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Basta ya de cortar los vaqueros

Estamos recortando los pantalones por encima de nuestras posibilidades. Empecé a sospecharlo cuando todas las tiendas te ofrecían los vaqueros con el tijeretazo metido a la altura del bajo dejándote los tobillos al aire.

Es algo que para primavera-verano veía lógico y con un sentido, pero que en cuanto se baja de los 20 grados se convierte en mala idea y factor clave de atracción de resfriados.

ASOS

Encontrar unos vaqueros enteros clásicos se ha vuelto casi tan complicado como encontrar una habitación en alquiler en una ciudad española a buen precio o una amiga que llegue puntual a la hora a la que habéis quedado. Si no son los bajos, el corte es a la altura de la rodilla, por detrás justo debajo del culo o incluso a la altura de los bolsillos.

Por mucho que pretendan innovar, cortar no es la solución, y más cuando somos fieles a los vaqueros todo el año, y eso incluye el invierno.

ASOS

El colmo absoluto y último grito (literal) al que ha llegado la prenda es el vaquero-tanga, que hizo su debut en la Amazon Fashion Week de Tokyo.

La propuesta street wear del vaquero invisible (porque lo único que se ven son cuatro tiras vaqueras cosidas), es llevarlo con un body por debajo, algo muy práctico para esas salidas de tomar cervezas con las amigas en las que acabas corriendo al baño en algún momento porque los tercios hay que sacarlos o para sentarse en el metro a coger todos los gérmenes de Madrid.

No entiendo esa necesidad enfermiza de actualizar hasta el extremo una prenda que tiene su sitio más que ganado en nuestro armario.

SHUTTERSTOCK

Una serie de productos como el pantalón vaquero, la crema clásica Nivea o el Kit-Kat de toda la vida, triunfaron en su día y siguen triunfando hoy en día. Son artículos que si nos tocaran ardería Twitter, proliferarían las peticiones en Change.org y nos lanzaríamos a las calles con cazuelas (o al menos yo, que soy muy fiel a la chocolatina).

Lo único que me da por pensar es que llegará un punto en el que veremos un desfile sin ropa ninguna solo porque el diseñador ha creado un estilismo basado en la ausencia de tejido, un poco como en el cuento de El traje nuevo del emperador, y nos creeremos que ahí donde no hay nada en absoluto, está la última tendencia.

¿Volveremos a enseñar el hilo del tanga?

Abril, año 2006, un día de clase por la tarde de esos en los que empieza a hacer calor. Tienes lección de filosofía y dejas vagar la cabeza alejada de Platón y Descartes. Tu mirada vaga por la clase hasta que se cruza con algo llamativo, un tanga fosforito que sobresale del pantalón de la chica de delante.

Por mucho que quieras quitar la vista, toda tu atención está en esos tres hilos de tela que forman un triángulo invertido que casi parece que pide auxilio saliendo de las entrañas de un vaquero. Era algo que no querías ver, pero una vez dabas con ello, no podías dejar de mirarlo. El triángulo o hilo del tanga siempre estaba ahí, acompañando a las mujeres en los primeros años del 2000.

Espero, rezo y confío en que no vuelva a llevarse. La etapa de enseñar la cinturilla de las bragas no fue la mejor de las tendencias de la época. Y aunque muchas de ellas han vuelto y nos estamos subiendo al carro de las chokers, las medias de rejilla o las zapatillas vintage, son tendencias que tienen un pase. En el caso del hilo del tanga, no.

El culpable de este revival es Versus, la línea de Versace, que, en su colección presentada en la London Fashion Week, quiso rescatar esta tendencia con un tanga de grosor nivel cinta americana.

He de admitir que ciertas prendas interiores a la vista, como es el caso de los corsés o el sujetador de encaje, que tanto estamos viendo ahora por encima de la ropa, son underwear que puedo entender que salgan al exterior en algunos casos, no así como el hilo o cinturilla de una braga que es algo hortera que solo encaja en una rave en la puerta de Fabrik.

A mash-up of Versus heritage elements. #VersusFW17

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Manual de uso del tanga

Me apasionan los tangas. En serio, si me pusiera a contar la ropa interior de mi cajón ganarían de 10 a 1 a las bragas.

No hay cosa que me parezca más cómoda después del pijama. Sin embargo, por mucho que me gusten, soy la primera que es consciente de que no es maná caído del cielo, y que debemos usarlos con precaución.

La norma número uno es que nunca, repito, nunca, los compremos de fibra (y con esto quiero decir nylon o cualquier otra que se os pase por la cabeza).

Lo suyo es que sean siempre de algodón. Cuantas menos fibras artificiales ahí atrapando la humedad mejor, y sino, piensa en ese jersey de poliéster que cada vez que sudas un poco desprende un olor raro. Las bacterias se montan fiestas en este tipo de tejidos.

Además con la de variedad que hay ahora (que si de hilo dental, que si brasileño, de encaje, con pedrería, con prints, de caramelo…) va a ser muy difícil que no los encuentres bonitos, te lo dice una que se los compra de algodón con cinturilla de encaje en paquetes de 5 por 3 euros.

El tanga es y será siempre incompatible con las faldas. Y no os estoy hablando de una cuestión estética, que a mí me da igual si se os ve el asunto cuando subís a toda prisa las escaleras del metro. Es decir, me cambio en el vestuario del gimnasio, creedme, a veces tengo la sensación de que veo más genitales que un ginecólogo.

Pero al ir con falda estás dejando tus partes expuestas a coger bacterias que con bragas, más que nada por temas de centímetros cuadrados. Es como cuando cocinas con o sin delantal. Que vale, que si no te lo quieres poner allá tú, pero te juegas acabar con manchurrón.

Nicki Minaj enseñándonos a lucir tanga en casi todos sus vídeos. YOUTUBE

Nicki Minaj enseñándonos a lucir tanga en casi todos sus vídeos. YOUTUBE

Aunque no todas nos sentimos cómodas llevando tangas cuando tenemos la regla (para esos días están las bragazas o bragzilla) las hay que les gusta llevarlo igualmente. Si sois de esas, os recomiendo que no lo complementéis con compresa, no, no, ni con las que hacen más estrechas, ya que pueden aumentar el número de bacterias.

El complemento del tanga es el tampón, y cambiándolo cada pocas horas, ya que, de llevarlo más tiempo (además de arriesgarnos al SST), el hilo puede coger bacterias.

Y es que ir en tanga como veis es casi sinónimo de bacterias, ya que con tan poca tela estás más expuesta a contagiarte cuando estás enferma, embarazada, cuando sufres pérdidas de orina o, cuando te pruebas un bañador o un bikini en una tienda.

¿Has pensado la de vaginas que pasan por el plastiquito adhesivo? Si llevaran una compresa de esas de pegatina a un laboratorio estoy segura de que hasta descubrirían microorganismos nuevos. Cuando quieras comprarte un traje de baño, no vayas con tanga, siempre mejor la braga debajo.

Pero si te decides a probarlos y te unes al club del tanga, gozarás de beneficios inmediatos como que no se marca en la ropa, comodidad ya que no se mueve de sitio (normalmente) o que no tiene talla, edad, ni género. Así que si hay hombres entre los lectores de este post, yo os animo a que probéis el calzoncillo-tanga.