Dicen que la adolescencia es la etapa en que uno deja de hacer preguntas y empieza a dudar de las respuestas

Archivo de la categoría ‘regalos’

Adiós, Tintín

Un tazón partido en dos en la cocina, un macetero con un gran desconchón y varias grietas que quedan al descubierto al girarlo para regar (la parte destrozada estaba convenientemente situada cara a la pared). Cuando ya estoy empezando a enfadarme por los destrozos descubro, al lado del macetero, un pie que me resulta familiar. Es de Tintín, mi reportero preferido, que hasta ayer mismo estaba sentado metro y medio más arriba, en una estantería del salón.

No es la primera vez que se cae, o mejor dicho, que alguien lo tira. Una vez conseguí pegarlo con mucha paciencia -tenía la cabeza separada del cuerpo, la nariz y una pierna rotas y magulladuras por todas partes- pero esta vez va a ser más difícil, está hecho añicos: aparte del pie no queda ninguna otra parte de su cuerpo entera.

Los trozos en que se ha convertido Tintín -salvo ese pie indiscreto- están ya en la basura cuando llego a casa. Mi hijo pequeño dice que se le ha caído a él «el muñeco», se enfada por mis gritos y se defiende diciendo que no es para ponerse así, que la cosa no es tan grave. Las cosas nunca son graves si no le pasan a él, le respondo mientras se me escapa una lágrima. No estoy enfadada, estoy triste, le explico después.

Él no entiende nada pero promete comprarme otro Tintín. Le tenía mucho cariño a ese desde que me lo regalaron, creo que ya no quiero otro. A veces, las casualidades hacen que algo se rompa cuando se tiene que romper. Y no hay que darle más vueltas, ni enfadarse con nadie.

«Hoy pagan ellos, es el día de la madre»

Pasados aquellos años de regalos escolares para el día de la madre (un cuadro con las huellas de unas pequeñas manos de 2 o 3 años, un gran collar de macarrones pintados, marcos de fotos para todos los gustos…) me acostumbré a otros días de la madre sin regalo.

Un año se les olvidaba la fecha, otro se acordaban de felicitarme pero no habían tenido tiempo, o dinero, para comprar nada; al tercer año les volvía la memoria y terminaban comprando algo entre los dos para olvidarse por completo al año siguiente…

Esta mañana pensaba que ni siquiera se acordaban de qué día era. Me equivocaba: me han invitado a comer fuera de casa. Es la primera vez que hacen algo así.

Creo que todavía me dura la sonrisa que se me ha dibujado a mediodía. Uno de los mejores momentos ha sido cuando el camarero ha traído la cuenta y la ha puesto a mi lado. Mi hijo mayor la ha cogido mientras echaba mano a la cartera, ante la sorpresa del buen señor.

_»Hoy pagan ellos, es el día de la madre», he aclarado con una sonrisa.

_»Esto sí es un buen regalo y no mi corbata del día del padre», ha dicho él mientras les guiñaba el ojo a ambos.

Tenía razón: ha sido un buen regalo. Y no ha sido el único: en casa me esperaba un ramo de flores. Las ha traído mi hermana, que debía tener tan pocas esperanzas como yo en el regalo de mis hijos. ¡Qué equivocadas estábamos las dos!