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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La discreta diplomacia de España por los homosexuales africanos

Ayer fuimos con Jon Sistiaga a entregar al Ministerio de Asuntos Exteriores las 222.000 firmas que recogimos en Change contra la Ley Antihomosexual en Uganda, que incluye entre otras barbaridades la cadena perpetua para gays y lesbianas. Como sé que muchos de vosotros firmasteis la petición, y os doy las gracias por ello, también fuimos en vuestro nombre.

Con Jon Sistiaga en el Parlamento de Uganda, donde se debate la Ley Antihomosexual, que establece severas penas para gays y lesbianas. Febrero 2013.

Con Jon Sistiaga en el Parlamento de Uganda, donde se debate la Ley Antihomosexual, que establece severas penas para gays y lesbianas. Febrero 2013.

Imposible negar la excelente predisposición y cordialidad de las integrantes de la Oficina de Derechos Humanos. Bien documentadas, dieron cuenta de que no engañan cuando dicen que la defensa de los derechos LGBT es una de sus prioridades.

Sí nos resultó insuficiente y confusa la respuesta a la pregunta de qué está haciendo España, pues las 222.000 firmas en Change van destinadas a pedirle al Ministro Maragallo que actúe. Como expliqué aquí en su momento, no se trata de una quimera, pues la Unión Europea tiene lazos muy estrechos con Uganda, país que está luchando la guerra en Somalia en nuestro nombre, entre tantas otras cuestiones. Por lo tanto, existen mecanismos reales para ejercer presión.

Transcribo la respuesta:

En cuanto a acciones concretas, debe tenerse muy en cuenta la petición expresa de la sociedad civil ugandesa movilizada en estas cuestiones, a través de Embajadas sobre el terreno, de mantener una política muy discreta sobre esta cuestión, de modo que se eviten declaraciones públicas al respecto, evitando un efecto contrario al buscado con la denuncia pública y mayor discriminación del colectivo LGBT.

Cuando entrevistamos con Sistiaga a los principales líderes de la comunidad homosexual en Uganda, el pasado mes de febrero, tuvimos la impresión radicalmente opuesta. Quieren que el mundo actúe y hable alto y claro. Si algo agradecen es que el presidente Barack Obama haya salido dos veces a condenar públicamente la Ley.

Sinceramente, con el aval de 222.000 apoyos, esperábamos más que un “no os preocupéis, estamos trabajando entre bastidores. No podemos dar mayores explicaciones”.

Firma contra la homofobia en África

Hay problemas que, por más que los contemos una y otra vez, nos quedan muy grandes y nuestra capacidad de acción es limitada, aunque no por ello innecesaria, pues en este mundo globalizado todos estamos conectados y somos interdependientes en algún grado. Pienso en la última hambruna en Somalia o en la demanda china de marfil que está extinguiendo a los elefantes en África.

Tras la sesión de retratos de activistas por los derechos de los homosexuales en Kampala, Uganda (Foto: Jon Sistiaga)

Tras la sesión de retratos de activistas por los derechos de los homosexuales en Kampala, Uganda (Foto: Jon Sistiaga)

Pero hay cuestiones en las que, si bien nos quedan lejos, podemos tener un ascendiente bastante directo, una cierta injerencia en los que toman decisiones. O al menos esto es lo que nos dijimos con Jon Sistiaga hace unos días cuando decidimos lanzar una campaña de recogida de firmas en Change.org.

Campaña que tiene el objetivo de tratar de evitar que el Gobierno de Uganda apruebe la llamada Ley Antihomosexualidad, que de ser puesta en vigor condenaría a muerte o cadena perpetua a los homosexuales “reincidentes” y supondría la adopción de la homofobia como política de Estado.

Campaña que surge del reportaje que publicamos ayer en El País Semanal y que el miércoles se estrena en Canal Plus, y cuya génesis os fui contando en estas páginas a lo largo de los últimos meses.

Presión y apoyo

¿Y qué elementos tenemos para ejercer presión sobre el Gobierno de Uganda? En primer lugar, pedir a nuestro Ministro de Asuntos Exteriores que enfatice y sostenga en el seno de la Unión Europea la importancia de no dejar de ejercer presión diplomática sobre el ejecutivo de Kampala.

Uganda recibe cuantiosas ayudas económicas de Europa, que ya han probado ser una buena herramienta de presión, como pasó hace poco en Ruanda con el apoyo del presidente Paul Kagame a los rebeldes el M23, y antes del CNDP, en la República Democrática del Congo. Bastó la retirada de algunas ayudas, entre otras medidas de presión, para que Kagame diera el brazo a torcer y Bosco Ntaganda terminara en la Corte Penal Internacional.

Claro que, por otra parte, Uganda es un próspero aliado comercial que además ha luchado la guerra en Somalia en nombre de Europa y EEUU. Puso los muertos de la AMISOM – aquellos soldados con los que en 2010 recorrimos Mogadiscio para este blog – así como los de los atentados en respuesta de Al Shabab. Esto hace que a veces no resulte sencillo inclinar la balanza a favor de los derechos humanos.

Empatía

Debo confesar que fue justamente la conexión y sintonía con estos activistas la que nos llevó a poner la petición en Change.org. Fue sobre todo el día que les hicimos los retratos, en foto y en vídeo, que salieron ayer en el El País Semanal, cuando se creó un clima extraordinario de empatía, de complicidad, que valoramos enormemente.

Quizás se deba a las prisas del trabajo, pero hacía tiempo que no terminaba un día de rodaje tan enganchado a una gente y su lucha como aquel jueves en el que retraté a más de veinte homosexuales perseguidos, estigmatizados, golpeados, amenazados. Fue también ese el momento en el que se soltaron, en que se rieron y jugaron frente a la cámara.

Desde aquí, mi gratitud y admiración por su valentía. Y aquí, el lugar donde podéis firmar. ¡Gracias!

A la caza del homosexual en África (vídeo)

Quinto reportaje en el que he tenido la suerte de sumar fuerzas junto a Jon Sistiaga para Canal Plus. Y un tema tan indignante como difícil de explicar que hemos tratado en numerosas ocasiones a lo largo de los años en este blog: la persecución de homosexuales en África.

Continente que, paradójicamente, vive un momento de prosperidad sin precedentes desde la descolonización. Siete de los diez países que más crecen se encuentran en África, lo que está gestando una clase media urbana conectada con el mundo, emprendedora y sabedora de sus derechos que será la que seguramente reescribirá la historia de esta parte del planeta en las próximas décadas.

La persecución de los homosexuales cae así como una losa no ya sobre los propios afectados sino sobre estas sociedades en su conjunto, que no deberían malgastar un instante siquiera en dejar de mirar al futuro para perderse en estas disquisiciones absurdas, retrógradas y excluyentes sobre la sexualidad particular.

Pero la homofobia no surge de manera espontánea. En un discurso que dio el 12 de marzo de 2010 en Soweto, Sudáfrica, el siempre lúcido arzobispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, destripó la esencia última de este problema:

Los gays, lesbianas y transexuales son parte de tantas familias. Son parte de la familia humana. Son parte de la familia de Dios. Y, por supuesto, son parte de la familia africana.

Pero tenemos esta ola de odio que se está diseminando por mi amado continente. Hay gente a la que se le está negando sus principios y libertades fundamentales. Estos son terribles retrocesos para los derechos humanos en África.

Tenemos que parar esta ola de odio. Los políticos que se benefician al explotar y alentar esta ola de odio, no deben caer en la tentación de sacar rédito del miedo y la falta de entendimiento.

Mis compañeros religiosos, de toda confesión, deben defender la dignidad universal y la fraternidad. La exclusión nunca es un avance en el camino hacia la libertad y la justicia.

El estreno será el 10 de abril en Canal Plus.

37 formas de llamar a un homosexual en África

Ngirosi, sis, closet, kuchu, bhutu, matrix, gogo, ana, butch, busti, bottom, muscle, down-lo… son solo algunos de los 37 nombres con los que a pie de calle se señala a los homosexuales en distintos países de África.

37 maneras de llamar a los homosexuales en un continente donde políticos y religiosos los usan como diana de campañas populistas. Foto: HZ

37 maneras de llamar a los homosexuales en un continente donde políticos y religiosos los usan como diana de sus campañas populistas. Foto: HZ

“Depende de cómo se digan, pueden ser despectivos o no”, nos explica John, el activista que lleva la camiseta en que los 37 nombres dan forma al continente. “En Uganda se nos conoce como kuchu, expresión que nosotros mismos usamos para llamarnos mutuamente”.

Primera semana de rodaje junto a Jon Sistiaga para Canal Plus en este país que, como ya conté en otras ocasiones en este blog, lleva tres años debatiendo en el parlamento una propuesta de ley que condena a cadena perpetua a los homosexuales, penaliza con hasta siete años de cárcel a quien organice actividades en su nombre, y obliga a los ciudadanos de a pie a denunciar a la policía su existencia y localización.

Pero una cosa es escribir sobre un tema en la distancia y otra muy distinta es venir aquí y palpar de primera mano la homofobia que tanto políticos y pastores evangelistas propagan de forma populista, sorda y brutal, para aumentar su poder como también sucede en otras latitudes de África.

Una semana en la que tengo que destacar el espíritu de lucha, la obstinación, de todos los homosexuales que hemos conocido más allá del acoso, la violencia y la marginación que sufren. Y una facilidad para la ironía, un constante empleo del humor como bálsamo ante tanta estupidez manifiesta, francamente inspiradores.

Dios te ama… dame tu dinero

Por más años que llevo recorriendo África, cada vez que me cruzo con alguno de sus pastores evangélicos mediáticos y multimillonarios, experimento la misma honda y sincera perplejidad.

Retratando hoy en Kampala al obispo Sejonjo, religioso de a pie, ajeno al poder, comprometido con la defensa de los homosexuales. Foto: Jon Sistiaga

Retratando hoy en Kampala al obispo Sejonjo, religioso de a pie, ajeno al poder, comprometido con la defensa de los homosexuales. Próximamente en Canal Plus. Foto: Jon Sistiaga

Resulta tan brutal, tan flagrante, la contradicción entre el mensaje que predican y la forma de vida que conducen que aún no consigo vislumbrar la lógica de un fenómeno que se repite desde la paupérrima República Democrática del Congo hasta Uganda o Nigeria.

No logro entender cómo quienes hablan en nombre de un tipo que murió semidesnudo en una cruz, y de la desapegada y misericorde mirada que tuvo del mundo, consiguen facturar cientos de millones de dólares cada año.

Modelo de negocio

No logro entender de qué forma funciona el mecanismo que hace rico a los líderes de estas iglesias africanas. Y eso que no se trata de una pregunta nueva sino que me la llevó haciendo desde que tuve la desgracia de ir a un colegio de los hermanos Maristas y conocer de cerca las miserias de la Iglesia católica.

Otra institución que lleva siglos en la más evidente y ramplona de las contradicciones entre sus aspiraciones celestiales y su insaciable avidez por el poder terrenal, todo gracias al fomento interesado de la culpa y el miedo.

Os cuento esto a raíz de estar de regreso en Uganda para realizar un nuevo reportaje junto a Jon Sistiaga para Canal Plus, en esta ocasión sobre la persecución de homosexuales. Y resulta que uno de sus protagonistas podría ser uno de estos pastores multimillonarios.

«No hay mejor forma para hacerse rico en África que montarse un templo evangélico y buscar una congregación de Estados Unidos que te apoyo», nos dice Charles, nuestro productor local, mientras debatimos sobre el personaje y su enorme fortuna.

Jets privados, mansiones, estadios

A la espera de saber si este hombre de abultada fe y billetera nos recibirá, algunos datos para abrir boca sobre sus pares en Nigeria:

Al frente de la llamada Iglesia de Los Ganadores, David Oyedepo, es el pastor más rico de África. Se estima que su fortuna ronda los 150 millones de dólares. En el año 2011 se compró un jet privado por valor de 30 millones de dólares. Su cuarto avión personal.

Es dueño también de un estadio llamado «El tabernáculo de la fé» con capacidad para 50 mil personas sentadas. En este lugar ofrece tres servicios cada domingo.

Entre otros negocios tiene una editorial, una universidad y posee casas en EEUU y Europa.

Le sigue Chris Oyakhilome con 30 millones de dólares en la cuenta de banco y no pocas excentricidades como una cadena de televisión His Loveworld TV Network, que transmite plegarias las 24 horas al día desde África a los cinco continentes.

El resto de la lista, aquí. Y un gran documental sobre el tema para quien le interesa saber de qué forma se puede hacer uno rico en base a las necesidades de guía, consuelo y certidumbres de los demás. Amén.

Una cámara Mark III perdida en Uganda

En muchas ocasiones he escrito en este blog acerca de la famosa Canon Mark II. Lo hice incluso antes de tenerla en mis manos, cuando descubrí en el trailer del documental llamado entonces Battle For Hearts and Minds – que luego se titularía Hell and Back Again y estaría nominado para los premios Óscar – las posibilidades que ofrecía, allí por el año 2009.

La Mark III recién salida de la caja. Lista para hacer su debut en Uganda.

La Mark III recién salida de la caja. Lista para hacer su debut en Uganda.

No es exagerado decir que la Mark II ha revolucionado mi vida y la de tantos otros profesionales que cuentan historias a través del vídeo. Nos ha dado algo que hasta el momento solo había en el cine: profundidad de campo. Por lo que nuestro trabajo, de repente, ganó una dimensión más. Se alargó hacia el horizonte.

Antes y después

Basta ver la última producción que dirigí sin la Mark II, Villas Miseria, y las que vinieron después. Por ejemplo, aquel vídeo lúdico que grabé desde Uganda para este blog sobre los niños que adiestran insectos en los campos de desplazados.

Ya a nivel más serio, los trabajos que he hecho con Sistiaga en Canal Plus como Blancos de la Ira, sobre las matanzas de albinos en África; Los señores de la guerra, sobre el conflicto en Somalia; Barras bravas, acerca de la violencia en el fútbol argentino, y Caminando sobre las bombas, sobre las retiradas de las tropas de EEUU de Afganistán. Todos marcados a fuego y luz por la estética de la Mark II y también por el talento en la postproducción de los integrantes de La Caña Brothers.

En el documental que he estado terminando estos días, Quiero ser Messi, y que estreno próximamente en TVE, la Mark II ha tenido también un rol fundamental, pero no ya sola, sino desde lo alto de una grúa, lo que le ha dado a sus movimientos una suavidad y una cadencia muy estimulantes.

Adiós Mark II

Pero como nada es eterno, tras una decena de países y tres años de trabajo constante, mi Mark II murió la semana pasada. Así que fue la oportunidad perfecta para comprar su hermana mayor, la Mark III, que ha tenido excelentes críticas. Si es tan buena como dicen, lo podréis ver en las fotos y vídeos que iré colgando aquí la semana que viene desde Uganda, y en el nuevo documental que rodaré junto a Jon Sistiaga para Canal Plus allí también.

Ahora, a hacer las maletas que en un rato partimos. Treinta grados en Kampala, no está mal.

PD: Agradecer a mis amigos de Malévolo, que estos días me han estado explicando cómo sacar el mayor rendimiento a la Mark III. Y a quien le interesa, invitaros a un Máster que hemos creado varios profesionales apasionados por este tipo de cámaras y el universo narrativo y profesional que han abierto.

Regreso a la tierra de Joseph Kony

Dos semanas de estancia en Madrid tras mi último paso por África, y llega la hora de hacer las maletas, poner a punto los equipos, armar la agenda de producción y volver a ruta. ¿El destino? Sin dudas original e imprevisible. Gran sorpresa gran. Bueno, sí, otra vez África, lo dice el titular. Ahí vamos…

Niños huyen del LRA en la ciudad de Gulu, norte de Uganda. Año 2005. Foto: Hernán Zin

Niños huyen del LRA en la ciudad de Gulu, norte de Uganda. Año 2005. Foto: Hernán Zin

En esta ocasión no serán Kenia, Somalia o Congo, sino Uganda. País desde el que he escrito en numerosas ocasiones para este blog.

La primera, allá por junio de 2006, cuando semanas antes viajé a la ciudad de Juba, en Sudán, porque el guerrillero Joseph Kony estaba en sus inmediaciones para comenzar a negociar la paz con el gobierno de Kampala.

Y después bajé al norte de Uganda para conocer de primera mano el impacto de esta noticia entre la población local que llevaba casi dos décadas sufriendo la guerra.

Joven víctima del LRA que fue arrancada de su familia y convertida en esclava en el norte de Uganda. Año 2006. Foto: Hernán Zin

Joven víctima del LRA que fue arrancada de su familia y convertida en esclava en el norte de Uganda. Año 2006. Foto: Hernán Zin

En especial en los niños, los llamados caminantes nocturnos, que apenas caía el sol salían de sus chozas para buscar refugio en los pueblos. Miles de pequeños que anegaban las carreteras al atardecer.

Y en las víctimas de los secuestros del LRA. Jóvenes que pasaron su infancia como esclavas de Kony y sus secuaces, y que al volver a ciudades como Gulu eran rechazadas por ser consideradas parte de la milicia contraria al gobierno de Museveni.

Finalmente, la tercera pata de esta historia: el millón largo de personas que vivía hacinada en campos de desplazados internos. El alcohol ilegal. El tedio. La falta de empleo. Los abusos de los soldados del UPDF. La enfermedad.

Niños en el campo de desplazados de Boby, uno de los más grandes del norte del país. Año 2005. Foto: Hernán Zin

Niños en el campo de desplazados de Boby, uno de los más grandes del norte del país. Año 2005. Foto: Hernán Zin

La negociación que comenzó en 2006 en lo que hoy es Sudán del Sur duraría dos años hasta que las bases del LRA en la República Democrática del Congo fueron bombardeadas en la operación miliar Lighting Thunder.

Ofensiva que en 2008 empujó a Kony y a sus hombres a volver a la violencia. Como descubrimos en la ciudad de Yambio y sus alrededores en 2009, el LRA no regresó a Uganda sino que se movió hacia el norte. Buscó refugio en la República Centroafricana. A su paso, el habitual y dramático escenario de refugiados, asesinados, mutilados, niños esclavos.

Uganda se libró finalmente del yugo de la guerra con el LRA. En mi última visita al país, en 2010, pudimos ver cómo la normalidad había vuelto a las provincias del norte. No más caminantes nocturnos ni jóvenes que volvían devastados de la selva ni campos de desplazados.

Por lo que este es mi primer viaje a Uganda que no tiene relación alguna con Joseph Kony ni el LRA. La historia es otra, sobre la que llevo años escribiendo años en estas páginas, y que os desvelaré en los próximos días…

Los 30 segundos de fama de Joseph Kony

“Al menos ha servido para que millones de personas conozcan a Joseph Kony”, tratan de convencerme. Y yo les apuesto que en una semana, o quizás diez días, esos mismos millones de personas se habrán olvidado de Kony y del LRA. O les importará realmente poco. Del director del vídeo de la campaña Kony2012, y de su hijo rubio que nos presenta al principio para mostrarnos algo próximo, familiar y emotivo antes de saltar a la «oscura» África, no me animaría a vaticinar lo mismo.

Paradójicamente, la presencia del pequeño Gavin es la que señala la mayor falencia de la campaña: su exacerbado paternalismo. Paternalista con los africanos, que parecen no tener ni voz ni voto en este asunto, y también con los espectadores, a los que les presenta una historia sumamente compleja en el habitual estilo simplista, ramplón y efectista de las producciones de Hollywood: buenos y malos; rubios heróicos y negros indefensos o perversos.

Para los que conocemos de cerca la ya terminada guerra del norte de Uganda y los movimientos del LRA en la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Sudán (tema que seguimos en este blog en diversos viajes a la región en 2006, 2009 y 2010), la línea argumental del vídeo de la campaña no aguanta el más mínimo escrutinio. Algo que no es casual, porque si la realidad se contase con sus enormes contradicciones y matices el resultado narrativo no sería tan impactante.

Cuestiones como la operación militar Thunder Lightning o la LRA Act han sido convenientemente omitidas o mal explicadas. No estaban por ninguna parte en el «Kit de acción contra Kony».

Asimismo, nada se ha dicho de las disputas ancestrales de los acholi con sus vecinos del norte y del sur, de la estrategia de los colonizadores británicos para militarizarlos y de los ascensos al poder y los descensos al horror de la limpieza étnica que sufrieron de la mano de Milton Obote, Idi Ami y Yoweri Museveni.

Tampoco se tratan asuntos tan importantes como la intervención en el conflicto del gobierno de Jartum o de la importancia del pensamiento mágico entre los acholi, que consideran a Kony un versado hechicero.

Mis preguntas

Una narración, la de Kony2012, con la que coincido en un argumento: las redes sociales están cambiando el mundo. Son una poderosa herramienta de transformación. La gran duda que tengo con respecto al vídeo es: ¿Cómo pretendemos solucionar un problema si ni siquiera nos atrevemos a explicarlo correctamente?

Por lo tanto, ¿sólo son útiles las redes sociales cuando el mensaje se vuelve reduccionista hasta el paroxismo, hasta alejarse enormemente de la verdad? ¿Cuando lo contado parece un video clip de MTV?

Segunda duda al ver la masa de jóvenes que aparecían en el vídeo, como un movimiento político con sus logos, camisetas y banderas. Si hoy manipulamos en pos de una buena causa, ¿por qué mañana no podemos hacerlo en la dirección contraria?

Ya compañeros como José Miguel Calatayud han expresado sus críticas. También MSF. La opinión del español José Carlo Rodríguez, que estuvo 20 años allí, merece ser escuchada con especial atención (tuve la oportunidad de conocer su labor en Gulu, Uganda, en 2005, para La Voz de Galicia. Extraordinario trabajo el que realizaba).

En una próxima entrada expondré mis críticas, que no son pocas. Justamente el respeto a la complejidad del tema, y a la realidad de todas esas víctimas que entrevistamos en estas páginas en Uganda y Sudán, creo que es necesario una exposición sosegada, ajena al ruido y la furia de estos días. Una exposición que apunte un poco más allá del entendimiento del pequeño Gavin.

José Carlos Rodríguez: 20 años en la guerra de Uganda

José Carlos Rodríguez, madrileño de origen, ha sido testigo en primera línea del conflicto que desde hace más de dos décadas tiene en jaque al norte de Uganda y que ha provocado 120 mil muertos y más de dos millones de desplazados.

Instalado primero en Kalongo, y luego en Gulu, epicentro de la guerra, participó en las negociaciones de paz, conoció de cerca a los rebeldes del LRA, de los que tan poco se sabe, y ayudó a numerosos niños soldados a dejar sus filas.

“Al norte de Uganda llegué por primera vez en 1985. Lo hice con los combonianos. Me encontré justo con el comienzo de la guerra. En total estuve 20 años. Todo el tiempo ha sido de conflicto«, afirma José Carlos, que hace seis meses regresó definitivamente a Madrid. «Cuando comenzó la guerra yo pensaba como mucha gente que se iba a acabar enseguida. Comenzar una guerra es fácil, pero terminarla es difícil».

Realidad desconocida

Uno de los aspectos que sorprenden del conflicto en la región de mayoría acholi de Uganda, es la escasa repercusión que tiene en la prensa. Inclusive hoy, que la paz parece más cerca que nunca, los medios miran hacia otra parte.

«Llegaba a una aldea y veía que las madres lloraban porque habían matado a diez personas y se habían llevado a 80 niños. Esa misma tarde ponía la BBC y hablaban de la franja de Gaza, de que dos personas habían muerto», señala José Carlos. «¿Y por qué esto es así? Porque en algunos sitios hay intereses económicos y en otros no».

Como todo conflicto, el de Uganda ha sido especialmente cruel con los niños y las mujeres. Los efectivos del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) raptaban a los menores de sus casas. A los niños los convertían en soldados y a las niñas, además, en esclavas sexuales.

Otra característica de esta guerra que José Carlos, en cada una de las

entrevistas que le he podido hacer a lo largo del tiempo, se afana en denunciar, en tratar de dar visibilidad.

«Hay una gran sensibilidad hacia la protección de los niños cuando son de países del norte, como el caso Mari Luz, pero cuando se trata de Uganda no importa», afirma. «La guerrilla ha secuestrado 40 mil niños. Pero la tragedia no es sólo de ellos, sino de toda la infancia, que no puede dormir en su casa, que tiene que nacer y vivir en campos de desplazados».

Sin sentido

La última razón que da para explicar por qué apenas se habla de la realidad, responde a que resulta difícil de comprender: “Se trata de una guerra en la que todo es ilógico, en la que faltan objetivos claros. En Sierra Leona los diamantes. En el Congo el coltán. Allí no hay nada de eso. Si los propios ugandeses no lo entienden, mucho menos alguien de aquí».

Esto se debe a que uno de los dos principales actores de esta historia, el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), no tiene agenda política alguna y sólo se limita a afirmar que está luchando por imponer los Diez Mandamientos.

Por otra parte, ni siquiera responde al patrón de enfrentamiento tribal, ya que se trata de miembros de la etnia acholi que atacan, raptan, matan, violan y mutilan a otros acholi.

“Son grupos de mafiosos, de señores de la guerra, que viven bien a base de tener gente armada, que mantienen a millones de personas que no pueden tener una vida normal. Un comandante que tiene 20 mujeres. Esa gente no iba nunca a la primera línea de combate. Por eso los que morían eran los niños”, sentencia José Carlos.

Continúa…

¿Ha terminado la guerra en Uganda?

Es uno de los conflictos olvidados de África. Y fue uno de los primeros destinos que fatigamos en este blog. Una guerra que ha durado más de dos décadas, que costó la vida 120 mil personas y que obligó a más de dos millones a abandonar sus hogares de forma permanente para asentarse en campos de desplazados.

Un conflicto que apenas ha tenido repercusión en los medios de comunicación. Seguramente porque al no haber en juego recursos naturales ni posiciones dominantes geoestratégicas poco ha interesado a las grandes potencias. Pero también por lo difícil que resulta de entender.

De un lado, en la guerra del norte de Uganda, están las tropas del gobierno central del presidente Museveni, del otro, un grupo de fanáticos que dice luchar para imponer los Diez Mandamientos y que es conocido como el Ejército de Resistencia del Señor (en su acrónimo inglés: LRA).

Para ello secuestra a niñas, a las que hace esclavas sexuales. A niños que convierte en parte de su ejército (se estima que tiene unos dos mil menores soldados y que abdujo a más de 40 mil). Y mutila, viola y mata a los campesinos que encuentra en su camino. Su seña de identidad es cortarle los labios y las orejas.

Durante años ha sido tal el terror entre la población civil que los niños abandonaban sus aldeas al atardecer para buscar refugio en las ciudades. Un flujo constante de pequeños que cada día marchaban en procura de la protección que sus padres no les podían dar.

¿Hacia la paz?

Al frente de esta organización se encuentra aún el hombre que para los africanos es la encarnación misma del mal, un hombre del que nada se supo durante años, del que ni siquiera se tuvo una imagen: Joseph Kony.

Un líder delirante, mesiánico, que ha llegado a contar con una veintena de esposas y que, en un aspecto incomprensible de esta guerra, no tuvo como objetivo de sus carnicerías a otro grupo étnico, sino a su propio pueblo: los acholi.

Una de las primeras imágenes que salieron a la luz de él fue esta, que conseguí para este blog en Sudán, en junio de 2006, cuando ya el LRA parecía estar viviendo sus primeros vientos de cambio en dos décadas:

Kony se benefició desde sus inicios del apoyo del gobierno árabe de Jartúm, que le entregaba a armas y lo amparaba en su territorio con el fin desestabilizar a Uganda. Pero el acuerdo de paz entre el norte y el sur de Sudán de 2005 puso fin a esta asociación y el ejército de Kony comenzó a perder capacidad de acción.

Como consecuencia, empezó a dialogar la paz con el gobierno de Kampala. Dos largos años de negociaciones en los que la orden de captura de la Corte Penal Internacional contra Joseph Kony, por crímenes de lesa humanidad y reclutamiento de niños soldados, fue un obstáculo.

Finalmente se llegó un acuerdo, pero hace dos semanas Kony no se presentó a la firma del mismo en la ciudad de Juba. Y los últimos informes de las organizaciones de Derechos Humanos señalan que está ahora en la República Centro Africana y en el Congo RDC, donde sigue secuestrando a niños y aterrorizando a la población local.

Testigo excepcional

José Carlos Rodríguez desembarcó de la mano de la orden de los combonianos en Uganda justo cuando comenzaba la guerra. Y fue un testigo de excepción de la misma durante 20 años. No sólo ayudó a los niños que quería huir del LRA sino que participó en las negociaciones, teniendo inclusive la posibilidad de hablar con Joseph Kony.

Ahora ha regresado a su ciudad natal, Madrid. El domingo estará firmando en la caseta 282 de la Feria del Libro la obra que acaba de publicar sobre sus experiencias en Uganda, Hierba alta (editorial Mundo Negro), cuyo manuscrito tuve el privilegio de poder leer y que recomiendo encarecidamente.

Mañana, la entrevista con José Carlos, que fue un extraordinario guía en la visita que realicé a la zona. Sus anécdotas, recuerdos y análisis no ya sólo sobre Uganda, sino sobre la realidad africana, que conoce como pocos en España.