Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Un vídeo estilo Bollywood de Israel para vender armas a la India

Lo de organizar ferias internacionales para vender armamentos, al mejor estilo Fitur pero con azafatas que promocionan misiles y aviones no tripulados en lugar de viajes al Caribe, suele tener algo de por sí bastante surrealista para los que vemos esta industria multimillonaria desde la distancia.

Si cambiamos la perspectiva, y nuestro punto de observación se sitúa en el que suele ser habitual en este blog, el de las víctimas de la guerra, seguramente el adjetivo no sería “surrealista” sino otro.

Pero sobre el universo de las ferias, desde la bienal Defence Systems & Equipment International Exhibition (DSEI), que tiene lugar en Gran Bretaña y que es la más grande del mundo, hasta una de las más reciente, la International Defence Exhibition (IDEX), que se organizó el mes pasado en Abu Dhabi con hombres vestidos según la tradición árabe en lugar de azafatas, ya escribiremos en otra ocasión en este blog.

Por ahora, centrarnos en el vídeo lanzado por la empresa israelí Rafael para promocionar sus misiles en Aero India 2009, exhibición organizada por el Ministerio de Defensa indio en la ciudad de Bangalore entre el 11 y el 15 de febrero.

Un vídeo que, sabiendo por haber vivido en ese país cuán nacionalistas son en general sus ciudadanos, no creo que los haya hecho salir corriendo a comprar los misiles Derby, Phyton 5 , Popeye o Spyke que se producen en Israel, cuarto exportador mundial de armas.

«Dinga dinga, dinga dinga, dee»

Los vídeos promocionales cada día se utilizan más en el sector de la «defensa». Ya vimos en este blog aquel de Xe, la empresa anteriormente conocida como Blackwater. La mayoría resultan extremadamente pletóricos de testosteronas, con música de rock de fondo y tiros y patadas en todas direcciones, o de un humor ramplón, cateto, que no arranca ni un esbozo de sonrisa.

Sin embargo, la producción de la empresa israelí Rafael se lleva la palma. Así la describe Noah Sachtman, coautor del blog Danger Room:

Cada elemento del film promocional está equivocado. Los saris, las bailarinas «indias» que parecen demasiado askenazíes y suculentas. El hombre sin afeitar, de nariz aguileña, vestido de cuero que parece un refugiado de la película Licencia para peinar. Después, por supuesto, está la implicación de que las fuerzas armadas indias son como una mujer sin ayuda que «necesita sentirse segura y protegida».

Antes de que alguien ataque a Sachtman, dejar en claro que no tiene nada en contra de Israel. Al contrario, su crónica durante los 22 días masacre en Gaza junto a los soldados que manejaban los aviones no tripulados, mostraba bastante entusiasmo por la labor que realizaban los muchachos en el bombardeando a control remoto a los habitantes de la franja.

Stephen Trimble, del blog The Dew Line, cita la respuesta que Assy Josephy, director de exhibiciones de la empresa Rafael, cuando se le preguntó acerca del vídeo:

«En Israel tenemos a judíos de la India, así que sabemos acerca de los números de canto y baile de Bollywood. Los israelíes son muy conscientes en general de la cultura india. Y este vídeo espera crear familiariedad entre India, Israel y Rafael», dice.

Pero no es esta la primera ocasión en que Rafael exhibe algo por el estilo. Josephy dice que Israel ha proyectado vídeos así en varios países con temas adaptados a la cultura local y sus localizaciones. «En Brasil hicimos un vídeo de fútbol. En París el vídeo tenía un tema que incluía a Napoleón y a la resistencia. En Polonia tenía temas relacionados con Chopin y Copérnico. En Inglaterra era sobre Shakespeare,» dice Josephy.

Para quien espere algo digno de Slumdog Millionaire, señalar en Viaje a la guerra la cutrez imperante en esa escenografía compuesta por coronas de jazmines y misiles. Subrayar también ese estribillo cursi, digno de Eurovisión: «Juntos, para siempre, te llevaré en el corazón. Juntos, para siempre, nunca nos vamos a separar».

Y un interrogante: ¿qué significa ese coro machacón de «dinga, dinga; dinga, dinga; dinga, dinga, dee»? ¿Es acaso la frase que los directivos de Rafael esperan que los indios repitan mientras observan cómo sus misiles se estampan contra Lahore o Karachi? ¿O la que exclamarán sorprendidos frente al televisor cuando los vean caer desde los F16 hebreos sobre Beirut, Gaza o Teherán?

Las armas láser desembarcan en la guerra

H. G. Wells fue, junto a Julio Verne, uno de los escritores con mayor talento para predecir los desarrollos técnicos futuros de la humanidad. Hombre de izquierdas, dio además un sentido moral a sus obras. En “La máquina del tiempo” abordaba la lucha de clases. En “La guerra de los mundos” criticaba al imperialismo británico. En “La isla del doctor Moreau” se preguntaba sobre los límites éticos de la ciencia.

Hoy, otro de los inventos vislumbrados por Wells se ha hecho realidad: el armamento láser. Armas que en nuestro imaginario colectivo más latente relacionamos con “La guerra de las galaxias”, la saga cinematográfica inspirada en la teoría sobre la gestación de los mitos articulada en 1949 por Joseph Campbell en su libro «El héroe de las mil caras«.

Según informa The Economist, en algún teatro de operaciones ya se está usando el Zeus. Un dispositivo conocido en la jerga militar como “armamento de energía directa” que emplea un rayo láser para hacer detonar los explosivos que la insurgencia suele colocar al costado de las carreteras, como en Irak y Afganistán. Hasta el momento se utilizaban lanzagranadas para cumplir con esta función, pero el haz de energía resulta mucho más preciso y seguro.

Contra el fuego enemigo

Sin embargo, el desarrollo de estas armas no se queda allí. La empresa Raytheon lleva años trabajando en el programa LADS (Laser Area Defence System). Un sistema que detecta y destruye los proyectiles enemigos cuando éstos entran en el área de defensa de las tropas.

La página web Defense Tech señala que Raytheon ya habría alcanzado la potencia láser necesaria para destruir un pieza pequeña de mortero, de 60 mm, aunque sin haber llegado aún a los 100 kilovatios que se consideran el umbral indispensable para el funcionamiento de estas armas. Un vídeo de la compañía parece dar muestras de este avance.

Raytheon, con base en Massachussets, más de 72 mil empleados y una facturación anual de 21 mil millones de dólares, es fabricante también del sistema Phalanx, que realiza la misma labor de defensa pero con morteros, lo que requiere el empleo de una gran cantidad de munición.

De la defensa al ataque

Otro proyecto en desarrollo es el ABL (Airborne Laser). Sus responsables son Boeing, Lockheed Martin y Northrop Grumman. El ABL utilizará rayos láser que se generan con elementos químicos para terminar con misiles de largo alcance desde aviones Boeing 747, por lo que es hijo en buena medida de la famosa Guerra de las galaxias de Ronald Reagan.

Pero lo que más preocupa es el programa ATL (Advanced Tactical Laser), una iniciativa de Boeing y de las Fuerzas Aéreas de EEUU, que pasa ya de la defensa al ataque.

En el sector de la defensa casi nadie habla abiertamente de sus consecuencias. ¿Permitirá freír de forma instantánea a las fuerzas del enemigo? ¿Tiene algún sentido invertir cientos de millones en esta clase de armamento dada la fisonomía de los actuales conflictos, donde los enfrentamientos entre ejércitos regulares parecen ser algo del pasado? ¿Tendremos en el futuro campañas internacionales para pedir su prohibición, como sucede con las minas antipersona y las bombas de racimo?

Lamentablemente, la industria armamentística – dotada de tanto secretismo como de presupuestos multimillonarios – va siempre varios pasos por delante de la legalidad internacional. Y ni siquiera contamos con Wells para que nos cuente el final de esta historia…

Taser: esas inofensivas armas letales

Funcionan como los aparatos de gimnasia pasiva que hace unos años abarrotaban los espacios nocturnos de televisión – esos en los que aparecía un tío cachas tirado en un sofá mientras contraía compulsivamente los abdominales – pero a lo bestia, con unos 50 mil voltios de potencia.

Las armas de tipo Taser contienen básicamente dos cables que son lanzados hacia la víctima gracias a un impulso de aire comprimido. Una vez que la alcanzan, una descarga eléctrica de alto voltaje y baja corriente, concebida para alterar el sistema nervioso central y provocar contracciones musculares incontroladas, la tumba al suelo y la inmoviliza sin importar cuánta fuerza física o capacidad de resistencia ésta tenga.

La Wikipedia en español, en un alarde de creatividad enciclopédica, afirma que el acrónimo “TASER” responde a la conjugación de las iniciales de su creador, Thomas A Swift, y del nombre del invento al que dio vida, el “rifle eléctrico”: Thomas A. Swift’s Electric Rifle. Y señala al año 1969 como punto de partida de esta historia en una entrada que sorprende por la vehemente defensa que hace de estas armas.

Lo cierto es que, según informa la empresa Taser, dueña de la marca en cuestión, el padre de carne y hueso de la criatura fue John H. Cover, que se desempeñó como piloto de bombardero durante la segunda guerra mundial y más adelante fuera director científico del North American Aerospace’s Apollo Moon Landing Program.

La bautizó Taser en honor a Tom Swift, su personaje favorito de ficción, protagonista de una serie de obras infantiles escritas por Victor Appleton entre 1910-1941.En la ficción de uno de esos libros Tom Swift crea un rifle eléctrico. De allí el homenaje.

El invento de Cover se patentó en 1974. Recién en 1976 fue comprado por los primeros cuerpos de policía. Y en 1980 dio el gran salto al ser adquirido por la LAPD. Hoy, la compañía Taser ya ha hecho su aparición en el NASDAQ.

Salvar vidas

Las armas Taser cuentan con no pocas personas e instituciones que las consideran una opción menos cruenta que las armas convencionales.

Justifican el uso de un voltaje tan alto porque tanto la ropa como el aire no son buenos conductores de la electricidad, según explica la CBS. Y argumentan que la descarga de amperios que se recibe es de entre 0,002 y 0,03. En comparación, una bombilla de 60 vatios cuenta con 0,5 amperios. Y una tostadora alcanza los 5 amperios.

Señal inequívoca de este apoyo a las armas Taser resultan las cifras de ventas que esgrime la compañía Taser International, con base en Arizona y facturación en 2007 de 100,7 millones de dólares : son más de 12.800 las fuerzas de seguridad, militares y policiales, que emplean sus productos en 44 países. Desde 1998, vendieron unas 260 mil unidades.

Existen dos tipos principales de pistolas Taser, nombre comercial de los Dispositivos de Energía Conducida:

. El M26, que cuenta con mira láser, tiene un alcance de 10,6 metros y es habitualmente empleado por la policía para detener a individuos sumamente combativos. Del que se sacó un modelo más pequeño en 2003, llamado X26, y con un rango de distancia idéntico.

. Creado en 2007, el C2 fue diseñado para el uso privado. Alcanza 4,5 metros de distancia. Y, atención al detalle, viene en nueve colores distintos, para que la posibilidad de propinar una descarga eléctrica a alguien no esté reñida con los cambios de moda. En la gama de uso personal también existen modelos más ambiciosos como el M18/M18L y el X26C, que son derivaciones del M26.

En muchos estados de EEUU, las Taser no son considerados armas letales, por lo que se veden sin restricciones para su uso civil. En otros países, como Canadá, sólo pueden ser adquiridas por la policía.

Una forma de tortura

Los detractores de las Taser parecen no dejar de aumentar. En 2007, el comité contra la tortura de la ONU lanzó un comunicado en el que sentenciaba que “el uso de las armas TaserX26, que provoca dolor extremo, es una forma de tortura, y en algunos casos puede llevar a la muerte”.

Amnistía Internacional, muy crítica con esta arma, lleva años pidiendo que se investiguen sus verdaderas consecuencias. Finalmente, ayer publicó un informe revelador. En él afirma que 334 personas han muerto en EEUU desde 2001 después de recibir descargas de armas Taser. Y subraya lo sencillo que resulta, ya que no deja marcas, abusar de su poder.

En base a los resultados de 98 autopsias sostiene que “el 90 por ciento de las personas muertas tras recibir la descarga de una Taser estaban desarmadas, y muchas no parecían constituir una amenaza seria”.

Muchas fueron sometidas a descargas repetidas o prolongadas –muy superiores al ciclo “estándar” de cinco segundos–, o fueron aplicadas por más de un agente al mismo tiempo. Hubo incluso personas a las que se les aplicaron descargas por no cumplir una orden policial tras haber quedado incapacitadas por una primera descarga.

En al menos seis de los casos de muerte, las Taser se utilizaron contra personas que sufrían enfermedades: entre ellas, un médico que se había estrellado con su auto al sufrir un ataque epiléptico. Este médico murió tras recibir repetidas descargas en el arcén de la autopista cuando, confuso y aturdido, no cumplió las órdenes de los agentes. La policía también ha utilizado Taser contra escolares, mujeres embarazadas e incluso una persona anciana que sufría demencia.

A partir de estos datos, Amnistía Internacional exige la elaboración de nuevos informes, y señala que la mayoría de los existentes, que minimizan sus efectos sobre los humanos, han sido financiados por el propio sector armamentístico. Con respecto a España, ya criticaba en 2007 a las policías de Cataluña, Valencia y Canarias por la «falta de control», así como al «Caso Roquetas».

Actrices porno y póquer contra los talibanes en Afganistán

Apache, libro recientemente publicado por el piloto Ed Macy, permite realizar una inmersión en el día a día de las misiones británicas en el sur de Afganistán. Tiene como virtud que descubre el trabajo de los militares sin caer en la habitual retórica de gestas heroicas y otras hipérboles.

Es más, no duda en mostrar también las dudas y limitaciones de quienes luchan en la provincia de Helmand. Admite que si no fuera justamente por el apoyo aéreo, el avance de los talibán contra las tropas occidentales resultaría difícil de detener.

Aborda cuestiones tan de actualidad como los bombardeos a civiles. Lo hace desde el punto de vista de un piloto que controla una aeronave cuyo poder letal no fue diseñado para la paupérrima fisonomía afgana de casas de barro y plantaciones de opio, sino para los escenarios de la guerra fría.

También resulta asombrosa la cantidad de detalles técnicos y estratégicos que da, por lo que podría ser un éxito de ventas no sólo en Gran Bretaña sino entre los talibán. Detalles que presentan el curioso – por llamarlo de alguna manera – choque de realidades que aún hoy está teniendo en el país del Hindu Kush.

Actrices porno

Cuando se hicieron cargo de pilotar los Apache británicos en el sur de Afganistán, Ed Macy y sus compañeros decidieron que elegirían sus propio indicativos para las aeronaves, como lo suelen hacer los estadounidenses. Hasta el momento habían empleado los nombres que les asignaba la OTAN gracias a un programa de ordenador.

Bautizaron a sus helicópteros como “ugly”, que quiere decir “feo”. Ugly Five Zero, Ugly Five One, Ugly Five Two. “Definía perfectamente a la máquina”, explica Ed Macy. “El aspecto que tenía y lo que hacía”.

Para amenizar las reuniones diarias con los técnicos encargados del mantenimiento, en las que hablaban sobre horas de vuelo restantes y el estado de los equipamientos, decidieron dejar a un lado los nombres específicos de cada Apache, como XZ193 o XZ179, para darles denominaciones más coloridas, como hacía los pilotos de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial.

A los ocho Apache con los que contaban en Camp Bastion, y desde los que ofrecían apoyo a las demás bases británicas en Helmand, los empezaron a llamar igual que a estrellas del porno: Heather Brooke, Tabitha Cash, Lolo Ferrari, Jenna Jameson, Tera Patrick, Taylor Rain y Sylvia Saint.

Los Simpson

Para comunicarse por radio usaban claves basadas en los Simpson. “Bart, Homer, Springifield, pizza”, era la llamada para que los pilotos se reunieran de inmediato en la sala de operaciones. Por lo que sabían, los talibán empleaban el término “mosquito” para referirse a los Apache en sus propias radios.

Despegar cada uno de estos aparatos con nombre de actrices porno, y llamadas a la acción inspiradas en los Simpson, resulta sumamente costosos. La factura por cada hora de vuelo es de 27 mil euros. Y requiere 32 horas de mantenimiento en tierra, lo que hace que el número de técnicos supere ampliamente al de pilotos.

Playstation y Disneyworld

El arranque mismo de la aeronave es lento y complejo. La cabina cuenta con 227 botones e interruptores, con diferente sensibilidad para poder operarlos también durante la noche. La mayoría de ellos tiene doble o triple función, lo que les da 443 diferentes posibilidades de acción. Y las combinaciones posibles de los controles superan los varios millares.

“Llevar a un Apache a la batalla es como jugar a la Xbox, a la Playstation y al ajedrez Grand Master al mismo tiempo, mientras se viaja en la montaña rusa más grande de Disneyworld. Estudios en EEUU hallaron que sólo un pequeño porcentaje de los cerebros humanos pueden hacer todo lo necesario de manera simultánea para operar la aeronave”.

También en la cabina el Apache cuenta con dos pantallas MPD (Multiple Purpose Display). En ellas el piloto puede colocar lo que quiera, desde las imágenes de las cámaras de televisión hasta diagramas o cualquier otro elemento que pidiera en el ordenador de a bordo: información de los motores, de las armas, de los radares.

“Como había tantos sistemas y configuraciones que preparar, el despegue requiere que se aprieten más de mil botones. Se tarda media hora si no hay prisas, y quince minutos a toda velocidad”, señala Ed Macy.

Poker con los talibán

A toda la infraestructura y costes que se necesitan para poner en el aire cada aeronave, hay que sumarle el enorme gasto en armamento. Como comentábamos esta semana, el precio del misil Hellfire II asciende a 48 mil euros.

Cada misil y cada cohete puede resistir una cierta cantidad de vibraciones, después de la cual debe ser enviado de nuevo a Gran Bretaña. Ed Macy recuerda las reprimendas del oficial de armamento, cuando este le reprochaba haber disparado un misil nuevo en lugar de los más antiguos.

Estos costes limitan las misiones que emprenden los ocho Apache estacionados en Camp Bastion, que suelen tener como objetivo brindar apoyo a las cuatro bases británicas en Helmand, muchas veces asediadas por los talibán como “un castillo medieval”.

En este sentido, afirma que no respondían a todas las llamadas de auxilio. “Sois el as en la baraja, nos dijo el brigadier. Es un juego de póquer con estos bastardos. Y un buen jugador de póquer guarda sus ases cuando le es posible”.

Helicópteros Apache, talibanes y ametralladoras dushka

Algunos pilotos describen al Apache como “un tanque volador”. Todo su fuselaje resiste impactos del calibre .50 (12,7mm), y de 23 mm en las zonas críticas, tras los que cuenta con hasta media hora de vuelo. La cabina y los asientos han sido diseñados para sobrevivir a un impacto vertical de 12,9 metros por segundo.

Como explica Ed Macy, el Apache británico carga 1.423 litros de combustible en dos tanques a los que se bombea nitrógeno para ocupar el espacio vacío y prevenir incendios. Si alguno de los tanques recibe un impacto de bala, se sella automáticamente con una espuma de diseño especial.

El gran salto en seguridad se dio al pasar del modelo AH-64A al AH-64D, que cuenta con una capacidad de supervivencia un 720% superior. Según señala Damien Lewis, autor de otro reciente libro sobre el Apache, la duplicación de los componentes críticos, el aislamiento de los equipos más sensibles y el empleo de materiales como el Kevlar (usado en los chalecos antibalas), explica también la resistencia de la aeronave.

Amenazas

El modelo británico cuenta con el sistema HIDAS (Helicopter Integrated Defensive Aids Suite), que le permite esquivar misiles tierra-aire (conocidos en inglés por las siglas GAM o SAM). Ed Macy da una explicación muy clara y didáctica sobre las amenazas que los Apache enfrentan por parte de los talibanes:

“Si quieres ir tras una aeronave, y no tienes ninguna propia, necesitas misiles tierra-aire. Los SAM han estado en las manos de las superpotencias hasta los años 80, en que se convirtieron en un fenómeno planetario”.

A continuación, describe tres tipos de misiles tierra-aire: guiados por radar, por infrarrojos o por láser. Según afirma, los tres son usados en Afganistán. “Varían en calidad, pero pueden detectar una aeronave que vuela en el cinturón de los SAM – entre mil y veinte mil pies – desde diez kilómetros, y dispararle desde seis”.

La mayor amenaza viene de los lanzadores portátiles de misiles, conocidos como MANPADS y diseñados para ser disparados por un solo individuo.

“No había escases de ellos”, señala Ed Macy. “Nos habían dicho que esperáramos rusos SA7 y SA14, chinos HN15, y los Stinger estadounidenses y los británicos Blowpipe que la CIA y el M16 habían enviado al país durante la invasión soviética”.

Esquivar misiles

En la fisonomía del sur de Afganistán poco lugar hay para que los Apache se oculten de los misiles tierra-aire. “HIDAS detecta cada amenaza de misil: cualquier rayo láser que intenta seguir a la aeronave, cualquier radar que intenta localizarla, y cualquier misil que fuera disparado hacia nosotros”.

Instantes después, el sistema HIDAS lanza automáticamente las contramedidas necesarias para hacer frente al misil. “Si se trata de un SAM guiado por radar, el Apache lanza señales electromagnéticas que aparecen como una gran aeronave para engeñar al radar».

«Si se trata de un infrarrojo, entonces lanza una lluvia de bengalas – más calientes que nuestros motores – para confundirlo. Si el misil es guiado manualmente por láser, entonces da una serie de rápidas instrucciones –altamente clasificadas – para realizar maniobras violentas: vira a la izquierda, vira a la derecha, asciende, desciende”.

Las dushkas

Paradójicamente, el Apache no puede hacer tanto contra armas más rudimentarias (que son las que provocan el 95% de los derribos). “Éramos tan vulnerables a las antiguas balas como todos”, se lamenta Ed Macy. A los AK 47 y los RPG los burlan situándose a unos dos mil metros de distancia.

Así que la amenaza más contundente de los talibanes se ciñe a las ametralladoras. Las ZPU rusas, de 14,5 mm. Y las más comunes entre los guerrilleros, las DShK soviéticas, que con una munición de 12,7 mm pueden alcanzar los cuatro mil pies de altura.

Esas mismas «dushka» que, entre otros tantos escenarios, se ven en la parte trasera de los todoterreno en Somalia o Sudán, o en alguna favela de Río de Janeiro, como contábamos en este blog hace un año.

“Hasta ahora, sólo el buen pilotaje – y la suerte – han evitado que un helicóptero británico haya sido alcanzado en los cielos de Helmand”. Como muchos de vosotros señalabais, otros Apache no han tenido la misma fortuna.

El poder destructivo del helicóptero Apache

Ayer hablábamos del diseño y coste del Apache, como una forma de conocer la dimensión de los recursos humanos, materiales y financieros que se dedican a los conflictos armados. Sin embargo, una de las facetas más impresionantes de este helicóptero de combate es su poderío armamentístico, que cuenta con tres elementos principales:

1) Un cañón M230, de 30 mm, situado debajo de la aeronave y que se emplea principalmente para objetivos individuales. La punta de esta munición está diseñada para que no tenga demasiados problemas en penetrar vehículos blindados y edificios.

Su cuerpo se fragmenta al impacto como hacen las granadas, lanzando cientos de trozos afilados de metal incandescente. Pero su poder no termina allí, una vez que penetra el objetivo se prende fuego. Cada Apache es capaz de cargar 1.160 unidades de esta munición, que puede disparar en ráfagas de 10, 20, 50, 100 o todas al mismo tiempo.

2) Además, tiene dos estructuras alares en los laterales que le permiten transportar hasta 76 cohetes CRV7 (en la versión británica) que son empleados para atacar objetivos dispersos, como infantería. Habitualmente se usan dos clases de cohetes: los Flechettes, que contienen ochenta dardos de tungsteno; y los HEISAP, para edificios, vehículos y barcos.

3) Finalmente, el Apache suele llevar misiles Hellfire II, aire-tierra, guiados por laser y destinados a edificios y vehículos blindados en movimiento. Cada helicóptero puede transportar 16 de estos misiles.

Estreno y desarrollo

El cañón 230M se empleó por primera vez durante la invasión de Panamá de 1989. Pero la gran salida a la escena del Apache tuvo lugar durante la Primera Guerra del Golfo, conflicto que de hecho tuvo su punto de partida cuando un escuadrón de este helicóptero destruyó un radar próximo a la frontera con Arabia Saudí.

Apoyados por aviones A10, fue impresionante el daño que causaron a los vehículos iraquíes que huían de Kwait. Unos 270 tanques y más de 500 vehículos de transporte terminaron retorcidos y en llamas en la que se bautizó como La carretera de la muerte.

En 1998 salió el modelo AH64D del Apache. Según afirma el piloto británico Ed Macy: “400 veces más letal que su predecesor”. La incorporación más significativa fue el radar Longbow, que le permite detectar 1.024 objetivos potenciales de forma simultánea en un área de ocho kilómetros, clasificar los principales 256 y desplegar los 16 más amenazantes. Todo en tres segundos.

Esto hace que un escuadrón de ocho Apache pueda terminar con 128 tanques enemigos en menos de medio minuto, empleando los misiles Hellfire II, en lo que se conoce como dispara-y-olvídate (su nombre viene de HELicopter FIRE-and-forget).

Lo que cuesta un misil

Lo que resulta aún más espectacular de la descripción que Ed Macy hace en su libro Apache, es el coste económico de cada misión de estos helicópteros en Afganistán, que en su versión británica, AH Mk1, resultan aún más poderosos.

Como primer dato, señalar que cada misil Hellfire II cuesta 48 mil euros. Y que tanto en Afganistán como en Irak se han empleado hasta ahora más de siete mil unidades.

En enero de este año, el gobierno de EEUU realizó el último pago de 246 millones de euros, en la mayor compra de la historia, a la empresa Lockheed Martin, encargada de su producción.

La última moda para ir a la guerra

Ayer hablábamos de la feroz competencia de empresas privadas, laboratorios universitarios y departamentos gubernamentales por perfeccionar y crear nuevas tecnologías puestas al servicio de la guerra.

Una lucha encarnizada por adaptarse a los escenarios cambiantes de los enfrentamientos bélicos y por hacerse con parte de los multimillonarios presupuestos nacionales dedicados al llamado sector de la defensa.

Para comprender en profundidad la dimensión de este negocio, más que cifras globales, quizás resulte interesante tomar un elemento en particular, como lo es el camuflaje, cuyo objetivo consiste en ocultar a las propias tropas, vehículos, armamentos y cuarteles de los ojos del enemigo.

Adiós a los diseños atigrados

Al llegar este año a la base de Bagram, en Afganistán, me llamó la atención el diseño de los uniformes de los soldados de EEUU. En lugar del tradicional camuflaje de manchas difuminadas, llamado Dualtex, sus chaquetas y pantalones estaban cubiertos por pequeños cuadrados, similares a los que aparecen en los píxeles de una fotografía de baja resolución ampliada.

Este diseño se conoce como Universal Camouflage Pattern (UCP), es empleado por el Ejército, y difiere del que usan los Marines, llamado MARPAT, en la ausencia del color negro. Las investigaciones realizadas en esta área entre 2003 y 2004, son las que han desbancado al tradicional camuflaje creado por Timothy R. O’Neill.

Según explica The Economist en un reportaje del mes de septiembre, a través del uso de dispositivos que permiten seguir el iris de un individuo y analizar de qué manera responde a distintos estímulos, los científicos llegaron a la conclusión que los diseños de tipo pixel son los más difíciles de ver.

Esto ha hecho que los Ejércitos de EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Canadá y Francia cambiasen de uniformes. En el caso de los canadienses, cuyo diseño se conoce como CADPAT, la mejoría ha sido tal que los observadores deben estar un 40% más cerca que en el año 2000 para identificar a los soldados. Aunque existen discrepancias, se cree que el CADPAT fue el pionero de esta nueva tendencia.

Hola a nuevos colores

También la elección de los colores empleados ha sido fruto de años de investigación. El software de diseño textil militar de última generación analiza un vasto número de fotografías del teatro de operaciones, a los que se suman mediciones de la luz y datos de los patrones meteorológicos predominantes, para dar con el mejor resultado posible.

El US Army Research Laboratory ha ido un paso más allá al estudiar cómo reflejan la luz los objetos más comunes en la zona, desde el cemento hasta las plantas, y crean tintas con características ópticas similares.

El último grito en la moda militar pasa ya no por los camuflajes de tigre, o ni siquiera de píxeles, sino que se adaptan constantemente a los cambios del escenario en que se encuentran. La empresa holandesa TNO ha creado delgadas mantas plásticas que, gracias a la información que reciben de pequeñas cámaras, cambian de patrón de diseño y color en consonancia con el lugar que las rodea.

Estas mantas ya están siendo probadas en Afganistán por la empresa sueca Saab Barracuda. Su desarrollo ha estado financiado por los gobiernos de Alemania, Holanda y Canadá. Según sus promotores, si un vehículo blindado es colocado junto a una montaña, y se lo cubre con uno de estos dispositivos, tomará el color de la montaña.

Frío en las pasarelas

Otra de las líneas de investigación en las que se invierten cientos de millones de euros, y en las que diversas empresas y organismos compiten, es la de “enfriar” a los combatientes y a sus armas, ya que las tecnologías que permiten descubrir la huella de calor que estos desprenden están al alcance de cualquiera. Es más, los talibán cuentan con estos equipos en Afganistán.

Se han creado ponchos que hacen desaparecer en medio de la noche a los soldados de los equipos de visión nocturna de sus enemigos. Y empresas como Ceno Technologies, de Nueva York, han diseñado maquillaje para las tropas con el mismo fin que, además, no impide la transpiración.

La necesidad de ocultar a vehículos y cañones ha llevado a una empresa griega a fabricar una cera que disminuye la huella de calor, y que permite al menos cambiarles parte de la forma, para confundir a los adversarios. Se pueden cubrir partes de un tanque para que parezca una motocicleta.

El negocio de la innovación bélica

Los ciudadanos de a pie apenas vemos una ínfima parte del vasto y complejo negocio del llamado sector de la defensa. Cientos de empresas, miles de científicos, ingenieros e investigadores, se afanan en crear productos innovadores que se adapten a los nuevos escenarios bélicos y las necesidades de los ejércitos.

La competencia por el pastel de dinero público de los gobiernos resulta feroz y encarnizada. Presupuestos nacionales de miles de millones de euros a los que estas empresas intentan acceder con productos que promocionan a través de ferias, revistas especializadas y en cuyo nombre no pocas veces abogan grupos de presión (Lockheed Martin, principal contratista en EEUU, invirtió 9,2 millones de dólares en grupos de lobby en 2002, y en 2005 recibió contratos del Pentágono por 19 mil millones de dólares).

Algunas son empresas de prestigio, que dedican ciertos departamentos al desarrollo de armamento, vehículos y toda clase de artilugios de combate, y cuyas cuentas, inversiones financieras y acciones se confunden con el resto de la economía.

En otros casos, son los mismos Estados los que desarrollan sus productos, o compañías como Blackwater, que además de sus soldados privados ofrece ahora sus propios rifles y carros de combate.

Además de esta parte del negocio, centrada en la creación y perfeccionamiento de tecnología, hay otra igual de espectacular en la que cientos de empresas brindan servicios que van desde el aprovisionamiento de las tropas, como Kellogg, Brown and Root (KBR), antigua subsidiaria de Halliburton, hasta labores de inteligencia.

Avalancha de innovaciones

Basta seguir algunos blogs como Danger Room, de la revista Wired, para tomar conciencia de la avalancha de innovaciones – algunas efectivas, otras delirantes o meros proyectos especulativos – con la que se mueve esta parte de la economía mundial.

Como anticipamos en este blog hace dos años, tras cubrir el conflicto en Gaza y la posguerra en Líbano, los aviones no tripulados, tanto de combate como de reconocimiento, se han transformado en los estrellas de las guerras contemporáneas. El inconfundible sonido de los «drones» era la banda sonora de fondo de aquellos episodios brutales y sangrientos.

Hoy, difícilmente pasa una semana sin que se estrene un nuevo modelo o salga publicada la noticia de una nueva adquisición por parte de algún país.

Desaparecer en combate

En mi reciente viaje a Afganistán, me sorprendió poderosamente el diseño del uniforme de los soldados EEUU con los que estuve empotrado. En lugar del tradicional camuflado de rayas, llevaban pequeños píxeles en pantalones, camisetas y chaquetas.

Parecía algo casi infantil, hasta torpe, o bien sacado de un video juego. Pero detrás de ese diseño hay cientos de horas de investigación, de empresas en pugna, de nuevas propuestas que solapan a nuevas propuestas.

Un ejemplo de la verdadera dimensión y lógica del negocio de la guerra sobre el que hablaré con más detenimiento, y con datos más concretos y menos generalidades, en la próxima entrada de este blog.