Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

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Jugando a ser jueces

Mis hijos han pasado toda la tarde juzgando a un hombre por el maltrato al que sometía a su hija. «¡Vaya hijo puta! Mamá, ¿has visto esto?» Cuando me he acercado a ver lo que querían enseñarme me he encontrado con un vídeo en el que una chica de 15 años explica cómo su padre la perseguía por su casa armado con un cuchillo, los puñetazos que le daba, cómo una vez le cortó el pelo para dejárselo «como a un chico» por llevar un piercing en la lengua… El vídeo forma parte de un reportaje de El mundo sobre maltrato a menores.

El padre siguió dando palizas a su hija hasta que la madre lo descubrió todo. «Es un hijo puta, aunque sea padre», ha dicho muy serio mi hijo pequeño cuando hemos terminado de ver el vídeo. «Un grandísimo hijo de puta», ha añadido el mayor. Después de lo que acababa de ver y de cómo les ha afectado no me he atrevido siquiera a afearles el lenguaje.

Entonces es cuando han empezado a jugar a ser jueces. Primero han condenado al padre a muerte -en su opinión la merecen todos los terroristas, asesinos, violadores y maltratadores-; cuando he intervenido en la conversación para explicarles que vivimos en un estado de derecho y que aquí, afortunadamente, no se aplica la pena de muerte, uno de ellos ha dicho que, como mucho, le rebajaría la pena a cadena perpetua.

Los dos están de acuerdo en que ese hombre debería dormir a la sombra el resto de sus días, «sin posibilidad de reducciones de condena ni leches de esas, ¿o la chica tiene que esperar a que salga de la cárcel cuando ella tenga 25 años y le vuelva a pegar?», ha dicho el mayor. Siguen hablando del tema, y creo que el debate va para largo.

Cuatro años sin ver a una hija a la que no verá nunca más


Manuel, que desde que se había separado de su ex mujer, hace cuatro años, no veía ni a Maores ni a su otro hijo, se fue directamente al cementerio.

Ha asegurado que ahora se «arrepiente de no haber visto a su hija en este tiempo y no haberle dado todo el cariño». A pesar de todo, ha puntualizado que si no se reunió con sus hijos durante este tiempo «no fue porque no me dejaran verlos. Fue por las circunstancias».

Maores es la chica de 14 años que murió degollada y apaleada en Ripollet por colgar en Internet un vídeo en el que se besaba con su presunto asesino, Sergio, de 15 años.

El caso ya era lo suficientemente estremecedor por si solo, pero las declaraciones del padre me han dejado helada. ¿Cómo puede pasar un padre cuatro años sin ver a sus dos hijos? ¿y reaparecer ahora en escena para pedir en el programa de Ana Rosa (Telecinco) que los asesinos de su hija pasen toda la vida en la cárcel? Cuando la vio por última vez Maore sólo tenía 10 años.

Es evidente que la presencia del padre no hubiera podido evitar el terrible final que le esperaba a su hija. Seguramente él se habrá dado cuenta ahora de su terrible equivocación durante estos años. No importa que trabajase de pastor a muchos kilómetros del domilicio de sus hijos, ni que sólo cobre 600 euros al mes. Eso no justifica nada. Si hubiera querido ir a verlos, habría ido. Pero ha preferido estar ausente. Ahora que no venga con cuentos en las televisiones.

Una ridícula sentencia de separación

Con las sentencias de separación nunca llueve a gusto de todos, especialmente cuando hay hijos de por medio. Las batallas legales por su custodia, la pensión alimenticia… darían para escribir varios libros.

Por si no hubiera suficiente con los desacuerdos entre los padres, algunos jueces nos sorprenden de vez en cuando con sentencias tan ridículas como la que impide a un padre «duplicar los juguetes» que sus hijos tienen en casa de su madre. Puedes leer aquí más detalles sobre la sentencia.

En opinión del juez, no se deben duplicar los juguetes ni otros enseres de los dos niños -mellizos, de 9 años- porque «durante las horas de descanso que pasan con el padre puede ser perturbador del reposo emplearlos fuera de su domicilio, donde conviven con la madre».

¿Cómo puede perturbar el reposo de dos niños jugar en casa de su padre con un barco pirata, una bici o un cuento idénticos a los que tienen en casa de su madre? ¿también creerá el juez que no deben llevarse su juguete preferido de una casa a la otra? ¿enviará a alguien a comprobar qué juguetes hay en cada casa?

Mis hijos, que tenían 9 y 11 años en el momento de la separación, tuvieron algunos juguetes duplicados -igual que ahora tienen duplicadas las videoconsolas-. Los juguetes, por si no lo sabe el juez, son una de las cosas más importantes en la vida de un niño. Y nadie debería intentar quitarles su más preciada posesión, estén en la casa que estén.

Yo con papá, tu con mamá

Ya están aquí las vacaciones navideñas y, como cada año, toca pasar unos días con papá y otros con mamá. Es ley de vida entre los hijos de padres separados. Lo habitual hasta ahora era que los dos hermanos pasasen unos días con su padre y después otros conmigo, o al contrario (desde el principio de las vacaciones escolares hasta el día 31, y desde Nochevieja hasta Reyes).

Era una buena forma de organizarse, yo trataba de encajar mis días libres en el periódico para viajar con mis hijos y pasar la Navidad con el resto de la familia. Y los días que yo trabajaba, ellos pasaban el resto de las vacaciones con su padre.

Pero han crecido, hacen otros planes para los días navideños, les llaman más las fiestas con los amigos que el turrón con la familia -para qué nos vamos a engañar- y cada vez es más complicado encajar los planes de ambos. Resultado: este año pasaré la Nochebuena y el día de Navidad con uno de mis hijos mientras el otro se queda con su padre; y en Nochevieja el que ha estado conmigo se irá con él y viceversa.

¿Cómo organizas tus vacaciones? ¿también te toca repartirte en varias casas o ciudades? ¿o eres de los que no celebran la navidad?