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El desnudo de Laura Escanes o por qué vamos de culo

Como diría un prefacio misal, el culo de Laura Escanes en su publicación de Instagram es justo y necesario.

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Justo porque es un culo original, sin trampa ni cartón, sin silicona ni retoques de Photoshop, es un culo auténtico, tal cual. Una retaguardia como la tuya o como la mía, con unas sombras aquí y otras allí.

Es un culo de una mujer que es más que culo, y que ojos azules, y que melena rubia corta. Es el culo sobre el que se sienta una escritora, algo a lo que no llegan muchos negándose a ver más allá.

Porque a veces parece que se nos olvida que, por mucho que haya un culo a la vista, somos más que la suma de las partes de nuestro cuerpo. Pero claro, la sinergia, como no es una etiqueta o un hashtag, no la comprendemos.

UN CULOOOOOOOOO

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El culo de Laura Escanes es, al mismo tiempo, un culo necesario que nos recuerda que puedes tener curvas por mucho que la pasarela o la publicidad se empeñen en conservarlas apartadas y a cubierto. Y sobre todo que no tienes que avergonzarte de ellas.

Es un culo fundamental que, solo con el pie de foto («UN CULOOOOOO»), ya nos está diciendo que nos tomamos los culos (y la desnudez en general) demasiado a pecho, como si fueran ofensiva personal, y, más de uno, como un ataque en contra de su dignidad.

Cuando la posadera recibe semejante avalancha de comentarios negativos, de odio visceral anónimo (y no tanto), de bodyshaming, queda claro que es la sociedad, y no ella, la que, al final, ha terminado con el trasero al aire.

«Hay mujeres cuya autoestima aumenta después de hacerse un blanqueamiento anal»

El otro día, viendo la típica película de domingo por la tarde, las protagonistas hablaban de que habían ido a hacerse juntas un ‘blanqueamiento anal’. En ese momento todos mis esquemas se descuadraron. ¿Había oído bien? ¿Aquello existía? Y, sobre todo ¿hay personas dispuestas a blanquearse el ano?

Kim Kardashian. BILLBOARD

Kim Kardashian. BILLBOARD

Para resolver todas mis dudas hablé con la doctora Gloria Rodea, ginecóloga de la Unidad de Ginecoestética del Instituto Médico Láser.

Ella me aclara que el tratamiento es para lograr un efecto estético que no afecta a la funcionalidad de los genitales: «La vulva tiene una coloración mas oscura que los muslos. Hay mujeres que tienen la vulva muy pigmentada y les acompleja«.

Por lo visto, la humedad en esa zona puede hacer que la piel se oscurezca como «menstruaciones excesivas, que  tienden a que eso se pigmente» declara Rodea.

Sin embargo se me sigue haciendo extraño. ¿Por qué no solo existe este tratamiento sino que está tan extendido? «La depilación integral e internet han hecho que nos veamos los genitales. Lo que antes no nos preocupaba porque no se veía ahora se ve y la gente se compara«.

TUMBLR

TUMBLR

En definitiva, es una cuestión de gustos como teñirse el pelo, ponerse implantes de pecho o inyectarse bótox. Una decisión personal que, según la doctora «cada vez se ve en más pacientes. A la mujer que solicita blanqueamiento anal o vulvar le hacemos una historia minuciosa. Hay que ver los antecedentes, si hay enfermedades o tomas de fármacos que ocasionen una hiperpigmentacion. Establecemos una historia medica importante».

A la hora de realizar el blanqueamiento «vemos a las pacientes, hacemos la historia, vemos el fototipo de la piel y una vez descartamos diagnósticos diferenciales, explicamos que es un láser. Lo que hace es un recambio epidérmico. El blanqueamiento renueva la piel deteriorada por una más joven, disminuyendo las pigmentaciones localizadas. El láser de CO2 lo hace muy rápido, en una o dos sesiones se hace el recambio epidérmico. Es indoloro, aunque se pone un poco de crema anestésica».

Tras 15 minutos con ‘las partes’ bajo el láser, el paciente puede irse a casa tranquilamente. Después «solo se necesita la pomada despigmentante que se debe usar durante 3 o 4 meses» declara Rodea.

«Aunque parezca banal yo he notado que las pacientes vienen de una manera y se van de otra. Desde el blanqueamiento sus relaciones sexuales son mas satisfactorias, por un tema de autoestima»

La moda ha llegado a España por «Sudamérica, donde van más avanzados en el tema estético. Ahí es algo habitual y muy pocas pacientes europeas lo solicitaban. En Europa del este también se hace mucho y progresivamente van incorporándose cada vez más mujeres españolas».

Por muy moda que sea, para mí solo queda preguntarse por qué hay mujeres con la autoestima en el culo. Literalmente.

Un anticelulítico llamado Deseo

Faltan dos meses para el verano, lo que significa que aún nos queda bombardeo de la ‘operación bikini’ para rato. Si a la vuelta de navidades vivimos el repunte de suscripciones a gimnasios, la vuelta de Semana Santa viene a ser la peña de los rezagados, esos que ya le están viendo las orejas al lobo y con un par de meses machacándose a correr y a comer ensalada ya se ven con el cuerpo de Beyoncé.

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico?. TUMBLR

Harry Potter y el misterio de ¿por qué no funciona el anti celulítico? TUMBLR

Hay dos tipos de empresas que hacen negocio de esto: los gimnasios y las que venden cremas anticelulíticas.

La crema anticelulítica es esa criatura mitológica que toda mujer ha usado esperando que se obrara el milagro de que, de la noche a la mañana, la piel de naranja desapareciera de sus muslos o nalgas.

¿Ves que haya desaparecido? Yo tampoco.

Hace años me dio el venazo de las cremas anticelulíticas, porque sí, me salió casi al tiempo al que entraba por primera vez en una discoteca, a los 18 años. «¿Que tú te quejas de celulitis?? Pero si estás delgada». Cierto, pero la celulitis, al igual que la ropa cuando eres el pequeño de varios hermanos, se hereda. En mi caso la herencia vino acompañada de la dismenorrea (pero eso es para un post aparte).

La cosa es que por aquel entonces quise probar suerte. Usé uno que supuestamente era «buenísimo» (y también algo caro) el Rafa Nadal de los anticelulíticos, te quitaba la piel de naranja y encima te dejaba la piel más brillante, así, de un raquetazo.

Pues ni se llevó la celulitis ni se llevó nada más que mis ganas de vivir, eso sí, el pringue que se me quedaba en los muslos y en las manos después de echármelo me hacía sentir igual que cuando mojas los jamoncitos de pollo asados en la salsa.

Y eso por no hablar del olor, porque ¿quién elige el olor de esas cremas? He olido cuatro o cinco y todas huelen igual. A desesperanza.

Pero no desfallecí. «Mara, no decaigas. Si Britney sobrevivió al 2003 tú puedes vencer a la celulitis» pobre e inocente de mí a los 18. Qué fácil parecía todo.

Un usb de 20 Minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Un pendrive de 20minutos a quien encuentre celulitis. GTRES

Como buena creyente de los anticelulíticos le eché la culpa a la crema, no a que cada dos por tres estuviera con las amigas en el Vips bebiendo los batidos de Oreo como si fueran agua. Así que probé con los de marca blanca (los anticelulíticos, no los batidos de Oreo). Fue en aquella época en la que decían que todo lo de marca blanca era infinitamente mejor que las cosas de marca, ¿os acordáis?

Anticelulítico, vamos a llevarnos bien. Joder, ¡si hasta me compré un peine de esos de madera para que la crema penetrara bien en la pierna! Porque encima esa es otra, que necesitas el peine, el rodillo, la paleta… Acabas con un set de herramientas que casi parece que en vez de echarte crema vas a pintar Las lanzas de Velázquez en la parte de atrás de una fábrica de coches.

Pero nada, no había manera. Yo veía que por mucho que frotara la crema con el peine, no se iba ni dándole con el secador. Vamos que para mí que ni chutándome el anticelulítico en vena habría llegado a mi grasa focalizada.

Así que pasé. Tiré el peine (al que se le cayeron la mitad de las cerdas de madera) y guardé el bote de anticelulítico, que aún le queda la mitad, en un cajón (si alguien lo quiere que me mande una carta a la redacción de 20 Minutos, promoción limitada a 1 unidad).

Me di cuenta de que, en realidad, esa manía de querer quitarme la celulitis era una tontería. ¡Si estábamos bien! Llevábamos tanto tiempo juntas que hasta le había cogido cariño.

No fue hasta este año que, sin buscarlo, empezó a desaparecer. Me di cuenta a los pocos meses de hacer spinning hablándolo con una amiga.

-Tía desde que hago spinning tengo menos ‘celu’.

-Ay tía, ¡yo también!

La bicicleta estática: la pesadilla de los lípidos, la Terminator de la grasa, el terror de los líquidos retenidos.

No sé si fue solo cosa de la bici, si cambiar mi alimentación ayudó (rompí con las grasas totalmente) o si fue porque empecé a beber los dos litros de agua que recomiendan las famosas, las modelos, las madres, las abuelas, los doctores y Manuel Torreiglesias en Saber Vivir, la cosa es que fueron alguno de esos, y no las cremas, los mejores anticelulíticos.