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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Un gran paso contra la violación como arma de guerra

Cuando en el año 2008 comencé a rodar el documental “La guerra contra las mujeres” fue en parte porque vi que la comunidad internacional empezaba a dar pasos para hacer frente a la violación sistemática de mujeres en los conflictos armados.

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Durante miles de años el cuerpo de la mujer ha sido considerado un botín más de guerra. Una realidad por pocos cuestionada, inclusive a lo largo del siglo XX, cuando ya las sucesivas convenciones de Ginebra habían puesto en primer plano la importancia de la protección de los civiles en los enfrentamientos bélicos.

La reacción del mundo

El primer gran logro para sacar a luz, prevenir y castigar esta práctica tuvo lugar en los años noventa, cuando el Tribunal Penal Internacional para Ruanda sentenció que la violación sistemática de mujeres tutsis había sido un crimen de guerra.

Luego vino otro fallo fundamental, en el año 2001, del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia, que sostuvo que la violación de mujeres en la ciudad de Foca fue un crimen contra la humanidad (cuyos derroteros narré desde la propia Foca en este blog).

Dos resoluciones muy importantes del Consejo de Seguridad de la ONU apoyaron este proceso: la famosa 1325 y la 1820.

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Ahora, la comunidad internacional está a punto de dar otro gran paso. Entre los días 11 y 13 de junio, representantes de 140 países se reúnen en Londres, para acordar una serie de medidas para poner fin a esta lacra.

La convocatoria es del Gobierno Británico, de la ONU y de la actriz Angelina Jolie en su calidad de embajadora de ACNUR. El lema central es #timetoact.

Apoyo en Madrid

Tengo la suerte de que el documental “La guerra contra las mujeres” va a ser proyectado en varias ocasiones a lo largo de esos días en Londres. Y, el próximo martes 27 de mayo, a las 19:00 horas, aquí en Madrid, se hará también una proyección y posterior debate en Caixa Forum.

Desde ya, dar las gracias a Daniel Pruce y a todo su equipo de la Embajada Británica en Madrid por preocuparse y ocuparse tan sinceramente de esta cuestión.

Y a todos vosotros, invitaros a venir el martes. Presenta Anna Bosch.

Con todos ustedes… La guerra contra las mujeres

Tras cinco años de trabajo, la película documental LA GUERRA CONTRA LAS MUJERES finalmente está viendo la luz. Rodada en diez países de África, Europa y América, es la mayor producción documental española de los últimos tiempos.

Su objetivo no merecía menos: dar voz a las mujeres víctimas de la violación como arma de guerra. Es la primera vez que un largo documental trata de forma exhaustiva esta cuestión siempre silenciada, olvidada.

Aquí la agenda:

. Desde el pasado viernes 22 se puede ver en el cine en Madrid.

. El próximo viernes 29 hacemos una presentación pública en Madrid. La cita es a las 19:45 en La Casa Encendida. Veremos la película y después habrá coloquio junto a Jon Sistiaga, Manuel Sánchez y Chema Caballero. En el mismo acto se presentará la canción original «César debe morir» que compusimos con Bebe y Carlos Jean para homenajear a estas mujeres.

. Y el 1 de diciembre se emitirá La 2 de TVE. Será más exactamente a las 23 hs en el programa Documentos TV.

El documental «La guerra contra las mujeres»

Tres años de rodaje en diez país y más de cien entrevistas en una docena de idiomas para dar voz a las mujeres que sufren violencia sexual en las guerras. Una denuncia de la pasividad del mundo ante el uso del cuerpo de la mujer como campo de batalla. Y un homenaje a estas mujeres que siguen adelante con sus vidas a pesar de todo y que se animan a levantar la voz para que estos terribles hechos no se perpetúen.

En realidad, cinco años desde que en julio de 2008 desembarcara en la República Democrática del Congo para conocer de primera mano el sufrimiento de las mujeres víctimas de violaciones – como fui contando día a día en las páginas de este blog -, para volver en 2009 y 2010 y así poder retratar la evolución de historias tan desgarradoras como las de Vumilia, Jane o Jeannete.

Lamentablemente, en su recta final el documental se demoró por cuestiones ajenas a mi voluntad, pero ahora está listo y en poco tiempo más podrá ser visto en España y en todo el mundo. Desde ya, gracias por la paciencia y el apoyo a toda la gente que ha hecho posible este proyecto, empezando África Directo, la Junta de Castilla y León, pasando por tantos amigos y colaboradores, hasta las propias mujeres, por supuesto, razón de ser de estas historia, que tuvieron la valentía de abrirse, de compartir sus testimonios con nosotros.

La violación como arma de guerra en Libia

Desde finales del mes de abril no dejan de sucederse los testimonios que señalan que las tropas de Gadafi estarían violando de manera sistemática a mujeres. El 17 de mayo, Luis Moreno Ocampo, fiscal de la Corte Penal Internacional, declaró que están investigando estos casos. “Hay violaciones. La cuestión es quién las está organizando”.

Hoy, dos medios internacionales han realizado nuevas denuncias. La primera la ha hecho Andrew Harding, experimentado corresponsal de la BBC, como consecuencia de las entrevistas que mantuvo con soldados gubernamentales que se encuentran en manos de los rebeldes de Misrata.

“Nos dijeron que si violábamos a alguna niña, nos iban a dar dinero, y conseguimos diez dinares cada uno”, confiesa uno de los hombres.

Harding también apunta que estarían circulando en los móviles de los soldados vídeos de la violaciones masivas. Algo que recuerda, trágicamente, a los vídeos que los paramilitares serbios hicieron de los abusos de mujeres musulmanas en Bosnia Herzegovina.

Por su parte, Sara Sidner y Amir Ahmed de la CNN, han mantenido una entrevista en Bengasi con la psicóloga Siham Sergewa, que les ha presentado imágenes de las torturas sufridas por las mujeres. Cuenta con 265 casos documentados.

Otros escenarios

El estudio publicado recientemente por la American Journal of Public Health sobre la violación sistemática de mujeres en la República Democrática del Congo, demuestra que la violencia sexual en este conflicto armado es mucho peor de lo que habíamos supuesto: más de dos millones de mujeres abusadas. Una mujer convertida en botín de los soldados por minuto.

En este blog hemos viajado en reiteradas ocasiones a lo largo de los últimos cuatro años la provincia de Kivu sur para tratar de comprender cuáles son las razones de este fenómeno atroz, qué falla a la hora de proteger a estar mujeres, pero sobre todo, para conocer de primera mano el testimonio de las víctimas. Esos dos millones de mujeres para nosotros tienen nombre y apellido: Vumilia, Emerance, Jannete, Jane, Mapendo…

Similares trabajo hemos realizado también en Sudán, Kenia, Uganda y Bosnia Herzegovia. Escenarios pretéritos y presentes del empleo de la violación como arma de guerra.

Aprender del pasado

Por eso creemos que se debe prestar rápida y especial atención a las crecientes denuncias de abusos sistemáticos en Libia. Las organizaciones de Derechos Humanos, la ONU y la Corte Penal Internacional no deben dejar pasar más tiempo para dictaminar qué está sucediendo exactamente.

El inminente paso de Michelle Bachelet por Madrid nos brinda una buena oportunidad para preguntar sobre la posición en esta cuestión de la flamante ONU-Mujeres, y sobre qué línea de actuación cree pertinente seguir para la aplicación de la resolución 1820 y la protección de las mujeres libias.

Si algo podemos aprender de Bosnia-Herzegovina, Udanga, Ruanda o la República Democrática del Congo, es que se tiene que actuar con la mayor celeridad posible. No esperemos a que el tiempo y las investigaciones ulteriores den prueba del horror que hoy se podría estar viviendo.

Foto: AP.

Sobre la detención de militares acusados de violaciones en el Congo

Nuestro último desembarco en la República Democrática del Congo, el pasado mes de agosto, coincidió con una noticia que conmocionó a la opinión pública internacional: la violación de 240 mujeres en la región de Walikale, provincia de Kivu Norte, ante la pasividad de la MONUSCO.

En estas páginas en las que llevamos cuatro años entrevistando a víctimas de esta práctica atroz, y siguiendo los erráticos esfuerzos del gobierno de Kinshasa y de la ONU para intentar ponerle fin, nos llamó la atención que el hecho alcanzara la portada de los principales periódicos del mundo, cuando antes nunca había ocurrido así.

No sin cautela, interpretamos este interés como una señal positiva, de progreso en la lucha contra la impunidad de la que gozan los grupos armados en el oriente del Congo, donde tiene lugar el 75% de las violaciones del planeta. Quizás lo que ocurrió el pasado viernes apunte en la misma dirección.

Ocho soldados detenidos

Según narra Al Jazeera, que es sin dudas la cadena internacional con mejor cobertura en África, el 1 de enero un soldado ebrio habría disparado a un civil en un bar en el pueblo de Fizi, provincia de Kivu Sur. En respuesta, los vecinos mataron al militar del FARDC. Horas más tarde, miembros del destacamento del militar muerto se lanzaron sobre el pueblo: saquearon casas y violaron a más de cincuenta mujeres.

Las mujeres fueron atadas con cuerdas o fueron golpeadas con las culatas de armas hasta quedar inconscientes antes de ser atacadas, algunas frente a sus hijos.

Añade Médicos Sin Fronteras, que en los últimos años ha multiplicado sus proyectos para asistir a las víctimas de la violación.

Hace dos días, el viernes, ocho soldados fueron detenidos por estos crímenes. Entre ellos un oficial, el teniente coronel Kibibi Mutware, antiguo integrante de las milicias tutsis banyamulenge de Laurent Nkunda.

No es la primera vez que estos ocurre. Pero sí la forma en la que se ha hecho y la repercusión de la detención a nivel internacional, incluido The New York Times, permiten atisbar un cierto cambio. Seguramente tardío, incompleto, si tenemos en cuenta que más de 15 mil mujeres fueron violadas en 2009, pero ante el abandono, la corrupción provocada por el expolio mineral y la violencia generalizada que sufre la región desde 1994, digno de valorar y alentar para que se sigan tomando más medidas en la misma dirección.

Doble filo

La ecuación que sufre el este del Congo lleva años probando ser funesta: grupos armados irregulares y vastos yacimientos de minerales en una región ausente de control estatal.

El acuerdo de Goma, firmado el 2 de enero de 2008 por 22 grupos armados, y el proceso de Amani, que en kiswajili quiere decir “paz”, desmovilizaron a más de tres mil integrantes de estos grupos, tanto pertenecientes a las autodefensas conocidas como Mai Mai como al ya desaparecido CNDP de Laurent Nkunda (arrestado en una acción conjunta de Congo y Ruanda en 2009). Como parte de la negociación, muchos aceptaron pasar a formar parte del FARDC, el ejército regular del Congo.

En su momento se alertaba de los riesgos que entrañaba sumar este contingente de soldados sin disciplina, formados en el pillaje y la violación, sin olvidar que ya de por sí el FARDC es una fuerza caótica y paupérrima.

En la entrevista que mantuvimos con el coronel Delphin Kahimbi, comandante de la operación militar Kimia II – destinada a capturar y repatriar a los hutus del FDLR, los antiguos Iterharamwe que llegaron tras el genocidio de Ruanda en 1994 – nos aseguró en 2009 que tendrían un política de cero tolerancia hacia los abusos sexuales por parte de sus soldados. A Kimia II le sucedió el pasado año la operación Amani Leo, que con el apoyo de la MONUSCO, intentaba alcanzar los mismos objetivos.

La construcción de un Estado eficiente en Congo, con una administración que gestione de manera eficiente los recursos minerales – redistribuyendo los beneficios entre la población – y con un ejército que sea capaz de proteger de una vez por todas a sus ciudadanos, parecen ser la clave para la resolución a largo plazo de este conflicto, más allá del debate sobre la eficacia de la intervención de la MONUSCO (que está articulando un programa de respuesta inmediata ante los ataques a civiles, liderado por el contigente uruguayo de la misión).

Un Estado articulado, presente, democrático. Aquello que tal vez hubiese sido capaz de lograr Patrice Lumumba de no haber sido sacado del poder por orden de la CIA. Otra página nefasta de la historia de la interferencia extranjera en la región – y van tantas desde que Leopoldo II provocase la muerte de más de 10 millones de congoleños – de la que la semana pasada se cumplieron cincuenta años.

Foto: Soldado del FARDC en las minas de oro de Mwenga (Hernán Zin)

Los traumas de las víctimas de la violencia sexual en la guerra de Bosnia

Durante las semanas que estuvimos en Bosnia Herzegovina nos dedicamos principalmente a entrevistar a mujeres víctimas de la violencia sexual en la guerra que se extendió entre 1992 y 1995. Como ya vimos en estas páginas, tomamos de referencia los campos de concentración en los que habían sido encerradas en Foca, Visegrad, Zvornik, Sarajevo, Bihac…

Ahora que estamos de regreso en Madrid transcribiendo las entrevistas, pues se acerca la fecha de hacer nuevamente las maletas, una característica – que en las conversaciones con víctimas de la violencia sexual en África no nos había resultado tan evidente – nos llama la atención: la presencia latente, a flor de piel, de los traumas derivados de los abusos y vejaciones que sufrieron.

Me explico: cada uno de los encuentros con estas mujeres fue precedido por dudas, por vacilaciones. Manos sudorosas, miradas inquietas, nerviosismo. La sola idea de verbalizar lo padecido se manifestaba en sus cuerpos, en sus gestos, en una suerte de vértigo incontrolable, lóbrego.

Nos lo dijo Meliha, una de las entrevistadas: “Después de recordar estas cosas no voy a poder dormir durante días”. Otra mujer nos confesó que, desde que le habíamos avisado que queríamos hablar con ella, había vuelto a medicarse.

Imposible de superar

“Cuando escuchan que alguien dice la palabra violación, en seguida creen que están hablando de ellas”, sostiene Teufika Ibrahimefendic, terapeuta de la ONG Vive Zene, con sede en la ciudad de Tuzla. “Es casi imposible que superen el trauma. Como mucho pueden aprender a convivir con él”.

De la pervivencia en el tiempo de las consecuencias psicológicas de la violación – y más aún la violación de forma sostenida, masiva, como sucedía en los campos en Bosnia – sabe mucho la presidenta de la ONG Medica, Ferida Djekic (en la fotografía), que en 1992 abrió un hogar para alojar a las víctimas.

Hogar que se encuentra en Zenica y que hoy está orientado a mujeres que sufren violencia domestica, pero también a aquellas que padecieron la guerra y que tienen recaídas, momentos en los que los recuerdos regresan con tanta virulencia que no pueden seguir adelante, como Leila, esclava sexual de los soldados serbios en Bihac, que en tres ocasiones tuvo que buscar ayuda e internarse.

Quizás estas manifestaciones físicas del horror vivido a manos de los soldados nos ayuden a llegar a vislumbrar la dimensión del trauma que cargan sobre los hombros. Pero lo que más nos genera es admiración por el deseo de levantar la voz, por el coraje de atreverse a rememorar aquellos días oscuros más allá de las consecuencias que les provocan, con tal de que el mundo no olvide.

Foto: Ferida Djecik conversa con una antigua paciente que fue testigo en el tribunal de la Haya (HZ)

La violación, crimen contra la humanidad en Bosnia Herzegovina

Fue un fallo histórico que sirvió para dejar en claro que bajo ninguna circunstancia la violación puede ser aceptada, tolerada o considerada parte intrínseca de la guerra. Algo que siempre hemos sostenido en este blog, en el que abogamos por el respeto a los civiles en los conflictos armados y el castigo a quienes vulneran el derecho internacional humanitario.

Y fue un fallo histórico porque no sólo consideró a la violación un crimen de guerra, sino que dio un paso y la calificó como crimen contra la humanidad, sentando así un precedente jurídico de enorme valor. Ni en los juicios de Nuremberg contra los líderes nazi se había tratado el abuso sexual ni en el tribunal de Tokio se había abordado la prostitución forzosa de mujeres coreanas por parte de los soldados japoneses.

La sentencia se hizo pública el 22 de febrero del año 2001. Al frente del tribunal con sede en La Haya se encontraba la jueza zambiana Florence Mumba.

Los condenados fueron tres bosnios serbios pertenecientes a grupos armados que sometieron a decenas de mujeres a abusos sexuales, esclavitud y torturas en la ciudad de Foca.

Dos de ellos vinculados a la violación de Almira Bektovic, la niña de doce años encerrada en la casa de Karaman cuya terrible historia conocimos en la anterior entrada.

La violación de Foca

A los pocos días del comienzo de la guerra en Bosnia y Herzegovina, grupos de paramilitares, militares y policías serbios articularon una brutal estrategia de limpieza étnica. Los musulmanes eran arrancados de sus casas para ser enviados a campos de concentración o al exilio. Las zonas próximas a la frontera con Serbia fueron las más afectadas.

En Foca esta estratagema de negación terminal del otro, del que es distinto, implicó tener que echar a la mayor parte de la población de esta urbe que contaba con 22.500 residentes musulmanes.

En enero de 1994, las autoridades serbias llegaron a tal extremo en su obsesión por borrar el pasado mestizo de la ciudad que decidieron rebautizarla.

Y para ello eligieron un nombre tan significativo como en cierta manera incriminatorio. Pasó a llamarse Srbinje (Србиње), que quiere decir “el lugar de los serbios”. Tampoco quedaba en pie una sola de las 13 mezquitas que allí se encontraban antes de la guerra.

Según explica la sentencia, los serbios tomaron Foca entre el 16 y 17 de abril: “Mujeres, niños y ancianos musulmanes fueron detenidos en casas, apartamentos y centros de detención como Buk Bijela, Foca High School y el Partizan Sports Hall”.

Uno de los informes enviados al Consejo de Seguridad de la ONU describe con detenimiento los crímenes cometidos contra las mujeres en estos sitios. Sólo un ejemplo: «Una mujer de 28 años fue llevada alrededor de la medianoche del 12 de agosto a las afueras del estadio de Foca. Allí fue violada por 28 soldados antes de caer inconsciente. Además los soldados la quemaron con cigarrillos y mecheros».

Dragoljub Kunarac

Conocido como «Zaga» o «Dragan»,  Dragoljub Kunarac había nacido en Foca en 1960. Durante la guerra estuvo al frente de una unidad de reconocimiento del ejército serbio de Bosnia. Como vimos en la anterior entrada del blog, fue él quien tuvo la idea de sacar a un grupo de mujeres del Partizan Sports Hall para mandarlas a la casa de Karaman en la ciudad de Mijlevina con la intención de que sirvieran de esclavas sexuales a los soldados.

Las imputaciones contra Kunarac se hicieron públicas el 26 de junio de 1996. El 4 de marzo de 1998 se entregó a la justicia. Al día siguiente fue trasladado a La Haya. Su juicio tardó dos años en comenzar. La fiscalía pedía 35 años de prisión y la defensa la absolución.

El proceso se extendió desde marzo de 2000 hasta febrero de 2001. Las mujeres musulmanas, cuyos nombres sólo figuran con códigos en la sentencia, testificaron desde detrás de pantallas. De los tres acusados, Kunarac fue el primero en testificar.

«Usted abusó y maltrató a mujeres musulmanas por su origen étnico, y entre ellas eligió a las que les gustaban», le dijo la jueza Florence Mumba, que lo condenó a 28 años de prisión por tortura y violación en un fallo que la corte de apelaciones ratificó al año siguiente. Condena que Kunarac está cumpliendo en Alemania.

Testimonios incriminadores

Con respecto a la casa Karaman en Miljevina, la sentencia señala que Kunarac violó allí a la testigo FWS-87 el 2 de agosto de 1992 (aquí podéis leer y escuchar el testimonio de esta víctima, que tenía 15 años entonces).

También sostiene que abusó de la testigo WS-48 en el Hotel Zelengora y en una casa en Donje Polje. Además añade la violación junto a otros dos soldados de la testigo FWS-183 en la orilla del río Cehotina.

Pero sobre todo habla de un modus operandi, de una acción continuada, en la  que sacaba a mujeres del Partizan Sports Hall para violarlas en un piso de la calle Osmana Ðikica 16, o para ser testigo de cómo otros soldados las violaban.

El segundo condenado aquel histórico 22 de febrero del año 2001 fue Radomir Kovac, cuya sentencia nos brinda importante información sobre el calvario sufrido por la niña Almira Bektovic tras salir del encierro en la casa de Karaman.

Foto: Hotel Zelengora, Foca (HZ)

La guerra contra las mujeres de Bosnia: Almira Bektovic y la casa de Karaman

De todos los centros de detención y tortura a los que nos acercamos en estos días en Bosnia Herzegovina, uno de los que mayor impresión nos provoca es el conocido como “Karaman Kuca” (La casa de Karaman).

Quizás como consecuencia del paraje silencioso, aislado, en el que se encuentra (aunque su figura esbelta se distingue desde el otro lado del valle, desde la carretera que conduce a la ciudad Foca). Tal vez debido al insoslayable recuerdo de Almira Bektovic, una niña de 12 años que estuvo prisionera en su interior.

El 2 de agosto de 1992, Dragoljub Kunarac, comandante de un grupo paramilitar de voluntarios serbios de Montenegro, ordenó que cuatro mujeres musulmanas que habían hablado a la prensa acerca de las terribles condiciones de vida de las detenidas en Partizan Sports Hall de Foca (epicentro de la limpieza étnica de bosnios musulmanes durante el primer año de la guerra), fueran trasladadas a la ciudad vecina de Miljevina.

Allí, Pero Elez, líder de la unidad paramilitar serbia llamada “Los guerreros de Vukovar”, con base en el hotel Miljevina, decidió que debían ser encerradas en la casa de Nusret Karaman (un bosnio musulmán que vivía en Alemania).

Más adelante otras mujeres siguieron el mismo destino. Algunas, como Almira Bektovic, apenas adolescentes. Entre el 2 de agosto y el 30 de octubre, nueve mujeres estuvieron recluidas en aquel sitio (en la imputación formulada por Carla del Ponte frente al tribunal para la ex Yugoslavia se las menciona como FWS-75, FWS-87, FWS-132, FWS-190, A.S., A.B., J.B. y J.G.).

Condena y fuga de Stankovic

Al frente de Karaman Kuca se situó Radovan Stankovic, subordinado de Pero Elez. Las mujeres eran tratadas como esclavas sexuales y debían cocinar y limpiar para los militares.

Él decidía quiénes podían ser violadas y por quién. Algunas sólo eran violadas por un mismo soldado en particular. Otras, como Almira Bektovic, sufrían abusos por parte de cualquiera al que se le permitiera vivir en aquella casa a la que llamaban “el burdel”.

A diferencia de lo que sucedía en el Partizan Sports Hall, aquí las mujeres tenían comida y no estaban encerradas, ya que se trataba de un lugar tan aislado, rodeado de soldados y civiles serbios, que no habrían podido escapar.

Cualquier intento de negarse a seguir las órdenes recibidas, era respondido con palizas y torturas (como el sumario señala que hizo Radovan Stankovic a la testigo protegida FWS-87 después de que esta se hubiese negado a bañarlo).

Cuando la casa se cerró, Radovan Stankovic se llevó consigo a la mujer conocida como D.B. a un apartamento en Miljevina durante diez días; luego a otro en el edificio Lepa Brena en la ciudad de Foca. Hasta que la dejó huir a Montenegro el 3 de noviembre de 1992, la violó reiteradamente y la obligó a trabajar para él. En diciembre de 1992, Stankovic entró al hospital de Foca y se llevó a una paciente a punta de pistola. Después de violarla le permitió volver para que siguiera con el tratamiento.

Stankovic fue condenado en noviembre de 2006 a 16 años de cárcel por la justicia bosnia, después de que el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) les remitiera el caso. Primera condena por crímenes contra la humanidad de los tribunales locales. La corte de apelación, en 2007, subió la sentencia a los 20 años. Pero ese mismo año, cuando lo conducían al dentista desde la prisión de Foca, Stankovic se fugó. Aún no hay noticias sobre su paradero.

«No me lleven, tengo 12 años»

Almira Bektovic no tuvo escapatoria. Tras pasar dos días en la casa de Karaman, fue devuelta al Partizan Sports Hall de Foca. Le dijo a sus familiares que había trabajado como sirvienta limpiando y cocinando para los soldados serbios.

En septiembre, cuando se encontraba junto a su madre y hermanas en el autobús que las llevaría hacia las zonas controladas por los bosnios musulmanes dentro de uno de los habituales intercambios de prisioneros, los soldados de Stankovic detuvieron el vehículo y la obligaron a bajar. Ella se resistió diciendo que tenía 12 años.

Una de las supervivientes sostiene que entró a la casa con una muñeca en los brazos, sin saber lo que le iba suceder. El soldado Nedo Samardzic fue el primero en violarla. Hecho este del que haría alarde, sobre todo por haberse adelantado a Pero Elez, que era el que siempre buscaba jóvenes a las que hacer perder la virginidad.

Tras sobrevivir a los abusos en la casa de Karaman, Almira cayó en las manos de Radomir Kovac, que la movía por los pisos de Foca para que otros militares la pudieran violar. Entre estos estaba Slavo Ivanovic, de 50 años de edad.

Lo último que se sabe de Almira es que el 22 de diciembre de 1992 fue vendida por Radomir Kovac a un soldado de Montenegro famoso por su violencia contra las mujeres. Según testigos, le pagó 100 euros por poder llevarse a la niña.

Fotos: Karaman’s House y edificios Foca (HZ)

La guerra contra las mujeres de Birmania (1)

La semana pasada tuve la oportunidad de entrevistar a Jody Williams, que recibió el premio Nobel de la Paz por liderar la campaña que consiguió que en el año 1997 se prohibieran las minas antipersona. Una mujer extraordinaria por su compromiso político, pasión en las convicciones que defiende y sentido del humor.

Hablando de la violencia sexual en los conflictos armados – que ella misma sufrió en la guerra de El Salvador, cuando comenzaba su trabajo en defensa de los derechos humanos – me comentó que la fundación de la que forma parte, Nobel Women’s Initiative, había organizado un tribunal para juzgar los crímenes cometidos contra las mujeres en Birmania.

Del Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres de Birmania, que se congregó en Nueva York el pasado 2 de marzo, participaron 15 mujeres birmanas que sufrieron violaciones, esclavitud sexual y tortura a manos de los militares dirigidos por el gobierno de Rangún.

Mientras esperamos poder viajar a la zona en los próximos meses, presentaremos algunos de estos casos y repasaremos los antecedes y posibilidades futuras de castigo a los culpables, para sumar así estos datos a las entrevistas y reportajes que ya realizamos en Congo, Sudán, Uganda y Kenia sobre la violación como arma de guerra.

Foto: Jody Williams (HZ)

Reencuentro con víctimas de la violencia sexual en Congo (3)

El testimonio de Vumilia Balangaliza se ha convertido en un referente en este blog, pues en más de una ocasión nos hemos referido a él para poner de manifiesto las terribles consecuencias físicas y psicológicas de la guerra que en tantos lugares del mundo se libra de forma sistemática contra las mujeres.

Pero también hemos apelado a Vumilia como ejemplo de la capacidad de superación que muestran muchas de estas mujeres. Extraordinaria capacidad para no claudicar ante el peso de unas afrentas cuyas dimensiones nos resultan imposibles siquiera de atisbar a quienes llevamos una existencia ajena a los horrores de los conflictos armados.

Ya en nuestro primer encuentro, hace poco más de un año, cuando Vumilia nos condujo a su chabola en el barrio de Panzi, descubrimos la pasión y el esmero con los que cuida a sus cinco hijos (en especial al pequeño Patience). También vimos cómo cada tarde cogía su bolso, se lo colgaba de los brazos y salía a mendigar.

De los tres reencuentros que vivimos en estas semanas, el de Vumilia ha sido sin dudas el que ha tenido un mejor sabor. Más allá de los miedos iniciales a que pudiera tener alguna enfermedad, Patience está creciendo sin problemas. Es más, se trata de un niño muy activo (tanto que su madre no lo puede descuidar un instante). Por otra parte, Vumilia ha dejado la mendicidad y ahora se dedica a la venta de carbón en el mercado. Aunque la transformación de mayor calado en su vida es la casa que estrenará dentro de un mes.

A raíz de la publicación de su historia en estas páginas, una serie de voluntades se pusieron en marcha en España, para luego dar el salto a la República Democrática del Congo, y poder comprarle a Vumilia una vivienda. La primera propiedad con la que cuenta desde que lo perdiera todo en la guerra. Una casa de tres habitaciones en el mismo barrio de Panzi. La organización África Directo ha cumplido un rol fundamental en toda sumatoria de voluntades, así como la hermana Teresa en Bukavu.

Por mi parte, que ningún mérito ni incidencia he tenido en esta historia, agradecer sinceramente a todos los que tomaron la decisión de movilizarse en pos de Vumilia.

(Fotografía: HZ)