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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Uno de cada tres aviones de guerra de EEUU es no tripulado

En este blog fuimos testigos de un hecho sin precedentes: el uso masivo de aviones no tripulados en un conflicto armado. Sucedió en Gaza, en el año 2006, durante la operación Lluvia de verano que el gobierno de Israel lanzó sobre la franja como respuesta al secuestro del soldado Gilad Shalit, llevándose por delante la vida de más de 450 personas, en su gran mayoría civiles.

Avión no tripulado MQ-1 Predator. EEUU ha perdido 38 unidades en Irak y Afganistán. Foto: Reuters.

Semanas más tarde, el mismo fenómeno se repetiría de forma más vasta aún en Líbano, donde Israel lanzaría decenas de drones para realizar labores de inteligencia y ataque durante la conocida como «Guerra de los 33 días» que Ehud Olmert decidió conducir contra Hassan Nasaralá y su Partido de Dios.

El estupor y la sorpresa frente a aquel despliegue de drones lo plasmé aquí, el 28 de noviembre de 2006, en el artículo Aviones no tripulados, los nuevos protagonistas de la guerra.

Historia de un cambio

Desde que el actor británico, y aficionado a la aviación, Reginal Denny vendiera 53 unidades del modelo RP 4 al ejército de EEUU en 1939, para que los artilleros pudieran hacer prácticas de tiro, los aviones no tripulados han formado parte de la industria armamentística y de las estrategias bélicas. Desde el Ryan Firebee en Corea y Vietnam hasta los Pioneer en la Primera Guerra del Golfo.

Sin embargo, los aviones no tripulados recién saltaron a los titulares de la prensa por su capacidad de ataque en noviembre de 2002, cuando un misil Hellfire lanzado desde un Predator alcanzó el todoterreno en el que viajaba por el norte de Yemen Qaed Salim Sinan al-Harethi, supuesto líder de Al Qaeda. Una operación de la CIA que pocos imaginaron en aquellos días que terminaría por convertirse en la norma.

Tan comunes son estos dispositivos ahora, una década más tarde, y tan extendido se encuentra su uso, que uno de cada tres de aviones de guerra de EEUU es un UAV según un informe del Congreso de EEUU del 3 de enero de 2012. Uno de esos Predator, Raven, Global Hawk, Reapers y Sentinels que a diario recorren los cielos de Irak, Afganistán, Somalia y Pakistán.

El crecimiento ha sido exponencial si tomamos en cuenta que en 2005 apenas el 5% de los aviones militares eran drones. En la actualidad hay 7.949 aviones no tripulados y 10.767 aeronaves tradicionales. Eso sí, el modelo más popular es el Raven, con 5.346 unidades, que es sumamente pequeño y portátil, imposible de comparar en costes de producción y mantenimiento con un cazabombardero F22.

Nuevos escenarios bélicos

Como tantas veces hemos escrito en este blog, la guerra ha cambiado radicalmente en el siglo XXI. Ya no se enfrentan estados ni ejércitos profesionales, sino que la violencia se despliega en aquellas zonas donde los gobiernos no tiene poca o nula presencia y grupos insurgentes, mafiosos o terroristas campan a sus anchas.

En este escenario de fronteras difusas, donde la información es casi más importante que la fuerza, los aviones no tripulados cumplen un papel cada día más destacado. Si los EEUU van a la cabeza es en parte gracias a la visión de Robert Gates, hoy ex Secretario de Defensa, que supo adaptar el gasto militar de su país en esta dirección.

Luego viene Israel, que fue el gran precursor de estos ingenios gracias a la labor del ingeniero aeronáutico Alvin Ellis tras la guerra de Yom Kippur. Y después los demás países, que desde Irán pasando por India, Rusia y Turquía, hace años que se lanzaron a conseguirlos.

Una forma de hacer la guerra que también ha levantado criticas por parte de organizaciones de Derechos Humanos, pues acciones como las que se llevan a cabo casi a diario en Pakistán, no dejan de ser una forma de asesinato selectivo, sin juicio ni pruebas. También a nivel de Derecho Internacional, por su sistemática violación de la soberanía de otros Estados, ha sido y es muy cuestionada.

Somalia, Pakistán, Sri Lanka… récord de desplazados internos por la guerra

El último informe del ACNUR sostiene que en 2008 alcanzó una cifra sin precedentes de desplazados internos a los que la organización brinda ayuda: 14,4 millones. Personas que se han visto obligadas a dejarlo todo y buscar refugio en sus propios países como consecuencia de la violencia. La cifra de 2007 era de 13,7 millones.

Fuera del ámbito de acción de Naciones Unidas, se estima que hay 11,6 millones de personas que son ayudadas por otras agencias o que no reciben asistencia alguna. Esto hace que el número total de desplazados internos a nivel mundial se situara en 26 millones en 2008.

Las perspectivas para el 2009 resultan poco alentadoras si tomamos en cuenta los conflictos que han tenido lugar en los últimos meses:

1. PAKISTÁN. Los recientes combates entre fuerzas gubernamentales y los talibanes en el Valle del Swat han provocado dos millones de desplazados internos.

2. SRI LANKA. La derrota de los tigres tamiles del LTTE tras casi tres décadas de conflicto ha llegado a un altísimo precio no sólo en muertos y heridos, sino en desplazados. Se estima que más de 250 mil civiles tamiles se han visto obligados a huir de la violencia.

3. SOMALIA. Sólo a lo largo del último mes, los enfrentamientos entre las milicias islamistas de Al Shabab y el gobierno elegido en enero del moderado Sharif Ahmed, empujaron a 117 mil personas a abandonar Mogadiscio, la mayoría de las cuales son mujeres y niños.

El asesinato del Ministro de Seguridad Interior, Omar Hashi Aden, que tuvo lugar el pasado jueves, así como el desesperado pedido de ayuda armada a los países vecinos realizado hoy mismo por el parlamento somalí, no indican más que la violencia continuará y que más desplazados se sumarán al millón y medio que hay en estos momentos.

4. CONGO. El pasado mes de enero las tropas ruandesas entraron en la República Democrática del Congo para detener al líder rebelde tutsi Laurent Nkunda, pero también para atacar a los hutus del FDLR. Según un informe de OCHA, la ofensiva ruandesa y la respuesta de los hutus provocaron 800 mil nuevos desplazados internos en los Kivus.

Solamente en Kivu Norte, esto hizo ascender la cantidad de personas sin hogar a 988.629, de las que 70.661 se encuentran en los campos de desplazados en Goma, y el resto en Masisi, Lubero, Walikale y Rutshuru. El número total de desplazados internos en el Congo es de 1,5 millones.

Esperar el regreso

El tiempo que tardarán en volver a sus hogares dependerá tanto del final de los conflictos como de la ayuda internacional. En Colombia hay tres millones de desplazados internos. En Irak 2,6 millones (en 2007 había 2,4 millones).

El informe del ACNUR también analiza la situación de los refugiados, que son aquellos que han tenido que abandonar sus países. La cifra total en 2008 superaba los 16 millones. Esto hace que a nivel global, entre refugiados y desplazados internos, se situaran en 42 millones las personas que en algún momento tuvieron que abandonarlo todo y huir empujadas por las armas.

Iphone, Skype y otras tecnologías para los talibanes

Cuando llegaron al poder en 1996, los talibanes prohibieron las películas de cine, la televisión, las fotografías y la música, porque consideraban que contradecían los preceptos de su versión medieval y reaccionaria del islam.

Sin embargo, desde que tuvieron que abandonar Kabul en 2001, parecen haber renunciado a las tesis antes sostenidas, especialmente gracias al Ministerio para la Supresión del Vicio y la Promoción de la Virtud, para lanzarse a los brazos de las últimas tecnologías tanto con el objetivo de comunicarse entre sí y coordinar ataques, como en labores de propaganda.

Hace un mes, el mulá Abdul Salaam Zaeef, antiguo embajador talibán en Pakistán que pasó cuatro años en la prisión naval de Guantánamo, confesaba su adicción al Iphone, que permite ver películas, fotos y escuchar música. “Es fácil y moderno y me encanta”, declaró.

Podría ser una anécdota, pero el Evening Standart mencionaba recientemente la preocupación por parte del servicio de inteligencia británico MI6 ante el uso creciente por parte de los talibanes de la versión móvil del Skype.

A diferencia de las llamadas telefónicas tradicionales, que pueden ser seguidas por los aviones espías Nimrod de la Real Fuerza Aérea, las llamadas de Skype – aplicación comercial de la tecnología conocida como Voice Over Internet Protocol (VOIP) – están fuertemente encriptadas.

Cuando estuvimos el año pasado acompañando a los soldados de EEUU en Afganistán, las misiones más importantes que realizaron fueron justamente por haber interceptado llamadas de los insurgentes o por haber recibido soplos por parte de la población local a través de teléfonos móviles.

A tal punto llegó la impotencia de los talibanes en este sentido, que en febrero de 2008 exigieron a las compañías de telefonía móvil que interrumpieran el servicio entre las cinco de la tarde y las tres de la mañana. Ya la insurgencia en Irak había dado pasos similares al destruir las torres que transmiten las señales de los teléfonos móviles.

Gracias a empresas de EEUU

También su presencia en Internet, quizás siguiendo el ejemplo de Al Qaeda, parece estar creciendo. Hace unos días, The Washington Post mencionaba dos direcciones en la web www.alemarah1.com y toorabora.com, en las que hacían publicidad de sus recientes ataques contra las fuerzas del ISAF.

Lo más curioso de esta historia es que ambos sitios se articulaban en el ciberespacio gracias a espacios contratados a empresas estadounidenses. Por www.alemarah1.com pagaban setenta dólares al mes, a través de tarjeta de crédito, a la compañía The Planet, situada en Houston, Texas. El servicio por toorabora.com, sitio que aún continúa en activo, se los brinda Tulix Systems, que tiene sus oficinas en Atlanta, Georgia.

Radio Mille Collines en Pakistán

El pasado viernes, The Wall Street Journal se hacía eco del nuevo programa del gobierno de Obama, que al menos de partida parece tener una estrategia más adecuada a la lucha de contrainsurgencia que la administración Bush, para terminar con las páginas de Internet y las radios ilegales que los talibanes emplean para lanzar sus mensajes.

El incombustible Richard Holbrooke, enviado especial para Pakistán y Afganistán, apoya la medida, que tendría entre sus objetivos las más de 150 emisoras FM que los talibanes tienen en lugares como el valle de Swat, y de cuyas prácticas da cuenta The New York Times.

Rememorando en cierta medida su propia experiencia con la administración Clinton en los años noventa, las comparó con la emisora Mille Collines, que tuvo un papel nefasto en el genocidio de Ruanda, pues permiten a los integristas “transmitir cada noche los nombres de las personas a la que van a decapitar o que ya han decapitado”.

No es una práctica nueva cortar de raíz los medios de comunicación de masas de los enemigos. En su guerra contra Hezbolá, Israel redujo a escombros el edificio beirutí de la estación de televisión Al Manar, que logró seguir transmitiendo hasta el final del conflicto. Lo mismo hizo el pasado mes de diciembre contra la televisión de Hamás en Gaza.

Sin embargo, algunos especialistas se oponen a esta clase de estrategia, pues afirman que priva de importantes fuentes de información sobre las actividades de los adversarios. Justamente Richard Holbrooke, que no tiene por norma callar lo que piensa, el pasado 8 de abril se quejaba de la escasa información que los servicios de inteligencia habían conseguido desde 2001 sobre los talibanes.

Un verdadero escollo para cualquier intento de llevar una estrategia similar a la que se aplicó en Irak, donde se compró y apartó de la lucha armada a los sectores menos radicales. “Necesitamos saber qué atrae a los talibanes”, declaró Holbrooke. Según sus estimaciones, “más de la mitad» de los combatientes no responden a las tesis más extremas de la organización.

¿Seis meses para el colapso de Pakistán?

Algunos de los análisis que se escriben últimamente sobre Pakistán resultan preocupantes. David Kilcullen, antiguo asesor de la administración Bush, declaraba la semana pasada en el Sidney Morning Herald que el país “podría colapsar en seis meses”.

La seguridad del mundo está en riesgo… Pakistán tiene 173 millones de habitantes, cien armas nucleares, un ejército más grande que el de EEUU, y los cuarteles de Al Qaeda en las dos terceras partes del territorio que el gobierno no controla.

El mismo 13 de abril, Juan Cole, en su página Informed Comment, salió al cruce de las declaraciones de David Kilcullen, a las que calificó de “bizarras”.

El gobierno controla firmemente la mayor parte del país, que es Sindh y Punjab. Hay inestabilidad en Baluchistán por los deseos de Baluch de una mayor autonomía, pero esta vasta y empobrecida provincia sólo tiene el 5% de la población. La mayor parte de la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP) es patrullada por la policía y el ejército de Pakistán. Así que no hay “dos tercios” del país que el gobierno no controle.

Juan Cole afirma que es “absurdo” pensar que una guerrilla rural como los talibanes podría “tomar” un país como Pakistán que cuenta con un ejército de 650 mil hombres y medio millón de reservistas. Cree que muchos analistas occidentales se sienten incómodos con un gobierno civil en Pakistán y que sobredimensionan el tamaño y el poder de los talibanes.

Con respecto a Al Qeda escribe: “No hay evidencia de que quede mucho de ella. La prensa paquistaní dice que hay ocho mil combatientes extranjeros en las FATA (Áreas tribales bajo administración federal), pero muchos parecen ser uzbekos, tayikos, etc… que se metieron en problemas con sus propios gobiernos, en lugar de los clásicos “árabes afganos” de Al Qaeda”.

Pequeños grupos terroristas pueden resultar letales, y los EEUU pueden ser golpeados nuevamente por Al Qaeda, inclusive desde las FATA. Pero dudo que haya otro ataque de las proporciones del 11S. La noción de que esta región remota montañosa con un pocos grupos tribales rebeldes y puritanos, y un pequeño número de guerrilleros extranjeros, constituye una amenaza para la civilización occidental (e inclusive para el ejército de Pakistán), parece fruto de la fantasía.

En un punto intermedio entre ambas visiones parece situarse el famoso periodista Ahmed Rashid, quizás uno de los mayores expertos en los talibanes. Ayer, en el programa de Fareed Zakaria en la CNN, comentaba también las palabras de David Kilcullen.

No creo que el país vaya a colapsar en seis meses… Pero lo que resulta preocupante es la expansión de los talibanes al Punjab que hemos visto en los últimos meses. Una expansión crítica, porque el Punjab es el corazón político, económico y agrícola de Pakistán. Si tienes a los talibanes causando caos en Punjab, no creo que haya un colapso, pero sí una creciente situación de anarquía en la que el Estado pierde el control.

Según explica Ahmed Rashid, los talibanes estarían saliendo de las zonas tribales en la frontera con Afganistán hacia territorios como el valle de Swat, donde han impuesto la sharia y que colinda con el propio estado de Punjab, lugar de residencia del 40% de la población de Pakistán.

El otro eje de esta estrategia de supuesto avance hacia el poder en Pakistán pasaría por la alianza con grupos extremistas del Punjab y Cachemira.

Grupos que han estado luchando contra la India en las últimas décadas, que tienen base urbana en Punjab y que ahora están vinculados a los talibanes, a los que les brindan apoyo y bases para que se establezcan en Punjab. Lo que digo es que los talibanes, que son un movimiento esencialmente pastún, tienen en este momento aliados en el Punjab. Y esta es la primera vez que existe una alianza entre los pastunes en el norte y los extremistas en el sur.

El problema que señala Ahmed Rashid parece similar al mismo que tenía EEUU en su gasto de defensa y en la estrategia de sus alto mandos castrenses durante los primeros años de la administración Bush: que aún seguían pensando en un conflicto en términos tradicionales, con estados como Irak o Irán en la mira, y no de lucha contra grupos insurgentes. Estrategia que Barack Obama ha transformado de raíz, como lo demuestra el nuevo presupuesto del Secretario de Defensa Robert Gates.

Los generales paquistaníes están negando cuál es la verdadera amenaza. Siguen diciendo que India es la verdadera amenaza. Pero si le preguntas a las gentes en general, ellas te dirán que la India no está a punto de capturar el Punjab, mientras que los radicales sí lo están. Debemos salir de este estado de negación.

En este sentido, Ahmed Rashid sostiene que los once mil millones de dólares que la administración Bush dio al ejército paquistaní, sin que siquiera el Congreso de EEUU supiera cómo se empleó el dinero, constituyeron un error.

Afirma que en estos momentos lo que hay que buscar es un complejo equilibrio entre “ayudas y presiones” para que el ejército de Pakistán haga frente a los talibanes. «Si los militares pudieran ser movidos en la dirección correcta, tenemos un ejército lo suficientemente grande para que pueda hacer frente a la amenaza de los fundamentalistas», concluye el autor de libros como Taliban, Jihad o Descent Into Chaos.

Los aviones no tripulados de EEUU matan a 687 inocentes en Pakistán

Desde que hicieron su aparición de forma masiva en los cielos del Líbano en la guerra que enfrentó en 2006 a Israel y Hezbolá, hemos seguido de cerca en este blog el progreso de los aviones no tripulados que, como predijimos en aquel entonces, han acabado por convertirse en uno de los actores principales de los actuales conflictos armados.

Israel y EEUU siguen como líderes absolutos en su desarrollo y fabricación, y la lista de países que invierten en la gestación de sus propios modelos y que los suman a sus fuerzas aéreas, no deja de crecer.

En la revolucionaria reestructuración del presupuesto de Defensa anunciada la semana pasada por Robert Gates, el helicóptero presidencial, los cazabombarderos F22 Raptor y el Future Combat Systems, iniciativas más propias de la guerra fría que de los actuales escenarios bélicos de lucha contra movimientos insurgentes y terroristas, pierden buena parte de su financiación, mientras que los drones la duplican.

Sólo 14 miembros de Al Qaeda

Sin embargo, a la luz de las cifras publicadas esta semana sobre el número de muertes de civiles en Pakistán a lo largo de los últimos dos años, quizás esta pasión por los aviones no tripulados merecería una honda reflexión.

Según informa el periódico paquistaní The News, en base a cifras oficiales:

De los 60 ataques llevados a cabo por los aviones no tripulados estadounidenses con base en Afganistán a través de la frontera sobre Pakistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez consiguieron dar con sus objetivos, matando a 14 líderes de Al Qaeda, además de matar a 687 civiles inocentes paquistaníes. El porcentaje de éxito de los Predator no supera así el 6%.

Lo primero que hizo Hamid Karzai apenas Barack Obama ganó las elecciones, fue pedirle que pusiera fin a los bombardeos indiscriminados en Afganistán, pues no hacían más que dar legitimidad a los talibán. Y, como ya hemos visto en este blog, los EEUU redujeron de forma notable sus ataques contra objetivos en territorio afgano, a favor de una estrategia de más tropas en el terreno y de mayor precaución a la hora de provocar lo que ya pocos llaman “daños colaterales”.

Otro tanto de lo mismo ha hecho el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, que declaró en numerosas ocasiones que “los ataques son contraproducentes”, y cuyo gobierno pidió la semana pasada al almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército estadounidense, que se les pase el control de las misiones de los aviones no tripulados.

Repensar la estrategia

Por otra parte, según cuenta Amy Goodmad en Democracy Now, acaba de tener lugar la primera manifestación pacífica en EEUU contra las acciones de los aviones no tripulados (algo que sucede con regularidad en Pakistán). Junto a una veintena de activistas, el padre Louis Vitale se dirigió al desierto de Nevada para protestar contra el empleo de los “killer drones”.

Allí cantaron consignas y mostraron pancartas críticas a los 270 pilotos que desde la base Nellis Air Force controlan los Predator y Reaper que actúan sobre Pakistán.

Los ataques de los aviones no tripulados resultan ventajosos porque no ponen en riesgo la vida de los pilotos, de allí su popularidad entre las fuerzas armadas, pero si se llevan por delante de inocentes, sin dudas hay que revisar a fondo las estrategias con que son empleados.

A la luz del aumento del poder de los talibán en las provincias tribales del occidente de Pakistán, llegando a imponer la sharia en el valle de Swat, habrá que hacerse no pocas preguntas. Si en Afganistán se comprendió que matar a civiles beneficiaba a los radicales islamistas, resulta contradictorio que no se alcance las misma conclusión con respecto a las acciones de los Predator y los Reaper en tierras pakistaníes.

Guerra de drones entre EEUU, Irán y Pakistán

La preeminencia que a lo largo de estos últimos años han alcanzado los aviones no tripulados en las guerras se refleja en el aumento exponencial de la demanda y en la creciente cantidad de países que los poseen.

A principios de mes, Irán anunciaba la puesta en marcha de instalaciones, situadas en la provincia de Mazandaran, al norte del país, para la fabricación masiva de aviones y helicópteros no tripulados.

Según Hamed Saeedi, director de la Compañía Aeroespacial Farnas, darán vida a nuevos modelos con capacidad para neutralizar y desviar las señales de los radares gracias al diseño de fuselajes con superficies angulosas y materiales absorbentes en la línea del caza F117 Nighthawk o del bombardero B2 Spirit.

Irán lleva nueve años desarrollando estos ingenios voladores que se han ido superando en la distancia de vuelo, lo que pondría dentro del alcance de observación y ataque a parte de las bases estadounidenses en Irak y Afganistán (aunque el potencial de las armas iraníes siempre debe ser considerado con cierto escepticismo debido a la tendencia del régimen de Teherán, cuya escalada verbal no ha dejado de crecer gracias al populismo de Mahmud Ahmadineyad, a exagerar sus capacidades bélicas).

Tragar y migrar en Irán

Sus principales creaciones han sido los modelos Misrad (“migrante) y Ababil (“tragar”) que, como vimos en la anterior entrada del blog, Israel derribó en 2004 y 2005 cuando Hezbolá los lanzó sobre su territorio en respuesta a las constantes violaciones del espacio aéreo libanés por parte de las fuerzas aéreas hebreas, y en la guerra de 33 días de 2006.

Hace dos semanas aparecía la noticia de que el día 25 de febrero los EEUU habían derribado un drone iraní en Irak. Información que finalmente confirmarían las autoridades militares estadounidenses. Según declaró el coronel Scott Maw a Danger Room, la aeronave, modelo Ababil 3, fue seguida desde el momento en que cruzó la frontera. Se la abatió una hora y diez minutos más tarde.

Si se hubiese tratado de un avión tripulado, las repercusiones políticas del incidente habrían sido sin dudas mayores debido a la muerte o captura del piloto. Y tal vez esta sea una característica a resaltar del papel de los drones en los escenarios bélicos contemporáneos.

Más ataques para Obama

El derribo del avión no tripulado iraní en Irak generó no pocas reacciones y preguntas en EEUU. Algunas, por lo menos curiosas en su indignación si tenemos en cuenta que las fuerzas estadounidenses no recibieron invitación alguna para “desembarcar” en Irak, y que emplean de forma constante los drones para bombardear Pakistán.

Como veíamos el pasado lunes, el incremento de las horas de vuelo de los drones de combate de EEUU fue de un 94% entre 2007 y 2008, que protagonizaron 71 aviones Predator. Modelo que suele llevar misiles Hellfire y que se estrenó en Bosnia para luego ser empleado en Serbia, Yemen, Irak y Afganistán.

Basta seguir las noticias de Geo TV para estar al tanto casi al instante de los sucesivos ataques que EEUU realiza principalmente en las regiones de Waziristán del Norte y Sur (esta última, bastión del líder talibán pakistaní Baitullah Mehsud, al que se acusa de estar tras el asesinato de Benazi Bhutto).En 2008 sumaron más de cuarenta los bombardeos de los Predator.

Este año, a pesar del cambio de poder en la Casa Blanca, han continuado llevándose a cabo. Sin ir más lejos, este miércoles tuvieron lugar dos ataques que dejaron al menos siete muertos en Waiziristán del Sur.

Pero eso no es todo, la semana pasada el diario New York Times señaló que el ejecutivo de Obama consideraba ampliar sus bombardeos encubiertos en las provincias occidentales de Pakistán.

¿Guerra de drones?

Esta historia ha tenido varios momentos reveladores: el primero, cuando la senadora Diane Feinstein declaró ante el congreso que los drones despegaban desde bases en Pakistán, lo que dejó en mal sitio al gobierno de Islamabad, ya que siempre ha considerado a los ataques como “contraproducentes” que dan legitimidad a los insurgentes. Es más, hasta ordenó al Ejército que realizara prácticas sobre cómo derribar a los drones.

En realidad, el problema que ahora tiene el gobierno paquistaní es herencia de Pervez Musharraf. Mientras este último seguía al frente del gobierno, la administración Bush le pedía permiso con uno o dos días antelación antes de lanzar cada ataque. Ahora, como informa el LA Times, la CIA “se ha quitado los guantes” y actúa de forma autónoma.

Las quejas no han cesado por parte del presidente Asif Ali Zardar y del Ejército paquistaní hacia estas operaciones que hasta ahora sólo han logrado dar con dirigentes de rango medio de Al Qaeda (a lo largo de los últimos seis meses: Rashid Rauf, Abu Khabab, Khalid Habib y Usama al-Kini).

La pregunta que cabe hacerse es si los bombardeos fuesen realizados por cazas F16 en lugar de drones Predator, ¿estaríamos hablando entonces de una guerra abierta entre EEUU y Pakistán? Quizás ese sea otro de los cambios que los aviones no tripulados han traído a los conflictos armados.

EEUU, Rusia, Irán y los problemas para abastecer a las tropas extranjeras en Afganistán

Cuando estuvimos el año pasado en el Valle de Tagab, fuimos testigos de lo difícil que resulta para los EEUU mantener aprovisionadas a sus tropas. No sólo por la desafiante geografía de Afganistán, sino también por el clima, extremo en invierno y verano, y por la ausencia de infraestructuras.

Un esfuerzo que deberá ser aún mayor, ya que esta semana Barack Obama ordenó el envío de 17 mil nuevos soldados para luchar contra los talibanes. En total, el contingente de EEUU asciende a más de 55 mil efectivos a los que se debe dar alojamiento, alimentación y armamento.

La decisión tomada el pasado viernes por Kurmanbek Bakiyev, presidente de Kirguizistán, de cerrar la base estadounidense de Manas significa un duro revés para esta línea de aprovisionamiento, ya que es el principal medio que emplean la tropas europeas y estadounidenses para llegar a Afganistán.

La presión de Rusia, que acaba de dar dos mil millones de dólares en ayuda a la maltrecha economía kirguiza, parece estar detrás de la medida adoptada por el ejecutivo de Biskek. No por nada el presidente Bakiyev hizo el anuncio del cierre de la base de EEUU desde el mismo Moscú.

El gran juego

En este sentido, parece como si volviésemos a los tiempos del Gran Juego, aquella disputa diplomática y militar entre Rusia y Gran Bretaña para dominar Asia Central. “Me confieso que los países son piezas en un tablero de ajedrez en el que se está jugando una partida para la dominación del mundo”, afirmó Lord Curzon, virrey de la India, en 1898.

En esta reedición del Gran Juego, la victoria parecería estar del lado ruso. La base de Manas, que contaba con mil efectivos estadounidenses, y por la que Washington pagaba un alquiler de 63 millones de dólares anuales, era el último enclave de EEUU en la región, tras el cierre en 2005 de la base de Karshi-Khanabad en Uzbekistán.

Inseguridad en la ruta pakistaní

El 70% de las provisiones que reciben los soldados de EEUU llegan a través de Pakistán, así como el 40% del combustible que usa la OTAN. Arriban al puerto de Karachi, viajan a través de 1.600 kilómetros hasta el paso de Khyber y luego Kabul.

Una ruta cada día más insegura, como lo demuestra el hecho de que los talibanes volaran uno de los puentes del trayecto el pasado 3 de febrero, según informara Geo TV (cadena paquistaní que acaba de perder a Musa Khankhel, uno de sus reporteros en el valle de Swat). Desde septiembre, esta vía de comunicación fue interrumpida en seis ocasiones.

A todo esto hay que sumar la importante amenaza que deviene del robo de equipamiento militar de los camiones privados que transportan las mercaderías, según denuncia Shahan Mufti en Global Post. En un mercado de la ciudad de Peshawar consiguió comprar un ordenador del ejército de EEUU con información sobre soldados y operaciones (algo similar a lo que sucedió en 2006 en las inmediaciones de la base de Bagram).

¿Opciones?

Dejando a un lado la propuesta de Xe (la empresa antes conocida como Blackwater), de brindar un servicio de aviones ligeros que lancen las provisiones a las tropas, las opciones para garantizar una vía de acceso fiable a Afganistán no parecen ser muchas, según reflexiona Patrick J. Buchanan en Antiwar.

1. Se podría volver a Uzbekistán y negociar con el presidente Islam Karimov, sátrapa acusado de violar sistemáticamente los derechos humanos.

2. Al igual que sucedió ya en el pasado, cuando británicos y rusos acordaron terminar con el Gran Juego en 1907, Washington podría dirigirse directamente a Moscú. Dejar de barajar la idea del acceso de Georgia y Ucrania a la OTAN, y renunciar al escudo antimisiles en Polonia, a cambio del acceso a Asia Central.

3. Aunque hoy parezca una meta complicada de alcanzar, lo cierto es que la ruta más directa sería a través de los puertos de Irán. Son tres décadas de enfrentamiento con Washington que parecen ya no tener sentido. Después de todo, Teherán fue el primer enemigo de los talibanes cuando estos negociaban con Bill Clinton los permisos para el oleoducto de UNOCAL (del mismo modo en que mantuvo ocho años de guerra contra Sadam Hussein al tiempo en que éste sostenía estrechos vínculos con la administración Reagan).

Eso sí, un hipotético acercamiento a Irán contaría con la vehemente oposición de Israel, crónica piedra en el zapato de cualquier atisbo de paz y estabilidad en Oriente Próximo.

Hasta ahora, Obama no ha hecho nada demasiado distinto a lo que hizo George Bush. La necesidad de mantener pertrechadas a sus tropas en Afganistán tal vez le brinde la oportunidad de mejorar algunas de las relaciones en la región.