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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Maltrato animal en granjas de conejos españolas

Conejos

Supuesto maltrato animal en granja que IA identifica como Granja Rosers. Calonge de Segarra (Cataluña) © Igualdad Animal

Matados a golpes contra el suelo, arrojados vivos a los contenedores, sufriendo heridas abiertas, pudriéndose muertos dentro de las jaulas, hacinados en pésimas condiciones de vida. Éste es el terrible resultado del estudio que a lo largo de dos años han hecho voluntarios de Igualdad Animal en la industria de la cría de conejos española.

Un exhaustivo recorrido por 14 comunidades autónomas ha permitido comprobar graves irregularidades en materia de bienestar animal e higiénico-sanitarias. Resultados que se le atragantan e indignan a cualquier persona mínimamente sensible.

Ante ello, el gabinete jurídico de Igualdad Animal ha interpuesto un total de 72 denuncias por maltrato animal, irregularidades en las condiciones de bioseguridad e incumplimiento de la normativa higiénico sanitaria contra 70 granjas de conejos y 2 mataderos. Las sanciones oscilan entre 60.000 y 1.200.000 euros de multa, de 3 meses a 1 año de prisión e inhabilitación especial para trabajar con animales durante un período de 1 a 3 años para las infracciones muy graves. También podría ordenarse la clausura de las instalaciones.

El asunto es muy grave pero no hay que generalizar, pues pueden pagar justos por pecadores. No todas las explotaciones son iguales. Tomás Gómez, presidente de Intercun (interprofesional del sector cunícola) ha asegurado en declaraciones al programa Agrosfera (RTVE) que van a investigar a esas granjas «y las que no cumplan, desde el sector estamos estudiando tomar acciones contra ellas”.

Lo que sí es importante es que, como consumidores, exijamos transparencia al sector cárnico. Para que el salvajismo de unos pocos en granjas de cerdos, vacas, gallinas, pavos, conejos o patos no se nos oculte. La Rebelión en la Granja, el maravilloso libro de George Orwell, debe empezar por cada uno de nosotros.

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Hasta (en) los huevos de las superbacterias

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Si la Organización Mundial de la Salud (OMS) está preocupada, todos deberíamos estarlo, y mucho. Pero no lo estamos. En realidad no hacemos caso a sus científicos, que llevan años encendiendo todas las alarmas, cada vez más angustiosas, respecto al peligro de las superbacterias, aquellas resistentes a los antibióticos.

Frente a ellas no tenemos armas. 25.000 personas mueren al año en Europa por su culpa. Y esta terrible cifra no para de crecer, hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos.

En el último siglo, gracias a Fleming, Chain y Florey, la medicina moderna ha salvado millones de vidas tras vencer a la mayoría de las enfermedades infecciosas. Un gigantesco avance ahora amenazado por culpa del mal uso que hacemos de los antibióticos.

Los usamos cuando no son necesarios (eliminan bacterias, nunca virus como gripe o catarros), los dejamos de usar antes de concluido el tratamiento (reforzando involuntariamente sus defensas en lugar de las nuestras) o los tomamos sin enterarnos, ocultos en la carne, el queso o la leche.

Sí claro. ¿No lo sabías? La comida también tiene antibióticos. En pequeñas cantidades, pero los tiene.

Este tipo de fármacos se usan ya más con los animales que con las personas, incluso aunque estén sanos, pues con ellos se acelera su crecimiento, engordan más y se previenen enfermedades. Vamos, que así son económicamente más rentables para ese monstruo empresarial al que llamamos industria alimentaria.

En la Unión Europea y Estados Unidos los animales de granja ya reciben más de 10.000 toneladas de antibióticos al año, por encima del doble que nosotros. Como para extrañarnos luego de la existencia de superbacterias y alergias.

¿Antibióticos hasta en la leche? Y hasta (en) los huevos estoy yo de tanta mierda que comemos sin enterarnos.

Si quieres conocer con más detalle este tremendo problema de las superbacterias y la resistencia a los antimicrobianos, te recomiendo los siguientes enlaces:

Foto: Pixabay

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Por qué me he hecho vegetariano

Vegetariano

Hace unos años yo mismo me sorprendía cuando os contaba en esta misma columna la campaña lanzada por el ex Beatles Paul McCartney. El famoso cantante nos proponía hacernos vegetarianos una vez por semana, exactamente los lunes, como contribución de la Humanidad para luchar contra el cambio climático. Ello es debido tanto a la producción de piensos para el ganado, lo que ha provocado una gigantesca y creciente deforestación planetaria, como al hecho de que los rumiantes emiten con sus flatulencias gran cantidad de metano, un gas 23 veces más perjudicial que el CO2 como agente del calentamiento global.

Más tarde os informé de las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al peligro del exceso de antibióticos en la alimentación animal. Cuyo resultado son carnes trufadas de medicamentos que ingerimos con total desconocimiento de sus posibles repercusiones en nuestra salud.

Y al final tenía que ocurrir. Me he hecho vegetariano. O casi, pues en realidad tan sólo he eliminado de mi dieta la carne. Como pescado, huevos y queso, junto a fruta y todo producto vegetal proveniente de la huerta. Pero desde hace un año no pruebo chuletones, ni chorizo ni morcilla, algo sorprendente en un burgalés como yo. Yo mismo no me lo creo.

Algunos pensaréis que lo hago por novelería, como denominan en Canarias al esnobismo. En absoluto. Es tan sólo el resultado de una profunda reflexión personal. De una actitud y de un modo de vida que pretende ser más respetuoso con su entorno. De una necesidad de vivir de manera más saludable, sin tantos aditivos ni hormonas. Sin provocar tanto sufrimiento a los animales de granja.

Es una decisión individual, alejada de cualquier radicalismo. Paso de Paul McCartney y de los lunes sin carne. Soy vegetariano. Y me siento mejor.

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Revelan el cruel comercio de la carne de perro en China

Perros en matadero

Es la imagen del horror. Una dantesca realidad revelada por Igualdad Animal. La brutalidad de los mataderos de perros en China. Aterrorizados animales mantenidos en pésimas condiciones antes de ser salvajemente golpeados y acuchillados hasta la muerte. Todo para satisfacer el indigno mercado de carne de tan noble animal.

No es algo anecdótico. Se calcula que cerca de 30.000 perros son sacrificados cada día en China por su carne o pieles. Más de diez millones de pobres perros al año. Muchos son robados a sus dueños.

Su consumo es especialmente popular en el noreste del país en la frontera con Corea, aunque también en las regiones del sur como Guizhou, Guangdong y Guangxi. Por influencia británica, Hong Kong es la única región china donde desde 1950 el consumo de carne de perro está implícitamente prohibido.

La ONG Igualdad Animal ha conseguido reunir más de 50.000 firmas en apenas dos días para reclamar el fin del comercio de carne de perro en China. Yo ya he firmado. ¿A qué esperas para firmar tú? No hace falta ver (si eres capaz) este terrible vídeo para rechazar tan execrable mercado.

Foto: Igualdad Animal

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Cada vez comemos más hamburguesas de caballo, queramos o no

Caballos

Toda la vida he escuchado en casa una divertida anécdota familiar. Un día vino a comer el jefe de mi padre, que se las daba de gourmet (además de chulo insufrible) y mi madre, como gran venganza, le preparó un guiso de caballo asegurándole que se trataba de novillo. El hombre salió encantado y mi madre aún se ríe de él, pues ofrecerle ese plato secreto le resultó mucho más repelente, y más vengativo, que darle gato por liebre.

Tradicionalmente, comer carne de caballo en España estaba relacionado con la pobreza y la necesidad. Por eso me ha sorprendido la noticia de que cada vez se consume más equino en nuestro país. Casi 15.000 toneladas el año pasado. Y no lo elegimos por ser más saludable y tener menos grasa, sino básicamente por ser más barato.

Su asequible precio está relacionado con algo aún más terrible. Ante la crisis económica y el aumento del precio de los piensos, la falta de mercado de venta, alquiler o doma de los animales vivos ha provocado el repunte de su producción cárnica. En lugar de disfrutar con montar tan maravillosos seres los estamos enviando masivamente al matadero; los estamos convirtiendo en comida para perros o albóndigas de bajo coste.

Tristemente relacionado con ello es el reciente escándalo de las hamburguesas británicas e irlandesas, supuestamente de ternera, pero que en un alto porcentaje están hechas con caballo, casi seguro español. Aunque si allí ha llegado esa carne que nunca han comido, imagínense lo que puede haber en las nuestras. Prefiero no saberlo.

Se trata de una estafa al consumidor sin repercusión para la salud, pero para un inglés el engaño es mucho peor que el perpetrado por mi madre. En ese país perros, gatos y caballos son considerados queridas mascotas. Y nadie es tan salvaje como para comérselas.

Yo en el fondo tampoco. Veo en el supermercado carne de potro y se me saltan las lágrimas. ¿Comida de crisis? Por eso me estoy haciendo vegetariano.

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La crisis taurina obliga a dedicar los toros a producción de carne

Asegura una reciente información de la Agencia EFE que la crisis taurina lleva al matadero a la ganadería de lidia. La noticia, redactada por Aitor Méndez, explica que el número de festejos taurinos se ha reducido en España en torno a un 40 % desde 2007. Como mal menor, ante una sobreoferta en la cabaña de toros de lidia, los ganaderos han optado por enviar directamente al matadero a los animales para obtener algún ingreso con la venta de su carne.

¿Os parece terrible? A mí en absoluto.

Para empezar, los toros (salvo los sementales), lidiados o no, siempre han acabado en la carnicería. La diferencia es que ahora, en vez de matarlos públicamente y con sadismo, lo harán en mataderos donde la muerte es más rápida y menos dolorosa.

Además, y como ya os he contado en La Crónica Verde, el toro no es una especie en peligro de extinción. Ni siquiera tiene consideración de raza autóctona. Tampoco acabar con los toros supondrá acabar con la dehesa mediterránea. Sólo un 5% de este extraordinario ecosistema está dedicado al toro de lidia y hay muchas ganaderías taurinas instaladas fuera de las dehesas.

Es cierto que la crisis está afectando gravemente a estos ganaderos. A todos los ganaderos. La diferencia es que los dedicados al toro se beneficiaban de unas subvenciones estatales (más de 600 millones de euros al año) dedicadas a tan lamentable espectáculo que ahora se han visto reducidas. También se beneficiaban de unas programaciones festivas de los municipios cada vez menos frecuentes ante el escaso interés de la gente.

Si tan enamorados del toro son estos ganaderos, les propongo una interesante salida comercial para mantener al toro. Dediquen sus ganados a la producción de carne de calidad, ecológica, sin medicamentos ni mejorantes extraños, alimentada con pastos naturales. Y comercialícenla como ya se hace con la Retinta, la Avileña, la Xata Roxa, la Monchina o la Tudanca. Den una alegría a los cocineros y otra aún más grande a los antitaurinos. Ya saben que no hay mal que por bien no venga.

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Bill Clinton se hace vegano

El ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, famoso por su afición a la comida basura (especialmente hamburguesas) en cantidades ingentes y frecuentes, se ha hecho vegano. ¿No sabes lo que significa ser vegano? Consiste en ser aún más estricto que un vegetariano. Te obliga a renunciar a comer cualquier proteína no vegetal, incluidos los productos lácteos, los huevos y todo tipo de carne o pescado.

Muchos lo hacen porque no quieren ser culpables del sufrimiento animal, pero en el caso de Clinton las razones han sido médicas y estéticas. Llevaba un  bypass cuádruple desde 2004 y su corazón le suele dar sustos periódicamente. Aunque el cambio de dieta lo hizo sobre todo con el fin de perder peso para estar presentable en la boda de su hija Chelsea. Desde entonces ha perdido 24 kilos y dice sentirse muy bien.

“Estoy intentando mantenerme lo suficientemente sano para poder ver a mis nietos”, afirmó Clinton con una sonrisa al ser preguntado por la posibilidad de que su hija pueda hacerlo abuelo en un futuro próximo.

Algunos aseguran que esto del veganismo es una moda de la gente snob. Porque además de Clinton ya han abrazado la dieta herbívora el cofundador de Twitter, el presidente de Ford, el multimillonario propietario del diario Daily News e incluso la popular Madonna o la sirena Daryl Hannah.

Pero quienes lo defienden recuerdan el impacto ambiental de la producción ganadera en el planeta y sus terribles efectos tanto para el medio ambiente como para nuestra salud, cada día más habituados a una dieta cárnica donde las verduras son poco más que adornos en el plato.

Otros, sin embargo, acusan a los veganos de ser una secta que antepone el bienestar de los animales al de las personas.

¿Y tú que opinas? ¿Es el veganismo una moda o la necesidad de una sociedad más sensible y comprometida con el futuro? Yo todavía no lo soy y quizá vuestras respuestas me ayuden a decidirme.

Foto: Getty Images.

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Nos hemos comido 824 millones de animales en un año

El año pasado los españoles llevamos al matadero y luego nos comimos a más de 824 millones animales. Descontadas vísceras y otros restos no consumibles, la biomasa total consumida sumó 5,8 millones de toneladas de carne, según los últimos datos de la encuesta de sacrificio de ganado 2007 del Ministerio de Agricultura. La cifra supone un 4 por ciento más de animales muertos que en 2006.

El 85 por ciento de todos ellos fueron pollos y gallinas, grupo que registró un incremento anual de 30 millones hasta totalizar 698 millones. El resto de las cifras fueron las siguientes:

61,8 millones de conejos.

42,4 millones de cerdos.

17,4 millones de ovejas.

2,4 millones de vacas.

1,3 millones de cabras.

26.074 caballos.

Si somos 45 millones de españoles, tocamos por tanto a 18,30 animales sacrificados por persona y año, o lo que es lo mismo, a 129 kilos de carne en canal.

Y si el papa Juan Pablo II tenía razón y los animales poseen alma, está claro que somos unos desalmados, no sólo por matarlos a millones, sino por la mala vida que les damos en las hacinadas granjas donde la mayoría nacen, viven y mueren sin ver siquiera la luz del sol.

Yo me confieso omnívoro, pero cuando leo estas terribles estadísticas dudo. ¿Me estaré volviendo vegetariano?