Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

Archivo de junio, 2008

Inteligentes y aburridos frente a vagos y sociables


El alumno de letras es sociable simpático y abierto, pero vago, incapaz, despreocupado e indeciso. El de ciencias es inteligente, serio y responsable, pero individualista, insociable, aburrido y materialista. Así opinan de sí mismos y de sus compañeros 36 alumnos madrileños de entre 14 y 18 años que fueron reunidos para hablar de la elección de estudios que han hecho o la que están a punto de hacer.

El texto pertenece a un reportaje que firmaba hoy J. A. Aunión en El País acerca de cómo los estereotipos -los vagos, a letras; los empollones, a ciencias– siguen condicionando a los alumnos de bachillerato a la hora de escoger sus estudios.

Y el sexo parece importar mucho todavía en la decisión: los chicos a tecnología; las chicas, a humanidades.

Algunos hablan de la «sutil influencia familiar» a la hora de escoger qué carrera van a estudiar: «Me di cuenta de que mis padres el periodismo lo veían como inferior a una ingeniería».

Pese a que la muestra utilizada para realizar esta investigación de la Uned es muy pequeña (sólo han opinado 36 estudiantes) los resultados no dejan de parecerme sorprendentes. Hay tópicos que calan mucho más hondo de lo que creemos. ¿Será que llevan toda la vida escuchando eso de nuestras bocas?

Hogar, dulce hogar

¿Qué se puede hacer en un viaje de fin de curso en Mallorca? Ir a la playa, a bares, a discotecas, intentar ligar, volver a la playa de día o de noche… Cualquier cosa menos dormir. Desde que mi hijo ha vuelto de Mallorca casi no le he visto el pelo. Ayer se fue directo a la cama nada más aterrizar. Y durmió más de 14 horas.

Hoy ha estado unas horas despierto, pero ha vuelto a coger la cama con las mismas ganas que cuando llegó. Y ahora todavía se está desperezando, con el tiempo justo para ver la final de la Eurocopa.

Ha llegado bastante más moreno de lo que se fue, con el mismo pelo que llevaba -lo de raparse era, como yo imaginaba, una apuesta que depende de los resultados del partido de hoy- y asegura que se han cumplido sus expectativas y que, como esperaba, éste ha sido el mejor viaje de su vida.

Pero además de todo eso, también dice que ha echado mucho de menos su casa. Ha repetido varias veces que como en casa no se está en ningún sitio. Aunque creo que se refiere exclusivamente a su cama. Tengo la sensación de que la del hotel mallorquín la usó muy poco.

Más dinero para las vacaciones

«Esto, mamá, una cosa…» Cuando uno de mis hijos empieza así una frase ya sé que me va a pedir algo que le importa de verdad. Efectivamente, la continuación fue más o menos así: «Ya sé que hay crisis, que me disteis pasta para todos los días del viaje, pero no contaba con todos los taxis que hay que coger, está todo muy caro… y voy a necesitar un poco más de dinero».

La petición llegó anoche por vía telefónica. Ya se había informado de cómo podía hacerle llegar el dinero -casi todos se habían quedado sin fondos, me dijo, y dos o tres padres ya habían vuelto a llenar los bolsillos de sus respectivos hijos- pero le dije que no pensaba darle ni un euro más.

Cuando salió para Mallorca quedó claro que el dinero que llevaba tenía que durarle toda la semana. Tenía suficiente para sus gastos, para ir a bares y discotecas, comer algo por ahí pese a que tenía hotel con pensión completa…

Él sabía que tenía que racionar lo que llevaba y parece que no ha sabido hacerlo, aunque anoche aún le quedaba en el bolsillo lo suficiente para pasar dos días sin derroches. Así que no tendrá más remedio que apretarse el cinturón. Como todos.

«Me voy a rapar»

Mi hijo asegura que va a volver del viaje de fin de curso sin un solo pelo en la cabeza. No sé si hablaba en serio anoche cuando me lo dijo por teléfono, si se trataba de una apuesta o si tiene la firme intención de ir lo más fresco posible este verano. Estaba a punto de salir del hotel con sus amigos, iban riéndose y seguramente fue una de esas ocurrencias que se le pasan por la cabeza y se le olvidan diez minutos después.

No es la primera vez que anuncia un corte de pelo al rape que luego no se hace. Sólo una vez en su vida, cuando tenía 8 o 9 años, se empeñó en dejarse el pelo cortísimo después de vérselo así a un futbolista y no hubo quien le hiciera desistir. Pero la idea le duró poco, no quiso volver al peluquero y se lo dejó crecer de nuevo.

Conozco a un adolescente que cada año vuelve de los campamentos, o de cualquier otra salida que haga sin padres, con un nuevo peinado. Es un chaval muy tímido, callado, viste con ropa discretísima y no le gusta llamar la atención, pero una vez al año, cuando llega el verano, da la campanada y se hace rastas, se rapa la cabeza entera o a trozos -con rayas, triángulos, piel de tigre o lo que se le ocurra-. «Es su forma de mostrar su rebeldía», suele decir su madre. Es septiembre, con el inicio del curso, vuelve a ser el chaval discreto de siempre. Al fin y al cabo, el pelo siempre vuelve a crecer.

Mi hijo nunca ha tenido problemas para mostrar su rebeldía -aunque algunas veces me hubiera encantado-. Así que me inclino más por una apuesta relacionada con la posible victoria de España en el partido de mañana. Ya os contaré si vuelve rapado; y si es así, cuánto le dura.

La imagen pertenece a la película Rapado.

¿Espiar a tus hijos?

Hablando de hijos, de nuestra preocupación por ellos, casi todos los padres y madres hemos dicho en algún momento eso de «me encantaría vigilarle por un agujerito, saber qué está haciendo sin que me vea».

Pero una cosa es pensar eso y otra espiarles de verdad, como hacen algunos al contratar detectives privados para que les sigan. La última idea en esta materia la han tenido unos investigadores de la universidad de Almería: han creado un sistema para vigilar el móvil de los menores de 16 años desde el terminal paterno o materno.

Los autores del invento cuentan, como un gran logro, que se pueden leer incluso los mensajes borrados. ¿Nos hemos vuelto todos locos o qué? ¿Cómo puede un padre o una madre en su sano juicio espiar a su propio hijo?

Saber de qué habla, con quién, qué escribe o le escriben… (ellos lo llaman vigilar aunque si se hace sin el consentimiento del hijo, como supongo, la cosa se convierte en espionaje). Si ese es el respeto que algunos padres tienen hacia la libertad de sus hijos, no deberían esperar mucha consideración por su parte.

¿Espiarías a tus hijos? ¿te has sentido alguna vez espiado por tus padres?

Dos no discuten si uno… no está

«Yo no he sido, lo juro, ya estoy harto de que me eches siempre la culpa de todo», «Ya me ha vuelto a robar ropa, lleva mis pantalones nuevos», «Esos calzoncillos sucios no son míos», «Ha sido él el que no ha levantado la tapa del váter», «Yo ya he recogido mi parte, el resto es suyo». Llevo un par de días sin escuchar frases como éstas, muy habituales en mi casa a diario. Y aún no me lo creo.

Desde que mi hijo pequeño se fue de viaje el mayor no tiene con quien discutir, lo que ya es un gran alivio. Pero lo mejor es que no tiene excusas para escaquearse de sus obligaciones domésticas ni para justificar que él no ha hecho lo que es evidente que ha hecho.

Además, él todavía no ha terminado sus exámenes. Le queda uno, y dice que es la asignatura más dura. Así que, entre las horas que pasa estudiando y sus silencios en momentos en los que no pararía de discutir con su hermano, en casa reina una paz y un silencio de los que hace tiempo no disfrutaba.

El mejor viaje de su vida

Mañana de nervios. Compras de última hora, la maleta a medio hacer. ¿Dónde está mi camiseta blanca de letras? no la encuentro. El bañador del año pasado desaparecido en combate, el pijama recién planchado que parece haber corrido la misma suerte… ¿Has cogido pasta de dientes? ¿y el cepillo? Si, mamá, está todo, no seas pesada.

Parecía imposible cerrar esa maleta. Cuando por fin estaba todo en orden, o eso creía yo, ha habido que volver a casa a por los billetes de avión. ¡Menos mal que íbamos con tiempo de sobra!

Su primer gran viaje sin padres, tíos o similares. Una vez terminadas las clases, y aprobadas todas las asignaturas, ha llegado el ansiado viaje de fin de curso a Mallorca. Ya conté aquí que Mallorca se había convertido casi en el único tema de conversación de mi hijo desde hace unos meses. Las discotecas de la ciudad, las playas, el ambientazo, las tías tan buenas que espera encontrar… Cualquier tema de conversación terminaba llevándole a Mallorca. Y por fin ha llegado el gran día.

Su gran sueño de todo el curso está a punto de llegar, ya ha salido con rumbo al mejor viaje de su vida, o eso es al menos lo que asegura él -y su hermano, que ya tuvo su viaje de fin de curso-. Espero que su deseo se haga realidad.

Un pacto… de embarazo

Un grupo de alumnas de instituto decide hacer un pacto. Todas van a intentar quedarse embarazadas a la vez. Lo consiguen 17 de ellas mientras las demás se quedan muy tristes al ver que el test de embarazo da negativo, ya que su intención era criar juntas a sus hijos. Parece el argumento de una de esas idiotas comedias estadounidenses que llenan las salas de cine allá donde se proyectan.

Pero no se trata de ficción. Ha ocurrido de verdad, en Estados Unidos, en un municipio de unos 30.000 habitantes y de gran tradición católica.

Ninguna de las chicas supera los 16 años y aunque ellas no han querido dar detalles de lo ocurrido, el director del instituto ha contado que el padre de uno de los niños es un sintecho de 24 años. También se ha dicho en el centro que películas como Juno podrían haber incitado a las chicas a pactar el embarazo colectivo.

El caso sorprende se mire por donde se mire. Lo dicho, la realidad supera casi siempre a la ficción.

La foto es de Kari Sanders

Google que todo lo sabe

-¿Se atrevieron?

-Osaron

¿Curvas?

-Eses.

-¿Nadar río arriba?

-Ni idea, ¿cuántas letras tiene?

A mi hijo pequeño le ha dado por los crucigramas. Todos los días coge algún periódico para hacerlo. Y dos segundos después empieza a lanzar preguntas al aire en busca de respuesta de su hermano o mía.

Le hacemos caso un rato, pero a la cuarta o quinta pregunta uno de los dos acaba diciéndole que lo haga él solito.

Eso creía que estaba haciendo desde la semana pasada, pero ayer descubrí que había encontrado otro método: las búsquedas en Google.

No podía creerlo cuando le vi, con el crucigrama, el ratón y el boli, tecleando y rellenando huecos en el papel casi al mismo tiempo.

-Eso no vale, así cualquiera…

-¿Cómo que no vale?, me habéis dicho que me buscara la vida y eso he hecho. Tú siempre dices que Google lo sabe todo…

Es cierto, a veces no sé cómo podíamos vivir sin él, pero nunca se me hubiera ocurrido utilizarlo para resolver un crucigrama.

Secretos y mentiras en familia


Al entrar en el cuarto, el hombre empezó a desnudarla. La joven se resistió fuertemente, dando «patadas al procesado que finalmente la sujetó para penetrarla vaginalmente con la intención de satisfacer sus deseos sexuales».

Al llegar la madre, el procesado le contó lo sucedido y ésta aconsejó a su hija que «no contara nada» de lo que había pasado porque era «un secreto familiar». Le advirtió de que si decía algo le culparían de haber provocado al padre. La chica se quedó embarazada de su padrastro, por lo que la madre le obligó a abortar.

Este brutal relato es solo una parte de lo que un hombre de 47 años ha sido capaz de hacer -en colaboración con su mujer- con la hija de ella, de 13 años. Los dos hijos de ambos, de 11 y 9 años, también se llevaron algún premio en esta macabra lotería: les pegaban habitualmente con un cinturón (él) o con el cable de la plancha (ella).

¿Puede haber algo más terrible que lo que ha vivido esta adolescente?

Mi hijo pequeño leyó ayer la noticia conmigo. Y lo que más le indignó no fue la violación, sino la petición de silencio de la madre. Yo no sabría decir cuál de los dos actuó peor. Lo que hizo él se define por sí solo, una violación es algo horripilante y repulsivo, y la actitud de la madre me parece, además de inexplicable, repugnante y monstruosa. ¿Y tú qué opinas?