Hay una famosa y antigua adivinanza que dice: “Es blanco como la leche y negro como el carbón; es dulce como la miel y agrio como el limón ¿qué es?…”
Pero no, el post de hoy no es para formular adivinanza alguna, simplemente la he utilizado en la intro del mismo a modo de ejemplo de cómo en muchas ocasiones utilizamos un epíteto (en este caso el color y sabor) para referirnos al algo.
Y es que, tal y como titulo el post, el característico color blanco de la leche no lo tienen otros productos derivados de ésta, como es la mantequilla o algunos quesos, los cuales de una manera natural adquieren un tono amarillento.
Pero la razón de que sea así no es a causa de algún colorante artificial que se le añade durante el proceso sino a un pigmento natural conocido como ‘beta-caroteno’ (β-caroteno) que se encuentra en la hierba que es ingerida por las vacas y que, durante el curioso proceso de digestión de estos rumiantes, acaba disuelto en la leche.
No es hasta el proceso de elaboración de los diferentes derivados lácteos (mantequilla, queso…) cuando el beta-caroteno libera su poder colorante que termina tiñéndolo de color amarillo (este pigmento también tiene la propiedad de teñir de naranja o rojizo y está presente en infinidad de frutas y verduras como las zanahorias, la calabaza, la frambuesa o el melón…).
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Post realizado a raíz de una consulta de Maribel Romero enviada a través del apartado de contacto.
Fuente de la imagen: Dwayne Madden (Flickr)
Y por qué siendo la manteca de cerdo blanca, en Andalucía es colorá, ¿eh, por qué?
04 febrero 2016 | 9:58
Entonces ¿por qué la mantequilla se pone más amarilla con el tiempo? Una mantequilla joven es casi blanca, si la dejamos en la nevera durante un tiempo, amarillece.
04 febrero 2016 | 10:08
Lo importante es lo que hay detrás de los productos lácteos: violación de la vaca, embarazo, robo de su cría con el consiguiente trauma, robo de la leche durante meses, vuelta a violar y proceso una y otra vez hasta que a los 5 años están reventadas y van al matadero. La leche, por cierto, va llena de pus, hormonas, antibióticos y lactasa, la cual no podemos digerir, cada vez hay mas alergias, por no hablar de todas las enfermedades asociadas a lácteos… alergias, mucosidades, cánceres, osteoporosis…
La cría de la que hablábamos será recluida en unos cheniles donde no se podrá mover, con una dieta baja en hierro para provocarle anemia y conseguir carne de ternera blanca. Al mes o asé, al bebé le cortarán el cuello y le despiezarán para llegar a la carnicería más cercana.
Somos el único animal que le roba la leche a otro, una leche con una composición específica destinada a la cría de esa especie. Además, no sólo la tomamos en el periodo de cría, si no también de adultos. Y para toda esta bizarrada hemos montado la locura de la industria antes descrita.
04 febrero 2016 | 17:09
«Dice ser uno»… pues ya sabes, suicidate y deja tu espacio vital a una vaca.
04 febrero 2016 | 21:06
Hombre… tampoco es para suicidarse!
Pero sí que debería plantearse, tal vez, otro modo de alimentación sin matar otros seres vivos, lo cual veo complicado (las piedras tienen pinta de ser poco sabrosas y deben aportar pocos nutrientes).
El problema no es matar otros animales para nuestro sustento, sino hacerlos sufrir antes de su muerte y abusar de esa producción.
08 febrero 2016 | 20:55
Cuidado con el magufo-vegano xD..no vaya ser que descubra otra conspiración debajo de las vacas…….
09 febrero 2016 | 16:59