Archivo de marzo, 2018

¿De dónde surge llamar ‘piscolabis’ al aperitivo ofrecido en un evento?

Algunas personas son las que llaman ‘piscolabis’ al aperitivo que se ofrece en algún tipo de evento o recepción. Éste suele ser una pequeña porción que suele tomarse de un solo bocado y que, tal y como describe el diccionario de la RAE, consiste en una ‘ligera refacción que se toma, no tanto por necesidad como por ocasión o por regalo’.

¿De dónde surge llamar ‘piscolabis’ al aperitivo ofrecido en un evento?

Aunque el propio diccionario señala que es un término de origen incierto, muchos son los etimólogos que apuntan que el vocablo ‘piscolabis’ apareció hacia la primera mitad del siglo XIX, siendo común ofrecer ese tipo de refrigerios en las recepciones ofrecidas por la aristocracia.

Según indican, el término se formó a raíz de la deformación de dos palabras: ‘pizco’, que es la ‘porción mínima que se toma de algo’ (y que también se usa en la forma ‘pizca’, por ejemplo: ‘una pizca de algo’) y ‘labios’, debido a que dicha porción de alimento se depositaba delicadamente sobre el borde de la boca.

Así pues, podríamos decir que un piscolabis viene a ser una pequeña porción de alimento que se deposita con sutileza sobre el labio inferior de la boca, para ser ingerido elegantemente.

 

 

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¿Cuándo y por qué surgió la idea de llevar apellidos?

Hasta bien entrada la Edad Media raro fue el caso de alguien que, sin pertenecer a la realeza o nobleza, tuviese en propiedad alguna vivienda o tierras. Fue a partir del momento en el que la burguesía tuvo acceso a bienes inmuebles, y por tanto a tener que generar documentación que acreditase su propiedad, cuando apareció la conveniencia de poder identificar a quién pertenecía cada cosa. De esta forma el nombre de pila se convirtió en insuficiente, así que comenzó a añadirse en la documentación, y junto al nombre, alguna peculiaridad que identificase al propietario fácilmente.

¿Cuándo y por qué surgió la idea de llevar apellidos?

Habitualmente se colocaba la profesión de esa persona: Juan Carpintero, José Herrero, Manuel Alfarero. Otra fórmula era poner alguna característica física: Juan Tuerto, José Moreno, Manuel Cojo. El lugar de procedencia, en caso de no ser autóctono, también era una buena fórmula para distinguirlos: Juan Madrid, José Toledo, Manuel Sevilla. Si ninguna de estas formas era posible aplicarlas (porque estaban repetidas) entonces se le añadía el nombre de pila del progenitor (patronímico): Juan de Lope, José de Martín, Manuel de Rodrigo. Para ahorra la preposición ‘de’ se le añadió el sufijo -ez que venía a significar lo mismo, de ahí que pasasen a ser: Juan López, José Martínez, Manuel Rodríguez.

Esto último también se aplicó en otros idiomas, motivo por el que es tan común encontrar extranjeros con una parte de su apellido igual: los ingleses utilizaban la terminación ‘son’ (Johnson) o el prefijo ‘fitz’ (Fitzgerald), en Italia muchos apellidos terminan en ‘ini’ (Paolini), en Dinamarca en ‘sen’ (Nielsen), algunos anglosajones (de ascendencia celta) podemos encontrar que se apellidan como ‘Mac’ o ‘Mc’ (McEnroe, Macbeth), los irlandeses usan el característico O’ (O’Brien) y en Francia el prefijo ‘De’ (Dejean), por poner unos pocos ejemplos.

Hasta que se extendió el uso del apellido sólo la nobleza lo había utilizado y éste no era otro que el nombre de la casa a la que pertenecían: Tudor, Alba, Lancaster, Borbón, Austria…

 

 

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¿Por qué cuando hervimos leche queda flotando una capa de nata?

Muchas son las personas que, tras hervir un poco de leche, tienen la necesidad de retirar con una cucharilla (o un colador) una capa o telilla que se ha quedado flotando y que es comúnmente conocida como ‘nata’.

¿Por qué cuando hervimos leche queda flotando una capa de nata?

Hoy en día es muy poca esa capa de nata que se forma sobre la leche en comparación con hace varios años atrás (sobre todo debido al exigente proceso de pasteurización previo por el que ha pasado y sin contar aquella leche que ha sido recién ordeñada, evidentemente).

Pero a pesar de la mencionada esterilización sigue creándose una telilla tras el hervor y es que ésta no tiene que ver con la grasa (nata) que previamente suele haber sido retirada (y es utilizada para realizar otros productos y derivados lácteos).

La capa que aparece flotando sobre la leche tras haberla hervido se conoce como ‘lactoalbúmina’ y se trata de una proteína que va incorporada a la leche. Una vez que rompe a hervir se separa del líquido lácteo y al enfriarse queda cuajada y flotando sobre la superficie al ser de otra densidad.

Aunque sea desagradable para el paladar de muchas personas, es aconsejable no retirar esa ‘capa de nata’ debido a que es la parte de la leche que vamos a ingerir que, posiblemente, más proteínas y vitaminas lleve, además de ser fácil de digerir y la que nos aportaría los beneficios que esperamos obtener del hecho de beber un vaso de leche.

 

 

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¿De dónde surge la expresión ‘Para ti la perra gorda’?

Hoy en día apenas se usa la expresión ‘Para ti la perra gorda’ pero hasta hace unas décadas era muy común su uso sobre todo para zanjar una disputa verbal en la que una de las partes desistía de seguir discutiendo y la decía a modo de zanjar el tema, como si le estuviera dando la razón a la parte contraria pero no dándosela en realidad.

¿De dónde surge la expresión ‘Para ti la perra gorda’?

La expresión hace referencia a una moneda de bronce acuñada en España en 1870 cuyo valor era de diez céntimos de peseta. Ésta llevaba en el anverso la figura femenina de Hispania sentada sobre unas montañas y en el reverso un león de pie (sobre sus patas traseras) sujetando el escudo de España.

Y es precisamente ese león, cuyo diseño dejaba mucho que desear, lo que propició que el pueblo comenzase a decir que más que un león parecía un perro, rebautizando a las monedas de diez céntimos con el sobrenombre de ‘perra gorda’.

Pero al igual que había una perra gorda también había una moneda apodada como ‘perra chica’, la cual era exactamente igual pero de menor tamaño y la mitad de valor (cinco céntimos de peseta). Cabe destacar que también se acuñaron monedas de uno y dos céntimos en los que aparecía el mencionado león en el anverso, pero éstas no recibieron tales apelativos.

A lo largo de siete décadas fueron monedas de uso común y, por tanto, el apelativo de perra chica y perra gorda se utilizó ampliamente, dando esta última origen a la expresión referida.

Como dato curioso, señalar que en 1941 fueron sustituidas por monedas del mismo valor pero realizadas de aluminio y en el que se cambió el diseño (en el anverso aparecía un jinete íbero con una lanza y en el reverso el escudo de España con el águila de San Juan) y el bronce fundido, de todas las monedas antiguas de las perras gordas y chicas, fue utilizado en el tendido eléctrico del ferrocarril que unió la poblaciones de Ávila y Segovia.

 

 

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¿De dónde surge la superstición que dice que si te dan un salero en la mano tendrás mala suerte?

Varias son las supersticiones que existen alrededor de la sal y todas tienen el mismo origen: cuando la sal tenía un valor prácticamente similar al de las monedas, como te explicaba días atrás en el post ‘¿Por qué el término salario es sinónimo de sueldo?’.

¿De dónde surge la superstición que dice que si te dan un salero en la mano tendrás mala suerte?

Una de ellas indica que, para evitar la mala suerte, un salero jamás debe darse directamente a la mano, sino que hay que depositarlo en la mesa, o cualquier otra superficie, y de ahí se coge. Y la respuesta al porqué se piensa que puede traer mala suerte es bien sencilla…

Imagina a dos romanos (de los de hace 2.000 años) que están intercambiando mercancía (haciendo un trueque). Uno cambia una gallina y el otro paga con la sal. Si el intercambio no se hacía con cuidado, la sal podía derramarse. Una desgracia para uno de los dos, pero ¿para quién? El que la entregaba podría decir que ya había pagado y por tanto se llevaba la gallina y el que cobraba podría decir que todavía no estaba en su poder y por lo tanto la venta no estaba cerrada. Así que la cosa acabaría en discusión y, muy posiblemente, a puñetazo limpio. Motivo por el que se aconsejaba en depositar la sal en un cuenco que estaba colocado sobre firme. De aquí también surgía la superstición de que si se da la sal en mano rompes la amistad.

Algunas son las personas que han querido ver en el origen de la superstición una procedencia religiosa y se explica la historia (no fundamentada) de que durante la Última Cena de Jesús con los Apóstoles Judas derramase con el brazo un salero. No existe evidencia alguna del hecho, pero Leonardo Da Vinci recogió la escena en su pintura sobre la Última Cena, algo que hizo que se creyese que realmente sucedió.

Las personas supersticiosas, cuando se les cae la sal, suelen coger una pizca y echársela sobre los hombros. Esto lo hacen porque antiguamente se tenía la certeza de que el diablo acechaba detrás de cada uno de nosotros y que, si alguien tenía la desgracia de que se le derramaba la sal, al tirarla hacia atrás se le echaba en la cara del maligno, ahuyentándolo y evitando que éste trajese mala suerte a esa persona.

 

 

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¿Cómo comprobaban antiguamente si una moneda era falsa?

Desde la antigüedad se ha estado acuñando monedas a base de metales como el oro, plata (o una aleación de ambos), cobre, bronce, vellón (aleación de cobre y plata) e incluso con aleaciones de níquel o plomo. Aquellos metales que no eran nobles solían ser bañados con alguna capa de oro o plata.

¿Cómo comprobaban antiguamente si una moneda era falsa?

Esto se ha estado llevando a la práctica desde la invención de la moneda como objeto de pago en transacciones comerciales (antes se usó la sal, piedras, el trueque de productos o animales…).

Pero llegó un momento en el que el acuñar monedas se convirtió en algo que casi cualquier persona con un poco de habilidad podía hacer y empezaron a aparecer piezas de dinero que realmente no tenían el valor que se les asignaba, debido a que se realizaban con metales baratos (como el níquel, plomo, cobre o bronce) y después eran bañados por oro o plata para hacerlas pasar por monedas de mayor valor.

Una de las tácticas utilizadas desde la antigüedad por los comerciantes para comprobar si se trataba de una moneda falsa con lo que le habían pagado (y que hoy en día todavía hay quien hace uso de ello, incluso en el mundo de la joyería) era usando lo que comúnmente se conoce como ‘piedra de toque’.

Ésta consistía en una piedra similar al mármol con la que se rayaba la moneda sospechosa y posteriormente se le añadía una gota de ácido nítrico, un potente líquido corrosivo. Si la moneda estaba acuñada con metal noble no ocurría absolutamente nada, pero si se había realizado con aleaciones de metales de baja calidad, la muesca que se le había hecho con la piedra de toque se ponía de color oscuro.

La muesca realizada con la piedra de toque también servía para ver el color interior de la moneda y comprobar con algunas muestras que se tenía a que metal o aleación correspondía.

Evidentemente existían otros métodos para detectar las monedas falsas, como podía ser midiéndolas, comprobando el peso, pegándoles un mordisco (si se doblaba o dejaba marcas profundos los dientes era señal de su falsedad) e incluso haciéndolas caer sobre una superficie (como un mármol) y dependiendo del sonido y rebote que pegase se podía averiguar.

 

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¿Fue realmente el ‘cinturón de castidad’ un invento medieval para evitar infidelidades de las esposas?

Estamos acostumbrados a ver en películas, series de televisión y numerosísimas novelas históricas escenas en las que, durante la Edad Media, cada vez que un hombre poderoso de la época salía de viaje para participar en una guerra, con el fin de asegurarse la castidad de su esposa y evitar que ésta pudiera cometer algún acto de infidelidad, mandaba colocarle un artilugio metálico en forma de braga de seguridad que aseguraba la total imposibilidad de la mujer a ser penetrada sexualmente.

¿Fue realmente el ‘cinturón de castidad’ un invento medieval para evitar infidelidades de las esposas?

También hay quien indica que dicho cinturón no solo servía para salvaguardar la honorabilidad del marido que mandaba colocarla, sino que también se utilizaba como forma de imposibilitar una violación sexual en caso de ser atacadas durante la ausencia del marido e incluso padre, ya que hay algunas versiones que señalan que esas bragas de hierro también eran colocadas a las hijas con el fin de que se mantuvieran vírgenes hasta llegar al momento de contraer matrimonio.

Pero en realidad, el concepto de cinturón de castidad tal y como nos ha llegado a través de los libros, el cine y la televisión, es totalmente falso (o mejor dicho, inexacto) y está más cerca de ser una leyenda urbana que un hecho histórico real.

Según múltiples investigaciones y estudios realizados por historiadores y expertos en el medievo, no existen apenas referencias fiables y reales escritas en la época para asegurar de que realmente los celosos maridos o temerosos padres obligaran a las féminas de su familia a colocárselos cuando éstos salían de viaje.

En las investigaciones, en las que también han participado científicos, se ha podido demostrar que una persona no podría haber llevado una de esas bragas de hierro mucho más allá de dos días seguidos sin que esta le produjese abrasiones, rozaduras, múltiples daños e incluso infecciones. Lo cual hubiese provocado infinidad de enfermedades y, a consecuencia de ello, fallecimientos, algo de lo que no hay constancia. También debemos tener en cuenta la larga duración de las batallas que tenían lugar en aquella época, en la que los militares que participaban en ellas podían tirarse varios meses sin regresar a sus hogares.

Sí que existía durante la Edad Media una especia de braga metálica pero que era colocada como instrumento de tortura cuando a un preso o presa se le quería castigar por un delito, debido a que esos artilugios comprimían y provocaban terribles dolores.

El mito del cinturón de hierro como método de castidad surgió varios siglos después de la Edad Media, en el periodo conocido como el de la Ilustración (también llamado Siglo de las Luces), en el que a partir de 1700 surgieron varias corrientes intelectuales que quisieron emborronar muchas de las cosas que habían tenido lugar durante el Medievo creando alrededor de esa época infinidad de leyendas urbanas que intentaban demostrar lo nefastos y oscuros tiempos que se habían vivido.

Muchas de las ilustraciones, tratados y referencias que actualmente tenemos sobre los cinturones de castidad están datados a partir del siglo XVIII, así como la inmensa mayoría de esos artilugios que se exhiben en algunas exposiciones y museos.

Debo indicar que algunos sí que son verdaderos, pero no son los referidos a temas de castidad sino no como instrumento de tortura.

También cabe destacar que en la actualidad se utilizan unas versiones modernas de los cinturones de castidad que son utilizadas durante las prácticas sadomasoquistas.

 

Te puede interesar leer: ¿De dónde surge el término ‘sadomasoquismo’?

 

Portada del libro "Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO" de Alfred López

 

 

Esta curiosidad es una de las que encontrarás en mi libro «Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO». De venta en librerías y Amazon: https://amzn.to/2q6wNXa

 

 

 

 

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Fuentes de consulta: historiasdelahistoria/ strambotic/ abc / Le Vase de Soissons n’existe pas & autres vérités cruelles sur l’histoire de France de Christophe Granger y Victoria Vanneau

El curioso e histórico origen de la etiqueta ‘Made in’

De sobras conocido es que la etiqueta ‘Made in’ que aparece en cualquier producto hace referencia al lugar de donde procede (sobre todo al país).

El curioso e histórico origen de la etiqueta ‘Made in’

Hoy en día el hecho de que aparezca en la práctica totalidad de aquellos artículos que compramos, tal y como está regulado por los diferentes organismos internacionales de consumo (entre ellas la Unión Europea) puede hacer que un producto, dependiendo de su país/región de origen y fabricación, pueda tener mayor o menor éxito de venta.

Pero aunque la regulación oficial, en cuanto a la utilización de dichas etiquetas, es relativamente moderna, debemos irnos 130 años atrás para encontrar el origen de las mismas y el motivo que ocasionó que empezase a atribuirse la procedencia a las mercancías con las que se comercializaba.

Fue concretamente en 1887 y se originó en Inglaterra, debido a que desde este país se quiso ‘castigar’ el proteccionismo arancelario que se estaba llevando a cabo en países como Alemania o Italia, donde la restricción a la entrada de productos extranjeros perjudicaba seriamente sus intereses comerciales y económicos.

Los ingleses no entendían (e incluso consideraban que era intolerante) que alemanes e italianos restringieran la entrada de productos a sus países pero sin embargo ellos se encargaran de exportar a mansalva. Por tal motivo los británicos lanzaron una campaña en la que marcaban todos aquellos productos que provenían de Italia y Alemania, a la vez que se intentaba desprestigiarlos, con el fin de que el consumo de éstos en el mercado inglés cayera y así provocar que ambos países levantaran las políticas arancelarias.

En el Reino Unido estaban convencidos que el hecho de marcar todos los productos alemanes e italianos con una referencia al lugar de fabricación ayudaría al consumidor a distinguirlos y no comprarlos.

Según los expertos, esa mención al origen patrio de los productos funcionó pero de forma inversa a lo pretendido por los gobernantes británicos ya que era máxima la fascinación de los consumidores ingleses por los productos químicos (medicinas) y mecánicos alemanes o el embutido y vino italiano, por lo que el saber de antemano (gracias a una etiqueta) dónde había sido producido cada artículo hizo que lo tuvieran más fácil para adquirirlo.

 

 

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¿Por qué el término salario es sinónimo de sueldo?

Hay numerosos términos para referirse a la retribución que percibe una persona en concepto de pago por un trabajo realizado: sueldo, jornal, paga, remuneración, mensualidad, emolumento, nomina, estipendio, haberes, honorarios o salario.

¿Por qué el término salario es sinónimo de sueldo? El término salario tiene su origen en la Antigua Roma y más concretamente de la ‘Vía Salaria’, un camino (calzada) que partía desde Roma hacia la población de Castrum Truentinum, a orillas del Mar Adriático. Dicho camino recibía este nombre debido a que era la ruta por la que se llevaba los cargamentos de sal.

Tanto a los soldados encargados de custodiar dicha Vía Salaria, como a los trabajadores  que la trasportaban, se les pagaba con sal, y de ahí que la retribución que percibían recibiese el nombre de ‘salarium’, el cual derivó al castellanizado salario.

Cabe destacar que la sal, por aquellos tiempos, era considerada como el oro blanco’, gracias al  gran valor y utilidad que se le daba: con la sal se conservaban los alimentos (debido a que no existían los frigoríficos y por tanto los alimentos se estropeaban antes). También era un perfecto antiséptico con el que curar las heridas.

Una importante parte de la economía, tratos y negocios de la época se basaba en el trueque, y con la sal recibida como sueldo, se podía ir al mercado y pagar la compra de alimentos, ropas…

Por cierto, el término ‘sueldo’ proviene de la palabra latina ‘solĭdus’, una antigua moneda de oro que comúnmente valía 25 denarios.

 

 

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¿Sabías que el himno de la Champions fue compuesto para celebrar la coronación de reyes y está basado en textos bíblicos?

Poco después de trasladarse a vivir a Inglaterra en 1710, el compositor alemán Georg Friedrich Händel se convirtió en director y responsable de la música sacra de su nuevo país de acogida (cargo conocido como ‘maestro de capilla’), codeándose con la flor y nata británica y sobre todo con la realeza (le unió una estrecha amistad con Jorge I de Gran Bretaña, coronado en 1714 y que era oriundo de Alemania igual que él).

La fulgurante carrera musical de Händel lo llevó a dirigir la prestigiosa ‘Royal Academy of Music’ y recibir múltiples encargos por parte de la monarquía inglesa, entre ellos el componer un himno que sería utilizado en los actos de coronación del rey que relevara a Jorge I.

¿Sabías que el himno de la Champions fue compuesto para celebrar la coronación de reyes y está basado en textos bíblicos?

Dicha composición musical estaba compuesta por cuatro himnos (‘Zadok, the Priest’, ‘My heart is inditing’, The king shall rejoice y ‘Let thy hand be strengthened’) basados en textos bíblicos utilizados por la Iglesia anglicana (Biblia del Rey Jacobo de 1611) y llevaba por título genérico ‘Coronation Anthems’.

Tras el fallecimiento de Jorge I, el 11 de junio de 1727, le sucedió su primogénito, siendo coronado como Jorge II de Gran Bretaña e Irlanda en una fastuosa ceremonia celebrada en la abadía de Westminster el 4 de octubre de aquel mismo año.

En dicha coronación se interpretó la composición de Händel ‘Coronation Anthems’, siendo el primer himno (‘Zadok, the Priest’) uno de los que más admiración causó, hasta tal punto que se decidió que, a partir de aquel momento, en las sucesivas coronaciones de reyes británicos fuese interpretado dicho himno, algo que se ha realizado desde entonces en todas y cada una de las ocho ocasiones en las que se ha coronado un nuevo rey o reina (Jorge III, Jorge IV, Guillermo IV, Victoria I, Eduardo VII, Jorge V, Jorge VI e Isabel II. Hay que tener en cuenta que Eduardo VIII no llegó a ser coronado). La última vez que fue utilizado oficialmente este himno para una coronación fue en la de Isabel II, el 2 de junio de 1953.

¿Sabías que el himno de la Champions fue compuesto para celebrar la coronación de reyes y está basado en textos bíblicos?En 1992 la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) quiso realizar algunas modificaciones en su competición más famosa: la ‘Copa de Europa’ (entre las que se encontraba el cambio de denominación a ‘Liga de Campeones’ o, como es más habitual llamarla ‘UEFA Champions League’).

Para ello encargó al compositor británico Tony Britten que realizara un himno para la competición y éste en lugar de realizar una composición original presentó una versión modificada y con varios arreglos del ‘Zadok, the Priest’ de Händel, el cual desde entonces se ha convertido en el emblema musical de la Champions League, sonando al inicio de cada encuentro y en los spots publicitarios que anuncian cada partido.

Cabe destacar que, a pesar de tratarse de una composición sacra y dedicada a la coronación de reyes, fue el propio Händel, en el siglo XVIII, quien permitió que su famosa obra Coronation Anthems fuese utilizada y tocada en cualquier tipo de evento o ceremonia, de ahí que no se pusiera ningún impedimento para poner en marcha la versión realizada por Tony Britten.

Aquí debajo os enlazo a dos vídeos en los que podréis escuchar la versión del himno ‘Zadok, the Priest’ compuesto por Georg Friedrich Händel y la versión de Tony Britten para la Champions League.


 

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Fuente de las imágenes: Wikimedia commons (1) / Wikimedia commons (2)