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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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El coche bomba en Nueva York como respuesta a los aviones no tripulados de EEUU en Pakistán

Como escribimos hace ya cuatros años: algún día los libros de historia recogerán que los aviones no tripulados se emplearon por primera vez de forma masiva en el verano de 2006, cuando Israel lanzó decenas de modelos Hermes 450, Heron 1 y Searcher 2 a los cielos de Gaza y Líbano para luchar respectivamente contra Hamás y Hezbolá.

Quizás porque fuimos testigos directos de aquellas acciones – que marcan un salto cuantitativo en el uso de los ingenios robóticos en la guerra y que les sirvieron de tan buena publicidad que pocas fuerzas armadas del mundo resistieron la tentación de salir a comprarlos o producirlos -, desde entonces hemos profundizado en este blog sobre la génesis y el desarrollo de los aviones no tripulados, además de plantear los dilemas éticos y geoestratégicos que su utilización conlleva.

Aquel zumbido que a todas horas sobrevolaba el barrio de refugiados de Yabalia o la ciudad de Bint Jbeil, y que aún recordamos con cierto desasosiego, nos acompañó cuando reconstruimos la génesis de los drones en EEUU tras la segunda guerra mundial, y luego el vertiginoso progreso que experimentaron en Israel de la mano de Alvin Ellis como consecuencia de la respuesta de las baterías antiaéreas egipcias durante la guerra de Yom Kippur.

Dedicamos varias entradas a repasar de forma exhaustiva el surgimiento del más famoso de los UAV: el Predator y sus posteriores versiones, incluido el Reaper. Vimos cómo son dirigidos en sus misiones sobre Pakistán, Irak o Afganistán desde la base Nellis, en Nevada.

También seguimos de cerca el uso de estos aparatos por parte de Irán, Líbano, Rusia, Georgia, Pakistán. Empleo que se dedica asimismo en la lucha contra la piratería y en la vigilancia de la frontera entre EEUU y México. Hace una semana dábamos cuenta de la decisión de España de entrar en esta carrera gracias a la asesoría técnica de Israel.

Además reflexionamos sobre cómo están cambiando las reglas del juego geopolítico los drones, ya que su despliegue implica la sistemática vulneración del espacio aéreo de otros estados con muchas menos consecuencias que si se tratase de cazas tripulados como los F-16, pero con consecuencias al fin según demostraron las aireadas quejas del gobierno de Islamabad por las incursiones de los Predator en su territorio hasta que salió a la luz a través de Google Earth que algunos drones estadounidenses partían desde bases en el propio Pakistán.

Un debate necesario

Hace un año abordamos otra cuestión fundamental: las bajas entre civiles que provocan los ataques teledirigidos de los Predator y el importante debate ético que su uso debería poner sobre la mesa. Escribimos:

De los 60 ataques llevados a cabo por los aviones no tripulados estadounidenses con base en Afganistán a través de la frontera sobre Pakistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez consiguieron dar con sus objetivos, matando a 14 líderes de Al Qaeda, además de matar a 687 civiles inocentes paquistaníes. El porcentaje de éxito de los Predator no supera así el 6%.

Y nos preguntamos si no era un contrasentido que la administración Obama hubiese hecho público su malestar por las muertes de civiles por bombardeos en Afganistán, explicando que no hacía más que empujar a la población civil a apoyar a los talibanes y tomando la posterior decisión de reducir el apoyo aéreo a las misiones de la ISAF, y que al mismo tiempo siguiera con la estrategia de dejar que los Predator lanzasen misiles Hellfire sobre Pakistán.

Esta nada breve introducción viene a colación de una noticia aparecida hoy en el New York Post, según la cual, Faisal Shahzad, el joven paquistaní que hace apenas unos días intentó llevar a cabo un atentado terrorista con un coche bomba en Nueva York, habría confesado que lo hizo como respuesta a «las masacres que durante ochos meses vio cometer a los aviones no tripulados en Pakistán». Versión que refuerza el vídeo grabado por Qari Hussain Mehsud, líder talibán en Pakistán, que también habla de «venganza» por el uso de los Predator.

Dejando a un lado la credibilidad que podamos dar o no lo que publica el sensacionalista periódico de Rupert Murdoch, lo cierto es que suman más de 1.000 los civiles muertos en Pakistán por la acción de los aviones no tripulados en 121 ataques.

Y si bien parece acertado lo que escribe Noah Sachtman en Danger Room, que no se pueden establecer relaciones tan simplistas entre causas y consecuencias, también es cierto que el siempre postergado debate público y político sobre los aviones no tripulados, sobre las implicancias jurídicas, éticas y estratégicas de esta forma de hacer la guerra por control remoto, debería tener lugar de una vez por todas.

Fotos: AP/Reuters

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La historia de los aviones no tripulados: Israel entra en escena

Los fines de semana, Alvin Ellis cogía su coche y atravesaba Tel Aviv hasta llegar al suburbio en el que se encontraba la casa de Yehuda Manor. Compañeros de trabajo en la empresa estatal Israel Aircraft Industries, se encerraban en el garaje de aquella vivienda de dos plantas, entre cajas de herramientas, planos y pequeños aviones a control remoto. Trataban de crear un drone que fuese capaz de transportar una cámara de vídeo y de enviar las imágenes a tierra.

La guerra suele ser el gran motor en la inversión y el desarrollo de nuevas tecnologías. El final del conflicto de Vietnam había llevado a las fuerzas aéreas de Estados Unidos a dejar en tierra a los Ryan Firebee.

Israel, donde los enfrentamientos bélicos se sucedían con regularidad, tomó entonces la posta del desarrollo de los aviones no tripulados. La respuesta de las baterías antiaéreas egipcias durante la guerra de Yom Kippur había causado una honda consternación entre los altos mandos militares, que consideraban prioritario contar con estrategias que permitiesen evitar similares desastres en el futuro.

De EEUU a Israel

Nacido en Estados Unidos, el ingeniero aeronáutico Alvin Ellis había trabajado para la empresa Ryan Aeronautical Company en la fabricación del drone Firebee, que en el conflicto de Vietnam había tomado miles de fotografías de los movimientos de las tropas enemigas. En 1967, Ellis había decidido migrar a Israel, donde participaría en la puesta a punto del KFIR, un caza Mirage III/5 francés con motor General Electric J79 norteamericano.

Convencido de que un avión no tripulado equipado con cámaras de vídeo tendría grandes posibilidades comerciales, Ellis pidió a Yehuda Manor que lo ayudase a concebir y probar un primer prototipo. Al igual que el actor Reginald Denny, cuya historia vimos en este blog, Ellis era un apasionado de los aviones a radio control.

El aparato al que dieron forma durante los fines de semana en el garaje de la casa de Yehuda Manor consistía de un avión no tripulado, un sistema de transmisión y una barata cámara de vídeo. Debido al fallo en uno de los motores, el prototipo se estrelló.

Sin embargo, Ellis no dejó de creer en que se trataba de una buena idea. Intentó vendérsela a los directivos de su empresa, que la rechazaron. Entonces se dirigió a la compañía de electrónicos Tadiran, que financió la construcción de un segundo modelo.

Éste realizó su vuelo iniciático en 1973, bajo el nombre de Owl. Un año más tarde, lo presentarían a la empresa y a altos mandos militares. Tadiran firmaría un contrato con Ellis y apostaría por su producción.

El ingenio manejado en la distancia, que sería bautizado como Mastiff, medía 3,68 metros de largo y 3,60 de ancho en las alas, transmitía las imágenes a través de un sistema de microondas llamado Tactical Intelligence Microwave Data Link, contaba con un tren de aterrizaje fijo y con una hélice encerrada en una doble cola que vista desde atrás le daban el aspecto de un hidroavión. Era capaz de mantenerse en el aire durante siete horas. Después de cada vuelo se lo recuperaba con el auxilio de una vasta red.

El Mastiff tuvo poco éxito en sus albores. Recién en 1979 las Fuerzas Aéreas israelíes comenzaron a hacer pedidos. Aunque para ese momento, Israel Aircraft Industries, la empresa que había rechazado la propuesta inicial de Alvin Ellis, ya había sacado al mercado un modelo casi idéntico al que bautizó como Scout.

La invasión del Líbano de 1982 sería el escenario en el que se estrenarían ambos aviones no tripulados. La leyenda diría que un Scout había grabado a Yazir Arafat antes de la salida de la OLP en dirección a Túnez. Sin embargo, el verdadero triunfo de los drones israelíes llegaría en el valle de la Bekaa, donde permitiría las imágenes que captaron hicieron posible la destrucción de 28 misiles tierra aire pertenecientes a Siria en junio de 1982.

De Israel a EEUU

Con Ronald Reagan al frente de la Casa Blanca, la carrera armamentística retomaría el impulso perdido tras el fracaso en Vietnam. En 1983, los Estados Unidos participaron, por exigencia de Ariel Sharon, junto a otras potencias extranjeras en la intervención en el Líbano coordinada por la ONU para supervisar la partida de la OLP.

Los altos mandos fueron entonces testigos de la forma en que las Fuerzas Aéreas israelíes usaban los aviones no tripulados Mastiff y Scout, no sólo para detectar las baterías enemigas, sino para provocar que descargasen sus municiones antes de que fueran atacadas por aviones convencionales y para obstruir sus radares y sistemas de comunicación.

A las 6:20 de la madrugada del 23 de octubre de 1983, un camión Mercedes Benz color amarillo, se estrellaba contra la base de la Segunda División de Marines situada en las proximidades del aeropuerto de Beirut. Llevaba en su interior ocho mil kilos de explosivos que mataron a 241 soldados en el peor ataque sufrido por Estados Unidos fuera de sus fronteras desde la Segunda Guerra.

El general Paul Xavier Kelley, comandante del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, viajó a Beirut de forma secreta para investigar lo sucedido. Tiempos después se sabría que detrás del atentado había estado Irán y el germen de lo que más tarde sería Hezbolá. La siguiente parada del viaje de Kelley fue Tel Aviv.

Sus anfitriones le mostraron la forma en que operaban los aviones no tripulados. Antes de partir, le regalaron un vídeo captado desde las alturas por un drone que presentaba con asombrosa definición cada uno de los pasos que habían dado a lo largo del itinerario. En septiembre de 1984, los marines de Camp Lejeune, Carolina del Norte, contaban con sus propios Masstif.

John Lehman, Secretario de la Marina de Estados Unidos, también se había fijado en el desempeño de los aviones no tripulados de Israel. En especial después de que un ataque lanzado por el acorazado USS New Jersey desde las costas del Líbano, derribaran dos aviones propios sobre territorio sirio. Las Fuerzas Aéreas israelíes armaron una presentación de los drones sobre la cubierta del navío USS Guam.

La estrategia de marketing funcionó a la perfección. En 1985 la Marina estadounidense sacó a licitación el pedido de aviones no tripulados. Israel Aircraft Industries y Tadiran se unieron a un socio norteamericano, la empresa AAI, con base en Maryland. Tras ganar el concurso público, empezaron a fabricar la versión estadounidense del Scout y el Mastiff, a la que llamaría RQ2-Pioneer.

Los Pioneer se estrenarían en 1991, durante la Guerra del Golfo lanzada por George Bush padre. Al carecer aún de armamento, los drones servían para que los artificieros recibiesen órdenes precisas de los sitios a los que debían disparar.

Poco tiempo tardaron las infanterías de Irak en aprender que aquel lúgubre ronroneo que llegaba desde las alturas anunciaba la inminencia de un inminente ataque con obuses y misiles. Un vídeo de aquella guerra se haría famoso entre los mandos militares de Estados Unidos: soldados rasos iraquíes tiraban las armas, se sacaban los cascos, las camisas y se arrodillaban en el suelo con los brazos en alto. Se estaban rindiendo al rugido de los aviones no tripulados.

Sobre cómo vuelan los aviones no tripulados: el «call center» de la guerra

Hace unas semanas algunos de vosotros debatíais en este blog sobre la forma en que se pilotan los aviones no tripulados, en especial los Predator que cada día realizan misiones en Irak, Pakistán y Afganistán.

A primera vista podrá parecer un asunto baladí, pero la masiva aparición de estos ingenios robóticos en los cielos no sólo muestra en buena medida cómo se articula la estrategia bélica en estos días, sino que desvela los complejos desafíos a los que la comunidad internacional en cuestiones como la soberanía.

Un escenario que ha cambiado radicalmente en apenas un par de años, principalmente desde la confrontación de 2006 entre Israel y Hezbolá, y que plantea una serie de debates legales y éticos que lamentablemente – del mismo modo en que ocurrió con los cambios tecnológicos durante la primera guerra mundial con la aparición masiva de los tanques y los aviones de combate – tendrá lugar, si lo tiene, después de no pocos hechos consumados.

Más aún si, según afirman expertos de la talla de Peter Singer, estamos apenas en los albores de la gestación – en las primeras etapas de una carrera armamentística en toda regla – de estas aeronaves ausentes de tripulación que en el futuro próximo tendrán un poder mucho mayor de vigilancia (gracias a sistemas como Gongor Stare), de capacidad de destrucción (debido al acelerado desarrollo que está teniendo de misiles que se adaptan a sus características técnicas) y de autonomía (que se espera que alcance su punto culminante para el año 2020).

Estas son algunas de sus principales características:

1. Un sistema integrado

La forma en que está estructurada la base operativa de los aviones no tripulados Predator recuerda en buena medida a los “call center”, fenómeno por antonomasia la globalización: un joven indio, sentado en un cubículo de una multitudinaria oficina en Calcuta que, con un auricular en la oreja, intenta imitar el estadounidense para responder a las dudas que un ama de casa en Kentucky, después de llamar a un número 0800, le formula sobre cómo manejar su nueva lavadora.

Porque los aviones no tripulados, sobre todo los Predator, son contralados de manera simultánea desde al menos cinco bases en distintos lugares del mundo por pilotos, ingenieros, contratistas privados, meteorólogos y agentes de la CIA que también se encuentran encerrados en cubículos reducidos, frente a pantallas de ordenador, en sitios tan dispares como EEUU, Alemania, Italia, Irak, Afganistán o Pakistán.

Esto se debe a que los Predator, más que en unidades, son tratados como un sistema integral del que forman parte cuatro aviones no tripulados, varios puestos de control en tierra, conexión vía satélite y una plantilla compuesta por 55 personas.

Continúa…

La historia de los aviones no tripulados (2)

Los aviones tripulados se han convertido en los grandes protagonistas de las guerras contemporáneas y en el componente insoslayable de todo presupuesto de defensa. Para comprender cómo funcionan y las implicancias que tiene esta revolución en la estrategia bélica, seguimos adelante con el intento de reconstruir su historia.

La semana pasada vimos el rol del actor inglés Reginald Denny, y las circunstancial aparición en escena de Marilyn Monroe, en los primeros desarrollos de los drones. Esta semana toca el uso de estos ingenios en Vietnam, y el cruce de historias que va desde Charles Lindbergh y el Spirit of Saint Louis, hasta Norman Sakamato, un japonés que pasó dos años de su vida en un campo de internamiento de EEUU.

No sin mi nombre

Nacido en Parsons, estado de Kansas, Tubal Claude Ryan tenía la costumbre de ponerle su apellido a cuanta empresa creaba. La primera línea aérea de pasajeros de los EEUU, que en 1925 comenzó a realizar vuelos entre San Diego y Los Ángeles, se llamaba justamente Ryan Flying Company, para pasar a ser conocida más adelante como Ryan Airlines.

Se dice que no formó parte del proceso de producción por parte de la compañía del monoplaza bautizado como Spirit of Saint Louis, que el 20 de mayo de 1927 condujo a Charles Lindbergh a través del Atlántico, en un maratónico vuelo de 33 horas y 30 minutos, desde Estados Unidos hasta Francia. Un año antes había vendido las acciones de la compañía a su socio, Benjamin Frankley Mahone. Eso sí, la aeronave recibía el nombre oficial de Ryan NYP (siglas que señalan las ciudades unidas en el histórico periplo: “New York to Paris”).

También en 1927, dio vida a Ryan Aeronautical Company, que se dedicaba a importar motores de la empresa Siemens desde Alemania. Un lustro más tarde, creó una academia de aviación en San Diego, que funcionó bajo la denominación, como no podía ser de otra manera, de Ryan School of Aeronautics.

Pero el éxito le llegaría con su cuarta empresa, Ryan Aeronautical Company, lanzada en 1934. Poco satisfecho con el desempeño de los aviones de entrenamiento que se usaban por aquellos tiempos, dio vida al modelo Ryan ST (Sport Trainer), que tuvo un enorme éxito y que exportó a decenas de países en América Latina, Asia y Europa para las prácticas de pilotos tantos civiles como militares.

Después de la segunda guerra mundial, Ryan Aeronautical Company empezó a producir aviones no tripulados como el Ryan Firebee, que era usado como blanco, y el Ryan Firebird, que es considerado el primer misil lanzado desde el aire para impactar objetivos también en el aire. Ambos tenían motores de propulsión a chorro.

La crisis de los misiles y Vietnam

Sin embargo, la idea que comenzaría a transformar el uso de estos dispositivos aéreos manejados a control remoto, la tendría en 1960 un ingeniero llamado Norman Sakamato, al que se le había ocurrido que los drones podrían llevar cámaras de fotos en el morro para realizar labores de reconocimiento y espionaje.

Una idea que no había deslumbrado a los militares, hasta que el 27 de octubre 1962 un avión espía Lockheed U-2 fue derribado sobre Cuba por misiles antiaéreos soviéticos SA-2 durante la crisis que enfrentó a Kennedy con Nikita Jrushchov, empujando al mundo al acantilado de una guerra nuclear.

Meses antes, las fuerzas Aéreas de los Estados Unidos habían dado un millón de dólares, dentro del marco del programa Big Safari, para que el Ryan Firebee fuese convertido en un avión no tripulado espía, que podía ser lanzado tanto desde tierra como desde las alas de un avión DC-130 Hercules, y que tenía la capacidad para recorrer 1.930 kilómetros a más de 55 mil pies de altura.

Más de mil unidades, bajo el nombre en clave de Lightning Bug, volarían por los cielos de Vietnam sacando fotografías de los objetivos enemigos y bloqueando radares durante el enfrentamiento armado contra los vietnamitas.

Paradójicamente, Norman Sakamato, que trabajaba para Ryan- Teledyn, pues Tubal Claude Ryan había fusionado su empresa, había pasado junto a su familia los dos primeros años de la segunda guerra mundial en un campo de internamiento para japoneses situado en el estado de Arizona.

(En la próxima entrada, el desarrollo que haría Israel de esta tecnología a partir del Líbano hasta que los EEUU la recuperan en los años noventa con el surgimiento del Predator).

La historia de los aviones no tripulados (1)

En el mundo del espectáculo se dio a conocer bajo el nombre de Reginald Denny, pero lo cierto es que su madre lo había parido el 20 de noviembre de 1891, en la ciudad inglesa de Richmond, como Reginald Leigh Dugmore.

Miembro de una familia de artistas, en 1915 comenzó a dar los primeros pasos en películas mudas a ambos lados del Atlántico. Su formación dramática le permitió adaptarse a la llegada del cine sonoro, en el que hizo sus primeros roles protagónicos, para luego convertirse actor secundario de reconocido prestigio que participaría junto a Greta Garbo en Anna Karenina, con Katharine Hepburn en The Little Minister y Frank Sinatra en Asalto a la reina. Actuó en más de 200 producciones.

De característica nariz prominente y profundos ojos verdes, Reginald Denny también supo dar el salto a la televisión. Entre los años cincuenta y sesenta apareció en numerosas series. En 1966 lo hizo en Batman como el comodoro Schmidlapp, un viejo marino que era secuestrado en su yate.

La pasión por los aviones

La gorra que llevaba en aquel papel lo relacionaba con las fotos en blanco y negro de su juventud, cuando Reginald Denny aparecía con el uniforme de los Royal Flying Corps, en la que sería la otra pasión de su vida: los aviones.

En Hastings, Inglaterra, se entrenó con el rango de teniente para participar en la primera guerra mundial, pero sin llegar a entrar en combate. Formó parte del escuadrón 112, en el que aprendió a pilotar monoplazas de combate Sopwith Pups, Camels y Snipes.

En 1920 se hizo piloto de acrobacias. Fue miembro honorario de la compañía Trece gatos negros, con base en Los Ángeles. En 1934 creó la empresa Reginald Denny Industries, para la fabricación de aviones a radio control, una pasión que compartía con actores como Henry Fonda y Jimmy Stewart.

Un año después abrió una tienda de aeromodelismo en Hollywood Boulevard que tenía un gran cartel blanco sobre la entrada en la que se leía: “Reginald Denny Hobby Shop” y otro vertical, clavado en el césped y rodeado de palmeras, que decía “Denny Plane”.

El producto estrella de la tienda era el Dennyplane Jr, que se vendía por diez dólares, exorbitante suma en aquellos tiempos de depresión. Un prototipo diseñado por el propio Reginald Denny que no se inspiraba en ningún avión conocido pero que tenía un aspecto propio de las aeronaves de los años veinte.

Otra idea que había tenido el actor era la de vender sus creaciones a bajo coste al Ejército de EEUU para que los artificieros los empleasen en sus prácticas de tiro. En 1938, el actor compró a Walter Righter el diseño de un nuevo motor, que resultaría revolucionario. Lo bautizaría como Dennimyte.

Los miles de dólares invertidos en investigación y desarrollo de nuevos modelos, estaba por llevar a Reginald Denny Industries a la ruina, cuando en 1939 el Ejército decidió comprarle 53 unidades del modelo RP 4, al que llamaron OQ-1, que significa «modelo a escala 1». Tenía seis caballos de potencia, una extensión entre las alas de 3,73 metros, pesaba 47 kilos y permitía ser recuperado tanto a través del aterrizaje en tierra como de paracaídas.

Para los artificieros, que hasta aquel entonces practicaban con mangas, poder entrenarse con aviones a escala, que derribaban cada vez que podían, resultaba mucho más estimulante. El OQ -2 alcanzaba los 137 kms/h.

El comienzo de la segunda guerra mundial disparó el negocio de Reginald Denny. Su fábrica en el aeropuerto de Van Nuys, situado en el área metropolitana de Los Ángeles, comenzó a producir miles de aviones contrarreloj. La Marina, que sumó también sus pedidos, los bautizó como TDD (Target Drone Deny 1).

Fue justamente en esa fábrica que David Conover, fotógrafo del ejército, descubrió a una joven muy atractiva, que pensó que tenía cualidades para ser modelo. Corría el año 1944. La chica se llamaba Norma Jeane. Años más tarde sería conocida como Marilyn Monroe.

La compañía de Reginald Denny sería comprada en 1952 por la mastodóntica empresa Northop. Él moriría en 1967, a los 75 años de edad, a causa de un cáncer. Muchos lo recordarían por su labor actoral. Pero en la industria de la guerra sería considerado el padre del primer avión no tripulado fabricado en masa. Esos ingenios que, con el reciente lanzamiento del Predator C Avenger, acaban de entrar en su quinta generación.

Los aviones no tripulados de EEUU matan a 687 inocentes en Pakistán

Desde que hicieron su aparición de forma masiva en los cielos del Líbano en la guerra que enfrentó en 2006 a Israel y Hezbolá, hemos seguido de cerca en este blog el progreso de los aviones no tripulados que, como predijimos en aquel entonces, han acabado por convertirse en uno de los actores principales de los actuales conflictos armados.

Israel y EEUU siguen como líderes absolutos en su desarrollo y fabricación, y la lista de países que invierten en la gestación de sus propios modelos y que los suman a sus fuerzas aéreas, no deja de crecer.

En la revolucionaria reestructuración del presupuesto de Defensa anunciada la semana pasada por Robert Gates, el helicóptero presidencial, los cazabombarderos F22 Raptor y el Future Combat Systems, iniciativas más propias de la guerra fría que de los actuales escenarios bélicos de lucha contra movimientos insurgentes y terroristas, pierden buena parte de su financiación, mientras que los drones la duplican.

Sólo 14 miembros de Al Qaeda

Sin embargo, a la luz de las cifras publicadas esta semana sobre el número de muertes de civiles en Pakistán a lo largo de los últimos dos años, quizás esta pasión por los aviones no tripulados merecería una honda reflexión.

Según informa el periódico paquistaní The News, en base a cifras oficiales:

De los 60 ataques llevados a cabo por los aviones no tripulados estadounidenses con base en Afganistán a través de la frontera sobre Pakistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez consiguieron dar con sus objetivos, matando a 14 líderes de Al Qaeda, además de matar a 687 civiles inocentes paquistaníes. El porcentaje de éxito de los Predator no supera así el 6%.

Lo primero que hizo Hamid Karzai apenas Barack Obama ganó las elecciones, fue pedirle que pusiera fin a los bombardeos indiscriminados en Afganistán, pues no hacían más que dar legitimidad a los talibán. Y, como ya hemos visto en este blog, los EEUU redujeron de forma notable sus ataques contra objetivos en territorio afgano, a favor de una estrategia de más tropas en el terreno y de mayor precaución a la hora de provocar lo que ya pocos llaman “daños colaterales”.

Otro tanto de lo mismo ha hecho el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, que declaró en numerosas ocasiones que “los ataques son contraproducentes”, y cuyo gobierno pidió la semana pasada al almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército estadounidense, que se les pase el control de las misiones de los aviones no tripulados.

Repensar la estrategia

Por otra parte, según cuenta Amy Goodmad en Democracy Now, acaba de tener lugar la primera manifestación pacífica en EEUU contra las acciones de los aviones no tripulados (algo que sucede con regularidad en Pakistán). Junto a una veintena de activistas, el padre Louis Vitale se dirigió al desierto de Nevada para protestar contra el empleo de los “killer drones”.

Allí cantaron consignas y mostraron pancartas críticas a los 270 pilotos que desde la base Nellis Air Force controlan los Predator y Reaper que actúan sobre Pakistán.

Los ataques de los aviones no tripulados resultan ventajosos porque no ponen en riesgo la vida de los pilotos, de allí su popularidad entre las fuerzas armadas, pero si se llevan por delante de inocentes, sin dudas hay que revisar a fondo las estrategias con que son empleados.

A la luz del aumento del poder de los talibán en las provincias tribales del occidente de Pakistán, llegando a imponer la sharia en el valle de Swat, habrá que hacerse no pocas preguntas. Si en Afganistán se comprendió que matar a civiles beneficiaba a los radicales islamistas, resulta contradictorio que no se alcance las misma conclusión con respecto a las acciones de los Predator y los Reaper en tierras pakistaníes.

Guerra de drones entre EEUU, Irán y Pakistán

La preeminencia que a lo largo de estos últimos años han alcanzado los aviones no tripulados en las guerras se refleja en el aumento exponencial de la demanda y en la creciente cantidad de países que los poseen.

A principios de mes, Irán anunciaba la puesta en marcha de instalaciones, situadas en la provincia de Mazandaran, al norte del país, para la fabricación masiva de aviones y helicópteros no tripulados.

Según Hamed Saeedi, director de la Compañía Aeroespacial Farnas, darán vida a nuevos modelos con capacidad para neutralizar y desviar las señales de los radares gracias al diseño de fuselajes con superficies angulosas y materiales absorbentes en la línea del caza F117 Nighthawk o del bombardero B2 Spirit.

Irán lleva nueve años desarrollando estos ingenios voladores que se han ido superando en la distancia de vuelo, lo que pondría dentro del alcance de observación y ataque a parte de las bases estadounidenses en Irak y Afganistán (aunque el potencial de las armas iraníes siempre debe ser considerado con cierto escepticismo debido a la tendencia del régimen de Teherán, cuya escalada verbal no ha dejado de crecer gracias al populismo de Mahmud Ahmadineyad, a exagerar sus capacidades bélicas).

Tragar y migrar en Irán

Sus principales creaciones han sido los modelos Misrad (“migrante) y Ababil (“tragar”) que, como vimos en la anterior entrada del blog, Israel derribó en 2004 y 2005 cuando Hezbolá los lanzó sobre su territorio en respuesta a las constantes violaciones del espacio aéreo libanés por parte de las fuerzas aéreas hebreas, y en la guerra de 33 días de 2006.

Hace dos semanas aparecía la noticia de que el día 25 de febrero los EEUU habían derribado un drone iraní en Irak. Información que finalmente confirmarían las autoridades militares estadounidenses. Según declaró el coronel Scott Maw a Danger Room, la aeronave, modelo Ababil 3, fue seguida desde el momento en que cruzó la frontera. Se la abatió una hora y diez minutos más tarde.

Si se hubiese tratado de un avión tripulado, las repercusiones políticas del incidente habrían sido sin dudas mayores debido a la muerte o captura del piloto. Y tal vez esta sea una característica a resaltar del papel de los drones en los escenarios bélicos contemporáneos.

Más ataques para Obama

El derribo del avión no tripulado iraní en Irak generó no pocas reacciones y preguntas en EEUU. Algunas, por lo menos curiosas en su indignación si tenemos en cuenta que las fuerzas estadounidenses no recibieron invitación alguna para “desembarcar” en Irak, y que emplean de forma constante los drones para bombardear Pakistán.

Como veíamos el pasado lunes, el incremento de las horas de vuelo de los drones de combate de EEUU fue de un 94% entre 2007 y 2008, que protagonizaron 71 aviones Predator. Modelo que suele llevar misiles Hellfire y que se estrenó en Bosnia para luego ser empleado en Serbia, Yemen, Irak y Afganistán.

Basta seguir las noticias de Geo TV para estar al tanto casi al instante de los sucesivos ataques que EEUU realiza principalmente en las regiones de Waziristán del Norte y Sur (esta última, bastión del líder talibán pakistaní Baitullah Mehsud, al que se acusa de estar tras el asesinato de Benazi Bhutto).En 2008 sumaron más de cuarenta los bombardeos de los Predator.

Este año, a pesar del cambio de poder en la Casa Blanca, han continuado llevándose a cabo. Sin ir más lejos, este miércoles tuvieron lugar dos ataques que dejaron al menos siete muertos en Waiziristán del Sur.

Pero eso no es todo, la semana pasada el diario New York Times señaló que el ejecutivo de Obama consideraba ampliar sus bombardeos encubiertos en las provincias occidentales de Pakistán.

¿Guerra de drones?

Esta historia ha tenido varios momentos reveladores: el primero, cuando la senadora Diane Feinstein declaró ante el congreso que los drones despegaban desde bases en Pakistán, lo que dejó en mal sitio al gobierno de Islamabad, ya que siempre ha considerado a los ataques como “contraproducentes” que dan legitimidad a los insurgentes. Es más, hasta ordenó al Ejército que realizara prácticas sobre cómo derribar a los drones.

En realidad, el problema que ahora tiene el gobierno paquistaní es herencia de Pervez Musharraf. Mientras este último seguía al frente del gobierno, la administración Bush le pedía permiso con uno o dos días antelación antes de lanzar cada ataque. Ahora, como informa el LA Times, la CIA “se ha quitado los guantes” y actúa de forma autónoma.

Las quejas no han cesado por parte del presidente Asif Ali Zardar y del Ejército paquistaní hacia estas operaciones que hasta ahora sólo han logrado dar con dirigentes de rango medio de Al Qaeda (a lo largo de los últimos seis meses: Rashid Rauf, Abu Khabab, Khalid Habib y Usama al-Kini).

La pregunta que cabe hacerse es si los bombardeos fuesen realizados por cazas F16 en lugar de drones Predator, ¿estaríamos hablando entonces de una guerra abierta entre EEUU y Pakistán? Quizás ese sea otro de los cambios que los aviones no tripulados han traído a los conflictos armados.

A la caza de los aviones no tripulados: Israel y Hezbolá

Los aviones no tripulados se han convertido en las estrellas en ascenso de los actuales conflictos armados, según anunciamos hace tiempo ya en este blog. Su proliferación ha sido vertiginosa, tanto en unidades fabricadas, como en horas de vuelo y en la diversidad de actores que los poseen.

La primera guerra en que los drones se utilizaron de forma masiva fue la que enfrentó a Israel y a Hezbolá durante julio y agosto del año 2006, y que llegó a su fin con la retirada de las fuerzas hebreas en respuesta a la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Un conflicto que comenzó con el secuestro de dos soldados del Tsahal por parte de los hombres de Hasán Nasralá, que pretendían cambiarlos por detenidos en cárceles israelíes como Samir Kundar.

El ejecutivo de Ehud Olmert respondió con una ofensiva desproporcionada, matando a más de mil civiles y reduciendo a ruinas a una parte significativa del País de los cedros, para terminar, de forma inexplicable, realizando finalmente el intercambio de prisioneros en 2008.

Vigilancia y ataque

En el valle de la Vekaa, en Beirut y en el territorio que se despliega al sur del río Litani, el zumbido de los aviones no tripulados israelíes se sucedía de forma casi constante. En aquellos días, Robert Fisk los describió desde su casa del barrio de Hamra:

Después de las 4 AM, el seseo de un drone apareció en el cielo sobre mi casa. Llamados MK por los fabricantes, las madres libanesas intentaban disminuir el miedo de los niños a la criatura ominosa traduciendo su nombre como «Um kamel», la madre del camello. Buscaba objetivos durante la noche, como todas las masacres perpetradas por las fuerzas Aéreas israelíes en el sur de Líbano, no lo podías ver.

El modelo Hermes 450, fabricado por la empresa Elbit System, sumó unas 15 mil horas de vuelo. Su misión era localizar las lanzaderas de los misiles rusos Katyushas de 122 mm que los comandos del Partido de Dios escondían bajo alfombras diseñadas para absorber el calor del sol.

Aunque los mandos castrenses hebreos evitan expresarse al respecto, los aviones Hermes 450 también fueron empleados para lanzar ataques según relatan numerosos testigos.

Tres Hermes 450 se estrellaron durante la guerra: dos por fallos mecánicos y otro como consecuencia de un error de quien lo dirigía desde algún bunker perdido en Israel. Aviones F16 bombardearon las zonas en las que habían impactado para no dejar rastros. El Tsahal también empleó modelos como el Heron 1 y el Searcher 2.

Un buen escaparate

Este despliegue masivo de aviones no tripulados en territorio libanés resultó de algún modo predecible, pues Israel es el líder mundial en su desarrollo, fabricación y exportación. En este sentido, la segunda guerra del Líbano sirvió de escaparate para exhibir el desempeño de estos ingenios cuyas ventas se han multiplicado exponencialmente desde entonces.

Apenas terminó el conflicto, las revistas especializadas no dejaron de elogiarlos. Ponían el énfasis en que habían servido para destruir el 90% de las lanzaderas de alance medio de Hebzolá apenas habían disparado el primer misil, por lo que resultaban el elemento indispensable para las guerras asimétricas de la actualidad.

Citaban a la Israel Aircraft Industries (IAI) en sus comentarios de que el Heron 1 había tenido un desempeño “mucho mejor de lo esperado” y de que el Searcher 2 voló “miles de horas de misión con una excelente fiabilidad”.

Haim Kellerman, director general de Elbit Systems, subrayó que los drones habían demostrado su capacidad y que creía que su número iba a aumentar. “Esperamos una necesidad creciente de operaciones con distintos aviones no tripulados”, declaró.

Los sin piloto de Dios

Lo que sí resultó sorprendente fue que Hezbolá contase también con aviones no tripulados. Cuatro drones modelo Ababil, de fabricación iraní. Uno de ellos explotó al despegar. Otro se estrelló al sur de la frontera libanesa. Y los dos restantes fueron derribados por la fuerza aérea israelí.

Uno de estos últimos volaba a muy baja altura y avanzaba lentamente cuando fue derribado por el misil Python 5 lanzado por un caza F16. Llevaba diez kilos de explosivos y el escudo del Partido de Dios, con su fusil AK47 en alto, pintado en el fuselaje, por lo que su lanzamiento podría haber tenido un fin también propagandístico, de demostración de que no sólo el espacio aéreo libanés era surcado por aviones no tripulados enemigos.

Algo que no extrañaría en la habitual estrategia de desafío de Hasán Nasralá, que ya en 2004 había lanzado un drone modelo Misrad 1, también hecho en Irán, sobre territorio israelí como respuesta a las continuas violaciones del espacio aéreo libanés desde el final de la ocupación en el año 2000.

Esa misma estrategia que lo llevó el 22 de septiembre de 2006 a congregar en el sur de Beirut a miles de personas para celebrar de forma altanera su pretendida «victoria divina» contra Israel cuando las ruinas continuaban humeantes, los muertos palpitando bajo la tierra y los drones enviados desde Tel Aviv volando sobre nuestras cabezas.

A la caza de los aviones no tripulados: Rusia, Georgia e Israel

Hace más de dos años escribíamos en este blog que los aviones no tripulados, también conocidos como “drones”, tendrían cada día un mayor protagonismo en los conflictos armados. Desde entonces, la demanda de estas aeronaves, que pueden realizar labores tanto de reconocimiento como de ataque, ha crecido exponencialmente, al igual que su capacidad letal y autonomía.

Según un reciente documento del Departamento de Estado, EEUU pasó de tener unas 300 unidades en el año 2002, a contar con más de siete mil en la actualidad. Solamente en Afganistán e Irak las horas de vuelo se duplicaron desde el año 2006, pasando a unas 400 mil. Con respecto a los drones de combate, el incremento de las horas de vuelo fue de un 94% entre 2007 y 2008 que protagonizaron 71 aviones Predator.

Una de las consecuencias de este aumento de la presencia de las aeronaves no tripuladas es que ha generado tensiones en no pocos lugares del planeta, especialmente cuando han realizado ataques en territorios sobre cuyos mandos carecen de soberanía, o cuando han sido derribadas. En las siguientes entradas de Viaje a la guerra haremos un recorrido por los incidentes más relevantes de estos dos años.

Prólogo de guerra transcaucásica

El domingo 20 de abril de 2008, un avión no tripulado Hermes 450 con bandera georgiana y fabricado en Israel por la empresa Elbit Systems, que en teoría había sobrevolado Abjazia, era derribado por la Fuerza Aérea rusa. Aunque en un primer momento Tbilisi negó lo sucedido, del mismo modo en que lo había hecho un mes antes con un incidente similar, poco tiempo tardó en usarlo a modo de argumento contra Rusia.

El presidente georgiano Mijáil Saakashvili, que se había comprometido durante la campaña electoral que lo llevó al poder en 2003 a terminar con las aspiraciones separatistas de Abjazia y Osetia del Sur, aprovechó la ocasión para lanzar una febril misión de relaciones públicas con la entrada a la OTAN en el horizonte de sus aspiraciones.

Un portavoz militar ruso declaró a Reuters que las acusaciones eran “absurdas”. Pero Saakashvili, que habló durante cuarenta minutos con Putin a raíz del incidente, contaba con una prueba difícil de refutar: el vídeo filmado por el propio avión no tripulado antes de ser abatido.

Según muestra la BBC, en él se ve cómo un MIG 29 cambia de rumbo, lo enfrenta y le dispara sobre las aguas del mar Negro. El 26 de mayo de 2008, una comisión de observación de la ONU terminaría por dar la razón a Georgia.

Fracaso georgiano

Las tensiones entre ambos países fueron aumentando, hasta que en agosto, durante los primeros días de los Juegos Olímpicos de Beijing, comenzó una guerra abierta que terminó con la derrota de Georgia. Saakashvili no recibió el apoyo que esperaba de Occidente más allá de las condenas y el enfriamiento de algunos meses de las relaciones con el Kremlin.

Pero no todo quedó ahí, otros drones cayeron después del conflicto. El 23 de septiembre, las autoridades de Tbilisi declararon que acababan de derribar en su territorio un avión no tripulado ruso. El 17 de noviembre de 2008, afirmaron que un aparato similar cayó cerca de Osetia del Sur. Siete soldados y un niño resultaron heridos. Dos ingenieros castrenses georgianos fueron asesinados cuando intentaron acercarse a los restos del aparato.

Desprestigiado por el fracaso militar, Saakashvili se enfrenta ahora a manifestaciones populares similares a las que terminaron con su antecesor, el antiguo ministro de Mijaíl Gorbachov, Eduard Shevardnadze. Y, a su vez, con quien lo precedía: Zviad Gamsajurdia, primer presidente del país. En lo que parece ser ya una tradición georgiana tanto como los periódicos enfrentamientos con Rusia por las regiones secesionistas y la indiferencia de Occidente.

El amigo israelí

Se estima que Georgia tiene unos cuarenta aviones no tripulados, principalmente modelos Skylark y Hermes 450 de fabricación israelí. Los rebeldes de Abjazia afirman que han derribado siete de estas aeronaves, gracias a misiles tierra-aire Buk, pero Tbilisi sólo ha aceptado una de estas supuestas bajas, la que provocó el MIG 29 ruso.

Resulta lógico que Israel sea el proveedor de Georgia, pues es el país puntero en esta clase de tecnología, y porque entre ambas naciones existe una estrecha vinculación.

Además de armas, contratistas militares israelíes entrenaron a las fuerzas de élite georgianas que lucharon contra los rusos. Entre ellos se encuentra el brigadier general Gal Hirsch, que tras tener que renunciar por el fracaso de Israel en la guerra contra Hezbolá de 2006, montó la empresa privada Defense Shields. Esto llevó a Hasan Nasralá (que no pierde ocasión de azuzar a sus enemigos) a decir que los georgianos habían perdido contra los rusos por culpa de Hirsch.

Pero no son pocos los que han criticado esta relación en el propio Israel, ya que consideran que Rusia, por su ascendiente sobre Siria e Irán, es un aliado más importante al que no se debe generar malestar alguno. Por esta razón, las ventas de armamento se limitaron a equipos de infantería y visión nocturna, excluyendo misiles, tanques y cazas.

Lo que no impidió que Moscú reiterase sus quejas a Israel hasta que, el 5 de agosto de 2008, el gobierno de Tel Aviv declarara que suspendía las ventas a Georgia. Si bien son empresas privadas quienes producen estas armas, incluidos los drones, tienen que contar con aprobación oficial para poder exportarlas.

La paradoja de esta historia es que el 18 de noviembre de 2008, el gobierno ruso, que vende misiles a Irán y Siria, aseguró que comprará aviones no tripulados nada menos que a Israel, pues su flota se encuentra ya obsoleta.