Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

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Fútbol, fútbol y más fútbol


Torrés, Torrés, Fernando Torres Liverpool’s number nine, ná ná, ná ná….

Este estribillo resuena en mi cabeza desde hace días. Da igual que esté concentrada ante el ordenador, en la ducha o en una terracita tomando unas cañas. Tampoco importa que de fondo suene otra cosa: la cancioncilla consigue hacerse un hueco en mis pensamientos, empiezo a tararearla mentalmente y no logro quitármela de encima. Una compañera me ha dicho que incluso muevo la cabeza a izquierda y derecha sin darme cuenta (y sin la música).

Mi hijo empezó a canturrearlo hace días, supongo que coincidiendo con la victoria de la selección y con el gol del niño Torres, uno de sus ídolos. Y se ha ido animando. Ahora no se conforma con cantarme la canción enterita varias veces al día sino que cada vez que me acerco a su cuarto pone el vídeo de Youtube a todo volumen con la versión rotulada del temazo futbolero en plan karaoke.

Parece que le ha sabido a poco la victoria en la Eurocopa, la juerga interminable de esa noche, las celebraciones de los días siguientes, los programas de radio y televisión (de deportes, de actualidad, de corazón…) con mil y un detalles de los jugadores de la selección, sus fichajes, sus novias… ¡Qué tortura!

El primer gran festival para ellos

He ido con mis hijos a conciertos de Estopa en un pabellón deportivo y dos teatros -uno de ellos al aire libre-, he visto cómo se desgañitaban coreando las canciones del Canto del Loco mientras el grupo daba un concierto sobre un autobús descubierto por el centro de Madrid. También les he llevado, o han ido solos, a conciertos en parques, plazas de toros, campos de fútbol o recintos al aire libre.

Pero muchas veces se han quedado con las ganas de ver a sus cantantes o grupos preferidos por el simple hecho de que los menores tienen prohibida la entrada a los locales en los que se sirve alcohol, y eso incluye todas las discotecas y muchos de los grandes recintos deportivos en los que se programan conciertos.

Y digo hasta ahora, porque por fin a alguien se le ha ocurrido la idea de crear un festival para adolescentes. Se llama U18 (Under Eighteen, menos de 18) y se celebrará en Madrid el 10 de julio con grupos como Despistaos, Pignoise o Simple Plan, desde las cinco de la tarde hasta las once de la noche. Eso sí, en un recinto libre de alcohol y tabaco.

Espero que la iniciativa se amplíe a un montón de salas y de ciudades, y a todos los estilos de música. No sé cómo los programadores de conciertos no habían caído todavía en la cuenta del gran mercado que tienen con los adolescentes.

Yo también odio los móviles-discoteca


Cada día paso una hora y cuarto en transporte público para ir a trabajar, dos veces al día, en tren, metro y autobús. Cuando me dispongo a leer, dormir o relajarme para un viaje largo, me encuentro al típico pesado que pone en voz alta la música de su móvil, encendiendo los altavoces. No le puedes llamar la atención, no está prohibido. Por favor, en los transportes públicos debería estar prohibido el uso de móviles-discoteca.

El texto anterior es la carta de una lectora, Sandra Fernández, publicada hoy en 20 minutos.

Yo también odio los móviles-discoteca. No soporto esos inexplicables teléfonos con mp3 y altavoces incorporados, ni el ruido infernal que emiten. Y, como ella, tampoco los aguanto en el metro, ni en el autobús, ni en ningún otro sitio.

Hasta hace muy poco mis hijos se empeñaban en hacerme escuchar sus temazos a todo trapo, me gustasen o no, yendo de un lado a otro de la casa con uno de estos infernales aparatitos. Afortunadamente, parece que se les han pasado las ganas de usarlo.

¿Alguien se acuerda de esas pandillas que iban hace años con un radiocasete gigante a la piscina o a donde fuera menester para deleitarnos a todos con su gritona selección musical? Esto es lo mismo, un montón de gente se ve obligada a soportar la música que otro elige y, además, a todo volumen. Pueden ser adolescentes, o no. Tiene mucha razón mi compañero de blog Dani Cabezas cuando dice que quien los inventó debía tener un mal día o ganas de fastidiárnoslo a todos.

Nuevos equipos electrónicos, mucho más pequeños, ligeros y sofisticados, pero los mismos malos modos de algunos. ¿Está el mundo lleno de maleducados?

Ali G y otras gansadas


Ay, que me da / ¿A ti te da? / A mi me pone / Me está poniendo / Está viniendo / Iker Casillas / ¡Qué maravilla! / ¡Toma pastilla!

He escuchado este estribillo más de cien veces en las últimas semanas. Y sigo sin encontrarle la gracia. Es de una canción de Ali G en una película doblada por Gomaespuma que mi hijo pequeño canta y canta sin parar. Puedes escucharla al final del vídeo.

A él le encanta compartir conmigo todo lo que le divierte. Y a mi me gusta que lo haga. Pero, sinceramente, me cuesta disfrutar de esas películas y esas canciones que le hacen tanta gracia y con las que me machaca día y noche.

Ya he contado aquí que no soporto sus temazos a todo trapo. No sé si es peor escuchar su música a todo volumen, con origen en un solo punto de la casa, o que te persiga por todas las habitaciones con el mismo soniquete rapero.