Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Secuestros y tráfico de droga en África occidental

El secuestro de los tres cooperantes catalanes en Mauritania ha vuelto a dirigir nuestra atención hacia Al Qaeda en el Magreb Islámico. A lo largo del último lustro, unas 16 personas han pasado por las manos de esta organización que podría contar con unos 200 integrantes y que tiene sus refugios en el norte de Mali aunque se mueve por toda la región aprovechando la escasa presencia estatal en zonas de Níger, Chad y Mauritania.

En 2009, las anteriores víctimas de la franquicia de Al Qaeda en el Sáhara fueron cuatro turistas europeos a los que secuestraron en enero. Por primera vez, los terroristas ejecutaban a uno de sus rehenes: Edwin Dyer, de nacionalidad británica. El resto fue liberado tras el pago del rescate.

Desde hace ya tiempo circulan los informes de inteligencia que vinculan a estos comandos islamistas con el tráfico de drogas. Una relación que guarda cierta similitud con la establecida entre los talibanes en Afganistán y el opio (aunque en sus primeros años en el poder los hombres del mulá Omar rechazaran por opuesto al islam el cultivo de la adormidera). También la venta de hachís resultó una fuente de financiación de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Narcoestado africano

A partir del año 2003, la cocaína proveniente de América Latina encontró su puerta de entrada en África occidental a través de Guinea Bissau. No pocos factores jugaron a favor de los narcos colombianos en su desembarco en esta pequeña nación de 1,5 millones de habitantes: la falta de un gobierno central fuerte, articulado; la pobreza imperante, ya que se trata del quinto estado más pobre del planeta según la ONU; el intrincado archipiélago de 82 islas con que cuenta el país y que constituye el escondite perfecto para realizar actividades delictivas; la ausencia, hasta hace poco tiempo, de prisiones.

La cocaína llega a Guinea Bissau en aviones desde Brasil o en barcos que sólo navegan durante las noches y que parten desde Venezuela. Una vez en suelo africano la droga asciende tanto por tierra como por mar rumbo a Europa. La ONU estima que 50 toneladas siguen esta ruta cada año, cuyo valor, más de dos mil millones de dólares, supera al PIB de algunos de los países por los que transita.

Hasta hace no poco tiempo, el dinero de la droga se hacía evidente en Bissau, donde se podían ver coches de lujo como los todoterreno Hummer recorriendo las maltrechas calles de tierra flanqueadas por chabolas. El pasado 2 de marzo el presidente del país, Joao Bernardo Vieira, moría asesinado por soldados en su casa. El día anterior, una bomba había matado a su enemigo, el general Tagme Na Waie, jefe del ejército que lo había acusado en numerosas ocasiones de estar relacionado con el tráfico de drogas.

Del mismo modo en que sucedió con el camino de las drogas desde Colombia hacia EEUU, que cada vez fue involucrando a nuevas comunidades, a más países, el tráfico en África occidental ha extendido sus bases a Guinea Conakry, Senegal y Ghana. Entre 1998 y 2003, se capturaban al año en toda la región unos 600 kilogramos de droga. Sólo en 2006 se superaron las seis toneladas. En el caso de Guinea Conakry, eran los familiares directos del depuesto presidente Lasante Conte, quienes recibían los aviones con la droga para luego llevarla a Europa.

Las rutas más comunes son similares a las que transitan los inmigrantes que intentan llegar a Europa. Asciende por tierra, aire y mar hacia el norte. En las zonas más recónditas del trayecto es dónde los informes señalan que las células de Al Qaeda del Magreb brindarían cobertura a los traficantes, expandiendo su negocio no sólo a los secuestros, sino a las drogas.