Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Los Estados Unidos del Odio

¿El cierre administrativo provocado por la falta de acuerdo en el Congreso convierte a EEUU en un estado fallido? ¿Es el Tea Party a EEUU lo que Al Shabab a Somalia? ¿Es Detroit, ciudad en quiebra, desierta en tantos barrios, la primera acrópolis del supuestamente decadente imperio estadounidense?

Estación de tren de Detroit, abandonada hace años por la falta de recursos de la ciudad (foto: Hernán Zin)

Estación de tren de Detroit. Abandonada hace años por la falta de recursos de la ciudad. Foto: Hernán Zin)

De lo que tengo certeza absoluta es que se trata de un país fascinante, poderosamente contradictorio, brillante, pujante y al mismo tiempo ridículo, ramplón, autodestructivo. Tan paradójico que hasta nos permite hacernos preguntas como las anteriores, que no por hiperbólicas dejan de tener cierto atisbo de verdad.

Miembros del Ku Klux Klan en Arkansas. Foto: Hernán Zin

Miembros del Ku Klux Klan en Arkansas. Foto: Hernán Zin

Como fui contando en este blog, durante el mes de junio – justo cuando se cumplían siete años de Viaje a la guerra – emprendimos con Jon Sistiaga un largo periplo por EEUU para conocer a los integrantes de las organizaciones más radicales. Desde las milicias insurrectas de Michigan, alérgicas a todos lo que suene a poder de Washington y Obama, a los Neonazis en Detroit, las Naciones Arias en Columbus y el Ku Kux Klan en Arkansas.

Miembros de las Milicias de Michigan a punto de salir a entrenar. Foto: Hernán Zin.

Miembros de las Milicias de Michigan a punto de salir a entrenar. Foto: Hernán Zin.

De este sexto trabajo con Jon podría destacar muchos aspectos – las grandes distancias recorridas, el complicado acceso a estos personajes -, pero me quedo con la reflexión que realiza al final: se trata de personajes fracasados en sus vidas personales, marginales, que en su mayoría subsisten en la cuasi indigencia y que lo que buscan es notoriedad, creerse útiles, importantes, poseedores de una verdad por pocos atisbada, iluminados, salvadores.

En esta Europa quebrada y sin rumbo donde los grupos del odio están llegando a los parlamentos, no viene mal conocer en primer plano, en detalle, a la clase de personajes que suelen conformarlos. Descripción que esta noche, a partir de las 22:30, podrán ver en el estreno de «La América del odio» en Canal Plus.

Viaje a la América del Odio

Empieza a tomar forma final el sexto documental en el que he tenido la oportunidad de sumar fuerzas en la producción y en la cámara con Jon Sistiaga para Canal Plus.

Atrás quedan las persecuciones de albinos de Tanzania, la guerra en Somalia, las bombas en Afganistán, los violentos del fútbol argentino, la caza de homosexuales en Uganda… ya que nos adentramos en esta ocasión en una de las caras más oscuras de los EEUU.

En la vida cotidiana de grupos armados, radicales, que deambulan por los márgenes de la legalidad, que sustentan su poder en teorías de conspiraciones delirantes o en el odio racial, que se oponen a todo lo que viene de Washington y que están dispuestos a emplear la violencia en caso de que se toque su derecho ya no a portar pistolas o rifles, sino fusiles de asalto.

Grupos que van desde el Ku Klux Klan hasta neonazis y milicias secesionistas. Grupos a cuyos líderes, Sistiaga describe con mucho acierto en el trailer.

El resto del reportaje, en septiembre en Canal Plus.

La guerra de EEUU contra EEUU

Dos semanas recorriendo EEUU con Jon Sistiaga para conocer de cerca a la América del odio, de la conspiración, de la violencia, las armas y el racismo. Esa América que se sitúa a la derecha del Tea Party.

Junto a las milicias de Michigan para reportajes Jon Sistiaga en Canal Plus, junio 2013.

Junto a las milicias de Michigan para reportajes Jon Sistiaga en Canal Plus, junio 2013 (foto: Jon Sistiaga).

Miles de kilómetros de carretera para sumergirnos en las entrañas de unos grupos y unos personajes que, si tomamos en cuenta casos como el atentado de Oklahoma, constituyen un peligro siempre latente, potenciado hoy por las redes sociales y por la intención de Obama de limitar la venta de rifles de asalto tras la matanza de Connecticut, de la que en estos días se cumplen seis meses.

Un viaje, principalmente por el llamado Midwest – cuyo resultado podrán ver próximamente en Canal Plus -, que me ha dejado una visión no poco contradictoria de EEUU. Por un lado, un país pujante, emprendedor, sin complejos. Admirable por la iniciativa y movilidad de sus gentes.

Coches y combustible

Por otra lado, un país tan sediento de recursos y tan desmedido en su empleo que parece abocado a destruirse a sí mismo. Resulta paradójico que se ponga tanto empeño en la seguridad, en la protección del llamado Homeland a través no solo ya de los drones o de programas de espionaje masivo como Prism, al tiempo que la gente conduce un estilo de vida absurdo, insostenible.

Dos ejemplos: el uso de la energía y la alimentación. En las autopistas, unos vehículos de unas dimensiones que hacen parecer al todoterreno más grande de Europa un smart. Y una cultura de ir a todas partes en coche expoliada por las grandes distancias, la ausencia de aceras, de transporte público y por el bajo precio de la gasolina.

En ninguno de los numerosos hoteles en los que estuvimos había sistema para evitar el consumo de electricidad al salir de la habitación. Por el contrario, cada estancia a la que llegábamos tenía el aire condicionado al máximo, hubiese o no huéspedes. Lo mismo con los espacios comunes. Y unas temperaturas, sumamente bajas, lo que implica a los equipos a trabajar más.

En general, una relación muy poco responsable, de negación casi infantil, con nuestros recursos comunes. No en vano, el 25% del consumo de energía del planeta la absorbe EEUU.

Supersize para todos

Por otra parte, una forma de alimentación que no se puede calificar más que como nefasta. Conseguir un plato de fruta en un desayuno era más complicado que comprar un fusil de asalto. Una tarea casi imposible. Todo hidratos de carbono. Excendentes de producción que la industria de la alimentación empaqueta y recubre de estrategias de marketing para disimular que la caja de cartón de esos productos suele tener más vitaminas y minerales que los alimentos que llevan dentro.

Todo esto sin contar que hasta el último de los elementos del desayuno era desechable: cubiertos, vasos, servilletas, embases de alimentos. Desayunar en algunos hoteles de carretera implicaba también generar enormes cantidades de residuos.

Las consecuencias de la mala alimentación son evidentes. Un número de obesos sobrecogedor. Una auténtica legión. Obesos de dimensiones difíciles de ver con tanta regularidad en ningún otro lugar del mundo como en EEUU.

Abusar de los recursos naturales y llenarse el cuerpo de azúcares refinados y grasas es una forma de suicidio colectivo. Y la conclusión de este viaje es que no solo los grupos radicales que hemos conocido atentan contra los EEUU. Un parte importante de la población también parece estar en guerra contra sí misma, empeñada en destruirse cada día, aunque luego viva obsesionada por su seguridad.