Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Ni crisis ni derechos humanos para las exportaciones de armamento español

Mientras que buena parte de la economía española sigue esperando el acceso al crédito, la flexibilización laboral, la reactivación de la demanda y la aún por demostrar pujanza y creatividad de la clase empresarial más allá del «complejísimo» negocio del ladrillo (tan complejo, perdonen el sarcasmo, que en algunos casos pasaba por comprar suelo a precio de ganga, sobornar al ayuntamiento para que lo recalificara, contratar a una cuadrilla de inmigrantes indocumentados sin seguridad ni derechos laborales, y luego comprarse un Mercedes Benz, fumarse un puro y facturar cientos de millones de euros a cuenta de la burbuja). Mientras que buena parte de la economía espera comenzar a renacer de las lóbregas profundidades de la crisis, el sector de la fabricación y venta de armas vive los momentos más prósperos de su historia.

Según un informe hecho público hoy por Amnistía Internacional:

Los datos del primer semestre de 2009, aportados por el Ministerio de Comercio, muestran que España exportó material de defensa por valor de 411,1 millones de euros, lo que supone un aumento del 64,5% sobre el mismo periodo del año anterior.

¿Cómo se ha conseguido este milagro?¿Este aumento del 65% en la cuenta de resultados de aquel semestre en el que ni siquiera teníamos brotes verdes para aderezar la amarga ensalada de nuestra ilusión cotidiana? Dejando a un lado la iniciativa empresarial y la generosidad crediticia de los bancos hacia el sector de la mal llamada «defensa», la respuesta a estas preguntas la encontramos en el incumplimiento del ordenamiento jurídico.

¿Qué ley? Aquella que se aprobó con no poco esfuerzo en 2007 y que celebramos en este blog ya que tras tantos años de opacidad suponía que el Gobierno debía empezar a explicar abiertamente qué criterios emplea a la hora de autorizar la venta de armas al extranjero. Una ley que Amnistía Internacional describe de la siguiente manera:

La Ley 53/2007 regula estas ventas, y establece que no se autorizarán transferencias a lugares donde estas armas puedan ser utilizadas para cometer violaciones de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario (DIH), donde haya riesgo de desvío a otros países, etc. También establece que a la hora de autorizar exportaciones, el Gobierno debe tener en cuenta los informes de instituciones internacionales como la ONU y organizaciones de derechos humanos.

Los países que han ayudado a engrosar los beneficios de la industria armamentística española, y que vulneran los enunciados de la Ley 53/2007, no son pocos: Marruecos (29,5 millones de euros); Colombia (31 millones); Arabia Saudí (5 millones); Pakistán, Sri Lanka, Tailandia, Ghana y Guinea Conakry.

Ghana, gran país de cazadores

De los crímenes de guerra cometidos por el gobierno de Sri Lanka en su ofensiva final contra los tamiles, hemos dado cuenta en este blog. España autorizó exportaciones a este país por valor de 1,1 millones de euros en la categoría de “bombas, torpedos, cohetes y misiles”.

También hemos seguido de cerca en estas páginas la masacre cometida por el gobierno golpista del capitán Musa Dadis Camara. El 28 de septiembre de 2009, el ejército disparó contra los opositores que se habían reunido en el estadio de fútbol de Cronaky. Murieron cerca de 160 personas y otras 1.200 resultaron heridas. Aunque la junta militar tomó el poder en 2008, España vendió a esta pequeña nación de África occidental 1,48 millones de euros en cartuchos de escopeta para uso privado.

En 2004 las ventas a Ghana alcanzaron los 15 millones de euros en armas y munición de caza, lo que convirtió a España en el mayor exportador de munición al África subsahariana. El pasado año esta cifra se redujo a 3,4 millones de euros. Se trata sin dudas de un avance, aunque resulta insuficiente. O los 23 millones de ghaneses constituyen el pueblo más aficionado a la caza deportiva del planeta – ¡no debe quedar un sólo animal vivo en todo el país! -, o aún debemos sospechar que las municiones pasan por Ghana y terminan en los inestables estados vecinos.

El amigo israelí

Con respecto a Israel – al que venderle armas o firmar acuerdos conjuntos de desarrollo armamentístico implica apoyar su política de constante violación de tratados internacionales, ocupación y segregación racial -, España no tiene buenos antecedentes: antes de la última masacre en Gaza, la operación Plomo Fundido, le había vendido material bélico por valor de 1.551.933 euros. La práctica totalidad, en concreto el 94,13%, tenía como destinatario a las Fuerzas Armadas del Estado hebreo.

En este blog fuimos tristes testigos desde el terreno de las nefastas consecuencias de las acciones de los aviones no tripulados israelíes sobre los habitantes de Gaza y Líbano en 2006. Aquel uso masivo – genial operación de marketing – que disparó a nivel mundial la carrera por los drones. Ahora España se ha sumado a esta carrera. Y lo ha hecho de la mano del maestro: Israel.

La empresa española Aries Ingeniería y Sistemas alcanzó en 2009 un acuerdo con la compañía israelí Goldtech Technologies. Fuentes de la empresa han reconocido que esto podría suponer un primer paso para la venta de “tecnología e ingeniería de aviones no tripulados”. Entre los principales clientes de Goldtech Technologies se encuentran el ejército y el Ministerio de Defensa israelí.

“Por el tipo de producto de que se trata, y por el país de destino, una exportación de este tipo violaría todas las líneas rojas establecidas en la Ley”, sostiene Mabel González, de Greenpeace, organización responsable también del informe.

Guinea Conakry, Sri Lanka, Marruecos, Ghana, Israel… la cuenta de resultados pletórica. Un Mercedes Benz, un puro y unos pies sobre la mesa para el Gobierno y los empresarios a cuenta de los derechos humanos.

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El respeto a los civiles en Sri Lanka

En diciembre predijimos en este blog que la guerra de 25 años entre el gobierno de Sri Lanka y los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE) podría estar llegando a su fin. Un conflicto que ha terminado con la vida de más de 70 mil personas.

Según las últimas noticias, parece que así está siendo, aunque de la peor forma posible: con una brutal ofensiva del Ejército ceilandés que ha provocado 110 mil nuevos desplazados solamente la semana pasada y más de cinco mil muertos, entre los que se cuentan 500 niños, desde principios de año.

A partir del pasado martes 21, fecha que las fuerzas oficiales pusieron como límite para que los rebeldes del LTTE eligieran entre “rendirse o morir”, la política gubernamental ha sido inflexible, impidiendo incluso el arribo de ayuda humanitaria a la zona de 13 kilómetros cuadrados situada en el noreste del país en que los Tigres Tamiles se encuentran acorralados.

Asimismo, el domingo rechazaban una propuesta de alto el fuego lanzada por el LTTE. Gotabaya Rajapaksa, Secretario de Defensa de Sri Lanka, calificó la oferta como una “broma”. “No nos están combatiendo, están huyendo de nosotros. No hay necesidad de una tregua. Lo que tienen que hacer es rendirse”, afirmó.

Las cifras varían, pero se estima que hay entre 20 y 50 mil civiles atrapados. La prohibición de acceso a extranjeros, tanto sean observadores como periodistas, impide tener fuentes fiables que den cuenta de lo que allí está sucediendo. Organizaciones como el International Crisis Group critican a los rebeldes por usar a los no combatientes como escudos, pero también piden al gobierno que pare temporalmente los ataques:

El gobierno de Sri Lanka debe detener la ofensiva, con su ataque a áreas civiles, y aceptar una pausa humanitaria monitoreada por la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja de por lo menos dos semanas para que la ayuda pueda entrar y para que se pueda crear un corredor humanitario para la salida de los civiles.

A esta petición se han sumado la Unión Europea y EEUU, mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU aún no se ha pronunciado, y es probable que no lo haga, debido a la preocupación de Rusia y China por no sentar precedentes que las puedan perjudicar en la relación con sus propios territorios secesionistas.

Finalmente, el lunes Sri Lanka anunció que dejaría de atacar la zona con armamento pesado, según señalan algunas fuentes, debido a la presión del gobierno de Nueva Delhi, que teme la insatisfacción de su propia población tamil pueda perjudicar al maratónico proceso electoral que se está realizando en la India.

Aunque el mismo lunes The New York Times ofrecía testimonios desde el terreno que daban cuenta de que la promesa no se estaba cumpliendo, ayer Al Yazira señalaba que sí reinaba calma en la zona, principalmente debido a la visita de John Holmes, principal responsable de acción humanitaria de la ONU.

Basta leer la prensa de Sri Lanka para descubrir que la decisión de ir hasta el final cuenta con no pocos apoyos, argumentados en que es la única forma de terminar de forma definitiva con el “terrorismo” de los Tigres Tamiles. Kesara Abeywardena escribe hoy en el periódico Daily Mirror:

La doble moral de EEUU y Gran Bretaña, que han lanzado una “cruzada” global contra el terrorismo, quedó al descubierto cuando hicieron varios llamamientos durante la últimas semanas para que hiciera un alto el fuego con el LTTE… A diferencia de EEUU y Gran Bretaña, que invadieron Irak en base a confundir a la ONU con información falsa sobre armas de destrucción masiva, el gobierno de Sri Lanka ha lanzado una legítima acción militar contra una organización terrorista que controla parte de su territorio.

Por su parte, Robert Templer, director de programas en Asia del International Crisis Group, insiste en que la comunidad internacional debe presionar al ejecutivo de Colombo para que cambie de estrategia, no sólo por el bienestar presente de los civiles, sino también de cara al futuro:

En este momento decisivo, es el gobierno de Sri Lanka el que tiene en sus manos la vida de los civiles. Es a este gobierno al que los líderes internacionales deben mandar mensajes inmediatos de contención. El modo en que termine la guerra será crucial para el futuro de Sri Lanka. ¿Será una masacre sangrienta cuyo recuerdo será usado para incitar más décadas de guerra y terrorismo? ¿O se hará nuevos esfuerzos por encontrar una salida negociada a la lucha, y con ella la posibilidad de construir una nueva y pacífica Sri Lanka para toda su gente?

También alerta de las respuestas violentas que la actual política de Colombo puede provocar en la diáspora tamil en todo el mundo.

¿El final de la guerra en Sri Lanka?

A lo largo de los últimos meses, las noticias han ido señalando las progresivas victorias del Ejército de Sri Lanka sobre los rebeldes del movimiento separatista Tigres de la Liberación Tamil Eelam (LTTE). Noticias difíciles de verificar, pues el acceso a la zona está prohibido a fuentes independientes.

Sin embargo, quienes han logrado salir de allí señalan que los puestos de resistencia de los rebeldes, que en 2005 ya perdieron el Este de la isla, han ido cayendo uno a uno y que ahora éstos se encuentran cercados en Kilinochchi, el cuartel político de la organización y capital de la autoproclamada Tamil Eelam (patria tamil).

Entre las derrotas más destacadas se halla la ciudad de Pooneryn, en la costa occidental, que los Tigres Tamiles empleaban para recibir armas desde el estado indio de Tamil Nadú y para atacar con morteros a la norteña península de Jaffna, controlada por el gobierno y deslindada del resto del país durante 15 años.

De ser así, el final de esta guerra silenciosa, que lleva casi tres décadas y que no sucumbió a diversos acuerdos de paz como el 2002, o como el patrocinado por Noruega que se rompió el pasado mes de enero, podría encontrarse muy próximo.

Nuevos escenarios

La hipotética caída del líder de los tigres tamiles, Velupillai Prabhakaran, sería una buena nueva dado los brutales métodos de este hombre de 54 años, responsable de orquestar atentados suicidas en Colombo, de reclutar a niños soldados, de aterrorizar a su propia población y, según la India, de estar detrás del asesinato de Raijv Gandhi en 1991.

Una supuesta victoria de los cingaleses permitiría asimismo llevar ayuda humanitaria a las más de 200 mil personas desterradas por la guerra, que en estos momentos están sufriendo las consecuencias de unas inundaciones que han destruido al menos seis mil casas. Lluvias que también están desplazando las minas antipersona de lugar, lo que agrava aún más la situación, según informa Al Jazeera.

Pero como bien señala el último número de The Economist, esta victoria militar carecería de sentido si Sri Lanka no escucha al menos en parte las reclamaciones de la minoría tamil. Una reforma constitucional que la haga más inclusiva para enmendar los errores fundacionales del país, repudiada por muchos aunque respaldada por el presidente Mahinda Rajapaksa, resultaría vital para cementar una paz justa y duradera.