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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Los ricos no quieren aviones no tripulados sobre sus cabezas

En los habituales viajes de este blog a zonas de guerra, nos hemos encontrando una y otra vez con el zumbido y la sombra lejana, perdida en el cielo y amenazante, de los aviones no tripulados. Los llamados drones.

Predator B vuelva sobre Textas. (AP Photo/Eric Gay)

Gaza, Líbano, Somalia, Afganistán, han sido algunos de estos lugares a los que podemos sumar otros tantos en los que los aviones no tripulados vuelan a diario y atacan de forma periódica: Yemen, Irak, Pakistán.

Tal ha sido la eclosión de los aviones no tripulados a lo largo de la última década – en primer lugar de la mano de Israel y EEUU, para luego ser desarrollados y adquiridos por todas las potencias militares-, que también se empezaron a emplear para vigilar las fronteras. La que separa EEUU y México es una de las más transitadas por los drones.

Allí, en esos cielos, se cruzan con esos otros ingenios de vigilancia que también hemos descubierto en Gaza o Afganistán y que cada día ganan más presencia en los presupuestos de defensa:los dirigibles. Esos enormes ojos flotantes que todo lo ven.

Indiferencia ciudadana…

Hasta ahora, ninguno de estos desarrollos había causado demasiado interés en los ciudadanos de bien que con sus impuestos los costean.

Es lógico que se usen para controlar la inmigración. Un gran avance en la detección temprana de los grupos de indocumentados que intentan colarse en el primer mundo como los que está siguiendo estos días mi buen amigo Jon Sistiaga.

Y es lógico también – pues implica una enorme reducción de gastos y no poner en riesgo a nuestro propios soldados – que se empleen para eliminar a terroristas e insurgentes en tierras lejanas.

A pocos ciudadanos en Haifa parece importarle que la mayoría de los muertos por los impactos de los misiles Hellfire de los drones sean civiles, como fuimos testigos en el caso de Juda Natur en la franja de Gaza en julio de 2006.

Tampoco a los pacíficos habitantes de Houston o Miami les incomoda demasiado que los ataques de los Predator – reiniciados hace unos días tras meses de parón – en Pakistán sea una forma de asesinato selectivo, sin juicio ni condena, además de una violación de la soberanía de los estados con los que no están en guerra como Pakistán o Somalia.

…hasta que pasan por tu casa

Pero sí ha puesto en alerta, y ha generado una ola de gran indignación entre los ciudadanos de Houston y Miami, que la policía esté planeando usarlos para perseguir a malechores en sus ciudades.

¿Y si justo la mujer de uno de esos honestos pagadores de impuestos está en la piscina, tomando sol en traje de baño, cuando pasa el drone? ¿Y si justo la graba con alguna de sus cámaras?¿Y si justo la ve el oficial que controla el drone mientras se come un donut? ¿Es eso tolerable?

Hay líneas que la civilización, si se considera tal, nunca debe cruzar.

Uno de cada tres aviones de guerra de EEUU es no tripulado

En este blog fuimos testigos de un hecho sin precedentes: el uso masivo de aviones no tripulados en un conflicto armado. Sucedió en Gaza, en el año 2006, durante la operación Lluvia de verano que el gobierno de Israel lanzó sobre la franja como respuesta al secuestro del soldado Gilad Shalit, llevándose por delante la vida de más de 450 personas, en su gran mayoría civiles.

Avión no tripulado MQ-1 Predator. EEUU ha perdido 38 unidades en Irak y Afganistán. Foto: Reuters.

Semanas más tarde, el mismo fenómeno se repetiría de forma más vasta aún en Líbano, donde Israel lanzaría decenas de drones para realizar labores de inteligencia y ataque durante la conocida como «Guerra de los 33 días» que Ehud Olmert decidió conducir contra Hassan Nasaralá y su Partido de Dios.

El estupor y la sorpresa frente a aquel despliegue de drones lo plasmé aquí, el 28 de noviembre de 2006, en el artículo Aviones no tripulados, los nuevos protagonistas de la guerra.

Historia de un cambio

Desde que el actor británico, y aficionado a la aviación, Reginal Denny vendiera 53 unidades del modelo RP 4 al ejército de EEUU en 1939, para que los artilleros pudieran hacer prácticas de tiro, los aviones no tripulados han formado parte de la industria armamentística y de las estrategias bélicas. Desde el Ryan Firebee en Corea y Vietnam hasta los Pioneer en la Primera Guerra del Golfo.

Sin embargo, los aviones no tripulados recién saltaron a los titulares de la prensa por su capacidad de ataque en noviembre de 2002, cuando un misil Hellfire lanzado desde un Predator alcanzó el todoterreno en el que viajaba por el norte de Yemen Qaed Salim Sinan al-Harethi, supuesto líder de Al Qaeda. Una operación de la CIA que pocos imaginaron en aquellos días que terminaría por convertirse en la norma.

Tan comunes son estos dispositivos ahora, una década más tarde, y tan extendido se encuentra su uso, que uno de cada tres de aviones de guerra de EEUU es un UAV según un informe del Congreso de EEUU del 3 de enero de 2012. Uno de esos Predator, Raven, Global Hawk, Reapers y Sentinels que a diario recorren los cielos de Irak, Afganistán, Somalia y Pakistán.

El crecimiento ha sido exponencial si tomamos en cuenta que en 2005 apenas el 5% de los aviones militares eran drones. En la actualidad hay 7.949 aviones no tripulados y 10.767 aeronaves tradicionales. Eso sí, el modelo más popular es el Raven, con 5.346 unidades, que es sumamente pequeño y portátil, imposible de comparar en costes de producción y mantenimiento con un cazabombardero F22.

Nuevos escenarios bélicos

Como tantas veces hemos escrito en este blog, la guerra ha cambiado radicalmente en el siglo XXI. Ya no se enfrentan estados ni ejércitos profesionales, sino que la violencia se despliega en aquellas zonas donde los gobiernos no tiene poca o nula presencia y grupos insurgentes, mafiosos o terroristas campan a sus anchas.

En este escenario de fronteras difusas, donde la información es casi más importante que la fuerza, los aviones no tripulados cumplen un papel cada día más destacado. Si los EEUU van a la cabeza es en parte gracias a la visión de Robert Gates, hoy ex Secretario de Defensa, que supo adaptar el gasto militar de su país en esta dirección.

Luego viene Israel, que fue el gran precursor de estos ingenios gracias a la labor del ingeniero aeronáutico Alvin Ellis tras la guerra de Yom Kippur. Y después los demás países, que desde Irán pasando por India, Rusia y Turquía, hace años que se lanzaron a conseguirlos.

Una forma de hacer la guerra que también ha levantado criticas por parte de organizaciones de Derechos Humanos, pues acciones como las que se llevan a cabo casi a diario en Pakistán, no dejan de ser una forma de asesinato selectivo, sin juicio ni pruebas. También a nivel de Derecho Internacional, por su sistemática violación de la soberanía de otros Estados, ha sido y es muy cuestionada.

El coche bomba en Nueva York como respuesta a los aviones no tripulados de EEUU en Pakistán

Como escribimos hace ya cuatros años: algún día los libros de historia recogerán que los aviones no tripulados se emplearon por primera vez de forma masiva en el verano de 2006, cuando Israel lanzó decenas de modelos Hermes 450, Heron 1 y Searcher 2 a los cielos de Gaza y Líbano para luchar respectivamente contra Hamás y Hezbolá.

Quizás porque fuimos testigos directos de aquellas acciones – que marcan un salto cuantitativo en el uso de los ingenios robóticos en la guerra y que les sirvieron de tan buena publicidad que pocas fuerzas armadas del mundo resistieron la tentación de salir a comprarlos o producirlos -, desde entonces hemos profundizado en este blog sobre la génesis y el desarrollo de los aviones no tripulados, además de plantear los dilemas éticos y geoestratégicos que su utilización conlleva.

Aquel zumbido que a todas horas sobrevolaba el barrio de refugiados de Yabalia o la ciudad de Bint Jbeil, y que aún recordamos con cierto desasosiego, nos acompañó cuando reconstruimos la génesis de los drones en EEUU tras la segunda guerra mundial, y luego el vertiginoso progreso que experimentaron en Israel de la mano de Alvin Ellis como consecuencia de la respuesta de las baterías antiaéreas egipcias durante la guerra de Yom Kippur.

Dedicamos varias entradas a repasar de forma exhaustiva el surgimiento del más famoso de los UAV: el Predator y sus posteriores versiones, incluido el Reaper. Vimos cómo son dirigidos en sus misiones sobre Pakistán, Irak o Afganistán desde la base Nellis, en Nevada.

También seguimos de cerca el uso de estos aparatos por parte de Irán, Líbano, Rusia, Georgia, Pakistán. Empleo que se dedica asimismo en la lucha contra la piratería y en la vigilancia de la frontera entre EEUU y México. Hace una semana dábamos cuenta de la decisión de España de entrar en esta carrera gracias a la asesoría técnica de Israel.

Además reflexionamos sobre cómo están cambiando las reglas del juego geopolítico los drones, ya que su despliegue implica la sistemática vulneración del espacio aéreo de otros estados con muchas menos consecuencias que si se tratase de cazas tripulados como los F-16, pero con consecuencias al fin según demostraron las aireadas quejas del gobierno de Islamabad por las incursiones de los Predator en su territorio hasta que salió a la luz a través de Google Earth que algunos drones estadounidenses partían desde bases en el propio Pakistán.

Un debate necesario

Hace un año abordamos otra cuestión fundamental: las bajas entre civiles que provocan los ataques teledirigidos de los Predator y el importante debate ético que su uso debería poner sobre la mesa. Escribimos:

De los 60 ataques llevados a cabo por los aviones no tripulados estadounidenses con base en Afganistán a través de la frontera sobre Pakistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez consiguieron dar con sus objetivos, matando a 14 líderes de Al Qaeda, además de matar a 687 civiles inocentes paquistaníes. El porcentaje de éxito de los Predator no supera así el 6%.

Y nos preguntamos si no era un contrasentido que la administración Obama hubiese hecho público su malestar por las muertes de civiles por bombardeos en Afganistán, explicando que no hacía más que empujar a la población civil a apoyar a los talibanes y tomando la posterior decisión de reducir el apoyo aéreo a las misiones de la ISAF, y que al mismo tiempo siguiera con la estrategia de dejar que los Predator lanzasen misiles Hellfire sobre Pakistán.

Esta nada breve introducción viene a colación de una noticia aparecida hoy en el New York Post, según la cual, Faisal Shahzad, el joven paquistaní que hace apenas unos días intentó llevar a cabo un atentado terrorista con un coche bomba en Nueva York, habría confesado que lo hizo como respuesta a «las masacres que durante ochos meses vio cometer a los aviones no tripulados en Pakistán». Versión que refuerza el vídeo grabado por Qari Hussain Mehsud, líder talibán en Pakistán, que también habla de «venganza» por el uso de los Predator.

Dejando a un lado la credibilidad que podamos dar o no lo que publica el sensacionalista periódico de Rupert Murdoch, lo cierto es que suman más de 1.000 los civiles muertos en Pakistán por la acción de los aviones no tripulados en 121 ataques.

Y si bien parece acertado lo que escribe Noah Sachtman en Danger Room, que no se pueden establecer relaciones tan simplistas entre causas y consecuencias, también es cierto que el siempre postergado debate público y político sobre los aviones no tripulados, sobre las implicancias jurídicas, éticas y estratégicas de esta forma de hacer la guerra por control remoto, debería tener lugar de una vez por todas.

Fotos: AP/Reuters

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La bestia de Kandahar

Desde principio de año han circulado en foros y blogs militares imágenes de una aeronave de características desconocidas que según decían fue fotografiada en los cielos de Afganistán (instantáneas que originariamente publicó la revista francesa Air & Cosmos). De haber llegado la información a manos de los pseudo periodistas que se dedican al show de los vampiros, psicofonías y demás especulaciones, habrían declarado sin dudar que estábamos frente a una nave extraterrestre.

Pero no, se trata de vida humana, inteligente, a veces, según desvelaron finalmente el pasado 4 de diciembre las Fuerzas Aéreas de los EEUU. Otro avión no tripulado que se estrena sobre los campos de batalla. Otro paso más en la desbocada carrera de la industria militar por poblar los cielos de estos ingenios robóticos. Creado y desarrollado por Lockheed Martin, se llama RQ-170 Sentinel aunque lo han rebautizado como «La bestia de Kandahar».

En 2006 fuimos testigos en este blog del uso por parte de Israel de aviones no tripulados en Gaza y Líbano. Justamente la guerra que el Estado judío protagonizó contra Hezbolá aquel año podría ser considerada la primera en que los drones se emplearon de forma masiva. Un efecto propagandístico nada desdeñable, que impulsó a las fuerzas armadas de todo el mundo a querer contar con ellos en sus flotas. Atracción que los ha convertido en las estrellas de cuanta gran feria aeronáutica se organiza. Ahora se usan desde la frontera entre EEUU y México hasta las aguas del Índico en busca de piratas.

A diferencia del MQ-1 Predator y de su primo el MQ-9 Reaper – cuya génesis y despliegue también hemos seguido de cerca -, el recién descubierto y confirmado RQ-170 Sentinel carece de armamento. Como señalan las siglas “RQ”, su principal labor es la de reconocimiento. El diseño angular, similar al de un bombardero B-2 Spirit aunque más pequeño, lo incluye en la categoría de los furtivos.

La pregunta que muchos analistas ahora se hacen es por qué razón quieren los EEUU un avión invisible en un país como Afganistán, que carece de radares. En Ares, el famoso blog de Avion Weekly, deducen que será empleado para espiar el desarrollo de armamentos de Irán, Pakistán y China.

Lo que queda claro es que los planes de Robert Gates de redirigir el gasto militar de EEUU en la dirección contraria a proyectos faraónicos como el F-22, siguen adelante. Del mismo modo en que ya poca duda queda de que el papel de los pilotos en las aeronaves está perdiendo preponderancia a medida que avanza la tecnología. Se estima que pasarán a tener un rol secundario, en la distancia de los mandos a control, cuando vea la luz la primera generación de aviones no tripulados de combate.

La historia de los aviones no tripulados: Israel entra en escena

Los fines de semana, Alvin Ellis cogía su coche y atravesaba Tel Aviv hasta llegar al suburbio en el que se encontraba la casa de Yehuda Manor. Compañeros de trabajo en la empresa estatal Israel Aircraft Industries, se encerraban en el garaje de aquella vivienda de dos plantas, entre cajas de herramientas, planos y pequeños aviones a control remoto. Trataban de crear un drone que fuese capaz de transportar una cámara de vídeo y de enviar las imágenes a tierra.

La guerra suele ser el gran motor en la inversión y el desarrollo de nuevas tecnologías. El final del conflicto de Vietnam había llevado a las fuerzas aéreas de Estados Unidos a dejar en tierra a los Ryan Firebee.

Israel, donde los enfrentamientos bélicos se sucedían con regularidad, tomó entonces la posta del desarrollo de los aviones no tripulados. La respuesta de las baterías antiaéreas egipcias durante la guerra de Yom Kippur había causado una honda consternación entre los altos mandos militares, que consideraban prioritario contar con estrategias que permitiesen evitar similares desastres en el futuro.

De EEUU a Israel

Nacido en Estados Unidos, el ingeniero aeronáutico Alvin Ellis había trabajado para la empresa Ryan Aeronautical Company en la fabricación del drone Firebee, que en el conflicto de Vietnam había tomado miles de fotografías de los movimientos de las tropas enemigas. En 1967, Ellis había decidido migrar a Israel, donde participaría en la puesta a punto del KFIR, un caza Mirage III/5 francés con motor General Electric J79 norteamericano.

Convencido de que un avión no tripulado equipado con cámaras de vídeo tendría grandes posibilidades comerciales, Ellis pidió a Yehuda Manor que lo ayudase a concebir y probar un primer prototipo. Al igual que el actor Reginald Denny, cuya historia vimos en este blog, Ellis era un apasionado de los aviones a radio control.

El aparato al que dieron forma durante los fines de semana en el garaje de la casa de Yehuda Manor consistía de un avión no tripulado, un sistema de transmisión y una barata cámara de vídeo. Debido al fallo en uno de los motores, el prototipo se estrelló.

Sin embargo, Ellis no dejó de creer en que se trataba de una buena idea. Intentó vendérsela a los directivos de su empresa, que la rechazaron. Entonces se dirigió a la compañía de electrónicos Tadiran, que financió la construcción de un segundo modelo.

Éste realizó su vuelo iniciático en 1973, bajo el nombre de Owl. Un año más tarde, lo presentarían a la empresa y a altos mandos militares. Tadiran firmaría un contrato con Ellis y apostaría por su producción.

El ingenio manejado en la distancia, que sería bautizado como Mastiff, medía 3,68 metros de largo y 3,60 de ancho en las alas, transmitía las imágenes a través de un sistema de microondas llamado Tactical Intelligence Microwave Data Link, contaba con un tren de aterrizaje fijo y con una hélice encerrada en una doble cola que vista desde atrás le daban el aspecto de un hidroavión. Era capaz de mantenerse en el aire durante siete horas. Después de cada vuelo se lo recuperaba con el auxilio de una vasta red.

El Mastiff tuvo poco éxito en sus albores. Recién en 1979 las Fuerzas Aéreas israelíes comenzaron a hacer pedidos. Aunque para ese momento, Israel Aircraft Industries, la empresa que había rechazado la propuesta inicial de Alvin Ellis, ya había sacado al mercado un modelo casi idéntico al que bautizó como Scout.

La invasión del Líbano de 1982 sería el escenario en el que se estrenarían ambos aviones no tripulados. La leyenda diría que un Scout había grabado a Yazir Arafat antes de la salida de la OLP en dirección a Túnez. Sin embargo, el verdadero triunfo de los drones israelíes llegaría en el valle de la Bekaa, donde permitiría las imágenes que captaron hicieron posible la destrucción de 28 misiles tierra aire pertenecientes a Siria en junio de 1982.

De Israel a EEUU

Con Ronald Reagan al frente de la Casa Blanca, la carrera armamentística retomaría el impulso perdido tras el fracaso en Vietnam. En 1983, los Estados Unidos participaron, por exigencia de Ariel Sharon, junto a otras potencias extranjeras en la intervención en el Líbano coordinada por la ONU para supervisar la partida de la OLP.

Los altos mandos fueron entonces testigos de la forma en que las Fuerzas Aéreas israelíes usaban los aviones no tripulados Mastiff y Scout, no sólo para detectar las baterías enemigas, sino para provocar que descargasen sus municiones antes de que fueran atacadas por aviones convencionales y para obstruir sus radares y sistemas de comunicación.

A las 6:20 de la madrugada del 23 de octubre de 1983, un camión Mercedes Benz color amarillo, se estrellaba contra la base de la Segunda División de Marines situada en las proximidades del aeropuerto de Beirut. Llevaba en su interior ocho mil kilos de explosivos que mataron a 241 soldados en el peor ataque sufrido por Estados Unidos fuera de sus fronteras desde la Segunda Guerra.

El general Paul Xavier Kelley, comandante del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, viajó a Beirut de forma secreta para investigar lo sucedido. Tiempos después se sabría que detrás del atentado había estado Irán y el germen de lo que más tarde sería Hezbolá. La siguiente parada del viaje de Kelley fue Tel Aviv.

Sus anfitriones le mostraron la forma en que operaban los aviones no tripulados. Antes de partir, le regalaron un vídeo captado desde las alturas por un drone que presentaba con asombrosa definición cada uno de los pasos que habían dado a lo largo del itinerario. En septiembre de 1984, los marines de Camp Lejeune, Carolina del Norte, contaban con sus propios Masstif.

John Lehman, Secretario de la Marina de Estados Unidos, también se había fijado en el desempeño de los aviones no tripulados de Israel. En especial después de que un ataque lanzado por el acorazado USS New Jersey desde las costas del Líbano, derribaran dos aviones propios sobre territorio sirio. Las Fuerzas Aéreas israelíes armaron una presentación de los drones sobre la cubierta del navío USS Guam.

La estrategia de marketing funcionó a la perfección. En 1985 la Marina estadounidense sacó a licitación el pedido de aviones no tripulados. Israel Aircraft Industries y Tadiran se unieron a un socio norteamericano, la empresa AAI, con base en Maryland. Tras ganar el concurso público, empezaron a fabricar la versión estadounidense del Scout y el Mastiff, a la que llamaría RQ2-Pioneer.

Los Pioneer se estrenarían en 1991, durante la Guerra del Golfo lanzada por George Bush padre. Al carecer aún de armamento, los drones servían para que los artificieros recibiesen órdenes precisas de los sitios a los que debían disparar.

Poco tiempo tardaron las infanterías de Irak en aprender que aquel lúgubre ronroneo que llegaba desde las alturas anunciaba la inminencia de un inminente ataque con obuses y misiles. Un vídeo de aquella guerra se haría famoso entre los mandos militares de Estados Unidos: soldados rasos iraquíes tiraban las armas, se sacaban los cascos, las camisas y se arrodillaban en el suelo con los brazos en alto. Se estaban rindiendo al rugido de los aviones no tripulados.

Sobre cómo vuelan los aviones no tripulados: el «call center» de la guerra

Hace unas semanas algunos de vosotros debatíais en este blog sobre la forma en que se pilotan los aviones no tripulados, en especial los Predator que cada día realizan misiones en Irak, Pakistán y Afganistán.

A primera vista podrá parecer un asunto baladí, pero la masiva aparición de estos ingenios robóticos en los cielos no sólo muestra en buena medida cómo se articula la estrategia bélica en estos días, sino que desvela los complejos desafíos a los que la comunidad internacional en cuestiones como la soberanía.

Un escenario que ha cambiado radicalmente en apenas un par de años, principalmente desde la confrontación de 2006 entre Israel y Hezbolá, y que plantea una serie de debates legales y éticos que lamentablemente – del mismo modo en que ocurrió con los cambios tecnológicos durante la primera guerra mundial con la aparición masiva de los tanques y los aviones de combate – tendrá lugar, si lo tiene, después de no pocos hechos consumados.

Más aún si, según afirman expertos de la talla de Peter Singer, estamos apenas en los albores de la gestación – en las primeras etapas de una carrera armamentística en toda regla – de estas aeronaves ausentes de tripulación que en el futuro próximo tendrán un poder mucho mayor de vigilancia (gracias a sistemas como Gongor Stare), de capacidad de destrucción (debido al acelerado desarrollo que está teniendo de misiles que se adaptan a sus características técnicas) y de autonomía (que se espera que alcance su punto culminante para el año 2020).

Estas son algunas de sus principales características:

1. Un sistema integrado

La forma en que está estructurada la base operativa de los aviones no tripulados Predator recuerda en buena medida a los “call center”, fenómeno por antonomasia la globalización: un joven indio, sentado en un cubículo de una multitudinaria oficina en Calcuta que, con un auricular en la oreja, intenta imitar el estadounidense para responder a las dudas que un ama de casa en Kentucky, después de llamar a un número 0800, le formula sobre cómo manejar su nueva lavadora.

Porque los aviones no tripulados, sobre todo los Predator, son contralados de manera simultánea desde al menos cinco bases en distintos lugares del mundo por pilotos, ingenieros, contratistas privados, meteorólogos y agentes de la CIA que también se encuentran encerrados en cubículos reducidos, frente a pantallas de ordenador, en sitios tan dispares como EEUU, Alemania, Italia, Irak, Afganistán o Pakistán.

Esto se debe a que los Predator, más que en unidades, son tratados como un sistema integral del que forman parte cuatro aviones no tripulados, varios puestos de control en tierra, conexión vía satélite y una plantilla compuesta por 55 personas.

Continúa…

La historia de los aviones no tripulados (2)

Los aviones tripulados se han convertido en los grandes protagonistas de las guerras contemporáneas y en el componente insoslayable de todo presupuesto de defensa. Para comprender cómo funcionan y las implicancias que tiene esta revolución en la estrategia bélica, seguimos adelante con el intento de reconstruir su historia.

La semana pasada vimos el rol del actor inglés Reginald Denny, y las circunstancial aparición en escena de Marilyn Monroe, en los primeros desarrollos de los drones. Esta semana toca el uso de estos ingenios en Vietnam, y el cruce de historias que va desde Charles Lindbergh y el Spirit of Saint Louis, hasta Norman Sakamato, un japonés que pasó dos años de su vida en un campo de internamiento de EEUU.

No sin mi nombre

Nacido en Parsons, estado de Kansas, Tubal Claude Ryan tenía la costumbre de ponerle su apellido a cuanta empresa creaba. La primera línea aérea de pasajeros de los EEUU, que en 1925 comenzó a realizar vuelos entre San Diego y Los Ángeles, se llamaba justamente Ryan Flying Company, para pasar a ser conocida más adelante como Ryan Airlines.

Se dice que no formó parte del proceso de producción por parte de la compañía del monoplaza bautizado como Spirit of Saint Louis, que el 20 de mayo de 1927 condujo a Charles Lindbergh a través del Atlántico, en un maratónico vuelo de 33 horas y 30 minutos, desde Estados Unidos hasta Francia. Un año antes había vendido las acciones de la compañía a su socio, Benjamin Frankley Mahone. Eso sí, la aeronave recibía el nombre oficial de Ryan NYP (siglas que señalan las ciudades unidas en el histórico periplo: “New York to Paris”).

También en 1927, dio vida a Ryan Aeronautical Company, que se dedicaba a importar motores de la empresa Siemens desde Alemania. Un lustro más tarde, creó una academia de aviación en San Diego, que funcionó bajo la denominación, como no podía ser de otra manera, de Ryan School of Aeronautics.

Pero el éxito le llegaría con su cuarta empresa, Ryan Aeronautical Company, lanzada en 1934. Poco satisfecho con el desempeño de los aviones de entrenamiento que se usaban por aquellos tiempos, dio vida al modelo Ryan ST (Sport Trainer), que tuvo un enorme éxito y que exportó a decenas de países en América Latina, Asia y Europa para las prácticas de pilotos tantos civiles como militares.

Después de la segunda guerra mundial, Ryan Aeronautical Company empezó a producir aviones no tripulados como el Ryan Firebee, que era usado como blanco, y el Ryan Firebird, que es considerado el primer misil lanzado desde el aire para impactar objetivos también en el aire. Ambos tenían motores de propulsión a chorro.

La crisis de los misiles y Vietnam

Sin embargo, la idea que comenzaría a transformar el uso de estos dispositivos aéreos manejados a control remoto, la tendría en 1960 un ingeniero llamado Norman Sakamato, al que se le había ocurrido que los drones podrían llevar cámaras de fotos en el morro para realizar labores de reconocimiento y espionaje.

Una idea que no había deslumbrado a los militares, hasta que el 27 de octubre 1962 un avión espía Lockheed U-2 fue derribado sobre Cuba por misiles antiaéreos soviéticos SA-2 durante la crisis que enfrentó a Kennedy con Nikita Jrushchov, empujando al mundo al acantilado de una guerra nuclear.

Meses antes, las fuerzas Aéreas de los Estados Unidos habían dado un millón de dólares, dentro del marco del programa Big Safari, para que el Ryan Firebee fuese convertido en un avión no tripulado espía, que podía ser lanzado tanto desde tierra como desde las alas de un avión DC-130 Hercules, y que tenía la capacidad para recorrer 1.930 kilómetros a más de 55 mil pies de altura.

Más de mil unidades, bajo el nombre en clave de Lightning Bug, volarían por los cielos de Vietnam sacando fotografías de los objetivos enemigos y bloqueando radares durante el enfrentamiento armado contra los vietnamitas.

Paradójicamente, Norman Sakamato, que trabajaba para Ryan- Teledyn, pues Tubal Claude Ryan había fusionado su empresa, había pasado junto a su familia los dos primeros años de la segunda guerra mundial en un campo de internamiento para japoneses situado en el estado de Arizona.

(En la próxima entrada, el desarrollo que haría Israel de esta tecnología a partir del Líbano hasta que los EEUU la recuperan en los años noventa con el surgimiento del Predator).

La historia de los aviones no tripulados (1)

En el mundo del espectáculo se dio a conocer bajo el nombre de Reginald Denny, pero lo cierto es que su madre lo había parido el 20 de noviembre de 1891, en la ciudad inglesa de Richmond, como Reginald Leigh Dugmore.

Miembro de una familia de artistas, en 1915 comenzó a dar los primeros pasos en películas mudas a ambos lados del Atlántico. Su formación dramática le permitió adaptarse a la llegada del cine sonoro, en el que hizo sus primeros roles protagónicos, para luego convertirse actor secundario de reconocido prestigio que participaría junto a Greta Garbo en Anna Karenina, con Katharine Hepburn en The Little Minister y Frank Sinatra en Asalto a la reina. Actuó en más de 200 producciones.

De característica nariz prominente y profundos ojos verdes, Reginald Denny también supo dar el salto a la televisión. Entre los años cincuenta y sesenta apareció en numerosas series. En 1966 lo hizo en Batman como el comodoro Schmidlapp, un viejo marino que era secuestrado en su yate.

La pasión por los aviones

La gorra que llevaba en aquel papel lo relacionaba con las fotos en blanco y negro de su juventud, cuando Reginald Denny aparecía con el uniforme de los Royal Flying Corps, en la que sería la otra pasión de su vida: los aviones.

En Hastings, Inglaterra, se entrenó con el rango de teniente para participar en la primera guerra mundial, pero sin llegar a entrar en combate. Formó parte del escuadrón 112, en el que aprendió a pilotar monoplazas de combate Sopwith Pups, Camels y Snipes.

En 1920 se hizo piloto de acrobacias. Fue miembro honorario de la compañía Trece gatos negros, con base en Los Ángeles. En 1934 creó la empresa Reginald Denny Industries, para la fabricación de aviones a radio control, una pasión que compartía con actores como Henry Fonda y Jimmy Stewart.

Un año después abrió una tienda de aeromodelismo en Hollywood Boulevard que tenía un gran cartel blanco sobre la entrada en la que se leía: “Reginald Denny Hobby Shop” y otro vertical, clavado en el césped y rodeado de palmeras, que decía “Denny Plane”.

El producto estrella de la tienda era el Dennyplane Jr, que se vendía por diez dólares, exorbitante suma en aquellos tiempos de depresión. Un prototipo diseñado por el propio Reginald Denny que no se inspiraba en ningún avión conocido pero que tenía un aspecto propio de las aeronaves de los años veinte.

Otra idea que había tenido el actor era la de vender sus creaciones a bajo coste al Ejército de EEUU para que los artificieros los empleasen en sus prácticas de tiro. En 1938, el actor compró a Walter Righter el diseño de un nuevo motor, que resultaría revolucionario. Lo bautizaría como Dennimyte.

Los miles de dólares invertidos en investigación y desarrollo de nuevos modelos, estaba por llevar a Reginald Denny Industries a la ruina, cuando en 1939 el Ejército decidió comprarle 53 unidades del modelo RP 4, al que llamaron OQ-1, que significa «modelo a escala 1». Tenía seis caballos de potencia, una extensión entre las alas de 3,73 metros, pesaba 47 kilos y permitía ser recuperado tanto a través del aterrizaje en tierra como de paracaídas.

Para los artificieros, que hasta aquel entonces practicaban con mangas, poder entrenarse con aviones a escala, que derribaban cada vez que podían, resultaba mucho más estimulante. El OQ -2 alcanzaba los 137 kms/h.

El comienzo de la segunda guerra mundial disparó el negocio de Reginald Denny. Su fábrica en el aeropuerto de Van Nuys, situado en el área metropolitana de Los Ángeles, comenzó a producir miles de aviones contrarreloj. La Marina, que sumó también sus pedidos, los bautizó como TDD (Target Drone Deny 1).

Fue justamente en esa fábrica que David Conover, fotógrafo del ejército, descubrió a una joven muy atractiva, que pensó que tenía cualidades para ser modelo. Corría el año 1944. La chica se llamaba Norma Jeane. Años más tarde sería conocida como Marilyn Monroe.

La compañía de Reginald Denny sería comprada en 1952 por la mastodóntica empresa Northop. Él moriría en 1967, a los 75 años de edad, a causa de un cáncer. Muchos lo recordarían por su labor actoral. Pero en la industria de la guerra sería considerado el padre del primer avión no tripulado fabricado en masa. Esos ingenios que, con el reciente lanzamiento del Predator C Avenger, acaban de entrar en su quinta generación.

Los aviones no tripulados de EEUU matan a 687 inocentes en Pakistán

Desde que hicieron su aparición de forma masiva en los cielos del Líbano en la guerra que enfrentó en 2006 a Israel y Hezbolá, hemos seguido de cerca en este blog el progreso de los aviones no tripulados que, como predijimos en aquel entonces, han acabado por convertirse en uno de los actores principales de los actuales conflictos armados.

Israel y EEUU siguen como líderes absolutos en su desarrollo y fabricación, y la lista de países que invierten en la gestación de sus propios modelos y que los suman a sus fuerzas aéreas, no deja de crecer.

En la revolucionaria reestructuración del presupuesto de Defensa anunciada la semana pasada por Robert Gates, el helicóptero presidencial, los cazabombarderos F22 Raptor y el Future Combat Systems, iniciativas más propias de la guerra fría que de los actuales escenarios bélicos de lucha contra movimientos insurgentes y terroristas, pierden buena parte de su financiación, mientras que los drones la duplican.

Sólo 14 miembros de Al Qaeda

Sin embargo, a la luz de las cifras publicadas esta semana sobre el número de muertes de civiles en Pakistán a lo largo de los últimos dos años, quizás esta pasión por los aviones no tripulados merecería una honda reflexión.

Según informa el periódico paquistaní The News, en base a cifras oficiales:

De los 60 ataques llevados a cabo por los aviones no tripulados estadounidenses con base en Afganistán a través de la frontera sobre Pakistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez consiguieron dar con sus objetivos, matando a 14 líderes de Al Qaeda, además de matar a 687 civiles inocentes paquistaníes. El porcentaje de éxito de los Predator no supera así el 6%.

Lo primero que hizo Hamid Karzai apenas Barack Obama ganó las elecciones, fue pedirle que pusiera fin a los bombardeos indiscriminados en Afganistán, pues no hacían más que dar legitimidad a los talibán. Y, como ya hemos visto en este blog, los EEUU redujeron de forma notable sus ataques contra objetivos en territorio afgano, a favor de una estrategia de más tropas en el terreno y de mayor precaución a la hora de provocar lo que ya pocos llaman “daños colaterales”.

Otro tanto de lo mismo ha hecho el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, que declaró en numerosas ocasiones que “los ataques son contraproducentes”, y cuyo gobierno pidió la semana pasada al almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército estadounidense, que se les pase el control de las misiones de los aviones no tripulados.

Repensar la estrategia

Por otra parte, según cuenta Amy Goodmad en Democracy Now, acaba de tener lugar la primera manifestación pacífica en EEUU contra las acciones de los aviones no tripulados (algo que sucede con regularidad en Pakistán). Junto a una veintena de activistas, el padre Louis Vitale se dirigió al desierto de Nevada para protestar contra el empleo de los “killer drones”.

Allí cantaron consignas y mostraron pancartas críticas a los 270 pilotos que desde la base Nellis Air Force controlan los Predator y Reaper que actúan sobre Pakistán.

Los ataques de los aviones no tripulados resultan ventajosos porque no ponen en riesgo la vida de los pilotos, de allí su popularidad entre las fuerzas armadas, pero si se llevan por delante de inocentes, sin dudas hay que revisar a fondo las estrategias con que son empleados.

A la luz del aumento del poder de los talibán en las provincias tribales del occidente de Pakistán, llegando a imponer la sharia en el valle de Swat, habrá que hacerse no pocas preguntas. Si en Afganistán se comprendió que matar a civiles beneficiaba a los radicales islamistas, resulta contradictorio que no se alcance las misma conclusión con respecto a las acciones de los Predator y los Reaper en tierras pakistaníes.

Guerra de drones entre EEUU, Irán y Pakistán

La preeminencia que a lo largo de estos últimos años han alcanzado los aviones no tripulados en las guerras se refleja en el aumento exponencial de la demanda y en la creciente cantidad de países que los poseen.

A principios de mes, Irán anunciaba la puesta en marcha de instalaciones, situadas en la provincia de Mazandaran, al norte del país, para la fabricación masiva de aviones y helicópteros no tripulados.

Según Hamed Saeedi, director de la Compañía Aeroespacial Farnas, darán vida a nuevos modelos con capacidad para neutralizar y desviar las señales de los radares gracias al diseño de fuselajes con superficies angulosas y materiales absorbentes en la línea del caza F117 Nighthawk o del bombardero B2 Spirit.

Irán lleva nueve años desarrollando estos ingenios voladores que se han ido superando en la distancia de vuelo, lo que pondría dentro del alcance de observación y ataque a parte de las bases estadounidenses en Irak y Afganistán (aunque el potencial de las armas iraníes siempre debe ser considerado con cierto escepticismo debido a la tendencia del régimen de Teherán, cuya escalada verbal no ha dejado de crecer gracias al populismo de Mahmud Ahmadineyad, a exagerar sus capacidades bélicas).

Tragar y migrar en Irán

Sus principales creaciones han sido los modelos Misrad (“migrante) y Ababil (“tragar”) que, como vimos en la anterior entrada del blog, Israel derribó en 2004 y 2005 cuando Hezbolá los lanzó sobre su territorio en respuesta a las constantes violaciones del espacio aéreo libanés por parte de las fuerzas aéreas hebreas, y en la guerra de 33 días de 2006.

Hace dos semanas aparecía la noticia de que el día 25 de febrero los EEUU habían derribado un drone iraní en Irak. Información que finalmente confirmarían las autoridades militares estadounidenses. Según declaró el coronel Scott Maw a Danger Room, la aeronave, modelo Ababil 3, fue seguida desde el momento en que cruzó la frontera. Se la abatió una hora y diez minutos más tarde.

Si se hubiese tratado de un avión tripulado, las repercusiones políticas del incidente habrían sido sin dudas mayores debido a la muerte o captura del piloto. Y tal vez esta sea una característica a resaltar del papel de los drones en los escenarios bélicos contemporáneos.

Más ataques para Obama

El derribo del avión no tripulado iraní en Irak generó no pocas reacciones y preguntas en EEUU. Algunas, por lo menos curiosas en su indignación si tenemos en cuenta que las fuerzas estadounidenses no recibieron invitación alguna para “desembarcar” en Irak, y que emplean de forma constante los drones para bombardear Pakistán.

Como veíamos el pasado lunes, el incremento de las horas de vuelo de los drones de combate de EEUU fue de un 94% entre 2007 y 2008, que protagonizaron 71 aviones Predator. Modelo que suele llevar misiles Hellfire y que se estrenó en Bosnia para luego ser empleado en Serbia, Yemen, Irak y Afganistán.

Basta seguir las noticias de Geo TV para estar al tanto casi al instante de los sucesivos ataques que EEUU realiza principalmente en las regiones de Waziristán del Norte y Sur (esta última, bastión del líder talibán pakistaní Baitullah Mehsud, al que se acusa de estar tras el asesinato de Benazi Bhutto).En 2008 sumaron más de cuarenta los bombardeos de los Predator.

Este año, a pesar del cambio de poder en la Casa Blanca, han continuado llevándose a cabo. Sin ir más lejos, este miércoles tuvieron lugar dos ataques que dejaron al menos siete muertos en Waiziristán del Sur.

Pero eso no es todo, la semana pasada el diario New York Times señaló que el ejecutivo de Obama consideraba ampliar sus bombardeos encubiertos en las provincias occidentales de Pakistán.

¿Guerra de drones?

Esta historia ha tenido varios momentos reveladores: el primero, cuando la senadora Diane Feinstein declaró ante el congreso que los drones despegaban desde bases en Pakistán, lo que dejó en mal sitio al gobierno de Islamabad, ya que siempre ha considerado a los ataques como “contraproducentes” que dan legitimidad a los insurgentes. Es más, hasta ordenó al Ejército que realizara prácticas sobre cómo derribar a los drones.

En realidad, el problema que ahora tiene el gobierno paquistaní es herencia de Pervez Musharraf. Mientras este último seguía al frente del gobierno, la administración Bush le pedía permiso con uno o dos días antelación antes de lanzar cada ataque. Ahora, como informa el LA Times, la CIA “se ha quitado los guantes” y actúa de forma autónoma.

Las quejas no han cesado por parte del presidente Asif Ali Zardar y del Ejército paquistaní hacia estas operaciones que hasta ahora sólo han logrado dar con dirigentes de rango medio de Al Qaeda (a lo largo de los últimos seis meses: Rashid Rauf, Abu Khabab, Khalid Habib y Usama al-Kini).

La pregunta que cabe hacerse es si los bombardeos fuesen realizados por cazas F16 en lugar de drones Predator, ¿estaríamos hablando entonces de una guerra abierta entre EEUU y Pakistán? Quizás ese sea otro de los cambios que los aviones no tripulados han traído a los conflictos armados.