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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El Parlamento Europeo rechaza proteger los olivos milenarios

De nada han servido los 154.770 firmantes que en un tiempo récord suscribieron mi petición en Change.org solicitando al Parlamento Europeo acabar con el expolio de los viejos olivos y otros árboles centenarios poniendo fin a su indigno comercio especulativo.

De nada ha servido el éxito logrado por la película «El olivo«, la nueva cinta de Icíar Bollaín, con guión de Paul Laverty, donde se denuncia magistralmente el drama personal y cultural que hay detrás del arranque de miles de olivos únicos en el sur de Europa para adornar rotondas y chalés de lujo. Lee el resto de la entrada »

Famosos actores piden poner fin al expolio de olivos milenarios

javier gutierrez cartel change_Web

Anna Castillo y Javier Gutiérrez, protagonistas de ‘El Olivo‘, la nueva película de Icíar Bollaín, han rodado un vídeo para apoyar la campaña que, promovida por la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, promuevo en la plataforma Change.org con la intención de poner fin al vergonzoso expolio de olivos milenarios. Muchas gracias a ellos, además de a todo el equipo de rodaje y producción, por secundar de una manera tan decidida nuestra petición, pero sobre todo por haber hecho una película tan maravillosa que sin duda ayudará a poner punto y final a un comercio tan indecente.

10 razones para acabar con el especulativo negocio del arranque de olivos milenarios

  1. Porque son los seres vivos más viejos de la Tierra. Muy pocas especies son capaces de tener más de 2.000 años y seguir fructificando como jovenzuelos.
  2. Porque son paisaje. Sin ellos perdemos la seña de identidad de lugares únicos donde estos viejos árboles han estado dando frutos a nuestros antepasados durante milenios.
  3. Porque son cultura. Una cultura tan milenaria como ellos mismos, de profundas raíces mediterráneas, asentada en el sabio manejo de ejemplares tan viejos como valiosos.
  4. Porque son biodiversidad. El árbol viejo es fundamental para dar cobijo a una cohorte impresionante de animales y plantas que sólo pueden vivir si ellos existen, desde el mochuelo a extraños escarabajos.
  5. Porque son turismo. Existe un turismo de arbolado singular. En muchas localidades se han convertido en su principal atractivo turístico. Vivos dan mucho dinero. Muertos o en una rotonda tan sólo dan lástima.
  6. Porque no es un rescate. Es la justificación que dan quienes los arrancan y venden, pero es falso. Los quitan para ganar dinero, nunca para darles una segunda oportunidad.
  7. Porque la mayoría muere. Para que uno solo de estos ejemplares grandiosos llegue a un jardín, rotonda o campo de golf, han muerto decenas por el camino.
  8. Porque es pura especulación. Los intermediarios los compran por cuatro perras a los agricultores y los acaban vendiendo por cantidades fabulosas a ricachones caprichosos o alcaldes con escasas luces.
  9. Porque es peligroso. En el traslado, junto con él árbol van polizones no deseados dentro del cepellón o entre las ramas y tronco que pueden provocar plagas, enfermedades o la entrada de especies invasoras.
  10. Porque es una atrocidad. Hace un siglo vendíamos a los americanos nuestras iglesias románicas, que se llevaron por decenas piedra a piedra aduciendo que también lo hacían para salvarlas de la ruina. Hoy hacemos lo mismo con nuestras catedrales verdes.

Anna y Javier, junto a 150.000 ciudadanos comprometidos con su cultura y su paisaje han firmado para poner fin al drama de los olivos milenarios. ¿Ya has firmado también tú?

https://www.change.org/olivo

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¿Quién carga con el mochuelo de la extinción de los mochuelos?

mochuelo

 

“Cada mochuelo a su olivo”.

Cuando era niño, con esta campestre frase mi padre nos señalaba a mis hermanos y a mí la hora de irse a la cama. En esa época (no hace tanto, lo juro), los pequeños búhos de cara infantil eran tan frecuentes en el paisaje rural español como los viejos olivos llenos de agujeros donde éstos se refugiaban. Pero sí. Eran otros tiempos. Seguimos teniendo muchos olivos en España, es verdad. Aunque desgraciadamente ya no son esos ejemplares centenarios que asombraran a poetas como Antonio Machado o Miguel Hernández. Son jóvenes plantones. Muy jóvenes y productivos. Demasiado jóvenes para los mochuelos.

Los olivos viejos fueron arrancados por inútiles. Los que no murieron entonces languidecen ahora en anodinas rotondas y urbanizaciones, obligados monumentos moribundos a la burbuja inmobiliaria. Los mochuelos han seguido un camino paralelo. Les quitamos los refugios de aceitunas mientras regábamos los campos con veneno, condenándoles a desaparecer.

No son exageraciones. Según estudios de los ornitólogos de SEO/BirdLife, la agricultura intensiva, la desaparición de la ganadería extensiva y el abandono rural son los principales responsables de que el mochuelo, al igual que otras muchas aves agrarias, esté en preocupante declive. Ahora mismo hay un 40% menos que hace 10 años. Y muchísimos menos que cuando en la antigua Grecia se le consideraba animal sagrado de la diosa Atenea, símbolo de una sabiduría que, al menos en el sentido agrícola, hemos olvidado.

Aunque no todo está perdido. En el Maestrazgo, en la Sierra de Gata, aún quedan viejos olivares preñados de olivas y mochuelos. Eligiendo como consumidores concienciados esos aceites únicos, de sabores milenarios, seremos capaces de mantener un paisaje muy especial, el de nuestra historia. No nos vaya a tocar cargar con el mochuelo de su extinción.

Aquí os dejo un precioso vídeo del mochuelo. Para que lo disfrutéis y no se os despiste ni su cara ni su canto.

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Abuelos de mil años «para comérselos»

El actor Juan Echanove ha sido nombrado embajador de los olivos milenarios de la mancomunidad del Sénia, una región cercana al Maestrazgo que agrupa a 27 pueblos valencianos, catalanes y aragoneses. No se me ocurre iniciativa más imaginativa y rentable para dar a conocer las riquezas de un paisaje único, forjado a la sombra de los olivos de la variedad autóctona Farga y donde la cultura mediterránea de romanos y griegos se hermana con unos ejemplares de árboles monumentales que seguramente fueron plantados hace 2.000 años por nuestros antepasados culturales. Parafraseando la famosa serie televisiva, esos abuelos de mil años están «para comérselos», al menos el maravilloso zumo de sus aceitunas.

Echanove, que el pasado 19 de enero se comprometió en la feria FITUR (Madrid) a ejercer de embajador de este bien patrimonial, ha reiterado este compromiso “allá donde vaya”, y ha reconocido que no será una tarea difícil “ya que con sólo enseñar una fotografía de estos tesoros naturales la gente puede hacerse una idea de lo que significan”.

Paradójicamente, en Jaén, la capital mundial del aceite de oliva, se rinde homenaje estos días a los olivos milenarios y monumentales con una exposición de fotografías de ejemplares castellonenses realizadas por Arturo Esteve. ¿No hay olivos milenarios en Jaén? Los había, pero los arrancaron prácticamente todos hace muy poco tiempo para adornar rotondas y campos de golf de medio mundo. Un expolio del que ahora se lamentan los jienenses y que da aún más valor a los del Maestrazgo, salvados gracias al cariño de sus dueños y a una ley valenciana ejemplar.

Os incluyo a continuación un precioso texto que Echanove a dedicado a estos árboles monumentales:

Estos olivos milenarios, que brotan sobre la tierra, que irrumpen con fuerza y señorío desde lo mas profundo de la tierra… Estos olivos cuyas raíces en forma de voluptuosa melena seducen nuestros ojos e inquietan nuestras almas… Estos olivos, que desde tiempos inmemoriales llegaron a nuestra tierra de forma casual o intencionada… ¡que mas da¡ Estos olivos, ancianos de la tribu, sabios entre sabios, pacientes y dolientes… Estos olivos, testigos de nuestra formación, de nuestros triunfos y derrotas… Estos olivos que de forma elegante destruyen las fronteras geográficas de nuestro País para agruparse en torno a una comarca propia… Estos olivos que, antes de ser tales, fueron simples acebuches… y que a fuerza de darnos la paz en sus ramas, alcanzaron estatura de gigantes… Estos olivos son los que, llorando, nos ofrecen el más preciado tesoro de su sangre… sangre que celebra la dicha y ahoga la desgracia. Sangre que brota y brotará para nosotros y los que nos sucedan. Sangre del alma… del alma de la tierra… del alma de la historia.

Foto de Juan Echanove junto a un olivo milenario obtenida de la bitácora del propio actor: Un blog para comérselo

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Subastan por 64.000 euros un arrancado olivo milenario

Leo en el periódico Las Provincias que un millonario francés acaba de pagar 64.000 euros por un olivo milenario arrancado en Portugal. El gigantesco árbol se llama ‘Domiciano’ (en recuerdo a su pasado romano) y tiene un tronco’ de 6,9 metros de perímetro. Esta inmensa cintura, unida a sus más de 10 toneladas de peso, hacen sospechar a los especialistas que tenga en realidad más de 2.000 años, relacionándolo directamente con el nacimiento de Jesucristo y la romanización de Hispania.

¿Y para qué quiere un millonario un árbol tan viejo y grandioso? Lo han adivinado: para llevárselo a su chalet.

Único, irrepetible, ese pedazo de historia es además uno de los seres vivos más viejos del planeta, pero para los caprichosos tan sólo se trata de un objeto de colección/especulación. Igual que hace 150 años los ricos norteamericanos venían a España para llevarse por cuatro perras iglesias románicas piedra a piedra, ahora permitimos el mismo expolio con nuestro patrimonio natural. De hecho, en esta misma subasta se han subastado otros 43 olivos monumentales por precios igualmente astronómicos.

En la Comunidad Valenciana está prohibido desde 2006 el arranque de olivos centenarios, pero no en Andalucía o Aragón, donde se sigue permitiendo tamaña salvajada. Sin protección legal, se les trata como a vulgares árboles frutales de quita y pon. Muchos mueren durante el proceso, pero da igual, el margen comercial asume con alegría estas pérdidas.

Lógicamente, el dinero no se repartirá por igual. A sus propietarios les habrán pagado apenas 100 euros por cada uno de ellos. El resto son ganancias para los expoliadores.

Hasta el propio Emilio Botín ha visto el negocio. En la ciudad financiera del Banco Santander de Boadilla del Monte (Madrid) hay 170 hectáreas dedicadas a albergar un bosque único (y expoliado) de olivos centenarios. La colección tiene más de 1.300 ejemplares grandiosos. Algunos vienen de Las Alpujarras y fueron plantados por los árabes en la época andalusí. Otros proceden de Portugal, Calabria o Creta. Y allí los tienen a todos bien juntitos, sobreviviendo como pueden pero generando suculentas plusvalías.

Árboles mágicos, cantados por Miguel Hernández y Lorca, ensoñados por los enamorados, admirados por todos, esperan ahora exiliados en una rotonda, en una urbanización, en un vivero, la llegada de un otoño inexistente en ese mundo de hormigón a donde los hemos confinado. Allí ya no saben a tiempo, tan sólo a abandono.

En este enlace podéis ver el catálogo de olivos expoliados del que os hablo, a subastar sólo por un intermediario francés en su castillo cercano a Toulouse. Quien ha tenido la desfachatez de bautizar a los ejemplares más viejos con nombres de emperadores, pues los presenta como «esculturas vivas del Imperio romano«. Por si tenía alguno duda de que este patrimonio, además de natural, también lo es cultural.

La foto que ilustra este post es el pobre Domiciano, récord de ventas a su pesar.

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Oro de olivos milenarios

Es tiempo de olivos y aceitunas. Como cada otoño, las almazaras inundan con ese olor único del alpechín los pueblos de media España. El aceite, el oro de las olivas, comienza a manar generoso; un millón de toneladas para un año no demasiado bueno en producción por culpa de la sequía.

Pero también en los olivares se notan los nuevos tiempos. Los “aceituneros altivos” que cantara el genial Miguel Hernández habían dado paso a jornaleros inmigrantes africanos. Sin embargo, con esto de la crisis, los puestos están volviendo a ser cubiertos por parados locales, quienes como diría el poeta alicantino, acuden ahora a trabajar a las fincas “sonriendo con la alegre tristeza del olivo”. Aunque llegan más tecnificados, pues los olivareros han solicitado al Gobierno central permiso para poder utilizar quads en las labores de recolección más costosas.

Ajenos a tanta modernidad, todavía quedan hermosos lugares donde el aceite de oliva es hijo de la tradición. Como el procedente de los olivos milenarios de la mancomunidad de la Taula del Sénia, a caballo entre Castellón, Tarragona y Teruel.

Frente al expolio generalizado de estos árboles excepcionales para acabar adornando urbanizaciones y campos de golf, o muriendo de tristeza en una rotonda, aquí los cuidan como lo que son, grandiosos monumentos naturales. Y son muchos, más de 4.000. Supieron conservarlos y ahora se han convertido en reclamo turístico e importante fuente económica diferente y diferenciada. Los que vendieron los suyos por cuatro perras se mueren de envidia, desposeídos de una herencia irrecuperable. ¿Os imagináis qué aceite puede salir de unos ejemplares tan soberbios? Oro líquido.

Vuelvo al poeta cabrero. Decía Miguel Hernández que “el olivo sabe a tiempo”. Estos olivos milenarios saben a historia, pero también a futuro para el campo.

Expolio internacional de árboles centenarios. ¿Nadie protege a los viejos olivos?

Ancianos centenarios desarraigados, arrancados de su tierra y su hogar, llevados a lugares remotos como solitarios adornos, muchas veces olvidados, al final muertos y despreciados.

Me refiero a nuestros viejos olivos más queridos, nuestros abuelos vegetales, sometidos desde hace una década a un despiadado tráfico que, para más vergüenza, está considerado legal.

Los propietarios de estas joyas naturales las venden a los viveristas por unos 6.000 euros, quienes luego los revenden hasta por 24.000 euros. Es un negocio en alza a costa de nuestro patrimonio vivo más valioso, árboles centenarios que irremediablemente acaban luego adornando el jardín de residencias de lujo o una rotonda, si es que no se mueren antes por el camino.

Ajena a su importancia cultural y natural, la ley los considera meros árboles frutales, negándoles toda protección que impida su arranque. Últimamente, la venta a través de Internet está acelerando este injustificable expolio, que de esta manera ha encontrado un lucrativo negocio fuera de nuestras fronteras.

La única forma de evitarlo sería protegiéndolos todos, o al menos catalogándolos para evitar su desaparición, pero no interesa.

No hay más que pasar por viveros como los de Elche, por poner un ejemplo, para comprobar la magnitud del desastre. Allí estuve el pasado invierno y fue para llorar. Como veís en la fotografía que acompaña a este post, me encontré con verdaderos bosques de olivos milenarios encerrados en macetas, a la espera de su venta. ¿Es que nadie puede detener este expolio?

Para colmo de males, me entero ahora de que la mayoría del centenar de viejos olivos transplantados para permitir la construcción de la autovía del valle del Almanzora, en Almería, han muerto por falta de riegos y cuidados de la empresa constructora.

Nuestra falta de sensibilidad para con los árboles singulares me aterroriza. Si hacemos esto con seres tan venerables, qué no haremos con nuestros bosques y sotobosques.

Vuelven los aceituneros altivos

El primer día de noviembre comenzó oficialmente en España la campaña de recolección de la aceituna. “Los aceituneros altivos” del genial Miguel Hernández vuelven de nuevo al tajo, aunque ahora los braceros son mayoritariamente inmigrantes. Las cuadrillas estarán en los olivares hasta concluido febrero, sufriendo en sus huesos los rigores del invierno. Vareando sobre las mantas, pero también con peines y vibradores de una mecanización cada vez más generalizada.

Más de 1,2 millones de hectáreas de bello bosque artificial, cuadriculado, cuidado como un jardín japonés, bullen una temporada más de trabajo y sudor. En esos machadianos olivares “de loma en loma prendidos cual bordados alamares” se esperan recoger 1.250.000 toneladas de aceitunas, casi la mitad sólo en Jaén. A su paso, el inconfundible olor dulzón de las almazaras donde se extrae el zumo de oro se extiende por los pueblos.

Por una vez los olivareros están contentos. El consumo en nuestro país se ha recuperado un 17,6 por ciento. Entre otras razones, porque los españoles hemos descubierto por fin las excelencias del aceite de oliva virgen, que cada vez mezclamos menos con los refinados. Como decía Neruda, “no sólo canta el vino, también canta el aceite”. Y respecto a sus saludables propiedades, remacha el refrán: “Si quieres llegar a viejo, guarda aceite en el pellejo”.

La cosecha se espera muy buena, un 13% superior a la del año pasado, manteniéndose las exportaciones en alza y los precios para el productor en torno a los 2,46 euros por litro; muy lejos, sin embargo, de los que pagamos los consumidores.

Termino con una adivinanza, ese sabio entretenimiento cada vez más olvidado, por si lo quieren practicar con amigos o hijos:

“Verde fue mi nacimiento y de luto me vestí. Los palos me atormentaron y oro fino me volví”.