Entradas etiquetadas como ‘mala suerte’

¿Cuál es el origen del término ‘suerte’?

A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan sobre el origen del término ‘suerte’.

¿Cuál es el origen del término ‘suerte’?

Arias son las definiciones que da el diccionario para el término ‘suerte’, encontrándonos con las siguientes acepciones: ‘Encadenamiento de sucesos considerado fortuito o casual’, ‘Circunstancia favorable o adversa’, Azar, casualidad’ (entre otras muchas).

Etimológicamente, el término proviene del latín sortis’ que era el modo con el que se denominaba en la antigüedad la división por parcelas de un terreno rústico que debía ser sembrado. No todas las fracciones de ese campo darían las mismas cosechas y sus frutos y ganancias podían ser diversos. De ahí que se vinculara con el hecho circunstancial de que algo puede salir bien o mal por mera casualidad.

 

 

Te puede interesar leer también los posts:

 

 

Fuente de la imagen: pxhere

¿Cuál es el origen del término ‘azar’?

Muchas son las personas que están convencidas de que las cosas ocurren por ‘azar’. Este término suele estar vinculado a la casualidad y al acto de tener suerte, aunque en realidad puede ser a la buena o mala suerte. También se denomina así a las apuestas, de ahí que se conozcan como ‘juegos de azar’.

¿Cuál es el origen del término ‘azar’?

Etimológicamente proviene del árabe hispánico ‘azzahr’ y hacía alusión a una flor, la misma que se pintaba en una taba (hueso utilizado antiguamente para jugar a algo parecido a los dados). Si salía el lado donde aparecía dibujada la flor se ganaba o perdía (dependiendo de la apuesta realizada), de ahí que finalmente la palabra azar se relacionara con la buena o mala fortuna.

Varios son los países (entre ellos Portugal) donde se utiliza el término azar como sinónimo de ‘infortunio’ o ‘mala suerte’.

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

 

Fuente de la imagen: pxfuel

¿Por qué al miedo producido por algo desconocido o paranormal se le llama ‘yuyu’?

Conocemos como ‘yuyu’ a una clase de miedo muy particular: aquel que es producido por algo paranormal o esotérico. Es muy típico escuchar expresiones como ‘Yo no entro ahí, que me da yuyu’ o ‘Qué yuyu da este sitio’, para referirse a un temor inexplicable que sentimos ante algo totalmente desconocido para nosotros (sobre todo con aquello relacionado con el más allá, espíritus, maleficios, casas encantadas…).

¿Por qué al miedo producido por algo desconocido o paranormal se le llama ‘yuyu’?

A pesar de que el término ‘yuyu’ pueda parecer un neologismo surgido recientemente de la jerga de los más jóvenes, debemos tener en cuenta que hay referencias a este vocablo desde la última década del siglo XIX en la forma de ‘juju’, aunque al español no llegó hasta ya entrados en el siglo XX (algunas fuentes indican que fue a partir de las películas de Tarzán, estrenadas en la década de 1930, pero hay constancia de que algunos antes de estrenarse el filme ya aparece mencionado en algún escrito).

Cabe destacar que a pesar de ser una palabra de uso común e incorporada en nuestro lenguaje coloquial desde hace mucho tiempo, el Diccionario de la RAE no lo recoge.

El origen etimológico del término es ‘juju’, forma en la que en la mayoría de idiomas se le conoce al mencionado miedo o temor a lo desconocido y el cual provenía de las prácticas de magia y hechizos llevadas a cabo en África Occidental, pero, curiosamente, en su origen dicho término hacía referencia exclusivamente a aquellos amuletos que estaban relacionados con la buena suerte.

Parece ser que fueron los expedicionarios franceses (durante la colonización de gran parte de África, en la segunda mitad del siglo XIX) quienes empezaron a nombrar  ese tipo de amuletos con el término en francés ‘joujou’ en cual significaba literalmente ‘juguete’. De ahí pasó a otros idiomas, llegando a nuestro por su forma fonética yuyu.

Con el tiempo el término dejó de hacer referencia a los amuletos mágicos para ser utilizado para indicar aquellas cosas que producen miedo a lo desconocido, superstición….

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: pixabay

¿De dónde surge exclamar ‘¡alegría, alegría!’ cuando se derrama cava en la mesa?

Un gesto muy característico cuando se derrama un poco de cava en la mesa, en un día de celebración, es mojarse las yemas de los dedos en el líquido que se ha vertido fuera de la copa y mientras se exclama la palabra ‘¡alegría, alegría!’ se moja la frente de los presentes (incluso la barriga si hay alguna embarazada presente).

¿De dónde surge exclamar ‘¡alegría, alegría!’ cuando se derrama cava en la mesa?

Esto es algo que es realizado sobre todo por las personas más mayores y se trata de una práctica que lleva realizándose desde hace muchísimo tiempo y que está englobada dentro de las supersticiones más leves.

No existe un momento concreto en la Historia o una anécdota protagonizada por algún personaje que diese comienzo a esta costumbre, pero lo que sí se sabe es que originalmente este ritual de augurio era realizado cuando el líquido vertido era vino y no cava o champán (tal y como lo conocemos hoy en día).

En el antiguo refranero popular podemos encontrarnos con algunos dichos que hablan sobre lo positivo que representaba que se derramara vino sobre la mesa pero, al mismo tiempo y de forma comparativa, nos advertía de la negatividad y mal augurio que suponía si, por el contrario, lo que se había derramado era la sal (te hablé sobre ello, tiempo atrás, en el post ‘¿De dónde surge la superstición que dice que si te dan un salero en la mano tendrás mala suerte?’).

Y es que en realidad ese acto de tocar con las yemas de los dedos el vino derramado para mojar la frente y al mismo tiempo exclamar ‘¡alegría, alegría!’ son dos actos distintos que, con el paso de los años, han acabado confluyendo para realizarse conjuntamente.

Por un lado tenemos una superstición de carácter religioso, debido a la creencia de que el vino era la sangre de Cristo y, por tanto, el hecho de derramarse sobre una mesa se consideraba como una irreverencia, por lo que, aquel a quien se le había caído, procedía a mojarse las yemas para posteriormente persignarse (hacerse la señal de la cruz en la frente) tanto a él como al resto de comensales (en especial a niños y ancianos).

Pero por otro lado nos encontramos con una costumbre surgida paralelamente (entre los no creyentes) que convirtió en sinónimo de abundancia el hecho de derramar vino. Si caía fuera de la copa al ser servido era una analogía de que sobraba y, por tanto, de alegría porque las cosas iban bien en aquel lugar (al contrario de si lo derramado era la sal, considerada como un producto de primera necesidad).

De ahí surgieron varios refranes, con múltiples variantes, como: ‘Verterse el vino es buen sino, derramarse la sal, mala señal’, ‘Verter el vino es bueno; verter la sal, mala señal’, ‘Derramar el vino es buena señal, pero no la sal’, ‘Verterse el vino es buen sino; derramar la sal es mala señal’

¿De dónde surge exclamar ‘¡alegría, alegría!’ cuando se derrama cava en la mesa?

Ambas prácticas (la superstición de santiguarse y la costumbre de exclamar la palabra alegría) se unieron con el tiempo en un solo acto, motivo por el que suele realizarse conjuntamente, aunque ya no se suele hacer la señal de la cruz en la frente, solo mojarla con las yemas.

También influye el hecho de que el cava (o champán) es mucho más fácil derramarse en el momento de ser abierto, además de que su consumo suele realizarse como acto de celebración y alegría.

 

Te puede interesar leer también:

 

 

 

Fuente de las imágenes: torange.biz / gifer

¿Por qué los artistas italianos tienen superstición al color morado?

Los artistas de cada nacionalidad tienen superstición a un color concreto y lo curioso es que en la mayoría de ocasiones no coincide con el color que les da mal fario a los del país vecino.

Por qué los artistas italianos tienen superstición al color morado

Por ejemplo en Francia el color del infortunio para los actores (y población en general) es el verde, en Inglaterra el azul y en España el color al que más personas le tienen tirria (sean artistas o no) es el amarillo (y no, no proviene del hecho de que Moliere murió sobre un escenario vestido de ese color –en realidad iba de verde-, se trata de una leyenda urbana y el motivo es otro, tal y como os expliqué en un anterior post).

El color morado (o púrpura) es el que causa pavor a la mayoría de actores y actrices italianos y el origen sobre el porqué lo encontramos en la Edad Media. Por aquel entonces, y tras la toma de casi todos los poderes por parte del catolicismo, cuando llegaban los periodos de Adviento y Cuaresma los religiosos vestían las casullas de color púrpura.

Durante todo el tiempo que duraba tanto la Cuaresma (todo el periodo de Pascua hasta la finalización de la Semana Santa) como el Adviento (que incluía la Navidad y abarcaba desde finales de noviembre hasta principios de febrero) se prohibía todo tipo de representaciones (ya fuese en teatros o callejero). Por tal razón los actores asociaron el color morado de los motivos  religiosos con el periodo en el que se les impedía trabajar (cuya suma se alargaba a alrededor de cuatro meses anuales) y, por tanto, dejaban de ganar dinero. Toda una desgracia para este colectivo ya que solían vivir al día y se mantenían de lo recaudado noche tras noche en las funciones.

Esto es lo que originó que entre los comediantes se le cogiera una peculiar animadversión al color morado y todo lo que representaba que, con el paso de los siglos, quedó en la cultura popular como si de una superstición se tratara.

Por qué los artistas italianos tienen superstición al color moradoFue tal la inquina que se cogió a ese color por parte de los artistas que incluso, ya en la época contemporánea, se han dado casos de actores que han interrumpido una función teatral a medias porque han divisado entre el público a alguien que vestía de morado e incluso hay quien ha renunciado a actuar en el Teatro Regio de Turín porque el techo de este coliseo es de color púrpura.

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuente de la imagen: pixabay / Wikipedia

Destripando mitos: Molière no murió sobre un escenario vestido de amarillo (y ese no es el origen de la superstición española a este color)

Una de las supersticiones más extendidas en España y que además siguen al dedillo un gran número de artistas y personas relacionadas con el mundo del espectáculo, el cine y la televisión es que vestir de color amarillo trae mala suerte. Por tal motivo innumerable son los profesionales (sobre todo de las artes escénicas) que se niegan a llevarlo e incluso a compartir escenario o plató si hay algún elemento amarillo (ya sea de atrezo o textil).

Destripando mitos: Molière no murió sobre un escenario vestido de amarillo (y ese no es el origen de la superstición española a este color)

La inmensa mayoría de los supersticiosos a ese color (e incluso un gran número de expertos e historiadores) se acogen a la leyenda (que no deja de ser urbana) que explica que Jean-Baptiste Poquelin (más conocido por el sobrenombre de Molière) falleció el 17 de febrero de 1673 mientras representaba en un teatro de París la insigne obra ‘El enfermo imaginario’. Todas esas fuentes y personas indican (erróneamente) que el ilustre dramaturgo y actor vestía en ese momento de amarillo.

Pero esto no es cierto, debido a que Molière no falleció sobre el escenario (aunque sí se encontraba con un fuerte dolor de pecho durante la representación) pero le dio tiempo de llegar a su  casa, donde murió pocas horas después, posiblemente a causa de una tuberculosis (aunque nunca se determinó el motivo real del deceso).

Otro detalle importante es que Molière no iba vestido de amarillo en dicha función, pues existen suficientes pruebas documentales que indican que, para interpretar el papel del hipocondriaco Argán (protagonista de la obra), encargó a una importante sastrería parisina un traje de color amaranto (rojo tirando a granate) y de ese modo era como iba vestido cada noche de las cuatro funciones que le dio tiempo a protagonizar.

Cabe destacar que en el mundo del teatro francés el color verde es por antonomasia el que causa superstición a los actores y esto viene de unos cuantos siglos antes del fallecimiento de Molière, aunque no se sabe por qué a partir de mediados del siglo XIX aparecieron ciertos escritos que vinculaban dicha superstición hacia el verde en los escenarios franceses y el fallecimiento del célebre dramaturgo y actor.

El motivo por el que se originó la superstición al verde en el mundo teatral de Francia viene de mucho antes de la muerte de Molière: antiguamente para conseguir los pigmentos de este color se debían usar elementos químicos como el óxido de cobre (cardenillo) con el que tintaban la ropa. Esto hacía enfermar a muchos de los actores que habían vestido una prenda teñida con ello.

Ojo, hay quien dice que también influyó el color de las llamas de las lámparas situadas al borde del escenario para iluminarlo, que provocaban que el espectador no pudiese ver con claridad a los actores y a estos moverse con facilidad por el escenario, pero realmente ese no es el origen de la superstición al color verde en entre los actores franceses sino el de porqué a los comediantes británicos les trae mala suerte el color azul (los ingleses a la luz que dan ciertas bombillas en el escenario de tono azul lo llaman ‘Ghost light’ o ‘luz fantasma’, pues parece que aparecen espectros y espíritus en el escenario). Como veis en cada país los actores le tienen superstición a un color diferente (en Italia es al morado, pero esto os lo cuento detalladamente en mi próximo post).

Pero, llegados a este punto, os estaréis preguntando ¿por qué entonces en España se le tiene superstición al color amarillo y cuál es el motivo de vincularlo al fallecimiento de Molière?

Empezaré respondiendo a la segunda cuestión… cuando a mediados del siglo XIX en Francia empezó a relacionarse, inexplicablemente, la superstición de los actores al color verde con la muerte de Molière (que nada tenía que ver, como os he comentado más arriba) en España ya llevaba muchísimo tiempo instaurada la costumbre de que el color amarillo traía mala suerte (aunque ésta no se originó en los teatros). No se sabe bien si fue una torpeza, un fallo de traducción o realizado deliberadamente por alguien que le venía bien justificar y/o relacionar la superstición española al amarillo con la muerte de Molière que, de la noche a la mañana, aquellas reseñas que se hacía al color amaranto (amarante en francés) de las ropas que vestía el dramaturgo se convirtieron en castellano en amarillo.

En realidad la superstición española al color amarillo no se originó en los escenarios teatrales, tal y como se viene repitiendo desde hace tantísimo tiempo, sino en el coso taurino. Mucho antes de que llegara a España (en el siglo XIX) la versión errónea sobre el color de la ropa de Molière ya existía cierta animadversión hacia el color amarillo en el mundo de la tauromaquia ¿el motivo? porque ese era el color del reverso del capote de brega y, por tanto, en caso de ser corneado el torero por el animal durante una faena ese sería el último color que vería en caso de fallecer.

Destripando mitos: Molière no murió sobre un escenario vestido de amarillo (y ese no es el origen de la superstición española a este color)El capote de brega está compuesto originalmente por dos colores: el rosa (o fucsia) en el anverso y el amarillo en el reverso. El rosa, dentro del mundo de la tauromaquia está considerado como un color de buena suerte (de ahí que las medias que llevan los toreros también sean de ese color, para atraer la buena suerte). Por el contrario, el amarillo del reverso se consideró como de mal fario por el motivo que explico en el párrafo anterior que relaciona una cogida por parte del toro y el visionado por parte del matador del  envés del capote de brega.

Sí, parece una explicación algo pillada por los pelos, pero es la única documentada que se le dio antiguamente, mucho antes de que se cambiara, en el siglo XIX, por la errónea y falsa versión sobre el color de la ropa que vestía Molière en el momento de fallecer y que ha llegado hasta nuestros días.

Y para finalizar, una pequeña reflexión… si supuestamente (como tantísimo tiempo se ha estado defendiendo) Molière falleció sobre un escenario vestido de amarillo ¿por qué solo en España los actores y actrices le tienen superstición a ese color? Debería haber sido ese mismo color para los artistas de todos los países y no en cada lugar tener superstición a un color diferente (en Francia el verde, Inglaterra el azul, Italia el morado…).

 

Te puede interesar leer también:

 

 

Fuentes de las imágenes: Captura Vimeo / Wikimedia commons

¿De dónde surge la superstición que dice que si te dan un salero en la mano tendrás mala suerte?

Varias son las supersticiones que existen alrededor de la sal y todas tienen el mismo origen: cuando la sal tenía un valor prácticamente similar al de las monedas, como te explicaba días atrás en el post ‘¿Por qué el término salario es sinónimo de sueldo?’.

¿De dónde surge la superstición que dice que si te dan un salero en la mano tendrás mala suerte?

Una de ellas indica que, para evitar la mala suerte, un salero jamás debe darse directamente a la mano, sino que hay que depositarlo en la mesa, o cualquier otra superficie, y de ahí se coge. Y la respuesta al porqué se piensa que puede traer mala suerte es bien sencilla…

Imagina a dos romanos (de los de hace 2.000 años) que están intercambiando mercancía (haciendo un trueque). Uno cambia una gallina y el otro paga con la sal. Si el intercambio no se hacía con cuidado, la sal podía derramarse. Una desgracia para uno de los dos, pero ¿para quién? El que la entregaba podría decir que ya había pagado y por tanto se llevaba la gallina y el que cobraba podría decir que todavía no estaba en su poder y por lo tanto la venta no estaba cerrada. Así que la cosa acabaría en discusión y, muy posiblemente, a puñetazo limpio. Motivo por el que se aconsejaba en depositar la sal en un cuenco que estaba colocado sobre firme. De aquí también surgía la superstición de que si se da la sal en mano rompes la amistad.

Algunas son las personas que han querido ver en el origen de la superstición una procedencia religiosa y se explica la historia (no fundamentada) de que durante la Última Cena de Jesús con los Apóstoles Judas derramase con el brazo un salero. No existe evidencia alguna del hecho, pero Leonardo Da Vinci recogió la escena en su pintura sobre la Última Cena, algo que hizo que se creyese que realmente sucedió.

Las personas supersticiosas, cuando se les cae la sal, suelen coger una pizca y echársela sobre los hombros. Esto lo hacen porque antiguamente se tenía la certeza de que el diablo acechaba detrás de cada uno de nosotros y que, si alguien tenía la desgracia de que se le derramaba la sal, al tirarla hacia atrás se le echaba en la cara del maligno, ahuyentándolo y evitando que éste trajese mala suerte a esa persona.

 

 

Te puede interesar leer:

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde surge el famoso refrán ‘En martes, ni te cases ni te embarques’?

Un refrán que lleva toda nuestra vida acompañándonos es aquel que dice ‘En martes, ni te cases ni te embarques’ que venía a ser una advertencia sobre el segundo día de la semana (en algunas culturas y calendarios es el tercero), el cual desde la antigüedad ha estado considerado como un día funesto y de infortunio.

¿De dónde surge el famoso refrán ‘En martes, ni te cases ni te embarques’?

Desde tiempos inmemoriales, el martes ha estado considerado como el día de la semana predestinado a los conflictos, guerras y a que todo lo relacionado con los negocios saliesen mal. Esa creencia se basada en que dicha jornada estaba dedicada a Marte, el Dios Romano de la Guerra, pero al igual que esta deidad proporcionaba a los ejércitos del imperio la protección (dándoles grandes triunfos en batallas y conquistas, o al menos los antiguos romanos creían que sus victorias provenían gracias a la protección que les daba esta divinidad) también sabían (o más bien creían y tenían la superstición) de que esa protección que les otorgaba el Dios Marte para las guerras se la quitaba de otros asuntos más mundanos, como podía ser el realizar negocios o cerrar un trato en un día que caía en martes.

Debemos tener en cuenta que en la antigüedad los viajes (sobre todo en barco) no se realizaban por turismo, tal y como lo concebimos hoy en día, sino para ir a realizar algún negocio. De ahí que también se evitaba embarcarse o realizar un desplazamiento en ese día cuando el fin del mismo era para cerrar un trato, pues se temía que acabaría saliendo mal.

Los antiguos romanos eran terriblemente supersticiosos y por tal motivo veían vinculaciones con el infortunio (aunque no las tuviese) en cualquier cosa relacionada con el martes de ahí que también se evitase contraer matrimonio en ese día. Debemos tener en cuenta que un casamiento, en aquella época, no se realizaba como un acto de amor entre una pareja de enamorados sino como una unión de intereses y como cierre de un trato comercial entre diferentes familias que emparejaban a sus hijos. Al tratarse de un acuerdo de carácter mercantil, la superstición de que saliera mal por realizarse en martes era lo que originó con los años los refranes y dichos que aconsejaban no realizar ciertas cosas en martes.

Cabe destacar que muchos son los historiadores que al término ‘embarcarse’ del refrán no le dan el sentido de subir en una embarcación y realizar un viaje, sino que ven en la locución una referencia al sentido de tomar parte en un negocio arriesgado (el diccionario de la RAE, da como tercera acepción de la palabra ‘embarcarse’ el siguiente significado:  ‘Hacer que alguien intervenga en una empresa difícil o arriesgada’).

A partir de la Edad Media se popularizaron este tipo de refranes en España, sobre todo por el carácter supersticioso que se le dio a este día ya no por el Dios Marte (el cual ya no tenía ningún significado pues ya se había extendido el cristianismo) sino porque según explicaban algunos cronistas se perdieron algunas batallas importantes frente a los musulmanes.

Aunque el refrán más popular es el que indica que ‘En martes, ni te cases ni te embarques’, existe una amplia gama de variantes, pudiéndonos encontrar otros que indican: ‘En martes, ni tu tela urdas ni tu hija cases’, ‘En martes y trece, ni te cases ni te embarques’, ‘En martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes’

 

 

Te puede interesar leer:

 

 

Sigue disfrutando de las curiosidades de este blog también en formato papel y no te pierdas la trilogía de libros: Ya está el listo que todo lo sabe, Vuelve el listo que todo lo sabey Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO que pueden convertirse en un regalo ideal.

Cómpralos en Amazon: http://amzn.to/2E3cMXT

 

 

 

Fuente de la imagen: pixabay

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Echar la soga tras el caldero’?

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Echar la soga tras el caldero’?

A través del apartado de contacto, Rosa Mari me pregunta sobre el origen de la expresión ‘Echar la soga tras el caldero’.

La expresión ‘Echar la soga tras el caldero’ es antiquísima y aunque en la actualidad está prácticamente en desuso, se utilizaba para señalar a un individuo a quien le había salido alguna cosa mal (a causa de una acción equivocada o simple mala suerte) y acababa renunciando a conseguir el propósito, abandonándolo y/o dejando perder lo que ya había conseguido.

Era locución gráfica a ese infortunio que se hacía a través del ejemplo que aquel que al ir a sacar agua de un pozo se le escapaba el cubo (llamado también caldero) hacia el fondo y al ver que ya no podría extraer ni líquido ni el recipiente acababa lanzando también la cuerda (soga), por lo que se perdía toda la oportunidad de seguir obteniendo agua de dicho lugar (evidentemente teniendo en cuenta que posiblemente aquel caldero y soga eran los únicos de los que disponía).

 

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde surge la creencia y superstición de que una pata de conejo trae buena suerte?

¿De dónde surge la creencia y superstición de que una pata de conejo trae buena suerte?

Como es bien sabido, una superstición es aquel acto o conducta que condiciona la vida de cualquier individuo que hace o deja de hacer algo ante el convencimiento que, de lo contrario, le podría ocurrir una desgracia. Por tal motivo muchos son los elementos que a lo largo de la historia se han convertido en un amuleto con el que atraer la buena suerte: una herradura, un trozo de madera que tocar, una reliquia perteneciente a una parte del cuerpo de una persona que había sido santificada o una simple pata de conejo (entre otras muchísimas cosas).

La creencia de que una pata de conejo trae buena suerte es una de las más antiguas que existen. Se calcula que ya en el siglo VII a.C. los pueblos celtas ya tenían sus propias supersticiones y creencias y entre ellas estaba la que le otorgaban a los conejos, liebres y algunas especies de roedores. El hecho de que habitasen en madrigueras en el subsuelo hacía pensar a los antiguos celtas que éstos animales estaban en contacto con los Dioses y espíritus del inframundo y, por tanto, esos animales les protegerían. De ahí que mucha ropa de abrigo se realizase con sus pieles, su carne fuese muy preciada en platos de la época y sus huesos se convirtieran en amuletos que llevaban encima colgados en collares, pendientes u otros abalorios.

Con el transcurrir del tiempo la liebre y esos otros roedores fueron adquiriendo una connotación negativa en el folklore popular y sin embargo el conejo siguió disfrutando de ese estatus de animal que proporcionaba suerte o alejaba los malos augurios.

En la época de la Antigua Roma y Grecia el conejo adquirió la categoría de ‘curalotodo’ y muchos eran los ungüentos que se realizaban en el que se utilizaba algunos huesos machacados de este animal. También se frotaban partes dolorida o fracturadas con alguna parte de su cuerpo y sobre todo se convirtió en amuleto (como animal doméstico) para proporcionar fertilidad y una gran prole de hijos, debido a su gran y rápida reproducción.

Avanzando en el tiempo nos encontramos que durante la Edad Media se reforzó la superstición alrededor de los poderes curativos y de buena suerte que podían proporcionar los conejos, pero éstos ya dejaron de ser un animal doméstico para ser llevado uno de sus huesos encima (tal y como ya habían hecho los celtas un milenio atrás).

En una época en la que los consejeros místicos y espirituales de grandes reyes tenían una relevancia importantísima en sus decisiones el portar el hueso del conejo se puso más de moda que nunca entre todas las clases sociales.

El hecho que de la noche al día pasase de servir cualquier hueso del conejo como amuleto a ser específicamente una de sus patas no se sabe a ciencia cierta cuándo ocurrió, pero uno de los escritos más antiguos que hay en relación a ello data del siglo XVI y se trata de un pequeño texto que explica cuál era el amuleto infalible y cómo se debe conseguir.

Dicho texto decía que éste debía ser la pata trasera izquierda de un conejo que tendría que haber muerto a medianoche en un cementerio en una noche sin luna de un viernes 13 y a manos de un jinete de piel negra y cabello pelirrojo, zurdo y bizco que iría montado en un caballo blanco.

Evidentemente el texto y los elementos mencionados no dejan de ser un batiburrillo de supersticiones mezcladas y sin sentido alguna, pero que en su época tuvo gran relevancia, por lo que a base de repetirla hizo que se creyera que la parte del conejo que realmente daba buena suerte era su pata trasera izquierda.

La creencia se extendió por prácticamente todo el planeta y ha llegado hasta nuestros días, en el que podemos encontrar que son innumerables las personas que creen a pies juntillas que el portar consigo una pata de conejo la protegerá de malos augurios y le proporcionará protección y buena suerte.

 

 

Lee y descubre más historias como esta en el apartado ‘Destripando Mitos, Leyendas Urbanas y Supersticiones’ de este blog

 

 

Fuentes de consulta: ‘Las cosas nuestras de cada día’ de Charles Panati / scientificamerican / todayifoundout
Fuente de la imagen: Bergadder (pixabay)