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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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La maleta del reportero

Momento de cambio de ciclo. De cerrar proyectos y buscar nuevos horizontes. En la recta final de dos documentales – «La Guerra contra las mujeres«, en el que llevo ya un lustro trabajando, y «Quiero ser Messi«, que se estrenará en TVE – y dando los primeros pasos en varias producciones que me tienen no poco ilusionado.

Entrevista a Mayte Carrasco en su casa de Madrid. Nos muestra un recuerdo de la guerra de Georgia. Marzo 2013. Foto: Alberto Rojas.

Entrevista a Mayte Carrasco en su casa de Madrid. Nos muestra un recuerdo de la guerra de Georgia. Marzo 2013. Foto: Alberto Rojas.

Una de ellas está íntimamente ligada con este blog. Por ahora, la estamos llamando «La maleta del reportero», aunque seguramente será un título que cambie a medida que el proyecto vaya evolucionando y encontrando su propia voz, su propia lógica intrínseca.

Más no puedo desvelar. Bueno sí, que cuento con excepcionales compañeros de viaje como Alberto Rojas, Raquel Villaécija y Rosa Meneses. Todo un lujo.

Y que una parte de su propuesta pasa por el diálogo con reporteros, por rescatar algunos de sus recuerdos más significativos y determinantes. Hasta ahora he tenido el placer de sentarme nada menos que con Alfonso Armada y Mayte Carrasco.

Esta semana, más compañeros, a los que será sin dudas también un placer y una lección, escuchar. Otro lujo que espero poder compartir ya más abiertamente con vosotros dentro de poco tiempo en estas páginas.

Sin paz para la prensa en Somalia: 17 periodistas asesinados en 2012

Hay posguerras que son inclusive más brutales que las propias guerras, en especial para la prensa. Los combates abiertos han cesado pero el lenguaje que predomina es el de las armas, en gran medida gracias a la impunidad que da la ausencia de un Estado eficiente. Y los periodistas que salen ávidos a contar historias chocan de frente con esa violencia que intenta acallar las denuncias de crímenes pretéritos, ajustar cuentas o mantener el silencio con respecto a estructuras corruptas.

Periodistas de Radio Mogadiscio siguen transmitiendo cada día a pesar de la violencia. Septiembre 2011, Somalia. (Foto: Hernán Zin)

Lo vimos en estas páginas en la República Democrática del Congo, con el cobarde asesinato de Didace Namujimbo, periodista de Radio Okapi, que tanto me ayudó en julio de 2008 cuando desembarqué en Bukavu para rodar el documental “La guerra contra las mujeres”.

Tres meses más tarde, varios hombres lo esperaban en la puerta de su casa para matarlo. Un destino similar al que había sufrido antes Serge Maheshe, otro reportero de la independiente Radio Okapi, auspiciada por Naciones Unidas.

Muertes que reflejan una realidad tantas veces ignorada: la mayoría de los periodistas asesinados son locales y no extranjeros, aunque la prensa preste mayor atención a estos últimos. En 2011, la relación fue de un 84% de reporteros nacionales muertos frente a un 16% de corresponsales, enviados especiales y free lance llegados desde otros países.

El 60% perdió la vida mientras cubría noticias políticas y apenas el 20% en conflictos armados. Un 33% era freelance. Un 98% eran hombres. Y el 100% de los casos, atención, ha quedado impune. Pakistán, Irak, Libia y México eran los lugares más peligrosos en 2011 para ejercer este oficio.

Mogadiscio, ciudad enemiga la prensa

Tras 21 años de muerte, anarquía y violencia endémica, la guerra en Somalia parece haber llegado a su fin esta semana con la toma de Kismayo – el gran bastión de los islamistas en el sur del país -, por parte de las tropas de la Unión Africana.

Como vimos en nuestros últimos viajes a Mogadiscio, la capital fue liberada de Al Shabab hace 13 meses. Llevaba años dividida en dos, con una clara línea separando a los bandos como Sarajevo en los 90 y Beirut en los 80.

La retirada de los fundamentalistas, que contamos con Jon Sistiaga para Canal Plus, resultó ser más letal para los periodistas que la propia guerra. En aquel reportaje conocimos a Abdi Aziz Mohamed, un periodista de Radio Mogadiscio apodado “África” al que varias veces Al Shabab puso precio a su cabeza. A pesar del final del conflicto abierto en la capital, “África” apenas abandonaba la emisora por miedo a lo que le pudiera pasar.

Desde entonces, en la misma medida en que la llegada de la paz y el fin de conflicto se hacían cada día más evidente, mayor era el número de periodistas somalíes asesinados, hasta el punto de que se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para la prensa. Este es el listado que me envían desde Moga de los compañeros que se han dejado la vida solo en lo que va de año:

. 28 de enero: Hassan Osman Abdi Fantastic (Director de Shabelle Media)

. 22 de febrero: Abukar Hassan Kadaf (Director de Radio Somaliweyn)

. 4 de marzo: Ali Ahmed Abdi (Radio Galkayo)

. 5 de abril: Mahad Salad Adan (Shabelle Media)

. 3 de mayo: Farhan Jeemis Abdulle (Radio Daljir)

. 24 de mayo: Ahmed Adow Anshur (Shabelle Media)

. 7 de julio: Abdiqadir Omar Abdulle (Universal TV)

. 13 de julio: Abdi Jeylani Malaq (periodista, comediante)

. 12 de agosto: Yusuf Ali Osman (veterano periodista del Ministerio de Información)

. 12 de agosto: Mohamud Ali (locutor de la radio Voice of Democracy)

. 16 de septiembre: Zakariye Mohamed Mohamud (cámara freelance)

. 20 de septiembre: Hassan Yusuf Absuge (Radio Maanta)

. 20 de septiembre: Liban Ali Nur (Somali National TV)

. 20 de septiembre: Abdisatar Dahir Sabriye (Somali National TV)

. 20 de septiembre: Abdirahman Yasin (Radio Voice of Democracy)

. 27 de septiembre: Abdirahman Mohamed Ali (Periodista deportivo de Ciyaaraha Maanta)

. 28 de septiembre: Ahmed Abdulahi Fanah (Agencia de Noticias de Yemen)

Desde aquí, nuestros respetos a sus familias y compañeros.

El 84% de los periodistas asesinados en 2011 trabajaba para medios locales

Hace poco me invitaron a asistir a una conferencia en la que una serie de periodistas africanos congregados en Madrid iban a “criticar” la labor informativa que en España realizamos sobre este continente. El título tenía un deje literario: “Si hablas de nosotros”.

Un periodista somalí identifica el cuerpo de su compañero, Abdisalan Sheik Hassan, asesinado el 18 de diciembre en Mogadiscio. Foto: AP

No asistí porque me pareció una iniciativa lastrada por cierto buenismo, por esa suerte de discriminación positiva que al final consigue todo lo contrario de lo que se propone: señalar, resaltar, dar una consideración especial, a determinado colectivo al tiempo en que proclama querer tratarlo con normalidad y en condiciones de igualdad.

¿Por qué me iba interesar «especialmente» la opinión de un periodista africano sobre mi trabajo? Me interesa lo mismo que la opinión de un camboyano cuando hago un reportaje sobre Camboya o que un brasilero cuando hablo de Brasil.

Y sólo si el periodista conoce en profundidad el tema, es un buen profesional y gozamos de confianza. En general, lo que me importa es el juicio y la mirada de las personas cuyas historias estoy contando.

Trabajo codo a codo

Además hay otra consideración importante: no sólo los españoles que están ahora en la zona en la que habitualmente me muevo, el Cuerno de África, realizan una magnífica labor, cargada de matices– hablo de jóvenes como Eduardo Molano y José María Calatayud que viven en Nairobi -, sino que nuestro trabajo sería casi imposible sin la colaboración de los periodistas locales.

Esos periodistas locales que tantas veces comparten con nosotros sus agendas; que nos explican quién es quién y por qué intereses reales se mueve; que muchas veces nos hacen de traductores y guías. Lo queramos o no, la mirada del reportero autóctono casi siempre está.

Por otra parte, en este mundo cada día más interrelacionado, buena parte de la información de las grandes agencia internacionales ya la realizan los propios periodistas del lugar. Somalia, destino habitual de este blog, es uno de esos países en el que los ojos que cuentan la noticia son autóctonos salvo reportajes puntuales como Los señores de la guerra.

Otro año de violencia

En no pocas ocasiones he escrito sobre estos profesionales y los riesgos que corren. Nosotros nos vamos; ellos se quedan. Son fáciles de localizar. Y desarrollan su labor en sitios donde la ausencia del Estado, o la perversión y corrupción del mismo, los coloca en una situación de extrema vulnerabilidad.

Recordemos por ejemplo a Didace Namujimbo, de Radio Okapi, que fue quien nos orientó en 2008, durante nuestro primer desembarco en la República Democrática del Congo. Apenas tres meses más tarde, hombres armados lo asesinaron en la puerta de su casa en Bukavu. Era así el segundo reportero de la emisora en perder la vida. Meses antes habían matado a Serge Maheshe.

Otro año más, en los informes sobre el número de profesionales muertos de la información, los periodistas como Didace encabezan la lista. En total, según Reporteros Sin Fronteras, han muerto 66 periodistas (un 16% más que los 57 de 2010). Pero más nos importa el análisis del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), que profundiza en el perfil de los 45 reporteros asesinados por causas ya comprobadas y relacionadas con el ejercicio de su trabajo.

El 84% de los muertos fueron compañeros locales, contra un 16% de extranjeros. Más allá de los lugares comunes, lo cierto es que el 60% perdió la vida mientras cubría noticias políticas, y apenas el 20% en conflictos armados. Un 33% era freelance. Un 98% eran hombres. Y el 100% de los casos, atención, ha quedado impune. Pakistán, Irak, Libia y México son los lugares más peligrosos para ejercer este oficio.

De Tanzania a Somalia

Dos de los periodistas locales con los que he trabajado este año han sufrido agresiones. Frederick Katulanda en la ciudad de Mwanza, Tanzania, al que le dieron una paliza por investigar un caso de corrupción en el gobierno local. Y más recientemente Abdi Aziz Mohamed, conocido como «África», un periodista nacido en la capital somalí. En varias ocasiones, Al Shabab puso precio a la cabeza de este reportero de Radio Mogadiscio que casi no abandona la emisora por miedo a lo que le pueda pasar.

Justamente el último periodista asesinato de un periodista este año tuvo lugar en Somalia. Abdisalan Sheikh Hassan, colaborador freelance de la cadena Horn TV, recibió un disparo en la cabeza mientras viajaba con su coche por Mogadiscio, a plena luz del día. Al parecer, a raíz de la cobertura que realizado de una muy tensa cesión del Parlamento de Transición, había comenzado a recibir llamadas de amenaza.

Y esa es la causa de la mayor muerte de periodistas en el mundo. No la guerra como podría parecer. Sino cuando interfieren con los negocios turbios de algún poderoso local.

De la violencia contra los periodistas en 2011

Última semana de 2011. Momento de balance y cierre de cuentas de un año que nos ha dejado no pocas lecciones.

Entre otras, que los mercados premian por sobre todas las cosas que se imprima dinero. Les gusta que los bancos centrales den a la máquina de fabricar billete más que a un tonto un euro. Ya no nos queda duda, lo importante es saber que se va a recuperar la inversión, sea como sea.

Periodistas somalíes posan junto al cuerpo sin vida de Abdisalan Sheikh Hasan, reportero asesinado en Mogadiscio el 18 de diciembre. Foto: Reuters.

También hemos descubierto que los periodistas somos capaces de repetir un mismo titular semana tras semana, sin matices ni rubor, hasta el paroxismo del tedio y la predictibilidad. Un estudio independiente señala que, sólo en España, la frase “El euro se juega su futuro” encabezó 2.220.342 artículos a lo largo del año.

Ahora parece que el titular “Estamos en recesión” seguirá por la misma senda, y hasta es posible que rompa el récord del anterior. Porque esa es otra de las enseñanzas que hemos recibido en 2011: si recortas cientos de miles de millones de euros, entras en recesión.

Suerte que ayer el nuevo ministro, Luis de Guindos, vino y lo confirmó. De otro modo, nunca lo hubiésemos imaginado. Supongo que es lo que tiene ser economista, y contar con Aznar, aunque sea en la sombra. Sí, el otro presidente que tampoco se animó a meterle mano a la burbuja cuando todavía estábamos a tiempo.

Revoluciones y televisiones

Recordaremos al 2011 como el año del despertar árabe tras décadas de sufrir el yugo de los dictadores mimados por Occidente. Según nos muestra Egipto, no se trata de un movimiento lineal, sino que tiene avances y retrocesos. Sucedió en la Revolución Francesa. Las fuerzas conservadoras, mejor organizadas y con más práctica en la gestión del poder, siempre intentan recuperar el terreno perdido.

Sin embargo, a la larga la batalla está ganada. Una vez que el germen de la libertad despunta en una sociedad es muy difícil que se vuelva atrás. Como mucho, cuando ya tengan democracia, alguien vendrá y les montará Telecinco y La Noria para tratar de atontarlos.

Por cierto, ese es otro de los grandes titulares que nos deja la prensa esta semana: la cadena de Berlusconi es la más sancionada por violar el espacio de protección infantil. La verdad, a veces uno no entiende para qué lee periódicos si todo lo que te dicen ya lo sabes: que estamos en recesión, que Telecinco no es exactamente una televisión amiga del buen gusto ni del diálogo mesurado ni de los niños.

Se va 2011. El año también de Fukushima, con la cobarde estampida en avión de los occidentales que allí vivían. Bueno, no exactamente allí, sino a cientos de kilómetros, pero parece que la histeria no entiende de distancias ni tampoco los Ministerios de Asuntos Exteriores que gastan graciosamente nuestro dinero en fletar aeronaves.

El efecto de los cambios

El año de la abrupta corrida de Dominique Strauss-Khan del FMI, de la lucha contra la corrupción en India liderada por Anna Hazare, del ruido sin furia del 15m y de la nunca ocurrida ocupación de Wall Street, del asesinato de Bin Laden, de la salida de EEUU de Irak, del resplandor de Brasil como sexta potencia mundial, del ingreso de Palestina en UNESCO, de la muerte de Steve Jobs, del cierre de News of the World y del tartazo a Rupert Murdoch, del nacimiento de un nuevo país, Sudán del Sur, que seguimos desde el terreno paso a paso desde 2006 en este blog.

El año en que la humanidad alcanzó la frontera de los 7.000 millones. Frontera que parece anticipar un mundo nuevo en lo que se refiere a la distribución geográfica de la riqueza, la información y las oportunidades. Emergen China, India, Brasil, Turquía, mientras Europa y EEUU están en claro retroceso.

Un año convulso para la prensa. Durísimo para muchos compañeros de profesión. Los eventos anteriormente descritos no han dejado de tener impacto en lo que narramos, porque la prosperidad ha llegado a muchos sitios sin la compañía de la libertad y la tolerancia, porque las revoluciones y movimientos sociales han dejado a muchos profesionales de la información en situación de extrema vulnerabilidad.

Sobre esto iba a escribir ahora, del mismo modo en que lo hago a estas alturas cada año en Viaje a la guerra. Pero como la introducción me ha quedado demasiado larga, lo haré en la próxima entrada, que aún nos quedan algunas horas para el 31 de diciembre.

Utopía, memoria y muerte en el maratón de la vida

Hace poco más de un año, el fotoperiodista Joao Silva – del que ya habíamos hablado en estas páginas debido a su pertenencia al mítico Bang Bang Club y a su presencia continua, a lo largo de casi dos décadas, en zonas de conflicto – perdía las piernas al pisar una mina en Afganistán.

Un equipo de periodistas la red de televisión Bandeirantes lamenta la muerte del camarógrafo Gelson Domingos durante operativo policial en Rio de Janeiro. (Fernando Quevedo / EFE)

El pasado fin de semana, Joao Silva participó en el maratón de Nueva York. Subido a una bicicleta de manos, tardó dos horas y 38 minutos en hacer el recorrido. Terminó en el puesto número 52 de la competición. Como comentábamos hace tiempo, el desafío ya no sólo físico sino también intelectual del repentino cambio de roles, del salto al otro lado de la barrera: de narrador a narrado, de observador a víctima.

“Un año atrás alguien me hubiese dicho que iba a participar en una maratón, le habría respondido que estaba loco», explica Silva, que tiene 45 años. Su objetivo es avanzar en la rehabilitación hasta el punto de poder volver a ejercer el periodismo.

Algo que, quizás tras el accidente parecía imposible, pero hoy, a la vista de la maratón, tiene visos de ser una realidad próxima, situada a la vuelta de la esquina. De hecho, las fotos que publica The New York Times fueron sacadas por el propio Silva.

De la Operación Cóndor a las favelas

Otro gran fotógrafo, también llamado Joao, Joao Pina, acaba de poner en marcha la segunda parte de un proyecto sumamente interesante, del que me habló la última vez que coincidí con él en Buenos Aires: La sombra del Cóndor. Iniciativa que comenzó en 2005 y con la que pretende recuperar la memoria de las más de 60 mil víctimas de las dictaduras de América Latina en los años setenta, los años de Henry Kissinger y el Plan Cóndor.

Para esta segunda etapa de La sombra del Cóndor, que lo llevará a Chile, Argentina y Paraguay, y que concluirá en 2012, Joao está buscando financiación. Podéis echarle una mano aquí, en su página de Emphasis, donde viene todo perfectamente explicado.

Aunque se encuentra a poco más de la salida del maratón de la vida, Joao, que tiene 30 años, cuenta con un currículum extraordinario: ha trabajado ya con The New York Times, The New Yorker, Time Magazine, Newsweek, El Pais, Stern, Expreso. Nos conocimos en la favela más violenta de Río de Janeiro, el Complexo do Alemao, durante una intervención de la BOPE para tratar de capturar a Tota, el antiguo líder del Comando Vermelho.

En los vídeos de aquellos enfrentamientos que hice para este blog en 2007, y que han superado las 400 mil visitas en You Tube, tuve la suerte de poder moverme por la favela junto Joao (que luego haría un magnífico reportaje para The New Yorker firmado por John Lee Anderson).

De las favelas a una nueva televisión

Los recuerdos de aquellas semanas de incursión en las favelas de Río de Janeiro me volvieron a visitar el pasado lunes, cuando leí la noticia de la muerte de Gelson Domingos. Reportero de la cadena Bandeirante, Gelson Domingos cubría una operación policial en la favela de Antares cuando el disparo de uno de los narcos le atravesó el chaleco antibalas a la altura del pecho.

Hoy se está dando el mismo fenómeno del que fuimos testigos en 2007: como se acercan el Mundial de Fútbol y las Olimpiadas, el Gobierno lleva un año actuando con contundencia para terminar con el crimen organizado de los narcos en las favelas. En aquel entonces fue la inminencia de los Juegos Panamericanos la que potenció la acción de las fuerzas de seguridad contra los tres comandos que operan en Río de Janeiro.

Si hay un corredor de fondo en esta profesión es el gran Enrique Meneses. Sesenta años de maratón, de oficio en buena parte del planeta, que no tiene intención de interrumpir a pesar de la quimioterapia o de los 82 años recién cumplidos, y que ahora dan vida a un nuevo proyecto: Utopía TV, del que os hablaré mañana, que es cuando será una realidad.

Estreno en la Seminci del documental «Los ojos de la guerra»

Mañana se estrena en la 56 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, la famosa Seminci, el documental «Los ojos de la guerra».

Con Roberto Lozano en el aeropuerto Jomo Kenyatta de Nairobi, rumbo a Ruanda, durante el rodaje de "Los ojos de la guerra". Agosto 2009.

Dirigido por Roberto Lozano, este largo de no ficción narra el día a día de varios reporteros en conflictos armados: Mikel Ayestaran, Gervasio Sánchez, David Beriain, Sergio Caro y quien escribe estas palabras. Al frente de la dirección de fotografía, otro buen y talentoso amigo: Roberto Fraile.

A modo de contexto, de marco de las historias, el documental presenta entrevistas con destacados periodistas españoles como Arturo Pérez-Reverte, Rosa María Calaf, Ramón Lobo, Maite Carrasco, Javier Balauz, Alfonso Rojo y Olga Rodríguez. Pretende ser también, de este modo, una suerte de reflexión coral sobre la guerra y sobre el trabajo de contarla.

Asia, África y Europa

Con respecto a los escenarios bélicos, «Los ojos de la guerra» nos lleva a Afganistán de la mano de Sergio Caro y David Beriain, a Irak con Mikel Ayestaran, a Bosnia Herzegovina con Gervasio Sánchez – viaje en el que coincidimos pues se trataba nada menos que del 15 aniversario de la masacre de Srebrenica, aquí el vídeo – y en mi caso pasa por Kenia, Ruanda y la República Democrática del Congo.

La mayor parte de aquel viaje, que tuvo lugar en 2009 y al que me acompañaron Roberto Lozano y Roberto Fraile, lo centramos en la provincia congoleña de Kivu Sur.

Muchas de sus historias aparecieron en este blog: el reencuentro con víctimas de la violación como Vumilia, el seguimiento a los niños soldados que dejaban las armas, el accidentado periplo por las montañas a las minas del coltán, las entrevistas a los altos mandos del Ejército del Congo y de la misión de paz de la ONU, entonces llamadas MONUC, en ocasión del proceso de paz llamado «Kimia II». Material que también aparece en el documental «La guerra contra las mujeres».

El único de los protagonistas que lo ha visto hasta ahora ha sido David Beriain. Le ha gustado mucho aunque se le ha hecho extraño el cambio de roles: de narrador a narrado. Interesante reflexión. Veremos mañana. Seguramente será una experiencia enriquecedora.

El diario de Tim Hetherington

Ayer perdieron la vida en Misrata dos grandes fotoperiodistas: el británico Tim Hetherington y el estadounidense Chris Hondros. No me voy a extender en describir sus extraordinarias carreras, pues de ellas dan cuenta hoy los medios de comunicación. Sí me gustaría transcribir el último tuit de Tim Hetherington, escrito el pasado martes y que no dice poco de la situación actual en Libia:

En la sitiada Misrata bajo el fuego indiscriminado de las fuerzas da Gadafi. Sin señales de la OTAN.

Aprovecho para recomendaros el documental Restrepo, de Tim Hetherington, y el libro de su compañero Sebastian Junger, War, del que hablamos hace un año en estas páginas. Supongo que no hay mejor homenaje a un reportero fallecido que recordar su obra.

También, esta entrevista que le realizaron sobre las guerras africanas en el Frontline de Londres. Y un trabajo audiovisual muy personal y heterogéneo: Diary. Una obra apenas conocida en la que Tim traza una semblanza íntima de la guerra, de los contrastes y contradicciones que vive el periodista.

Diary (2010) from Tim Hetherington on Vimeo.

Las nuevas piernas de Joao Silva

En este trabajo en el que nos dedicamos a observar, escuchar y contar resulta siempre extraño salirse de la perspectiva del narrador para situarse en el centro de la historia. Uno se siente privado de amarras, de asidero, arrancado de la comodidad de la costumbre y de lo que sabe hacer para ser lanzado a un territorio incierto.

Imagino que mucho más complejo y paradójico – dejando a un lado el terrible drama humano – debe ser este cambio de posición en el tablero narrativo cuando se pasa involuntariamente de ser alguien que describe lo que sucede a las víctimas de la violencia para terminar convirtiéndose en una. Un salto hacia ese otro lado con el que uno siempre ha dialogado, se ha encontrado y tocado, pero que nunca había llegado a conocer del todo.

Hace años hablamos en estas páginas del Bang Bang Club y del fabuloso trabajo realizado en solitario por Joao Silva desde Irak para The New York Times. El pasado mes de diciembre nos hicimos eco del terrible accidente sufrido por Silva en Afganistán, cuando una mina le arrancó las piernas.

El vídeo grabado en aquel entonces junto a su mujer Leonie y a la reportera Carlota Gall en el Reed Army Medical Center de Washington, de ningún modo nos permitía vislumbrar las imágenes que acaba de publicar ahora el periódico neyorquino, en las que se ve al legendario fotógrafo en pleno proceso de recuperación.

Imágenes que nos recuerdan a las que se colgó en You Tube del fotoperiodista andaluz Emilio Morenatti, que en dos ocasiones se pasó al lado de las víctimas: primero cuando fue secuestrado en Gaza y luego cuando un artefacto explosivo lo mutiló. Él también supo recuperarse y volver a andar con ayuda de una prótesis.

Creo que no es necesario elogiar el tesón y el afán de superación de estos magníficos reporteros. Quizás no olvidar aquello que tanto insiste en que tengamos presente el incombustible Gervasio Sánchez: el efecto devastador de las minas.

Y quizás también tomar nota del cambio de estrategia del Ejército de EEUU en Afganistán. Siguiendo el modelo de la famosa surge articulada por el general David Petraeus en 2007 en Irak, se trata de poner a más soldados en el terreno para proteger a la población local y evitar las bajas entre civiles que provocaban los bombardeos y que no hacían más que aumentar el apoyo a los talibanes. El modelo clásico de contrainsurgencia.

Esto implica más botas en Kandahar y en Helmand, más militares muertos, mutilados, como ya sucedió durante la surge, y segura y lamentablemente más periodistas que conocerán de primera mano el universo de las víctimas que tan a menudo reflejan.

Próximo estreno de «Los ojos de la guerra»

El periodismo – o cómo sea que se llame esta pasión por patear mundo y contar historias – me ha regalado muchas cosas.

Desde la distancia para valorar mi propia existencia en perspectiva – tratando siempre de que sea con humor e ironía, relativizando los problemas y gozando hasta el paroxismo cuando las cartas vienen bien dadas – hasta el privilegio de conocer a gente extraordinaria.

Entre esta gente extraordinaria no sólo están los entrevistados, anónimos o célebres, sino algunos compañeros que a través de los años me han enriquecido con su compromiso, lealtad y generosidad.

Muy a menudo me lo repito: si algo debo y valoro de esta profesión son los amigos que me ha dado.

Y es lo primero que pensé ayer, cuando me mandaron el trailer del documental «Los ojos de la guerra» y leí el nombre de los participantes. Mucha gente querida hay allí, detrás de cámara y delante, mostrando su trabajo o reflexionando.

Varias generaciones de reporteros que se cruzan, que dialogan y debaten. Desde los maestros de la llamada «tribu» hasta los que estamos ahora en el terreno. Pero, sobre todo y ante todo, buenos y admirados amigos.

LOS OJOS DE LA GUERRA – THE EYES OF WAR from CESNA PRODUCCIONES on Vimeo.

Para más datos sobre la progresión y vida de «Los ojos de la guerra», su página en Facebook.

El 90% de los muertos en el ejercicio del periodismo son reporteros locales

Es una observación que siempre intento traer a colación y enfatizar cuando surge la cuestión de los riesgos de trabajar en zonas de conflicto: más allá de las altisonancias de ciertas coberturas internacionales y del inevitable juego de vanidades que está presente en esta profesión como en casi todas, lo cierto es que el mayor peligro lo corren siempre los periodistas locales.

El Comité para la protección de periodistas refleja esta realidad en el informe que publicó hace dos semanas sobre la muerte de profesionales de la información a lo largo del año 2010:

A nivel global, casi el 90% de las víctimas eran reporteros locales que cubrían cuestiones que afectan a sus comunidades. Entre ellos se encuentra Sardasht Osman, un reportero iraquí que fue secuestrado en la vía pública y luego asesinado después de describir supuestas corrupciones en el Gobierno de Kurdistán.

El caso de Sardasht Osman explica en cierta medida por qué los periodistas locales, cuyas crónicas pocas veces superan las fronteras de sus países o reciben premios internacionales, componen la mayoría de los 42 profesionales de la información muertos en 2010:

. Suelen trabajar en Estados débiles, fallidos, corruptos

Estados que poca protección les pueden brindar y que ofrecen de antemano a los agresores la certeza de que sus crímenes quedarán impunes.

Nahúm Palacios Arteaga, presentador de noticias fue asesinado por sicarios en la puerta de su casa. El Comité denuncia que las autoridades hondureñas sólo comenzaron a investigar lo sucedido meses más tarde, como respuesta a las presiones internacionales. El día 30 de diciembre, Henry Suazo, locutor de radio, murió en circunstancias similares, lo que vuelve a demostrar el predominio de la impunidad en Honduras.

Bielorrusia parece ser hoy el lugar en el que la prensa está en jaque (por el propio gobierno de Minsk). Inquietan también las nueves leyes contra la libertad de expresión en Venezuela y Hungría (que, además, asume la presidencia de la UE).

. Sus crónicas y denuncias tienen un impacto directo en sus comunidades

Germain Cyrille Ngota Ngota, periodista camerunés fue detenido después de que le preguntara a un asesor del presidente sobre el pago de comisiones ilegales por parte de la compañía pretrolera estatal SNH. Murió asesinado en prisión.

Preocupan a nivel mundial el aumento de los secuestros, que sumaron 51 reporteros en 2010, veinte más que durante los dos años anteriores. Somalia, Afganistán y México encabezan la lista.

. Son fácilmente localizables

Luis Carlos Santiago, fotógrafo de El Diario de Ciudad Juárez, murió como consecuencia de disparos. Esto llevó al periódico a publicar un editorial en el que reconocía a los narcotraficantes como el poder de facto en la ciudad. Les preguntaba: “¿Qué quieren de nosotros?”. México, Indonesia y Honduras se han posicionado el pasado año entre los lugares más violentos para la prensa.

. Se exponen de forma reiterada y sostenida a la violencia

Tras años de predominio de Irak, Pakistán está ahora en el primer puesto de peligrosidad para los periodistas, con ocho compañeros muertos en 2010. La mayoría eran reporteros de televisión que perdieron la vida en fuego cruzado o por atentados suicidadas (esto último suele suceder cuando, tras una primera deflagración, aparece otro terrorista en la zona que atenta contra las fuerzas de seguridad y personal sanitario que se ha acercado para atender a las víctimas. Una estrategia habitual hace unos años en Irak).

Ejazul Haq, de 42 años, falleció por una bala perdida cuando cubría para una cadena local el enfrentamiento entre militares paquistaníes y terroristas suicidas en una mezquita de Lahore, en el mes de mayo. Resalta también, el informe del Comité para la protección de periodistas, que ahora son los reporteros de televisión las principales víctimas – casi el 40% -, desplazando a la prensa escrita.

En recuerdo de Didace

Ahora que me encuentro en Buenos Aires, editando finalmente el documental «La guerra contra las mujeres» – fruto de tres años de rodaje, principalmente en la República Democrática del Congo – expresar el recuerdo y la admiración por Didace Namujimbo, otro periodista local anónimo y valiente, que tuvo la generosidad de orientarme y pasarme contactos a los pocos días de haber desembarcado por primera vez en Bukavu.

El 21 de noviembre de 2008 lo mataron de un disparo en la cabeza cuando volvía a su casa en el barrio de Ibanda. Con el había estado hablando justamente del asesinato, un año antes, de Serge Maheshe, otro de sus compañeros de Radio Okapi.

Foto: Reuters.