Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

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Dos no discuten si uno… no está

«Yo no he sido, lo juro, ya estoy harto de que me eches siempre la culpa de todo», «Ya me ha vuelto a robar ropa, lleva mis pantalones nuevos», «Esos calzoncillos sucios no son míos», «Ha sido él el que no ha levantado la tapa del váter», «Yo ya he recogido mi parte, el resto es suyo». Llevo un par de días sin escuchar frases como éstas, muy habituales en mi casa a diario. Y aún no me lo creo.

Desde que mi hijo pequeño se fue de viaje el mayor no tiene con quien discutir, lo que ya es un gran alivio. Pero lo mejor es que no tiene excusas para escaquearse de sus obligaciones domésticas ni para justificar que él no ha hecho lo que es evidente que ha hecho.

Además, él todavía no ha terminado sus exámenes. Le queda uno, y dice que es la asignatura más dura. Así que, entre las horas que pasa estudiando y sus silencios en momentos en los que no pararía de discutir con su hermano, en casa reina una paz y un silencio de los que hace tiempo no disfrutaba.

Al fin sola… ¡Qué paz!

Todavía no me lo puedo creer. Estoy sola en casa por primera vez en muchos meses, en un silencio casi absoluto. No hay tele, ni radio, ni sonido en el ordenador. Es una noche libre de ruidos, de peleas adolescentes por quién recoge la mesa, de temazos bakalas y de pruebas de Supervivientes en la tele. ¡Qué paz!

-¿Puedo dormir en casa de M, que nos ha invitado a todos? Anda, di que sí, que mañana no hay clase, me ha pedido el pequeño a media tarde.

-¿Cómo que no hay clase?, he respondido sorprendida.

-Como que no, ya empezamos las vacaciones

Las vacaciones. Claro, ya están aquí sus días libres de Semana Santa, quién tuviera los de un estudiante. A mi, en mitad de una día complicado de trabajo, se me había olvidado totalmente.

Le he dejado quedarse en casa de su amigo y he seguido a lo mío. No había pasado ni un cuarto de hora cuando ha llamado el mayor para decir que salía a cenar con su padre y que dormiría con él.

Mis hijos no me habían dejado sola ni un solo día, ni una sola noche, desde hace meses. Y creo que me hacía mucha falta este pequeño descanso. Además, mañana no hay que despertar a nadie para que vaya a clase. ¡Voy a dormir como un bebé!