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¿Te echas bien la crema solar?

Menuda pregunta, ¿eh? Como si fuera algo para lo que necesitaras hacer un posgrado. Pero es el momento de sincerarnos. Que levante la mano quien se eche la crema aprisa y corriendo procurando extenderla al máximo para no terminar como una croqueta recién salida de la sartén. Exacto, todo el mundo.

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Sin embargo hay algo que no pone en la etiqueta de los botes (y he leído bien las de los míos, así que sé de lo que hablo) y es que la cantidad de crema que te eches determina si te estás protegiendo bien contra el sol.

Vamos que por mucho que te pongas protección SPF 30 o el cemento armado que parece la de 50, si no te pones la cantidad suficiente, no le estás sacando todo el partido.

Para que te hagas una idea, necesitarías seis cucharadas de postre para protegerte bien el cuerpo (siete si te gusta ir a playas nudistas). De hecho, según los expertos nos ponemos muy poca crema por centímetro cuadrado, lo que significa que solo estamos recibiendo el 40% de la protección que pone en el bote.

El investigador a cargo del estudio que ha llegado ha estas conclusiones, el profesor Antony Young, declaró que «no hay duda de que la crema solar proporciona protección contra los rayos ultravioleta que provocan cáncer, sin embargo lo que este estudio muestra es cómo la manera en la que nos echamos la crema tiene un importante papel en determinar su efectividad. La gente se echa mucha menos protección de la que piensa. Si usas crema de factor 20 y te echas 0,75 mg por centímetro cuadrado tu nivel de protección es como si te echaras crema factor 4″.

¿Su recomendación? Ponerse crema «con un factor de protección tan alto como consideres» y en la cantidad adecuada, por supuesto. Es decir, nada de escatimar para no quedar con las manos pringosas, úntate bien aunque luego signifique que vas a dejar la pantalla del móvil con huellas.

Y además recordar que no solo hay que echarse el producto media hora antes de recibir los rayos de sol (es decir, antes de salir de casa localiza el bote y empieza con el proceso de cubrirte en pringue blanco) sino que cada vez que nos bañemos, sudemos o nos sequemos con la toalla, hay que volver a echarla. Por tanto tenemos que estar pendientes continuamente. Tienes que imaginarte que están tus padres al lado diciéndote «Ponte crema».

Puede que no sea una de las cosas que más nos guste (todos tenemos a alguien del grupo que parece estar en guerra contra la crema solar y termina más churruscado que un chorizo a la parrilla. Si no se te viene nadie a la cabeza es posible que esa persona seas tú), pero es algo que hay que hacer.

Becomes a mum but still gets sunburnt like a kid #ChiaraTakesSardinia

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Veet y su crema depilatoria solo para machotes

Lo de las campañas publicitarias de Veet es para mear y no echar gota. Sus reuniones de publicidad deben ser algo así: un grupo de hombres heterosexuales cuya edad media oscila entre los 49 y 56 años fumando puros, masticando tabaco y gargajeándolo seguidamente a una escupidera mientras suena algún cantante muy viril de música country (hasta aquí mi referencia que no conozco ninguno. Acepto sugerencias).

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Pasan los años y la marca sigue estancada en los años 20, más o menos allá cuando fue creada. La visión de la sociedad que nos proyecta la empresa para vender sus productos es, simple y llanamente, asquerosa.

Toda esta rabia contra Veet viene por una razón, no es que me haya aparecido de repente porque se me haya cruzado el cable o porque (os veo venir haters) esté «en esos días del mes» (también podemos estar de mal humor sin que se deba a las hormonas), y es el nuevo anuncio de la crema depilatoria para hombres que os invito a ver aquí:

Ahora que ya estamos todos puestos en antecedentes, os explico por qué creo que Veet debería empezar a sacar anuncios para los clientes que vivimos en el siglo XXI.

Para empezar el hecho de que Veet haga un producto «especial» para hombres es algo absurdo cuando es exactamente la misma crema depilatoria. O a ver si os creéis que los pelos masculinos tienen un porcentaje de titanio que necesitan ingredientes especiales para poder ser afeitados. Pues no. De hecho, lectores masculinos, os invito a que os depiléis con un producto «para mujeres», veréis como podéis eliminar el pelo igualmente.

La diferencia es que la marca crea un packaging de otro color para que no se asocie a algo femenino. Eligen nada menos que el azul oscuro, no vaya a ser que se ponga un color como el verde, amarillo o azul claro, colores que ha usado la marca, y les crezca una falda a los hombres que la usen.

Si vemos el anuncio con un poco de atención nos damos cuenta de que los actores tienen algo en común (y no, no me refiero a los cutres pasos de baile para bodas que aparecen dando), todos son delgados, jóvenes y me atrevería a decir que se intuye que heterosexuales (una de las primeras imágenes de dos chicas mirando bailar a uno de ellos sostiene mi teoría).

Es decir, un casting que hace que el hombre joven español medio que ve el anuncio como, por ejemplo, mi novio, pueda ir al supermercado y comprar con tranquilidad una crema de depilar, algo asociado históricamente a las mujeres, sin que sienta que pierde un ápice de virilidad. De hecho, si nos fijamos en los influencers que han colaborado con la marca como voz 3.0 del producto, están cortados por el mismo patrón.

En segundo lugar la forma física tanto de los elegidos para el anuncio como de los instagramers nos deja claro que «Si gustas, gustas», sí, pero estando delgado. Lo de las lorzas o tetas colgaderas es algo que en el maravilloso mundo de la belleza de Veet no tiene cabida.

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Lo único que le puedo conceder es que en el anuncio vemos pelo. Habéis leído bien, pelo en un anuncio de productos depilatorios, que puede sonar irónico pero lo cierto es que en la mayoría de anuncios el pelo no existe. Es como si las actrices se depilaran por el mero placer de sentir la cera en esas piernas suaves, lisas y brillantes como si fueran ancas de rana. Debe ser que el pelo, si es de hombre, no produce el rechazo que conllevaría mostrarlo de una mujer.

A ver si tengo suerte y este post llega a ellos. Si no cambian su manera de hacer anuncios, que no lo creo, al menos que le den una vuelta y se den cuenta de que, por mucho que les cueste aceptarlo, los tiempos han cambiado: las mujeres tenemos pelos, aunque no salgan por la tele vamos a seguir teniéndolos, y un hombre puede usar un producto que sale de un bote rosa y estar igual de bien con la tripa cervecera depilada (si les gusta).

¿Sabes que puedes estar poniéndote mal la crema?

El orden de los factores no altera el producto, o al menos eso nos repetían en el colegio hasta la saciedad. Pero no tenían en cuenta la gran excepción que confirma la regla: las cremas.

Mis cremas y potingues varios de uso diario. MARA MARIÑO

Siento llevarle la contraria a tu profesora de matemáticas de primaria pero cómo nos echemos las cremas va a condicionar cómo se lleve nuestra piel con ellas.

La regla que debemos seguir es la de la densidad (os juro que es un post de belleza y no de química) por lo que siempre debemos empezar echando los productos más ligeros hasta llegar a los más densos.

Vale pero ¿cómo aplicamos esto a la práctica? Por la mañana empieza lavándote la cara con jabón, aplica la crema hidratante, el contorno de ojos (el orden de estos dos te da igual ya que no se mezclan), la crema solar y por último el maquillaje.

De noche, en cambio, retiramos el maquillaje con desmaquillante, lavamos bien la cara con jabón, exfoliamos en el caso de que toque ese día de la semana, aplicamos con un algodón el tónico, sérum si es que usamos y por último la crema hidratante.

De esta manera nos aseguramos de que los cosméticos más densos no eviten la absorción de los de composición más ligera. Y ahora sincérate, ¿cuánto tiempo llevabas haciéndolo mal?

Un anticelulítico llamado Deseo

Faltan dos meses para el verano, lo que significa que aún nos queda bombardeo de la ‘operación bikini’ para rato. Si a la vuelta de navidades vivimos el repunte de suscripciones a gimnasios, la vuelta de Semana Santa viene a ser la peña de los rezagados, esos que ya le están viendo las orejas al lobo y con un par de meses machacándose a correr y a comer ensalada ya se ven con el cuerpo de Beyoncé.

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico?. TUMBLR

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico? TUMBLR

Hay dos tipos de empresas que hacen negocio de esto: los gimnasios y las que venden cremas anticelulíticas.

La crema anticelulítica es esa criatura mitológica que toda mujer ha usado esperando que se obrara el milagro de que, de la noche a la mañana, la piel de naranja desapareciera de sus muslos o nalgas.

¿Ves que haya desaparecido? Yo tampoco.

Hace años me dio el venazo de las cremas anticelulíticas, porque sí, me salió casi al tiempo al que entraba por primera vez en una discoteca, a los 18 años. «¿Que tú te quejas de celulitis?? Pero si estás delgada». Cierto, pero la celulitis, al igual que la ropa cuando eres el pequeño de varios hermanos, se hereda. En mi caso la herencia vino acompañada de la dismenorrea (pero eso es para un post aparte).

La cosa es que por aquel entonces quise probar suerte. Usé uno que supuestamente era «buenísimo» (y también algo caro) el Rafa Nadal de los anticelulíticos, te quitaba la piel de naranja y encima te dejaba la piel más brillante, así, de un raquetazo.

Pues ni se llevó la celulitis ni se llevó nada más que mis ganas de vivir, eso sí, el pringue que se me quedaba en los muslos y en las manos después de echármelo me hacía sentir igual que cuando mojas los jamoncitos de pollo asados en la salsa.

Y eso por no hablar del olor, porque ¿quién elige el olor de esas cremas? He olido cuatro o cinco y todas huelen igual. A desesperanza.

Pero no desfallecí. «Mara, no decaigas. Si Britney sobrevivió al 2003 tú puedes vencer a la celulitis» pobre e inocente de mí a los 18. Qué fácil parecía todo.

Un usb de 20 Minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Un pendrive de 20minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Como buena creyente de los anticelulíticos le eché la culpa a la crema, no a que cada dos por tres estuviera con las amigas en el Vips bebiendo los batidos de Oreo como si fueran agua. Así que probé con los de marca blanca (los anticelulíticos, no los batidos de Oreo). Fue en aquella época en la que decían que todo lo de marca blanca era infinitamente mejor que las cosas de marca, ¿os acordáis?

Anticelulítico, vamos a llevarnos bien. Joder, ¡si hasta me compré un peine de esos de madera para que la crema penetrara bien en la pierna! Porque encima esa es otra, que necesitas el peine, el rodillo, la paleta… Acabas con un set de herramientas que casi parece que en vez de echarte crema vas a pintar Las lanzas de Velázquez en la parte de atrás de una fábrica de coches.

Pero nada, no había manera. Yo veía que por mucho que frotara la crema con el peine, no se iba ni dándole con el secador. Vamos que para mí que ni chutándome el anticelulítico en vena habría llegado a mi grasa focalizada.

Así que pasé. Tiré el peine (al que se le cayeron la mitad de las cerdas de madera) y guardé el bote de anticelulítico, que aún le queda la mitad, en un cajón (si alguien lo quiere que me mande una carta a la redacción de 20 Minutos, promoción limitada a 1 unidad).

Me di cuenta de que, en realidad, esa manía de querer quitarme la celulitis era una tontería. ¡Si estábamos bien! Llevábamos tanto tiempo juntas que hasta le había cogido cariño.

No fue hasta este año que, sin buscarlo, empezó a desaparecer. Me di cuenta a los pocos meses de hacer spinning hablándolo con una amiga.

-Tía desde que hago spinning tengo menos ‘celu’.

-Ay tía, ¡yo también!

La bicicleta estática: la pesadilla de los lípidos, la Terminator de la grasa, el terror de los líquidos retenidos.

No sé si fue solo cosa de la bici, si cambiar mi alimentación ayudó (rompí con las grasas totalmente) o si fue porque empecé a beber los dos litros de agua que recomiendan las famosas, las modelos, las madres, las abuelas, los doctores y Manuel Torreiglesias en Saber Vivir, la cosa es que fueron alguno de esos, y no las cremas, los mejores anticelulíticos.