Hace un rato han llamado al telefonillo. Era R., uno de los mejores amigos de mi hijo. No ha querido subir y mi hijo me ha dicho que tenía que bajar a verle: «Está hecho polvo, le han pegado unos polis por ser negro».
Según lo que me ha contado al volver, R. y otro amigo estaban haciendo un graffiti cuando llegaron unos policías que empezaron a insultarle y a pegarle. «Le pisaron la cabeza en la calle y tiene una rodilla hecha polvo y una herida en el labio», me ha explicado. La noche terminó en comisaría, con más policías y más golpes -todo según la versión que me ha dado mi hijo- pero casi todos los recibió R. El otro amigo se llevó un empujón o un puñetazo, no lo sabe muy bien.
Cuando me lo ha contado he empezado a hacer preguntas en voz alta, sin terminar de creerme lo que acababa de escuchar. «A ver, es muy fácil, van dos, uno negro y otro blanco, y sólo recibe el negro, ¿por qué es?», me ha soltado para aclarar mis dudas.
R. fue a un hospital después de lo ocurrido y tiene el parte médico que acredita sus lesiones, pero no ha presentado denuncia. Así que les he dicho que eso es lo primero que tiene que hacer. «De qué va a servir, son polis los que lo han hecho y se defienden entre ellos. Siempre es igual», ha intervenido mi otro hijo.
Al mostrar mi sorpresa por su respuesta y hacer nuevas preguntas me he encontrado con el relato de 4 o 5 casos de violencia policial contra chavales, amigos o conocidos suyos, unos menores y otros que ya no lo son. Me han dejado sin habla. ¿conoces más casos de este tipo? ¿hubo denuncia? ¿cómo se resolvió?