar contra los dichosos puntos negros de la nariz

De todas las herencias que me han tocado de mi familia, la de los puntos negros en la nariz es de las peores. Viene de mi padre que a su vez lo recibió de su padre y así hasta remontarnos hasta mi tatarabuelo homo sapiens que seguramente también tenía la nariz con más huecos que un colador.

La beauty routine que seguí. MARA MARIÑO

Pero ya que hay tanto producto específico para tratar esa zona, decidí darles una oportunidad a los cosméticos y ver si podía deshacerme de ellos de una vez por todas. Para la Gran Guerra contra los Poros (nombre que algún día darán los historiadores a estos encuentros) me compré dos productos: las tiras de nariz, que se supone que te retiran el punto negro y una máscara minimizadora de poros que también quita impurezas y promete dejar el poro pequeñito para que no te lo vean desde la Estación Internacional cuando se asoman a comprobar si la Tierra sigue ahí.

Para utilizar los parches (y cualquier tratamiento en general) tienes que tener la cara limpia, y en este caso, con la zona humedecida. Únicamente utilicé el de la nariz ya que ni en la frente ni en la barbilla (afortunadamente, gracias papá y mamá) tengo el problema de los poros abiertos.

El parche era de una textura parecida al papel. Se coloca sobre la punta de la nariz y las aletas y se deja actuar unos quince minutos aproximadamente, los cuales aproveché para documentar el momento y hacer los correspondientes stories para Instagram.

Sacarlo no es tan doloroso como hacerse la cera pero tira un poco. Sin embargo, una vez despegada, no hay mayor placer que ver (perdonadme por ser escatológica) los puntitos pegados al parche. Es un espectáculo extrañamente placentero. Los restos que puedan quedar se tienen que aclarar, nada de salir a la calle con manchurrones negros en la nariz.

A continuación me puse la máscara reductora de poros. Es una máscara de algodón que viene doblada, por lo que abrirla y colocarla, teniendo en cuenta que venía untada de un líquido, fue un poco lioso.

Una vez puesta, tocó esperar otros quince minutos y masajear el producto sobrante para que se absorbiera.

Al final, aunque no me desaparecieron todos los poros, sí que muchos de ellos quedaron limpios y, por tanto, no se veían tanto.

Respecto a la mascarilla reductora, la veo menos necesaria (o al menos si se usa sin limpiar los poros de la nariz previamente) ya que lo único que hace es hacer el poro más pequeño pero por dentro sigue sucio.

Si vosotras usáis otros trucos de belleza para eliminar los dichosos puntos, vuestras opiniones serán bienvenidas.

Mascarillas faciales: cómo, cuándo y cuáles usar según tu tipo de piel

He de confesar y confieso que, hasta hace unos años, yo era de esas que cogía las mascarillas faciales por el envoltorio. Me resultaba MUY difícil resistirme a los dibujos y colorines de esos sobrecitos que me prometían maravillas en la piel. Que si una semana la verde, que si otra la blanca… Mi cara cambiaba más de color que con los filtros de Instagram.

MARA MARIÑO/MIIN/EBAY

Pero claro si por entonces no me conocía ni a mí misma ya ni hablemos de conocer las necesidades que podía tener mi piel. Por no saber no sabía ni que mi piel podía necesitar una u otra mascarilla. Vamos, que estaba perdida.

Mascarillas hay a puñados: de tejido, de peel off, lavables… Independientemente del formato en el que venga el cosmético, en lo que nos tenemos que fijar, a la hora de escoger una, es en sus propiedades.

¿Tu piel tiene un tacto áspero y la notas tirante? Es posible que tengas una piel seca, para lo que vendrá tratarla con una mascarilla hidratante. Ayudan a mantener la piel hidratada y evitamos esa sensación de tensión como.

Si tu problema es el contrario, es decir, que tienes un exceso de grasa, tienes que fijarte en aquellas que sean purificantes y limpiadoras, ya que para lo que sirven es para regular esa producción de sebo que te hace sentir que podrías abastecer las freidoras del McDonald’s. Además se encargan de machacar la suciedad que se nos queda dentro de los poros formando los puntos negros.

Estas últimas, también te sirven si tienes piel mixta, que significa que tienes especialmente grasa la zona T (frente, nariz y barbilla).

Ya seas de piel seca, grasa o mixta, una o dos veces a la semana (venga, que no es tanto) deberías tratar tu piel con la mascarilla que necesita. No te vuelvas una adicta que un uso excesivo tampoco es bueno.

Si quieres una mascarilla urgente para un momento puntual, puedes optar por una antiage o efecto lifting, una relajante o revitalizante, que ayuda a darle vidilla a las pieles apagadas.

Eso sí, recuerda que, uses la que uses, siempre hay que tener la cara limpia, seguir las instrucciones del producto y, por último, disfrutar de la piel suave como el culito de un bebé.

Por qué deberías usar el aceite de oliva como cosmético

(Después de cambiar el champú por vinagre me paso al otro aliño de la ensalada)

La vida fuera de casa es dura, pero es aún más dura cuando estas en una de las ciudades más caras de Europa (gracias Milán) y no quieres dejar a tus padres en la miseria. Es por eso que compro con mentalidad de trinchera: lo básico e imprescindible para vivir sana. Adiós esmaltes, cera depilatoria, cremas, mascarillas, tónicos, y otros caprichos cosméticos con los que vivía en Madrid.

GTRES

Vivir fuera de casa hace que desarrolles un sexto sentido: el del apaño. Encuentras soluciones a tus problemas cotidianos utilizando cosas alternativas con un poco de imaginación (y locura) que no te habías planteado antes.

La primera vez que se me ocurrió utilizar aceite de oliva fue cuando me puse máscara de pestañas y caí en que iba a necesitar algo más que agua y jabón (mi desmaquillante habitual) para sacarla. Fue entonces cuando vi lo que tenía en casa y pensé en el aceite. Me eché una gotita en el pulgar y lo froté contra el índice pasando las pestañas por medio. Funcionó de maravilla. Vale que hay que hacerlo con cuidado porque como vayas con prisa corres el riesgo de quedarte ciega (o al menos de que te escueza un poco el ojo como te entre aceite), pero me dejó las pestañas incluso más limpias que el desmaquillante que usaba en casa.

Otro uso alternativo fue el de complemento para la depilación. Con unas gotitas sobre la piel, la cuchilla se deslizaba mejor que cuando uso jabón, además de que al terminar las piernas quedan hidratadas, no como de la otra forma que puedes notar la piel un poco tirante al terminar.

Por último, no podía faltar el aceite y el pelo. Como os comentaba, la mascarilla ha sido otra de las cosas de las que me despedí al venir aquí. Una compañera de clase me recomendó hacer mascarilla de aguacate, pero, francamente, al precio que está aquí la fruta (y lo que me gusta esa en particular) me parecía un desperdicio. Pero oye, el aguacate son grasas buenas, como las del aceite de oliva virgen, así que ¿por qué no sustituir una por la otra? No digo que zambulláis la cabeza en aceite, pero unas dos o tres cucharadas por el cuello capilar, tras un masaje con las yemas de los dedos y 30 minutos de reposo, nos deja el pelo, tras lavarlo con agua y jabón, como cuando usamos la mascarilla una vez por semana.

En definitiva, que no solo he dejado de depender de varios productos que antes eran básicos (y por tanto mi cesta de la compra sale mejor) sino que además estoy minimizando la exposición a cosméticos químicos y utilizando remedios más naturales, algo de lo que soy 100% partidaria. De hecho, tengo ya claro que incluso cuando vuelva a hacer la compra «normal» el desmaquillante y la mascarilla no entrarán en mi cesta más.

Mis remedios de belleza caseros

Me vais a llamar bruta pero he sido de las que, en cuanto se veía un grano, lo reventaba con saña entrujándolo entre los dedos. La cosa es que siempre volvían a salir. Se regeneraban. Eran como las canas. Si bueno, al momento te lo quitabas de delante, pero al tiempo volvías a tener que enfrentarte a ellos.

No fue hasta que conocí a Kalashnikov, una azafata rusa, que descubrí la manera correcta de matarlos para siempre. La kriptonita de los granos es el yodo, mercromina o betadine. Untas un bastoncillo en el líquido y lo enchufas en el grano unos 10 segundos.

«Tienes que notar que quema» decia Kalashnikov. Nos ha jodido, ella es rusa, esta hecha de otra pasta. Yo me veo una astilla en el dedo y ya estoy lagrimeando.

Este es solo uno de mis caseros-pero-tremendamente-efectivos-trucos-de-belleza-para-situaciones-de-emergencia by Mara Mariño.

Yo es que soy aries, es decir, de a última hora descubrir cosas que no tengo tiempo de gestionar. Como cuando, ya llegando tarde, me pinto los labios y se queda el labial agrietado porque los tengo agrietados.

En circunstancias normales me habría preocupado de exfoliarlos con propiedad, pero como no hay tiempo, tiro de cepillo de dientes (no el que uséis para lavaros la boca, uno viejo que ya no utilicéis) y vaselina.

Pasándolo por los labios consigue que las pieles muertas se caigan. Se sufre un poco y acabas con la boca como Carmen de Mairena pero apaña.

No solo tengo trucos para cuando voy pillada de tiempo. Soy muy fan de las mascarillas caseras. En mi caso hago una de cúrcuma con yogur que cuando te la quitas tienes la cara más amarilla que Marge Simpson, pero lo suave que te la deja compensa todos los males.

Muy casual en el suelo de mi baño, el sitio en el que me hago normalmente las mascarillas (no).

Muy casual en el suelo de mi baño, el sitio en el que me hago normalmente las mascarillas (no).

Siguiendo esta línea de limpiar y embellecer hago, de vez en cuando, cuando los puntos negros de mi nariz se empiezan a ver desde Marruecos, baños de vapor para la cara. Pones agua a hervir en una cazuelita y una vez la retiras pones tu cara encima cubriendo tu cabeza y la cacerola con una toalla en una especie de minisauna y voilà.

Son los 10 minutos mas jodidos del día, pero no solo tus poros echan mierda a tutiplén sino que terminas con la cara más lisa que Nicole Kidman después de pasar por quirófano.

¿Cuáles son vuestros trucos caseros?