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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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EEUU, Brasil, Rusia, China, India… siguen produciendo bombas de racimo

En este blog hemos conocido de cerca los devastadores efectos de las bombas de racimo. Armamento cobarde donde los haya, que no distingue entre civiles y militares, que continúa causando víctimas una vez finalizado el conflicto.

Proyectil lanzado por el Tsahal al sur del río Litani, Líbano. Agosto 2006. HERNÁN ZIN

Fue durante la Segunda guerra del Líbano, o Guerra de los 33 días, entre Hezbolá e Israel. Tras la aprobación por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 1701, el 11 de agosto de 2006, las fuerzas hebreas comenzaron a retirarse del territorio situado al sur del río Litani.

Quizás se debiera a la gran cantidad de tanques merkava que habían perdido bajo el fuego del brazo armado del Partido de Dios en lugares como Bint Jbeil, pero lo cierto es que los militares israelíes cubrieron su repliegue con más de un millón de bombas de racimo. Una flagrante violación de la resolución 1701 y de la Convención de Ginebra.

El enorme coste humano y económico de la retirada de las bombas de racimo lo contamos desde el Líbano, cuando acompañamos al terreno a un grupo de desactivación de la empresa BACTEC. El drama de los inocentes, en especial niños, que resultaron heridos o muertos por culpa de estas bombas con aspecto inofensivo, también.

Ascenso y declive

Aquella guerra, que tuvo lugar al mismo tiempo que la operación Lluvia de verano en Gaza, marcó un antes y un después en la lógica actual de los conflictos armados como consecuencia del uso masivo de aviones no tripulados. Por primera vez centenares de drones, cuya génesis y desarrollo vimos en detalle en este blog, serían empleados en combate.

Así como los aviones no tripulados se multiplicaron exponencialmente hasta el punto que empezaron a ser producidos y comprados en buena parte del mundo, y se convirtieron en el eje de la estratégica bélica de EEUU en lugares como Pakistán o Somalia, las bombas de racimo entraron en un proceso de declive y rechazo muy similar al sufrido por sus parientes cercanas: las minas antipersona. Proceso, este último, que fue posible gracias al activismo de numerosas organizaciones de la sociedad civil.

Bomba de racimo sin detonar. Líbano. Agosto 2006. HERNÁN ZIN

El punto culminante de la campaña mundial contra las bombas de racimo llegó en la ciudad de Oslo, el 3 de diciembre de 2008, cuando más de 100 países se comprometieron a dejar de fabricarlas y destruir sus arsenales. Hasta ahora, 60 países han ratificado el acuerdo, que entró en vigor el pasado año. España fue el primer estado en desmantelar sus arsenales.

Sin embargo, como decíamos al principio, las bombas de racimo se caracterizan por sus efectos retardados en el tiempo. Y las de fabricación española – munición de 120 mm producida en 2007 – fueron usadas por Gadafi contra los civiles en Misrata, según denunció C.J.Chivers en The New York Times.

El otro escenario en el que fueron empleadas este año fue la frontera entre Camboya y Tailandia, durante el choque entre ambos países. Paradojas de la vida, Camboya fue el primer país en el que acompañé a un grupo de desactivadores de minas, de la organización MAG (Mine Advisory Group). Los vietnamitas acababan de retirarse. Principios de los años noventa.

Poderosos e indiferentes

En su último número, The Economist nos ofrece un mapa con los países que aún fabrican y almacenan esta munición. Listado que el Landmine and Cluster Munition Monitor brinda de forma más exhaustiva.

Lamentablemente, como señala el título de esta entrada, entre los 17 países que no han firmado la Convención internacional contra las bombas de racimo hay algunos de gran ascendiente sobre la arena internacional como EEUU, Rusia, China, India y Brasil. Mientras estos no cambien su estrategia, aún quedará un largo recorrido para terminar con el flagelo de esta munición.

Ni crisis ni derechos humanos para las exportaciones de armamento español

Mientras que buena parte de la economía española sigue esperando el acceso al crédito, la flexibilización laboral, la reactivación de la demanda y la aún por demostrar pujanza y creatividad de la clase empresarial más allá del «complejísimo» negocio del ladrillo (tan complejo, perdonen el sarcasmo, que en algunos casos pasaba por comprar suelo a precio de ganga, sobornar al ayuntamiento para que lo recalificara, contratar a una cuadrilla de inmigrantes indocumentados sin seguridad ni derechos laborales, y luego comprarse un Mercedes Benz, fumarse un puro y facturar cientos de millones de euros a cuenta de la burbuja). Mientras que buena parte de la economía espera comenzar a renacer de las lóbregas profundidades de la crisis, el sector de la fabricación y venta de armas vive los momentos más prósperos de su historia.

Según un informe hecho público hoy por Amnistía Internacional:

Los datos del primer semestre de 2009, aportados por el Ministerio de Comercio, muestran que España exportó material de defensa por valor de 411,1 millones de euros, lo que supone un aumento del 64,5% sobre el mismo periodo del año anterior.

¿Cómo se ha conseguido este milagro?¿Este aumento del 65% en la cuenta de resultados de aquel semestre en el que ni siquiera teníamos brotes verdes para aderezar la amarga ensalada de nuestra ilusión cotidiana? Dejando a un lado la iniciativa empresarial y la generosidad crediticia de los bancos hacia el sector de la mal llamada «defensa», la respuesta a estas preguntas la encontramos en el incumplimiento del ordenamiento jurídico.

¿Qué ley? Aquella que se aprobó con no poco esfuerzo en 2007 y que celebramos en este blog ya que tras tantos años de opacidad suponía que el Gobierno debía empezar a explicar abiertamente qué criterios emplea a la hora de autorizar la venta de armas al extranjero. Una ley que Amnistía Internacional describe de la siguiente manera:

La Ley 53/2007 regula estas ventas, y establece que no se autorizarán transferencias a lugares donde estas armas puedan ser utilizadas para cometer violaciones de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario (DIH), donde haya riesgo de desvío a otros países, etc. También establece que a la hora de autorizar exportaciones, el Gobierno debe tener en cuenta los informes de instituciones internacionales como la ONU y organizaciones de derechos humanos.

Los países que han ayudado a engrosar los beneficios de la industria armamentística española, y que vulneran los enunciados de la Ley 53/2007, no son pocos: Marruecos (29,5 millones de euros); Colombia (31 millones); Arabia Saudí (5 millones); Pakistán, Sri Lanka, Tailandia, Ghana y Guinea Conakry.

Ghana, gran país de cazadores

De los crímenes de guerra cometidos por el gobierno de Sri Lanka en su ofensiva final contra los tamiles, hemos dado cuenta en este blog. España autorizó exportaciones a este país por valor de 1,1 millones de euros en la categoría de “bombas, torpedos, cohetes y misiles”.

También hemos seguido de cerca en estas páginas la masacre cometida por el gobierno golpista del capitán Musa Dadis Camara. El 28 de septiembre de 2009, el ejército disparó contra los opositores que se habían reunido en el estadio de fútbol de Cronaky. Murieron cerca de 160 personas y otras 1.200 resultaron heridas. Aunque la junta militar tomó el poder en 2008, España vendió a esta pequeña nación de África occidental 1,48 millones de euros en cartuchos de escopeta para uso privado.

En 2004 las ventas a Ghana alcanzaron los 15 millones de euros en armas y munición de caza, lo que convirtió a España en el mayor exportador de munición al África subsahariana. El pasado año esta cifra se redujo a 3,4 millones de euros. Se trata sin dudas de un avance, aunque resulta insuficiente. O los 23 millones de ghaneses constituyen el pueblo más aficionado a la caza deportiva del planeta – ¡no debe quedar un sólo animal vivo en todo el país! -, o aún debemos sospechar que las municiones pasan por Ghana y terminan en los inestables estados vecinos.

El amigo israelí

Con respecto a Israel – al que venderle armas o firmar acuerdos conjuntos de desarrollo armamentístico implica apoyar su política de constante violación de tratados internacionales, ocupación y segregación racial -, España no tiene buenos antecedentes: antes de la última masacre en Gaza, la operación Plomo Fundido, le había vendido material bélico por valor de 1.551.933 euros. La práctica totalidad, en concreto el 94,13%, tenía como destinatario a las Fuerzas Armadas del Estado hebreo.

En este blog fuimos tristes testigos desde el terreno de las nefastas consecuencias de las acciones de los aviones no tripulados israelíes sobre los habitantes de Gaza y Líbano en 2006. Aquel uso masivo – genial operación de marketing – que disparó a nivel mundial la carrera por los drones. Ahora España se ha sumado a esta carrera. Y lo ha hecho de la mano del maestro: Israel.

La empresa española Aries Ingeniería y Sistemas alcanzó en 2009 un acuerdo con la compañía israelí Goldtech Technologies. Fuentes de la empresa han reconocido que esto podría suponer un primer paso para la venta de “tecnología e ingeniería de aviones no tripulados”. Entre los principales clientes de Goldtech Technologies se encuentran el ejército y el Ministerio de Defensa israelí.

“Por el tipo de producto de que se trata, y por el país de destino, una exportación de este tipo violaría todas las líneas rojas establecidas en la Ley”, sostiene Mabel González, de Greenpeace, organización responsable también del informe.

Guinea Conakry, Sri Lanka, Marruecos, Ghana, Israel… la cuenta de resultados pletórica. Un Mercedes Benz, un puro y unos pies sobre la mesa para el Gobierno y los empresarios a cuenta de los derechos humanos.

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Programa Transformer: coches voladores para el Ejército de EEUU

Creada en 1958, DARPA es la agencia del Departamento de Defensa de EEUU para el desarrollo de nuevas tecnologías. Acrónimo de Defense Advanced Research Projects Agency, está detrás de algunos de los ingenios para la guerra más revolucionarios que han aparecido en los últimos tiempos, además de haber tenido un rol fundamental en la gestación de Internet.

Con 240 empleados y un presupuesto anual promedio de 3 mil millones de dólares, es la impulsora del desarrollo de buena parte de los robots que hemos visto en este blog, avanzando decididamente para hacer realidad aquello que señalan algunos especialistas: las fuerzas armadas de EEUU serán «mayoritariamente robóticas» en el año 2025.

Entre estos ingenios robóticos podríamos incluir a los aviones no tripulados, que hoy mismo están cambiando la lógica de la guerra, y cuya génesis a lo largo del siglo XX describimos de forma exhaustiva en estas páginas.

Los drones, que el uso masivo de Israel en Gaza y Líbano en 2006 sirvió para que todas las fuerzas armadas del mundo deseasen tenerlos (magnífica operación de marketing de la que fuimos testigos desde el terreno), son la punta de lanza de la lucha contra los talibanes en Afganistán y Pakistán, con todas las dudas éticas y jurídicas que los asesinatos selectivos plantean. Como conocimos ayer, hasta la India los está usando para hacer frente a la guerrilla naxalita.

Sí, como los juguetes

El pasado martes, DARPA volvió a mostrar sus cartas sobre cómo vislumbra que será el campo de batalla en los próximos años. Bajo el código DARPA-BAA-10-52 sacó una prelicitación pública para el desarrollo de vehículos capaces tanto de avanzar por tierra como de volar.

El objetivo del programa Transformer (TX) es demostrar un vehículo rodante/volador para cuatro (4) personas que provea movilidad independiente de combate aéreo y terrestre.

Lo primero que llama la atención es el nombre de la iniciativa: Transformer. Sí, como los juguetes de la compañía Hasbro y Takara. Sí, como los dibujos animados y la película producida por Spielberg. Para que no quede duda de qué va el asunto, aunque falte o sobre una «ese».

Según Danger Room, el proyecto cuenta con 55 millones de dólares de presupuesto. Espera tener listo el primer prototipo para el año 2015. A diferencia de otros ingenios voladores, estos no necesitan la formación específica de un piloto, sino que cualquier soldado podrá conducirlo/pilotearlo, pues el proceso de despegue será completamente automático. Despegue y aterrizaje vertical VTOL.

DARPA lleva años investigando nuevas fuentes de energía. Para el coche volador, que alcanzará los 10 mil pies de altura, solicita un sistema híbrido. Como escribe Katie Drummond: “Menos Humvee y más Prius”.

La desaparición del Hummer y el menguante poder del hombre blanco

Hay marcas que son símbolos de su tiempo. Los todoterreno Hummer, que hasta hace poco fabricaba la compañía General Motors y que derivan de los vehículos militares HMMV, permanecerán en nuestro imaginario colectivo como representación de un época y unos valores.

Así como los HMMV (High Mobility Multipurpose Wheeled Vehicle), a los que se conoce comúnmente como Humvee, han ido perdiendo terreno en Irak y Afganistán ya que son mucho más vulnerables a las bombas caseras y minas antipersona que los MRAP, del mismo modo los Hummer parecen haber sucumbido a la crisis financiera global.

Los Humvee, que comenzaron a ser fabricados en 1985 por AM General Corporation, desaparecen porque la violencia en el siglo XXI no pasará por las grandes contiendas bélicas entre países, entre ejércitos regulares, sino por los conflictos entre grupos armados irregulares y Estados, con lo que esto implica en transformación de la lógica de la guerra.

Un cambio de paradigma que ya reflejó el año pasado Bob Gates, Ministro de Defensa de EEUU, cuando redujo el presupuesto a los caza F22 y del Future Combat System, para potenciar la fabricación de aviones no tripulados. O como también mostró Obama al tomar la decisión de enviar más soldados este año a Afganistán – del mismo en que lo había hecho Bush en 2007 en Irak con la famosa “surge” – y limitar el uso de los bombardeos para tratar de evitar las bajas entre civiles, cuyo apoyo resulta vital en este tipo de contienda como afirmaba Mao Zedong.

Los días del hombre blanco

De forma similar, los todoterreno Hummer no han sobrevivido a la presión de un mundo que necesita entablar una nueva relación con sus fuentes de energía ante los desafíos del calentamiento global, en el que el acceso al crédito se ha limitado y en el que ante el aumento del desempleo en las naciones ricas, todo gesto de ostentación parece más hiriente que nunca.

Dejando a un lado la consecuente pérdida de puestos de trabajo, que siempre es de lamentar, quien escribe estas palabras debe confesar que se alegró cuando leyó en la prensa que la compañía china Sichuan Tengzhong no se hará cargo de la producción del todoterreno, que ya tiene las horas contadas. Desaparece así el Hummer, símbolo de mal gusto, de prepotencia y de desprecio por nuestro patrimonio común: el medio ambiente.

También dice mucho de la situación que estamos viviendo que el actor Arnold Schwarzenegger, que se dice que fue el inspirador de la mutación del Humvee a vehículo para uso civil, sea ahora el gobernador de California, estado que se encuentra en la más absoluta y desesperadas de las bancarrotas.

Pero quizás estemos frente a cambios aún mayores, que nos cuesta vislumbrar por falta de perspectiva temporal.

Esta segunda fase de la crisis, en la que no son los bancos sino países como Grecia los que parecen al borde del colapso, con una Unión Europea debilitada en la que Alemania no despega y España mucho menos aún, y unos EEUU con cifras macroeconómicas que responden más a las renovación de los stocks de las empresas que a un verdadero repunte de la producción, mientras que países como India, Brasil o China siguen creciendo, tal vez hable del final de la primacía del hombre blanco a escala planetaria que comenzó hace dos siglos con la Revolución Industrial y la colonización.

Fotos: KHV – Andrew Bukto

América en armas: La familia que dispara unida permanece unida

En el libro que acaba de publicar, Sarah Palin no reniega de su pasión por la caza. Al contrario, saca pecho y hace gala de ella: “Hay lugar de sobra para todos los animales de Alaska – escribe con sorprendente ironía -, junto a una guarnición de patatas”.

Si bien el 52% de los estadounidenses desaprueba a Palin, aquellos que sí la apoyan lo hacen de forma apasionada y decidida, pues la consideran la mayor representante de esa América blanca, amante de las armas, evangélica, antiabortista, creacionista y renacida, opuesta a los esnobs de la Ivy League y los millonarios de Wall Street, que desde la curiosa capacidad que tiene para no saber localizar geografía alguna fuera de los EEUU, se cree llamada a liderar el mundo, así sea por la fuerza… cosas del destino manifiesto. Una representación que, a diferencia de otros conservadores, Palin realiza sin complejos ni matices.

Debo confesar que siento la misma fascinación cuasi antropológica – de ejemplar del National Geographic en que lo de “national” tendría algún sentido – por este segmento de la población de los EEUU que por las tribus del estado indio de Orissa o los dinka del sur de Sudán. Fascinación que me lleva a visitar regularmente páginas web como Life, Liberty, Etc., cuyo lema es «Cosas pro-armas, para gente pro-armas».

La última oferta de Life, Liberty, Etc., con un 20% de descuento por el día de Acción de Gracias, era la camiseta estampada con la palabra «infiel» en inglés y en árabe. Como dice la leyenda del anuncio: «Hazlo oficial. De todos modos ya te consideran uno».

No sólo acierta en la claridad del mensaje, ausente de complejos a la hora de admitir que estamos en guerra contra los musulmanes del mundo – hace 20 años los protagonistas de las camisetas eran los soviéticos -, sino en las fotos de las voluptuosas señoritas que lo ilustran: rubias, morenas, vestidas con la camiseta, que ostentan amenazantes fusiles. Lo único que rompe la secuencia es la foto final del gordito que aparece en el jardín de su casa con el pulgar levantado y un M-16 en la otra mano, y que por su reincidencia en otras imágenes se deduce que es el orgulloso dueño de la tienda on-line.

La sección de libros tampoco tiene desperdicio. Resulta evidente que el autor realizó un extraordinario esfuerzo intelectual a la hora de buscarle título a su famosa trilogía, que podríamos llamar de la concordia, la ausencia de miedo y la fraternidad: Enemigos domésticos, Enemigos foráneos y Enemigos domésticos y foráneos.

Pero tengo que confesar que mi obra favorita de la biblioteca es Armed America, cuyo autor, Kyle Cassidy, pasó dos años recorriendo EEUU para retratar a familias propietarias de armas.

Algunas fotos del libro son las que ilustran este post. Imágenes que dan cuenta otra vez de una falta de complejos que debe llenar de orgullo a la mismísima Sarah Palin y que al menos a quien escribe estas palabras recuerdan en estética y filosofía a los colonos israelíes que conoció en Cisjordania, con sus familias numerosas, sus armas, sus libros sagrados y su destino guiado por Dios (la gran diferencia es que los palestinos están resultando más complicados de erradicar de sus tierras ancestrales que los desprevenidos comanches, cheyennes o siux, aquellos terroristas primigenios de las praderas americanas).

Mi preferida es la segunda de la serie, a la que, inspirado por el ingenio del autor de la trilogía Enemigos, he bautizado: «Haz los deberes o verás». Como sostiene el tradicional dicho conservador: La familia que dispara unida permanece unida. ¿O no era así?

Las mismas aeronaves trafican armas y llevan ayuda humanitaria

A lo largo de las últimas semanas los militares británicos han sufrido un importante número de bajas en la provincia afgana de Helmand, lo que ha generado no pocas críticas al primer ministro Gordon Brown, en especial, y como ya sucedió en el pasado, por la lentitud para proveer a las tropas con el equipamiento necesario para luchar contra la insurgencia.

El pasado martes, los talibanes derribaron un helicóptero que se aproximaba a una base británica en Sangin. Se trataba del modelo monomotor en operaciones más grande del mundo: un Mi-26 de 30 toneladas de peso. Los seis tripulantes ucranianos murieron así como un niño afgano que fue aplastado por los restos de la aeronave.

Un incidente que ha generado no pocas polémicas. En primer lugar, porque la falta de helicópteros obliga a la OTAN emplear aeronaves civiles en zonas de combate que carecen de defensa ante un ataque con lanzagranadas RPG como el del 14 de julio.

Pero como si esto no fuera poco, Pecotox Air, la compañía moldava a la que la OTAN alquiló el helicóptero, no sólo tiene prohibida la entrada al espacio aéreo europeo debido a fallos de seguridad en su flota sino que ha sido denunciada por tráfico de armas (para evitar más críticas, el gobierno de Brown defendió que el helicóptero no llevaba insumos para las tropas sino ayuda humanitaria).

No importa la carga ni el mantenimiento

No es la primera vez que se da un caso así. Es más, hasta se podría decir que en muchos sentidos es la norma, pues las empresas de las ex repúblicas soviéticas que se dedican a alquilar helicópteros y aviones para volar en zonas de conflicto parecen no tener problemas para llevar armas ilegales, ayuda humanitaria o mercenarios.

Lo vimos en este blog haca unos años en ocasión de la detención del famoso traficante de armas Víktor Bout en Bangkok, cuya flota de aviones – Cargo Airlifts, Airline Transport, Air West, Aerocom and TransAvia Export – fue alquilada en Irak por los EEUU hasta principios de 2006.

En un reciente informe, el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), señala que «el 90% de las aeronaves identificadas en el tráfico de armas han realizado labores también para la ONU, la UE, la OTAN y las grandes organizaciones no gubernamentales».

Otro denominador común entre los empresarios de Europa del Este que alquilan estas aeronaves sin cuestionar las cargas, además de la velocidad con la que cambian los nombres de sus compañías, es el pésimo mantenimiento que realizan de sus equipos. Tanto es así que de las 172 compañías de cargo prohibidas por la UE, 80 están vinculadas al tráfico de armas.

Pensar que el mismo avión que trafica las armas luego lleva la ayuda humanitaria para las víctimas no dice poco de nuestro mundo. Se han dado casos tan surrealistas como que la compañía Aerolift fuese contratada tanto por Dyncorp, empresa militar privada que realiza no pocas labores para el gobierno de EEUU en Colombia (y en cuyo campamento nos alojamos en este blog cuando estuvimos en Sudán), como para llevar armas a Al Shabab, organización vinculada a Al Qaeda que amenaza no sólo con impedir cualquier clase de progreso en Somalia, sino con desestabilizar a toda la región.

El «paradigma Gaza» y los dirigibles de la guerra

Tres dirigibles vigilan a todas horas los movimientos en Gaza. Tres zepelines que se ven desde buena parte de la franja y que parecen los ojos de un dios omnisciente, insoslayable, que todo lo observa y los sabe, que aguarda y medita antes de desplegar nuevamente su furia. Llevan años allí, suspendidos en el aire.

Según el último número de The Economist, la fabricación y demanda de estos dirigibles, destinados a recabar información de inteligencia, se encuentra en un momento de auge comparable al de los aviones no tripulados. Ellos también podrían cumplir un rol protagónico en los conflictos armados del futuro.

Mientras que los políticos del mundo buscan reducir el gasto militar, el interés por los dirigibles no deja de crecer… En noviembre, Aerostar International de Sioux Fall, recibió una orden de 1,8 millones de dólares por 36 zepelines que serán destacados en Irak. Pero Afganistán podría ser un mercado aún mayor. Esto es porque resulta difícil conseguir imágenes satelitales en los valles de un país montañoso. Como consecuencia, los dirigibles se colocan a alturas que se emplean para enviar información a los satélites.

La primera ventaja de los dirigibles es el precio, tanto de fabricación como de hora de vuelo, inferior al de los aviones no tripulados Predator, Reaper o Global Hawk (volar un drone cuesta entre cinco mil y 26 mil dólares la hora, y su construcción va de los 4,5 millones a los 35 millones). También el ilimitado tiempo que pueden pasar en el aire es una ventaja, mientras que las últimas generaciones de aviones no tripulados no superan las 30 horas por misión.

Los dirigibles operan fuera del alcance de las ametralladoras y de los lanzagranadas. Inclusive si son alcanzados, no explotan pues el gas de helio que los mantiene en el aire no es inflamable (después del famoso accidente del Hindenburg en 1937, los ingenieros dejaron de emplear hidrógeno). Es más, pueden permanecer en el aire aunque se pinchen, pues la presión del helio dentro del dirigible es igual a la del aire fuera. En 2004, un dirigible se soltó en el norte de Bagdad y comenzó a avanzar hacia Irán. Los cazas de EEUU tuvieron problemas para derribarlo.

Los dirigibles son capaces de cargar hasta 20 kilogramos de equipos que incluyen radares y cámaras térmicas. Envían imágenes de posiciones enemigas a docenas de kilómetros de distancia, de día y de noche. Durante las dos grandes guerras del siglo XX fueron empleados por los EEUU para conducir ataques. Luego se usaron con fines principalmente civiles.

Si se cumplen las predicciones de The Economist, lo que en este blog bautizamos como el “paradigma Gaza”, daría un paso hacia su consolidación y multiplicación a nivel mundial. De un lado: una población que vive en la postergación material. En medio: un muro o frontera fuertemente protegido, vigilado gracias a las últimas tecnologías. Entre ambos escenarios: aviones no tripulados que realizan misiones para atacar a grupos insurgentes.

Como hemos visto en estas páginas, Israel ha sido pionera en el desarrollo y empleo de aviones no tripulados y de zepelines. La guerra de 2006 contra Hezbolá fue la primera en que los drones se usaron de forma masiva. Quizás la expansión del “paradigma Gaza” explique en cierta medida que Israel se haya convertido en el cuarto exportador mundial de armamento.

Un modelo probado, desarrollado y con garantía de calidad, que se exporta no sólo a zonas en conflicto, sino también a fronteras como la que separa a Estados Unidos de México y tantas otras que se han blindado en los últimos tiempos. Más de veinte países cuentan con dirigibles en estos momentos.

El comercio mundial de armas ha aumentado el 21% en cinco años

La semana pasada realizábamos una comparación del gasto de los países que más invierten en sus ejércitos y políticas de defensa. Un reciente informe publicado por el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) nos desvela ahora quiénes han sido a lo largo del último lustro los principales importadores y exportadores de armas.

Creado en 1966 para celebrar los 150 años sin conflictos armados de Suecia, el SIPRI cuenta con la mayor base de datos a nivel mundial sobre la transferencia de armas – incluyendo ventas, regalos y traspaso de tecnología – desde el año 1950 hasta la actualidad. El pasado enero, la revista Foreign Policy lo calificó como el tercer centro de estudios internacionales más influyente fuera de EEUU.

Las primeras conclusiones del informe presentado por esta institución el 27 de abril no resultan nada alentadoras. Mientras que, en el período 1999-2003, el comercio de armas había descendido hasta los niveles de 1960, el lustro siguiente, 2003-2008, mostró un crecimiento del 21% en este negocio que mueves miles de millones de euros.

“En un momento en que el mundo necesita cooperar para buscar soluciones a los problemas globales, el crecimiento del mercado internacional de armas marca un desperdicio de recursos que la comunidad internacional no se puede permitir”, declaró Paul Holtom, director del Programa de Transferencia de Armas del SIPRI, en relación al cambio climático y a la crisis financiera mundial.

Los que más venden

A la cabeza de los países exportadores se sigue situando EEUU, con un 31% del mercado de las armas. El 37% de su producción en este período fue a parar a Oriente Próximo.

En segundo lugar se encuentra Rusia, cuyas exportaciones crecieron un 14% gracias al acceso a nuevos mercados en Asia, América Latina y África.

En los siguientes puestos se encuentran: Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Italia, España, Ucrania, Suecia, Israel, China, Canadá, Suiza, Bélgica, Polonia, Corea del Sur, Sudáfrica, Finlandia y Montenegro.

El camino de las armas

Como si el rastro dejado por la venta armas marcase el rumbo de los conflictos actuales y futuros, el informe señala con preocupación el incremento de las importaciones en Afganistán, Georgia, Israel, Pakistán y Sri Lanka. En Oriente Próximo en general, el aumento ha sido de un 34% a lo largo del último lustro.

El ranking de compradores sigue liderado por China, seguido por India, Emiratos Árabes Unidos, Corea del Sur, Grecia, Israel, EEUU, Turquía, Egipto, Australia, Chile, Pakistán, Argelia, Singapur, Polonia, Japón, Sudáfrica, Venezuela, Gran Bretaña e Italia.

El informe también subraya que Irán ocupa un sitio relegado, el número 27, en comparación con las posiciones destacadas de Israel y Egipto.

Finalmente, aunque menciona que es demasiado pronto para vislumbrar el impacto de la crisis en este sector, sí hay países como Brasil, Indonesia, Malasia y Marruecos que han comenzado a reducir sus gastos.

¿Preocupación en EEUU ante el aumento del gasto militar de China?

Así como el viernes resaltábamos el positivo cambio de rumbo en el presupuesto militar anunciado el 6 de abril por Robert Gates, pues responde más a las necesidades reales de las guerras en curso que a la exigencias de la industria armamentística, también es importante señalar que sigue significando más de la mitad del gasto del mundo en defensa (que ha aumentado en un 45% desde 1998, hasta alcanzar el 2,5% del producto bruto del planeta. Unos 152 euros por persona a nivel global en 2007).

En este sentido, resulta llamativa la alarma expresada en marzo por el Pentágono en relación al incremento del presupuesto militar de China. Desde hace casi una década, la Ley 106-65 obliga al Secretario de Defensa a publicar un informe anual sobre “la actual y futura estrategia militar de la República Popular de China”.

En la web del Departamento de Defensa se pueden leer todos los informes desde 2002, así como el último, que analiza el gasto chino en 2008, y cuya introducción expresa la “incertidumbre que rodea al futuro de China, en particular en el área de la expansión de su poderío militar y de la forma en que ese poder podría ser usado”.

El segundo puesto de Beijing

Cierto es que China ha aumentado su gasto militar en un 14,9% a lo largo de 2008, lo que no es una buena noticia, más aún si, como señala la BBC, la cantidad de dinero empleada podría ser aún mayor que la expresada por la autoridades de Beijing.

Como también es cierto que la “preocupación” del Secretario de Defensa con respecto al dinero que China invierte en sus fuerzas armadas, 70 mil millones de dólares, no resulta menos que paradójica pues el gasto en EEUU es ocho veces superior, sin contar los millonarios costes de las guerras de Irak y Afganistán.

El presupuesto de defensa de EEUU, estimado en 515 mil millones de dólares para 2009 (Fred Kaplan eleva la cifra real a 713 mil millones), empequeñece a China, sobre todo si se lo compara en la proporción de inversión per capita del pasado año.

Después vienen Francia (61 mil millones), Gran Bretaña (56 mil millones), Japón (48 mil millones), Alemania (45 mil millones), Italia (40 mil millones), Rusia (34 mil millones), India (32 mil millones), Arabia Saudí (31 mil millones), Turquía (30 mil millones), Corea del Sur (28 mil millones) y Brasil (23 mil millones). En el puesto número catorce se encontraría España con 18 mil millones de dólares. La Unión Europea, en su conjunto, se gastó 312 mil millones de dólares en 2008.

Abrumadora superioridad de EEUU

Pero la comparativa no sólo se queda en las cantidades, sino también en el nivel de desarrollo y expansión del poderío ya existente. Así explica David Axe, en War is Boring, las abismales diferencias que separan a ambos países:

En todas las categorías de tecnología militar, entrenamiento y experiencia, EEUU supera por mucho a China. Tenemos más de veinte portaviones, China todavía está tratando de crear el primero. Hace apenas dos años las fuerzas aéreas chinas admitieron su primer caza autóctono de cuarta generación, el J-10, unos 25 años después de que el F-16 entrara en servicio. El año pasado Beijing comenzó a articular su primera misión naval de “disuasión”. La marina de EEUU tiene establecidas estaciones navales en América Latina y en África Oriental y Occidental.

La comparación también se podría establecer en el número de tropas destinadas en el extranjero. China cuenta con unos 2.000 efectivos fuera de sus fronteras. EEUU tiene más de 200 mil en África, Europa y Asia. Durante la última década, el Pentágono compró cada año un nuevo submarino con capacidades nucleares, por lo que ahora tiene más de cincuenta, mientras que China sólo cuenta con seis.

Tan apabullante es la diferencia de poderío bélico entre ambas naciones que, como con acertada ironía reflexiona David Axe, quizás debería ser China la que comenzase sus informes anuales expresando la “incertidumbre que rodea al futuro de EEUU, en particular en el área de la expansión de su poderío militar y de la forma en que ese poder podría ser usado”.

El gasto militar de EEUU y el mito de la creación de empleo

Robert Gates, Secretario de Defensa de EEUU, ha realizado una profunda transformación del presupuesto militar de su país, como bien llevaba meses anunciando que lo haría.

No lo redujo en cuantía, pero sí ha puesto coto a programas como el cazabombardero F22 o el Future Combat System, que resultan más propios de la lógica de la guerra fría, de la confrontación entre vastos y poderosos ejércitos, que de los verdaderos desafíos de escenarios bélicos como Irak y Afganistán, donde lo que prima es la labor de contrainsurgencia.

En Newsweek, Fareed Zakaria describe a todos aquellos a los que Gates se ha tenido que enfrentar, y se tendrá que enfrentar en los próximos años, para sacar adelante su plan, en un párrafo que resume a la perfección lo que tantas veces hemos denunciado en este blog: que la guerra es para muchos un fantástico y oscuro negocio.

Están los contratistas de defensa, preocupados porque las décadas de contabilidad fraudulenta lleguen a su fin; los consultores para los que la guerra contra el terror ha sido una época de bonanza; los servicios armados que se habían acostumbrados a que se cumplieran todas sus fantasías; y los congresistas que protegen toda esta corrupción institucionalizada con tal de mantener los puestos de trabajo en sus respectivos estados.

Zakaria denuncia que los 95 programas más ambiciosos del sector armamentístico de EEUU, y que poca o nula atención prestan a la lógica de las guerras que se están luchando en estos momentos, se han gastado solamente en sobrecostos la suma de 3.000 millones de dólares a lo largo de 2008. “Este sistema se encuentra tan arraigado que la gente ya no se molesta en indignarse”, explica.

También menciona el recorte al programa para la construcción de nuevos destructores para la Marina de EEUU, que escasa relación tiene con el único desafío que tienen ahora en los mares: los piratas somalíes. “Gates acaba de comenzar un proceso muy necesario para repensar la estrategia de defensa de EEUU después de la guerra fría”, afirma.

La guerra de Robert Gates

Mark Thompson, en la revista Time, señala que Gates lucha a la vez en dos frentes para llevar a cabo sus planes. En primer lugar, los propios militares. En segundo, no pocos congresistas que no quieren que el recorte de los programas se traduzcan en la pérdida de puestos de trabajo en sus respectivos estados:

Durante una comparecencia en Capitol Hill, los legisladores lo presionaron para que declara que sus programas preferidos estaban a salvo. El senador James Inhofe presionó a Gates para que protegiera el proyecto FCS, cuyo cañón de alta tecnología se construye en Oklahoma, el estado natal de Inhofe.

Vale la pena recordar que Inhofe, además de decir que Gates “está desarmando a EEUU”, tiene en sus haber algunas de las perlas más soberbias de esa derecha rancia, tremendista, tan dada la hipérbole ramplona y a la descalificación populista – y que en España tiene a uno de sus más destacados imitadores y altavoces en el menguante Jiménez Losantos -como comparar públicamente a los ecologistas estadounidenses con el Tercer Reich y a la United States Environmental Protection Agency (EPA) con la Gestapo.

“Cerrar las líneas de producción del F22 significa la pérdida de 95.000 puestos de trabajo”, advirtió Saxby Chambliss, senador por Georgia, al igual que otros en su estado. “Si realmente queremos estimular la economía, no hay mejor sitio para hacerlo que el gasto defensa”. El último mes, más de la mitad del congreso mandó cartas a Barak Obama para pedirle que mantenga activa la línea de producción del F22.

Aunque queda claro que la producción del F22 no es necesaria en la actualidad, Fareed Zakaria escribe: “¿Usted se pregunta por qué el programa sigue sobre la mesa? Porque su construcción se realiza en 44 estados”.

¿Crear empleos?

Otros analistas, como Noah Satchman, van en la misma línea. La inercia del dinero público fácil y a raudales, del tráfico de influencias, de los grupos de presión, y no las verdaderas necesidades del Ejército, son las que han mandado en el presupuesto militar de EEUU durante la administración Bush, que ha llegado a ser en términos absolutos el más elevado de la historia del país.

Sin contar, por supuesto, la gran coartada, la gran excusa, para esta orgia de gastos que ha hecho que algunas compañías y sus directivos amasasen verdaderas fortunas: el miedo a otro 11S y la llamada guerra contra el terror, que en realidad ha sido una guerra sucia de secuestros, desapariciones y torturas. Una guerra de terror en toda regla.

Quizás el argumento más debatible, que también se usa en España cuando se habla de cuestiones como la venta de armas a Israel, es que se trata de una valiosa fuente de empleo. Los datos que brinda Mark Thomson en Time parecen echar por tierra también esta teoría:

A pesar de las protestas de los legisladores, el gasto en defensa es una forma ineficiente de crear empleos porque requiere salarios exorbitantes. Los civiles que trabajan en misiles de defensa para Boeing en Arizona ganan tres veces el sueldo promedio del salario en el estado. «Bien para ellos», señala la compañía, pero no para los que pagan impuestos y para los desempleados.

Sostiene que se pueden generar más trabajos si se dedican fondos, como lo ha hecho Gates por 10 mil millones de dólares, para que los militares construyan hospitales, guarderías, clínicas y barracas. Claro que esto no beneficia a las grandes empresas del sector ni a los grupos de presión que actúan en su nombre.