Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

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Puertas al campo de las redes sociales

Casi todos los chavales utilizan las redes sociales para comunicarse con sus amigos, con amigos de esos amigos, gente nueva que van conociendo gracias a ellos, y con otro montón de gente a la que hace tiempo que no veían y que han recuperado gracias a Internet. Para ellos entrar en Tuenti, en Nettby o en cualquier otra red es tan habitual como usar el móvil o los videojuegos.

Ya no sabrían vivir sin ellas. Allí vuelcan sus fotos, los vídeos graciosos y todas las gansadas que encuentran por Internet, pero también sus emociones, sus aficiones, sus gustos y disgustos. Por eso pasan allí horas y horas.

La evolución de estas redes ha sido tan rápida que, como ha ocurrido en el resto de Internet, ha dado paso además de a grandes posibilidades de comunicación a algún que otro abuso o uso fraudulento. Para intentar controlar que los menores hagan un buen uso de ellas y no se vean sometidos a abusos por parte de nadie, la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones pone en marcha a partir de mañana, Día Internacional por una Internet más Segura, la iniciativa Chaval.es.

La web incluirá un decálogo audiovisual sobre lo que conviene o no conviene visitar, cómo protegerse de los virus y de otras amenazas más dañinas… además de contestar a las preguntas que hagan los visitantes (no sólo jóvenes, también padres, abuelos o profesores).

Lo cierto es que a los padres españoles nos preocupa mucho el uso que nuestros hijos hacen de Internet, especialmente en lo que se refiere a la violencia y el sexo, aunque curiosamente también somos de los que menos programas de filtrado utilizamos para evitar que visiten páginas con esos contenidos.

Seguramente muchos piensan, como yo, que no podemos poner puertas al campo, y que mejor será explicar a nuestros hijos qué se pueden encontrar y cómo reaccionar ante ello antes que prohibirles el acceso.

¿Cuántas veces eres capaz de ver el mismo vídeo?

«He visto esa peli diez o doce veces». Lo dice orgulloso, y no parece cansarse de ver una y otra vez la misma película. En este caso mi hijo hablaba de Como Dios, protagonizada por Jim Carrey, pero podría haberlo hecho de Piratas del Caribe, 60 segundos, Enemigo público, o de su adorada Los chicos del coro, que ha debido ver más de veinte veces -tres o cuatro de ellas conmigo-.

No le pasa sólo con las películas ni se siente solo en esto. Su hermano tampoco se cansa de ver algunas series de televisión: da lo mismo la cantidad de veces que Antena 3 repita los capítulos de Los Simpson, a ellos siempre les apetece verlos.

Algo parecido les ocurre con Friends: no importa cuántas veces vean el mismo capítulo, las bromas siempre les parecen divertidas. He llegado a verles decir largas frases enteras unos segundos antes de que las pronuncie un personaje. A veces lo hacen también en inglés y creo que cuanto más veces repiten la misma broma, más les gusta.

Esta tarde han pasado un buen rato muertos de risa repitiendo sin parar un vídeo de Youtube con respuestas absurdas de los concursantes del programa de Carlos Sobera.

Sus risotadas se oían desde todos los rincones de la casa y no han parado hasta que no me he acercado al ordenador para verlo con ellos. ¿Y a ti? ¿también te gusta ver los mismos vídeos una y otra vez? ¿cuántas veces eres capaz de hacerlo?

¿Sales hoy? No te drogues

No lo digo yo, lo dice la Cruz Roja en su nueva campaña para reducir el consumo de drogas entre los adolescentes, en la que ofrece a los chavales alternativas de ocio para pasárselo bien sin necesidad de ingerir ninguna sustancia adictiva.

La campaña ofrece información a los más jóvenes sobre qué son las drogas, qué efectos producen, qué consecuencias negativas pueden tener, cómo prevenir su consumo…

Lo mejor de la campaña es que no se presenta, como suele ser habitual en estos casos, con folletos -a los que los chavales no prestan ninguna atención- ni con anuncios televisivos. Qué va, se hace acudiendo directamente a las zonas de ocio más frecuentadas para hacer botellón o ir de bar en bar. Y se prolonga desde las ocho de la tarde hasta las dos de la madrugada.

La organización ofrece una dirección confidencial de correo electrónico, nolodudes@cruzroja.es, para resolver dudas relacionadas con el consumo de drogas y con algunas conductas de riesgo que pueden asociarse a ellas, como el sexo inseguro o la conducción imprudente.

La campaña se está desarrollando en Madrid -el próximo fin de semana la cita será en la zona de Moncloa- pero que tal vez debería repetirse en otras ciudades. ¿Qué opinas sobre ella? ¿crees que será más efectiva que el reparto de folletos?

¡Por fin han vuelto a clase!

Han tenido que hacer un gran esfuerzo para madrugar después de tantos días de vacaciones. Y yo para conseguir sacarles de la cama. ¡Por fin mis hijos han vuelto a clase!

Creo que nunca lo había deseado tanto. Estas vacaciones han batido su récord de horas de sueño. Yo, que soy dormilona, no puedo entender cómo el pequeño ha llegado a pasar casi tres días seguidos durmiendo, por mucho que pasara la noche en vela en Nochevieja. Después de la gran fiesta, durmió durante todo el día 1, el día 2 seguía dormitando un rato en la cama y otro en el sofá, y el día 3 insistía en que todavía tenía sueño.

Su gran obsesión es ir al revés que todo el mundo. Cuando tocaba dormir ellos empezaban a ver una película o a echar una partida de cualquier videojuego, cuando yo me levantaba para ir trabajar ellos estaban casi en el primer sueño. Y a la hora de comer seguían en la cama. Así que al llegar la noche seguían sin sueño.

He intentado corregir esos horarios pero no he tenido ningún éxito. Tratar de controlarles en casa mientras estás trabajando es bastante complicado, la verdad. Y ellos aprovechaban las horas en las que yo estaba fuera para seguir en la cama, comer poco y mal, y pasar horas muertas ante una pantalla.

Después de levantarse esta mañana a las ocho creo que por fin vamos a poder dormir todos tranquilos esta noche. Aún no me lo creo.

Deportes y crucigrama, lo primero que lee en los periódicos

«¿Me has traído el Marca?», dice mi hijo a modo de saludo cuando me oye llegar. «Sí, lo he traído. Y también El País, ¿lo quieres?», respondo sabiendo que no va a hacer ni caso a otro periódico que no sea deportivo.

A mi hijo pequeño de El País sólo le interesa el crucigrama, así que en cuanto llego viene a por su periódico deportivo y a arrancar el trozo de página que contiene el crucigrama. Durante la primera media hora sólo se le oye hablar de futbolistas y entrenadores: que si uno ha dicho esto, que si otro ha negado aquello. Si hay algo relacionado con el Sevilla o su querido Atleti además de contármelo me canta el himno de ambos equipos.

Después empieza con su retahíla de preguntas sobre el crucigrama: ¿Letra sinuosa?», «Están en Cádiz, de dos letras…», «¿Cadmio?…

Nunca leo la prensa deportiva y hace tiempo que dejé de hacer crucigramas, pero me estoy poniendo al día en ambas materias. ¿Y tú? ¿qué es lo primero que lees en los periódicos? ¿también empezaste por los deportes y el crucigrama?

Qué ocultan los hijos y por qué


_¿Qué ocultan los hijos?

_Mayoritariamente quién les gusta, las relaciones con chicos, si tienen novios, el sexo, dónde van y con quién, lo que hacen cuando salen, lo que hablan con los amigos y si se enfadan con éstos, si beben, hacen botellón o fuman, las malas notas y los suspensos, las peleas, los castigos…

El texto pertenece a una entrevista realizada a Javier Urra, psicólogo y ex defensor del menor, en La opinión de Tenerife acerca de su libro ¿Qué ocultan nuestros hijos?

Coincido con Urra en que casi todos los adolescentes ocultan todo lo que creen que puede suponerles una sanción, o simplemente aquello que creen que no vamos a entender.

Mis hijos suelen ocultar cuántas horas llevan ante el ordenador o la pantalla de la tele con un videojuego, a qué hora han llegado a casa si yo no estaba para comprobarlo o si ya me había dormido. Saben que sé que no han cumplido con lo pactado así que prefieren ocultar datos o mentir directamente para intentar evitarse una bronca.

Durante un tiempo me ocultaron que fumaban y quién sabe qué estarán ocultando ahora. ¿Y tú? ¿qué has ocultado a tus padres o crees que te han ocultado tus hijos?

«Condón, o yo pongo stop»

Comienza ella: «STOP. Tronco, yo no corono rollos con bombos. O condón, o yo pongo stop, Como fosos, como pozos. Somos dos. O con condón, o yo sobro».

Y sigue él: «Bombón, yo propongo. Condón, como modo. Lo cojo, lo toco, lo pongo. Con condón, yo floto pronto».

Ella:»Sólo con condón».

Él:»Sólo con coco».

Esta es la letra del hip hop con el que el Ministerio de Sanidad intenta concienciar a los jóvenes para que usen preservativos en sus relaciones sexuales. La campaña llega tras la publicación de los abultados datos de abortos registrados el año pasado entre las más jóvenes.

El vídeo invade desde ayer los medios de comunicación. Está en todas las webs, las cadenas de televisión… No soporto el hip hop pero si esta campaña ayuda a evitar un solo embarazo no deseado, o una enfermedad de transmisión sexual, bienvenida sea.

Sólo hace falta que en el momento crucial sean muchos los adolescentes que lo recuerden y sean capaces de ponerse o poner un condón. Parece fácil pero decenas de campañas anteriores no lo han logrado ¿Será posible esta vez?

«No lo cuentes en el blog»

No es la primera vez que mis hijos me piden que no cuente en el blog algo que les ha pasado. Cuando empecé con esta aventura, hace ya algo más de un año, lo primero que hice fue hablar con ellos para saber si les importaba -al fin y al cabo, iba a hablar sobre todo de ellos- y me dijeron que no.

En alguna ocasión me han pedido que no hablase de un determinado asunto y siempre he respetado su decisión. En otras ocasiones he sido yo quien les ha preguntado si podía escribir sobre algunas de las cosas que me cuentan. Y no suelen tener demasiados reparos. Pero he comprobado que una cosa es la teoría y otra, muy diferente, la práctica.

Me sorprende que algunas cosas que en un momento dado consideran graciosas, divertidas o, simplemente, naturales, pasen a parecerles grotescas cuando las ven escritas: «No cuentes esas cosas, me haces quedar como un tonto», me dijo un día el mayor.

Anoche estaba riéndome de una ocurrencia de mi hijo pequeño cuando, de repente, me soltó muy serio: «Esto no lo digas en el blog, eh? Ni se te ocurra» Era una tontería y no se me había pasado por la cabeza contarla aquí, pero me hizo pensar en cuánto han cambiado en un año.

Cuánto me quieren cuando no estoy

Si me alejo de ellos, aunque sólo sea un par de días, me llaman a menudo, me mandan mensajes cariñosos llenos de «tq» y «tqm»y parece que de verdad me quisieran más que nunca. Pero a los diez minutos de volver a casa, una vez que han visto si les he traído algo o no, todo eso pasa a la historia y ya no tienen tiempo para mi ni para que les cuente nada.

Esta vez ni siquiera les he visto. Han pasado el fin de semana con su padre y no vuelven a casa hasta mañana. Pero el proceso ha sido el mismo: cuando he llamado para decirles que ya estaba de vuelta han perdido todo el interés por verme que habían tenido hasta media tarde, cuando aún me echaban de menos.

Siempre ocurre lo mismo: vuelvo con ganas de verles, darles mil besos y abrazarles -lo mismo que se supone que quieren hacer ellos- pero llego a casa y se escapan rápidamente a hacer cualquier cosa. Uno dice que tiene que estudiar, o darse una ducha o hablar con un amigo de algo urgente mientras el otro se enfrasca en un videojuego o en la tele.

¿Y yo? Yo me convierto de repente en una pesada que intenta contarles un rollo sobre el viaje. Esas mismas cosas por lo que preguntaban con insistencia cuando no estaba a su lado y que han dejado de interesarles completamente.

Hoy la excusa para no verme ha sido el frío: «Es que se está tan bien en casa… ¿Nos vemos mañana mejor?». Pero si no hubiera hecho frío hubieran encontrado cualquier otra, estoy segura. Debe ser ley de vida, creo que ya no les toca mostrarse cariñosos hasta mi próxima escapada.

Conducir sin carné


El 31% de los adolescentes reconoce que ha conducido sin el carné obligatorio. Además, un 20% dice que también han cometido infracciones como excesos de velocidad, saltarse semáforos o stops y conducir sin casco.

La información, publicada recientemente en 20minutos, se basa en un estudio realizado por investigadores de la Universitat de València entre 1.173 estudiantes de cuarto de ESO y segundo de bachillerato.

Los chavales consideran «poco probable» ser pillados infringiendo las normas de tráfico. Quizá sea ese uno de los motivos por los que cometan esas infracciones. Además, muchos de ellos no tienen nada claro qué consecuencias penales podría tener su conducta, especialmente si superan la velocidad permitida o conducen bajo los efectos del alcohol.

Si uno de cada tres adolescentes han conducido sin carné y además, según el estudio, «las mujeres son más prudentes y cometen menos ilegalidades que los hombres», supongo que lo habrá hecho al menos uno de mis dos hijos. ¿O tal vez los dos?

Cada vez que leo una estadística sobre conductas temerarias de los chavales -tanto da que se hable de conducir un coche sin carné o una moto sin casco (como en la imagen de arriba, de la película 7 vírgenes) como de consumo de alcohol, marihuana o cocaína- me da por traducir las cifras a mi casa.

No se trata de estar todo el día pendiente de lo que puedan hacer cuando yo no estoy delante, sino simplemente de que la ingenuidad no me pueda otra vez.