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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Maras, droga y muerte en Honduras

En diciembre se estrena «La mara vida», el octavo reportaje con el que he trabajado con Jon Sistiaga para Canal Plus. Una inmersión a fondo en la realidad del país más violento del mundo.

Como bien cuenta Jon en la locución, ya en los primeros tres días de rodaje grabamos once muertos. Y las alertas de cadáveres que aparecían en la calle descuartizados, empaquetados o cosidos a tiros no dejaban de sucederse.

La pobreza extrema de América Latina, que a pesar de su reciente progreso sigue siendo la región más desigual del planeta, es una de las razones de esta plaga de brutales asesinatos.

La otra, el narcotráfico. Cuando el poder de la droga pasó de Colombia a México, las organizaciones criminales del país norteamericano se hicieron fuertes también en América Central. Un buen día dejaron de pagar en efectivo para hacerlo en droga y generar también consumo local.

La mayoría de los muertos son por pugnas entre maras por el territorio: Mara 18, Salvatrucha, Chirizos, El combo… Tanto para el narcomenudeo como para la extorsión (fuimos testigos de una ola de asesinatos de taxistas para difundir el miedo y que ninguno deje de pagar el llamado «impuesto de guerra»).

De fondo, como siempre subrayo en este blog, la hipócrita decisión de los gobiernos de no legalizar la producción, la distribución y el consumo de estupefacientes. Mejor generar decenas de miles de muertos, provocar estados fallidos, que enfrentarse con seriedad y rigor al problema.

Ojalá los presidentes de tantos países no tengan que esperar a ser ex presidentes para animarse a decir lo que piensan: que la guerra contra las drogas es mucho peor remedio que la peor de las enfermedades en costes humanos y económicos.

Quizás porque los que pagan el precio de esta decisión – que dentro de algunas décadas nos resultará incomprensible y retrógrada – sean los más pobres. Los ricos, lo tienen más fácil: seguridad privada y a mirar por encima de los muros.