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La contaminación y la cara, esas enemigas acérrimas

[Advertencia: 9 de cada 10 mujeres se lavan la cara después de leer este artículo.]

Que Milán es una de las ciudades con el aire más contaminado de Europa me consta (vaya si me consta). Salgo a la calle y ya tengo la sensación de estar llena de roña cuando llego a trabajar.

MARA MARIÑO, pero me puedes seguir en @meetingmara

Aunque es una paranoia mía, el otro día encontré un anuncio en el metro de una nueva crema anti contaminación. Fue cuando me quedó claro que no era para tomárselo a broma, y esto es lo que debéis saber al respecto.

Si tenéis poros del tamaño del cráter de la Luna (ese que se ve en las noches luminosas, ya sabes cuál digo), piel muy grasa o frágil, puede que sea debido a los factores externos y no a que tu piel sea así por sí misma. Obviamente si vives en una casita en medio de la foresta gallega, y también te pasa, es el momento de asumir que te ha tocado por genética.

Pero si vives en una gran ciudad lo más seguro es que tu entorno te afecte más de lo que piensas en lo que a tu cutis se refiere.

Hay por ahí flotando unas cosas llamadas radicales libres, que, aunque por su nombre suenan como algo guay (tipo freethenipple) son en realidad unos pequeños rufianes. Esos malandrines son responsables del envejecimiento, por lo que es importante que los mantengas lejos.

Además, ¿sabéis dónde terminan las partículas de suciedad que hay en el ambiente? Correcto, en tu piel. De hecho las hay que son tan pequeñas que entran en tu poro como Pedro por su casa e impiden que el oxígeno le llegue a tus células.

Por eso es TAN importante que al llegar a casa te laves bien la cara independientemente de si te has maquillado o no (que encima si llevas cosméticos, todavía con más motivo). La otra clave, además de la correcta limpieza y una buena exfoliación por semana, es la hidratación (que bebas agua, claro, pero me refería al cuidado de la piel con cosméticos hidratantes).

Existen, además, si este tema te quita el sueño, cosméticos que dicen proteger la piel de la contaminación ambiental funcionando como barrera. Si los has probado, por favor comparte tu experiencia en comentarios para saber si debemos hacernos con alguno as soon as possible.

Purpurina, la contaminación más brillante

El brilli-brilli nos encanta. Queda genial en la ropa, en la funda del móvil, en las zapatillas de cordones, en la sombra de ojos… Nos gusta tanto verla en todas partes que hasta han sacado una versión comestible.

GTRES

Sin embargo, la purpurina, como microplástico que es, termina en el medio ambiente. Por terminar, termina también en nuestro organismo cuando (inocentes de nosotras) nos hacemos un maquillaje especial y nos da por llenarnos la cara con más brillo que una bola de discoteca.

Por su tamañano es muy complicado recogerla correctamente, y sino que te lo digan a ti que sigues barriendo el brillo cuando ya hace un mes de la fiesta de cumpleaños.

Respecto a la que nos ponemos sobre el cuerpo, aprovechamos para sacarla en la ducha a golpe de chorro de agua caliente. Sin embargo pasa como con la agüita amarilla de Los Toreros Muertos, acaba en el mar siendo alimento para los peces. Y el problema es que al ser hecha de plástico no es degradable.

Hablando claro: de la purpurina que has usado (en lo que sea), el 85% terminará intoxicando no solo el agua sino también los animales que habitan en ella.

La solución es tan sencilla como darle calabazas a nuestros cosméticos que la contengan y optar por alternativas biodegradables que ya podemos encontrar en circulación.

Esta eco-purpurina está hecha de celulosa en lugar de plástico, concretamente de eucalipto y lo bueno es que no le lleva más de 90 días descomponerse.

Así que si, estas navidades, ya que nos pillan a la vuelta de la esquina, queréis celebrar sin contaminar (#glitterwithoutlitter) podéis decidiros por comprar estas purpurinas ecológicas, que además de no dañar al planeta tampoco son nocivas para nosotros.

Así es cómo afecta el siglo XXI a tu piel

Está de moda cuidarse por dentro y por fuera. El esplendor del deporte, de la comida sana, de los tratamientos de belleza o de los ‘superalimentos’ favorecen a que nos sintamos dentro de una especie de ‘Era de Bienestar’. Sin embargo nuestra piel está más amenazada que nunca ya que, debido al agujero de la capa de ozono, el sol nunca había sido tan dañino; se llevan bronceados imposibles (ya sean naturales o de cabina); maquillajes muy cargados o imitar a las famosas poniendo ‘morritos’ en las fotos.

Hombre mirándose en el espejo. GTRES

Hombre mirándose en el espejo. GTRES

Es decir, tenemos a nuestro alcance todas las herramientas para cuidarnos en un mundo en el que nos descuidamos. Y es que en el siglo XXI las amenazas para nuestra piel se han multiplicado, sin embargo, lo que sigue siendo más dañino es el mismo agente que hace años, el sol.

Según el Dr. Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral, «lo que más daña a la piel, además del inexorable paso del tiempo, es el sol. Sin olvidarnos de que es el principal causante del cáncer de piel, es también es el causante más importante del envejecimiento prematuro, deshidratación, flacidez y de la aparición de arrugas y manchas».

Pero no es el único culpable, ya que en palabras del doctor la falta de higiene y cuidados también perjudican al mayor órgano de nuestro cuerpo: «A lo largo de día se van acumulando sobre la piel distintos microorganismos de tipo bacteriano y levaduras, además de restos de grasa cutánea, contaminantes ambientales -especialmente en las ciudades-, así como productos cosméticos y maquillajes».

Y es que la contaminación también tiene efectos en nuestra piel: «Afecta de forma muy negativa. Los ambientes con polución tienen muchas partículas en suspensión que se posan en la piel obstruyendo los poros, por lo que recibe menos oxígeno. Esto hace que la piel se vuelva menos elástica, se deshidrate más fácilmente, se torne apagada y sea más proclive a sufrir reacciones alérgicas. Por otra parte, la contaminación incrementa la producción de radicales libres, los principales causantes del envejecimiento prematuro de la piel».

Esto no significa que tengas que salir de casa con escafandra (algo que igual debemos empezar a hacer en unos años) porque lo podemos mitigar con una buena limpieza facial ya que «si no limpiamos, hidratamos y nutrimos el rostro por lo menos una vez al día el envejecimiento prematuro está servido, ya que el nivel de protección de la capa hidrolipídica y protectora de la piel es limitado».

A diferencia de lo que podamos pensar, estar expuestos al brillo de aparatos electrónicos «no tiene por qué afectar a la salud de nuestra piel. El potencial problema lo tienes nuestros ojos que no están preparados para pasar horas mirando una pantalla» dice el doctor Sánchez Viera.

Hola, arrugas de expresión. TUMBLR

Hola, arrugas de expresión. TUMBLR

Quizás las pantallas no nos afectan con el brillo, pero sí con lo que vemos en ellas como las famosas duck faces (posar poniendo morritos) en el Instagram de la celebrity de turno. La repetición de ciertos gestos a la hora de posar pasa factura a nuestra piel: «Cualquier gesto repetido favorece la aparición de arrugas. De hecho, las arrugas gestuales son las que primero aparecen en nuestro rostro, pudiendo aparecer incluso a los 20 años» declara el doctor. Moraleja: deja de poner caras raras y procura salir en las fotos lo más natural que puedas.

Otro agente que amenaza el cutis es el estrés, la epidemia del siglo XXI. Podemos saber si estamos sometidos a él por la aparición de granitos y puntos negros, algo que según el doctor Sánchez Viera «se debe a que el estrés hace que el cerebro segregue grandes cantidades de una hormona llamada corticotropina, que hace que las glándulas sebáceas puedan llegar a producir hasta un 60% más de grasa de lo normal«.

No se queda solo ahí, sino que también «el flujo sanguíneo se ralentiza lo que provoca deshidratación y flacidez. El motivo es que el cerebro manda una orden a determinados nutrientes naturalmente presentes en nuestra piel para que se trasladen a los músculos por si tienen que actuar de una forma rápida en respuesta a la situación de estrés. La piel también se vuelve más sensible a las agresiones externas ya que la capa protectora natural se vuelve más débil y frágil».

Pero que no cunda el pánico, puede que nuestra piel esté muy amenazada pero nunca habíamos tenido tantas ayudas a la hora de cuidarla: «Para que la piel se vea afectada lo menos posible tanto por el paso del tiempo como por agentes externos es fundamental recurrir a productos cosméticos que la ayuden a tener unos niveles de hidratación y nutrición adecuados. Si queremos que además se vea libre de manchas es básico recurrir a fotoprotectores con índices altos (superiores a 30) o a cremas que los lleven incorporados».

No basta con echársela, «para que estos productos puedan penetrar más fácilmente en capas más profundas de nuestra piel es necesaria que se haga una exfoliación periódica para eliminar células muertas y grasa alojada en los poros. Si la exfoliación se hace en casa recomendamos utilizar productos de scrub una vez a la semana. Si es un peeling profesional en el que se utilizan principios activos como el ácido glicólico, alfa-hidroxiácidos o tricloroacético pueden ser suficientes con una o dos veces al mes«.

Debemos concienciarnos de que la piel necesita cuidados, además de que, según el doctor «se podría empezar por algo tan sencillo como llevar una alimentación sana y equilibrada en la que primen frutas, verduras, pescado y carnes magras y no abusar del sol. Sólo 10 minutos al día de exposición sol son suficientes para poder metabolizar la vitamina D necesaria para ayudarnos a fijar el calcio y tener unos huesos más fuertes y sanos. Todo el tiempo que se está de más al sol y, sobre todo, sin fotoprotección solo va a contribuir a que nuestra piel envejezca más rápido».

Alimentación sana, un sol justo y necesario, «una adecuada higiene (que incluye desmaquillarse antes de irse a dormir) y el uso de productos cosméticos que ayuden a mantener la piel hidratada, elástica y nutrida» parecen ser las claves para que «el paso del tiempo se vea reflejado más tarde en nuestra piel».