Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

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Cuánto me quieren cuando no estoy

Si me alejo de ellos, aunque sólo sea un par de días, me llaman a menudo, me mandan mensajes cariñosos llenos de «tq» y «tqm»y parece que de verdad me quisieran más que nunca. Pero a los diez minutos de volver a casa, una vez que han visto si les he traído algo o no, todo eso pasa a la historia y ya no tienen tiempo para mi ni para que les cuente nada.

Esta vez ni siquiera les he visto. Han pasado el fin de semana con su padre y no vuelven a casa hasta mañana. Pero el proceso ha sido el mismo: cuando he llamado para decirles que ya estaba de vuelta han perdido todo el interés por verme que habían tenido hasta media tarde, cuando aún me echaban de menos.

Siempre ocurre lo mismo: vuelvo con ganas de verles, darles mil besos y abrazarles -lo mismo que se supone que quieren hacer ellos- pero llego a casa y se escapan rápidamente a hacer cualquier cosa. Uno dice que tiene que estudiar, o darse una ducha o hablar con un amigo de algo urgente mientras el otro se enfrasca en un videojuego o en la tele.

¿Y yo? Yo me convierto de repente en una pesada que intenta contarles un rollo sobre el viaje. Esas mismas cosas por lo que preguntaban con insistencia cuando no estaba a su lado y que han dejado de interesarles completamente.

Hoy la excusa para no verme ha sido el frío: «Es que se está tan bien en casa… ¿Nos vemos mañana mejor?». Pero si no hubiera hecho frío hubieran encontrado cualquier otra, estoy segura. Debe ser ley de vida, creo que ya no les toca mostrarse cariñosos hasta mi próxima escapada.

El mejor viaje de su vida

Mañana de nervios. Compras de última hora, la maleta a medio hacer. ¿Dónde está mi camiseta blanca de letras? no la encuentro. El bañador del año pasado desaparecido en combate, el pijama recién planchado que parece haber corrido la misma suerte… ¿Has cogido pasta de dientes? ¿y el cepillo? Si, mamá, está todo, no seas pesada.

Parecía imposible cerrar esa maleta. Cuando por fin estaba todo en orden, o eso creía yo, ha habido que volver a casa a por los billetes de avión. ¡Menos mal que íbamos con tiempo de sobra!

Su primer gran viaje sin padres, tíos o similares. Una vez terminadas las clases, y aprobadas todas las asignaturas, ha llegado el ansiado viaje de fin de curso a Mallorca. Ya conté aquí que Mallorca se había convertido casi en el único tema de conversación de mi hijo desde hace unos meses. Las discotecas de la ciudad, las playas, el ambientazo, las tías tan buenas que espera encontrar… Cualquier tema de conversación terminaba llevándole a Mallorca. Y por fin ha llegado el gran día.

Su gran sueño de todo el curso está a punto de llegar, ya ha salido con rumbo al mejor viaje de su vida, o eso es al menos lo que asegura él -y su hermano, que ya tuvo su viaje de fin de curso-. Espero que su deseo se haga realidad.

De fin de curso… a Mallorca

Ya está en marcha el viaje de fin de curso, ese que mi hijo pequeño lleva esperando desde que comenzaron las clases en septiembre, o tal vez antes. Han sido meses de rifas, venta de papeletas, fiestas y competiciones deportivas para conseguir fondos. Meses de planes, de visitas a agencias de viajes, de conversaciones con los que ya han estado. Una vez descontado lo que han logrado recaudar y con el viaje ya reservado -a la espera de las notas finales-, todos sus planes giran en torno a Mallorca. Y eso que aún quedan dos meses para ir.

Ya sé que ni la catedral ni el casco antiguo de Palma van a ser el centro de atención de ese viaje. Él sólo piensa en playas y discotecas, en disfrutar de esa gran aventura con los amigos, salir de noche y dormir de día, conocer a un montón de tías buenas, ligar todo lo que pueda…

En los últimos días no deja de hablar de la marcha, el ambientazo y las discotecas mallorquines -esas cosas que corren de boca en boca entre los que ya han estado en la isla antes que él-. Su hermano, que ya hizo un viaje similar, es uno de los que no dejan de calentar el ambiente. Y claro, con tanta juerga, tanta gogó, tanto DJ y tantas suecas en la cabeza no piensa en otra cosa que en las cálidas noches mallorquinas. De hecho, anoche le escuché mientras hablaba en pleno sueño del Tito’s, una conocida discoteca de Palma.

Sólo espero que a ninguno del grupo le de la vena exhibicionista como al estudiante holandés al que se le ocurrió mostrar su pene ante el Taj Mahal mientras un amigo grababa la escena. Ya se sabe que en grupo son todos más divertidos, más gamberros y más gallitos que nadie, y por un minuto de gloria en YouTube algunos son capaces de casi cualquier cosa.

¿Tampoco te vas de viaje esta Semana Santa?

En estos días previos a las minivacaciones semanasanteras todo el mundo está preocupado por los planes de los demás. Que si unos amigos se han ido ya a Galicia, que si otro planea ir a esquiar a Andorra y un amigo de otros amigos irá al apartamento familiar en una playa malagueña… ¿Este año no os vais de viaje? pregunta alguien en cualquier momento o situación, en el trabajo, a la puerta del instituto o tomando un café en el bar.

¿Tú tampoco te vas de viaje?, acaba de repetir alguien a mi lado. Es curioso que todos hagan la pregunta en negativo. Supongo que se habrán encontrado con varias negativas previas.

Mi hijo pequeño es de los que no se van de viaje. Se queda con su padre, y rodeado de un montón de amigos que tampoco viajan estos días. Su hermano y yo sí nos vamos. Iremos a ver al resto de la familia y tenemos que hacer más de 500 kilómetros para llegar hasta allí, aunque eso no sea un viaje para la mayoría.

«Me refiero a si no te vas por ahí con tus hijos, no con la familia«, me han dicho ya unas cuantas personas en los últimos días. Pues no, este año no toca. Estoy de vacas flacas. El euribor, entre otros gastos, está acabando con mis pequeños lujos. Y, por lo que veo a mi alrededor, no soy la única.

Y tú, ¿tampoco te vas de viaje esta Semana Santa?

La imagen es de Kukuxumusu