Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

Archivo de febrero, 2009

Adiós a la adolescencia… y al blog

Cuando empecé a escribir este blog, hace algo más de un año, mi hijo mayor ya decía que él estaba mayor para que le llamase adolescente. Lo cierto es que el tiempo pasa, los hijos crecen y, un buen día, te encuentras con que el pequeño te dice lo mismo que su hermano decía entonces. ¿Estarán saliendo por fin de la adolescencia?

Sus preocupaciones, sus problemas y su visión de la vida no dejan de evolucionar. Siguen sorprendiéndome a menudo, divirtiéndome a veces y desquiciándome otras. Voy a dedicar la última imagen del blog al descanso que va a suponer -para ellos y para mí- esta despedida. Espero disfrutar del placer de tener dos hijos adultos. Un saludo a todos los que habéis pasado alguna vez por aquí.

La Hamaca, del pintor cubano Mariano Rodríguez.

Puertas al campo de las redes sociales

Casi todos los chavales utilizan las redes sociales para comunicarse con sus amigos, con amigos de esos amigos, gente nueva que van conociendo gracias a ellos, y con otro montón de gente a la que hace tiempo que no veían y que han recuperado gracias a Internet. Para ellos entrar en Tuenti, en Nettby o en cualquier otra red es tan habitual como usar el móvil o los videojuegos.

Ya no sabrían vivir sin ellas. Allí vuelcan sus fotos, los vídeos graciosos y todas las gansadas que encuentran por Internet, pero también sus emociones, sus aficiones, sus gustos y disgustos. Por eso pasan allí horas y horas.

La evolución de estas redes ha sido tan rápida que, como ha ocurrido en el resto de Internet, ha dado paso además de a grandes posibilidades de comunicación a algún que otro abuso o uso fraudulento. Para intentar controlar que los menores hagan un buen uso de ellas y no se vean sometidos a abusos por parte de nadie, la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones pone en marcha a partir de mañana, Día Internacional por una Internet más Segura, la iniciativa Chaval.es.

La web incluirá un decálogo audiovisual sobre lo que conviene o no conviene visitar, cómo protegerse de los virus y de otras amenazas más dañinas… además de contestar a las preguntas que hagan los visitantes (no sólo jóvenes, también padres, abuelos o profesores).

Lo cierto es que a los padres españoles nos preocupa mucho el uso que nuestros hijos hacen de Internet, especialmente en lo que se refiere a la violencia y el sexo, aunque curiosamente también somos de los que menos programas de filtrado utilizamos para evitar que visiten páginas con esos contenidos.

Seguramente muchos piensan, como yo, que no podemos poner puertas al campo, y que mejor será explicar a nuestros hijos qué se pueden encontrar y cómo reaccionar ante ello antes que prohibirles el acceso.

¿Has ‘rehecho’ tu vida?

Una de las preguntas que más nos hacen a las personas separadas o divorciadas es si hemos «rehecho» nuestra vida. Para casi todo el mundo «rehacer la vida» consiste en volver a emparejarse, tener novio/a o casarse de nuevo. Nunca he entendido ese concepto que viene a calificar mi vida como deshecha y que da a la pareja tanta importancia como para elevarla a la vida entera.

Yo siempre respondo que mi vida está perfectamente como está, que soy feliz con ella, con mis hijos, mis amigos, mi trabajo…; que no tengo nada que rehacer -por algo estará deshecho, ¿no?- y que si quieren saber si tengo una nueva pareja es mejor que lo pregunten directamente.

Raro es el día en que alguien no pronuncia la dichosa frase. Hoy mismo acabo de leer que el cuñado de Letizia Ortiz ha rehecho su vida. Y parece que también lo ha hecho Britney Spears o la infanta Elena.

Según la RAE, rehacer es «volver a hacer lo que se había deshecho, o hecho mal». Y reducir la vida entera al hecho de tener o no tener pareja me parece un concepto bastante pobre. ¿Y tú? ¿qué opinas?

Maternidad, de Oswaldo Guayasamín.

Maniatados, aislados y sedados en centros que deberían protegerles

Menores maltratados, maniatados, obligados a desnudarse sin justificación aparente, castigados en una celda de aislamiento por eructar… La lista de hechos que, presuntamente, han sufrido un montón de chavales en centros de menores de toda España pone los pelos de punta. Lo ha desvelado el Defensor del Pueblo, tras analizar la situación de estos centros a raíz de las denuncias de algunos padres y de varios psicólogos que han trabajado allí. Acabo de escuchar a Manuel, uno de esos psicólogos, en RNE. Él sólo aguantó unos días en un centro (La Jarosa). Nunca había trabajado con menores y tras ver que algunos vigilantes los lanzaban contra el suelo para inmovilizarlos, y otras salvajadas similares, decidió irse de allí y denunciarlo.

Me ha llamado la atención el hecho de que la mayoría de los centros de menores estén gestionados por entidades privadas (concretamente 55 de los 58 centros existentes en España están en manos de empresas privadas). Ya veo que no gozan del mismo prestigio que las que gestionan un colegio, una universidad o una clínica privada. Debe ser porque a las primeras les pagamos todos y a las últimas sólo quien está contento con sus servicios.

El informe del Defensor del Pueblo habla de «una realidad extremadamente dura, dolorosa y compleja, cuyos graves problemas alcanzaban límites inesperados». Cita una serie de «medidas educativas correctoras y creativas» que escondían «prácticas contrarias a los derechos de los menores», como atar a dos menores uniéndolos por las muñecas, prohibirles salir al patio durante una semana, darles un montón de tranquilizantes para que se calmasen, darles alimentos sin cubiertos para que comiesen con las manos…

Y todo eso en unos centros que, presuntamente, deben velar por la educación, los derechos y la protección de unos menores que han llegado allí después de una infancia difícil, en muchos casos escapando de un pasado de maltrato que el destino les ha vuelto a poner en presente. ¿Cómo reaccionarán en el futuro cuando cumplan 18 años y deban abandonar esos centros?