Entradas etiquetadas como ‘engaño’

¿Eres un buen mentiroso? Descúbrelo en 5 segundos con la prueba de la Q

Cuánto nos inquieta la mentira en nuestro mundo y a la vez cuán necesaria es… Pero no podemos evitarlo, necesitamos mentir a menudo (normalmente con buenas intenciones) y a la vez deseamos fervientemente intentar descubrir si nos engañan o no.

Fotografía con Licencia Creative Commons

Fotografía con Licencia Creative Commons

Cada vez hay más investigaciones sobre este apasionante campo y algunos experimentos son realmente sorprendentes. El famoso psicólogo inglés Richard Wiseman desarrolló una forma muy sencilla y que se ha demostrado bastante efectiva según la investigación realizada en la Universidad de Hertfordshire.

Antes de continuar leyendo este post, con el dedo índice de tu mano dominante, dibujate en la frente una letra ‘Q’ mayúscula.

¿Lo tienes?

Bien, pues Wiseman concluye que: «La forma más efectiva de descubrir a los maestros de la mentira consiste en separar a las personas en dos grandes grupos: Aquellos que se preocupan por cómo son percibidos por los demás y aquellos que no.»

La pregunta es, ¿pusiste el palito de la Q sobre tu ojo derecho o izquierdo? O en otras palabras, ¿dibujaste la Q de manera que la lees tú o, por el contrario, la persona de enfrente?

Los resultados de este experimento indican que si pusiste el palito sobre tu ojo izquierdo o para que la persona de enfrente lo lea, tienes una marcada tendencia a pensar en cómo otras personas te perciben y, por tanto, deberías ser mejor mentiroso.

Pero si la dibujas para ti, ves el mundo desde tu punto de vista, tu comportamiento está más determinado por tus valores que por lo que necesitan los demás y tendrás una comunicación más directa y con una tendencia mayor hacia la honestidad.

Quiero leer vuestros resultados por aqui! 🙂

Los dos grandes fallos al intentar detectar mentiras

Nos guste más o menos, el engaño es una característica central de nuestra vida social. La mayoría (si no todas) de las relaciones humanas involucran alguna forma de engaño, o al menos la posibilidad de que ocurra. Las mentiras existen entre aquellos a quienes amamos y confiamos tanto como entre aquellos que no nos agradan, e incluso ocurren entre completos desconocidos.

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo – MusiTour

Nuestro afán por conocer la verdad a veces nos obsesiona pero hay una serie de errores con los que tenemos que contar si queremos ser justos. Los dos mayores fallos de juicio en la detección del engaño son: el «peligro de Brokaw» y el «error de Otelo».

El primero se refiere a no tener en cuenta las diferencias individuales y juzgar un mismo indicio de igual forma en diferentes personas. Es muy difícil intentar captar una mentira cuando no se conoce nada del otro y no estamos familiarizados con su comportamiento habitual.

Entonces, podemos no creer a alguien que dice la verdad por el simple hecho de que está nervioso, bueno, es que quizás tiene siempre una actitud similar porque puntúa muy alto en una escala de neuroticismo, por ejemplo.

La mejor premisa para ‘pillar’ una mentira es detectar cambios importantes en la conducta, observar alteraciones sospechosas que nos hagan inferir que la persona no se está comunicando de una manera ‘normal’ para él.

El error de Otelo tiene su origen en la famosa tragedia de William Shakespeare, Otelo asumió erróneamente que la expresión de miedo de Desdémona era la reacción propia de una mujer que le había traicionado. No entendió que el simple hecho de observar una emoción no te dice qué causó esa emoción. Desdémona temía por su vida, lloraba por la desconfianza de su esposo y no por la muerte de su supuesto amante.

El miedo a no ser creído cuando uno es inocente se ve igual que el miedo a ser atrapado cuando se es culpable; o, por ejemplo, la emoción de ira en un sospechoso de delito, solo profundizando es posible determinar si el enfado es el resultado de estar bajo sospecha injustamente o si siente rabia hacia el entrevistador por tratar de atraparle como el ejecutor de un delito que ha cometido.

Por tanto, el error de Otelo se trata de no reconocer que una persona sincera, pero sospechosa de mentir, puede mostrar los mismos signos emocionales que un mentiroso.

De este modo, comprobamos que los errores en la detección del engaño no solo implican creer a un mentiroso, sino también, y lo que puede ser peor, no creer en una persona sincera. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

 

 

*Fuente: PaulEkmanGroup

 

 

 

Es más difícil que nos mientan sobre los sentimientos

La mentira forma parte de nuestro día a día. Todos, sin excepción, somos mentirosos, con mejores o peores intenciones sí, pero cualquier ser humano engaña y también es engañado. Los estudios científicos sobre la psicología de la mentira son apasionantes y el interés que despierta convertirse en un experto detector de embustes es cada vez más atractivo entre el común de los mortales.

Fotografía Pixabay License

Fotografía Pixabay License

Malas noticias. Los humanos, por naturaleza, no somos buenos en esto de captar el engaño. Según la evidencia actual, «adivinamos» si nos mienten o no del mismo modo que intentamos predecir si saldrá cara o cruz al lanzar una moneda al aire, es decir, tenemos una precisión aleatoria que ronda el 50% de probabilidad.

Gracias a la investigación en este ámbito vamos conociendo patrones que nos ayudan a dilucidar cómo funciona este curioso comportamiento del engaño y cuáles son los indicadores que más se repiten en la conducta de mentir. Hace escasos meses, un grupo de investigadores de la Universidad de Lyon publicaron resultados interesantes sobre la mayor facilidad/dificultad para saber juzgar la credibilidad/falsedad de un testimonio según el tipo de mentira.

Establecieron tres tipos de contenidos: sobre acciones/actividades, ideas/opiniones y emociones/sentimientos. Los resultados de sus experimentos fueron claros. Hombres y mujeres son notablemente mejores detectando las mentiras en lo que a emociones y sentimientos se refieren.

Por tanto, parece que tenemos más facilidad para mentir sobre lo que estuvimos haciendo anoche pero seremos peores mentirosos si nos preguntan por lo que sentimos y tenemos que hacer referencia a nuestras emociones más profundas. ¡Así que ya sabemos en qué tenemos que centrar nuestras preguntas! 🙂

 

*Referencia:

Geoffrey Duran, Sara Dochez, Isabelle Tapiero & George A. Michael (2020) Opinions, actions and emotions: does the content of lies affect their detectability, Psychology, Crime & Law, DOI: 10.1080/1068316X.2020.1742341

 

*También te puede interesar:

No, el ‘efecto pinocho’ para detectar mentiras no existe

“Si quieres pillar a un mentiroso hazle hablar” (y cuál es la mejor mentira)

El lado oscuro de las palabras: once indicadores estratégicos de la mentira

Cómo detectar una mentira a través del lenguaje corporal (y nueve mitos a desterrar)

Detección del engaño, lenguaje corporal, emociones: los expertos hablan

Quería compartir con vosotros una excelente iniciativa para los apasionados de la comunicación no verbal. Mi colega de profesión Alan Crawley, a través de su canal de YouTube ‘Sin Verba’ ha realizado una serie de entrevistas con expertos de diferentes nacionalidades y áreas de especialización.

Hoy publicó el primer podcast, en el que participo para comentar con él cuestiones muy interesantes, por ejemplo: cómo funciona la detección de la mentira, cómo leer las emociones de los demás en diferentes contextos, la clasificación e interpretación de los gestos, las diferencias culturales y de género, cómo ha impactado la pandemia por coronavirus en nuestra forma de relacionarnos.

El diálogo es muy nutritivo porque las preguntas están orientadas de forma muy amena y van conduciendo la entrevista por prácticamente todos los aspectos más destacables del lenguaje corporal, ambos divagamos sobre la tendencia futura de esta materia y compartimos nuestra particular perspectiva sobre la comunicación global.

En fin, me dejo ver un poco por aquí y espero comentarios 🙂

 

¿Miente Ábalos? Análisis no verbal

La polémica con el ministro José Luis Ábalos, por la ‘reunión-no-reunión’ con la vicepresidenta de Venezuela en España, continúa dando de qué hablar. Parece que no llegamos a conocer del todo lo que ocurrió y ya van hasta 5 versiones diferentes sobre el encuentro.

Anoche el ministro de Transportes se enfrentó, en el programa de ‘El Objetivo’ de la Sexta, a las preguntas de Ana Pastor (por cierto, no os perdáis su rostro de incredulidad durante casi toda la entrevista).

Prácticamente al inicio ya se produce un lapsus linguae muy significativo. «Ha dado hasta cinco versiones diferentes, ¿de verdad cree que lo ha hecho bien? «No-sí», responde un apresurado Ábalos. Parece que ya no empieza con buen pie…

Lo que está claro es que no es una situación relajada que aprovecha para dar sus sinceras explicaciones. Está tenso y con importante estrés, sus gestos automanipuladores son los protagonistas, se entrelaza los dedos de la mano con más y menos presión durante toda la entrevista y se ajusta la chaqueta en numerosas ocasiones.

Son gestos sin significado en sí mismos, sin función concreta más que la de descargar tensión, nuestro cuerpo las realiza de forma involuntaria como ‘muletillas’ del nerviosismo experimentado internamente.

Otro gesto que repite frecuentemente es el de encogerse de hombros, ¿cuándo lo hacemos? cuando dudamos; este movimiento es un emblema que tenemos muy interiorizado del ‘no lo sé’, ‘no estoy seguro’, duda, falta de convicción en lo que uno dice o falta de memoria.

También es destacable el titubeo cuando relata el momento de la visita, va a la pista, sube al avión, está solo… Fijaos cómo desciende de forma notable la velocidad del habla, ralentiza el ritmo. Esto es producto de lo que se conoce con ‘carga cognitiva‘, su cerebro está tan focalizado en controlar lo que va a decir que consume todos los recursos descuidando o siendo incapaz de mantener un ritmo normal del habla.

Ábalos intenta por todos los medios parecer despreocupado y tibio ante la importancia de la situación, véase su rostro en el momento de pronunciar que el encuentro «dura unos 20 o 25 minutos», pliega los músculos de la cara y entrecierra los ojos, es una emoción social de indiferencia para conseguir neutralidad y credibilidad.

Refuerza también lo anterior con sonrisas y carcajadas breves pero intensas, en cualquier caso desmedidas y fuera de contexto, de esta manera quiere proyectar igualmente indolencia y despreocupación, pero no son coherentes ni al momento ni al resto de su comunicación no verbal.

No os perdáis el vídeo y espero vuestros comentarios!! Y os hago pregunta para nota: ¿Echáis en falta alguna emoción? ¿Qué emoción cabe esperar en el rostro de alguien acusado injustamente de algo no cometido?

 

Qué tipo de niños mienten más y cómo afrontarlo

La mentira siempre se convierte en un tema complejo y controvertido. Por un lado, la mentira es inevitable y necesaria para las relaciones sociales, quien diga que siempre dice la verdad miente; es imposible.

El miedo a la mentira se incrementa si la observas en tus hijos, sin embargo, las mentiras pueden ayudarnos a comprender el desarrollo social y cognitivo de los niños. En este artículo replico un texto en inglés publicado por ‘The Conversation‘, muy interesante y con una buena dosis de estudios científicos linkeados sobre cada afirmación que van relacionando la infancia y la mentira:

El equipo de investigación del Laboratorio de Desarrollo Social y Cognitivo de la Brock University está estudiando la capacidad de mentir, que puede considerarse, en diversos contextos, como una señal del desarrollo cognitivo de los niños y de su exploración de nuestro mundo social.

Los psicólogos del desarrollo llevan décadas estudiando la capacidad de mentir, y han descubierto que se manifiesta hacia los 2 años de edad. Sin embargo, es a partir de los 4 años, aproximadamente, cuando la mayoría de los niños comenzarán a mentir para ocultar una trastada, y este alto índice de mentiras se mantiene a lo largo de toda la infancia.

Pero las mentiras no se detienen ahí. Evelyne Debey, profesora de la Universidad de Gante (Bélgica), y sus colegas preguntaron a miembros de la comunidad de entre 6 y 77 años acerca de las mentiras que contaban a diario. Hicieron un descubrimiento interesante: aunque todos los grupos de edad afirmaron que mentían, la conducta mentirosa dibujaba una curva en forma de U invertida. Las mentiras aumentaban durante la infancia, llegaban a su nivel más alto en la adolescencia y disminuían (pero sin llegar a desaparecer) durante la edad adulta.

Ahora bien, ¿cómo se desarrolla esta capacidad? ¿Qué sucede durante la edad preescolar que ayuda a los niños a decir sus primeras mentiras?

Mentir puede parecer un acto sencillo; sin embargo, una mentira eficaz exige una buena dosis de habilidad cognitiva. Para decir una mentira, un niño debe ser consciente de que otras personas pueden tener creencias y conocimientos diferentes de los que él tiene y de que esas creencias pueden ser falsas.

El aumento de las mentiras hacia los 4 años de edad tiene lugar justo en la época en que los niños empiezan a controlar su capacidad para pensar en las falsas creencias de los demás. Se ha observado que esta capacidad está relacionada con un aumento de las mentiras en los niños.

Además de comprender que pueden crear una falsa creencia al decir una mentira, los niños tienen que emplear después sus habilidades de inhibición para evitar que se les escape la verdad, y usar su memoria para guardar un rastro de las verdades y las mentiras que han contado.

Por ejemplo, Angela Evans, directora del laboratorio, y Kang Lee, profesor en la Universidad de Toronto, estudiaron las mentiras y el desarrollo cognitivo de los niños y descubrieron que los niños y niñas que presentaban un mejor rendimiento en funciones cognitivas como la inhibición y la memoria eran más propensos a mentir. También demostraron que estas habilidades cognitivas son importantes para mantener una mentira durante la adolescencia.

Aunque las mentiras de los niños pueden obedecer, en parte, a sus habilidades cognitivas avanzadas, nuestro estudio sugiere que, con frecuencia, mentir también puede estar motivado por factores sociales.

En otro estudio del laboratorio descubrían que los niños de entre 3 y 8 años de edad que tenían al menos un hermano o hermana eran más propensos a hacer trampas jugando que los que no tenían hermanos. En general, los niños que tenían un hermano pequeño mentían más sobre sus trampas que los niños que eran el hermano pequeño.

El hecho de tener hermanos favorece una forma de jugar que puede alentar y normalizar la propensión a hacer trampas. Ser hermano mayor propicia la oportunidad de manipular a los hermanos pequeños, menos avanzados cognitivamente.

Puesto que decir mentiras es un aspecto común y normativo de la incipiente vida social de los niños, el hecho de tener hermanos y hermanas puede, simple y llanamente, proporcionar a los niños un entorno adicional que les permite explorar su capacidad de desarrollo para mentir. Pero no hay que olvidar que los hermanos también pueden favorecer los comportamientos prosociales y algunas habilidades cognitivas.

Cuando los niños empiezan a mentir, a los padres les corresponde la labor de socializar a sus hijos enseñándoles las normas y las expectativas sociales relacionadas con la honestidad. Muchos padres y madres quieren saber si existen estrategias para alentar a su hijo a decir la verdad. Los investigadores psicosociales han estudiado específicamente esta cuestión y han descubierto varias técnicas.

Una técnica que han probado algunos padres es leer a sus hijos cuentos con moraleja, como ‘Pedro y el lobo’, que recalquen la importancia de la honestidad. Pero los investigadores han constatado que leer este tipo de cuentos morales, que hacen hincapié en las consecuencias de mentir, en realidad no tiene ningún efecto en la honestidad; en cambio, se ha descubierto que las historias que ensalzan las bondades de decir la verdad logran potenciar de manera efectiva la honestidad de los niños.

Otra técnica sencilla es pedir a los niños y niñas que prometan decir la verdad. Se ha descubierto que esta técnica resulta más eficaz desde los 5 años de edad hasta la adolescencia.

Pero ¿existe alguna técnica para los niños pequeños? Un estudio llevado a cabo en el laboratorio recientemente descubrió que pedir a los niños de entre 3 y 4 años que se miraran en un espejo –para tomar conciencia de sí mismos– mientras se les preguntaba por una posible trastada aumentaba considerablemente el porcentaje de respuestas sinceras.

 

  • También te puede interesar:

Es bueno que tu hijo mienta

Cómo detectar una mentira a través del lenguaje corporal (y nueve mitos a desterrar)

“Si quieres pillar a un mentiroso hazle hablar” (y cuál es la mejor mentira)

‘¿Por qué mentimos tanto?’

No, el ‘efecto pinocho’ para detectar mentiras no existe

¿Mentir es bueno para la salud?

La mentira es una parte más de nuestra vida diaria. Todos mentimos, unos más que otros y por diferentes motivos. Aunque, esto es indudable, la mentira es necesaria para un buen engranaje social, es una conducta adaptativa, pero, ¿engañar tendría efectos negativos en nuestra salud?

Fotografía Free to use – Pexels.

Este planteamiento ha tenido una respuesta afirmativa en un estudio realizado por investigadores de la Universidad americana de Notre Dame y cuyos resultados han sido presentados en la 120ª Convención de la Asociación Americana de Psicología. Uno de los datos más llamativos fue la media de mentiras por semana que verbalizaban los americanos: 11 mentiras.

Durante 10 semanas analizaron las respuestas de 110 personas ante ciertas situaciones. La mitad de ellas fue entrenada para decir menos mentiras. Precisamente, este grupo fue el que, según Anita E. Kelly, profesora de psicología en dicha universidad y autora principal del estudio, «presentó mejoras significativas en su salud«. Tales beneficios iban desde menos sentimientos de tensión y melancolía a un menor número de cefaleas y molestias de garganta.

Tampoco se puede afirmar que ser sincero será saludable, bien es cierto que reduce los estados de estrés y ansiedad, pero hay que encontrar el equilibro, ya que con la verdad también se puede dañar y dañarnos a nosotros mismos, ya lo comentamos en este blog, en el artículo sobre el ‘sincericidio‘.

¿Qué opináis?

Como se suele decir… «¿la confesión es buena para el alma?»

 

Las señales de que tu pareja te será infiel #EstudioCientífico

Intentar leer los indicadores no verbales en el comportamiento de los demás es de las acciones más primitivas y útiles para nuestra supervivencia. Detectar el engaño, la traición, las intenciones ocultas… es la nueva inquietud del Siglo XXI y si tiene que ver con las relaciones de pareja, aún más.

Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista científica Journal of Personality and Social Psychology revela los factores que conducen a la infidelidad e incluso las claves para prevenirla. La investigación liderada por Jim McNulty de la Universidad Estatal de Florida es la primera en identificar predictores claros de conducta para la infidelidad.

El equipo de científicos se basaron en dos procesos psicológicos que todos comparten en diferentes grados: Desvinculación de la atención y Devaluación evaluativa de posibles parejas románticas. Esto es: la primera es la capacidad de dirigir la atención de una persona atractiva que podría considerarse una opción romántica; la segunda es una tendencia a degradar mentalmente el atractivo de otra persona, incluso si es especialmente atractiva.

En el experimento, con una muestra de 233 parejas, los investigadores descubrieron que los participantes que rápidamente desconectaban su atención de una persona atractiva tenían menos probabilidades de participar en la infidelidad: aquellos que miraron hacia otro lado en tan solo unos cientos de milisegundos tenían casi un 50% menos de probabilidades de tener relaciones con terceros o terceras.

Y al contrario, quienes pasaban más tiempo mirando las imágenes, tenían un mayor riesgo de infidelidad y era más probable que sus matrimonios fracasaran. La tendencia a devaluar el atractivo de otros fuera de la pareja, también reducía el riesgo de infidelidad y aumentaba la posibilidad de una relación duradera. Ambas reacciones, la desconexión y la devaluación, minimizaron el riesgo de infidelidad y, en consecuencia, fueron factores predictivos de las relaciones con mayor probabilidad de éxito.

 

 

Se suicida tras someterse al polígrafo en un programa de televisión

Triste titular relacionado con la detección de la mentira, en este caso, con el famoso polígrafo.

El presentador Jeremy Kyle al mando del programa que lleva su nombre

El programa de entretenimiento británico Jeremy Kyle Show dejará de emitirse definitivamente tras el terrible suceso. Uno de sus invitados, Steve Dymond, de 63 años, se sometió a una prueba con un detector de mentiras para probar a su mujer que le había sido fiel. Según publicó el diario The Sun, la relación se rompió después de que el aparato afirmase que Dymond mentía, lo que habría podido influir en que, una semana después de la grabación del programa, se quitara la vida.

Ya lo decía yo en un artículo anterior: ¿El polígrafo es realmente eficaz para detectar mentiras? ¡Ojo con el aparatito! Este sistema está totalmente integrado en FBI, CIA, Agencia Nacional de Seguridad, Espionaje y Seguridad del Ejercito, etc, pero siempre ha habido mucha polémica en torno a su utilización y fiabilidad y desgraciadamente existen pocas pruebas científicas sobre su precisión. Según las investigaciones, su eficacia (como la de cualquier otra técnica para detectar mentiras) depende de la naturaleza de la mentira, del mentiroso y del evaluador.

El principal problema de la prueba poligráfica es la subjetividad a la hora de interpretar los resultados obtenidos. Se puede hacer mucho daño si se utilizan herramientas no científicas para juzgar si una persona miente o dice la verdad, y éste ha sido un terrible ejemplo.

Hombres y mujeres mentimos al hablar de sexo (pero de forma muy distinta)

De acuerdo con las investigaciones, las personas somos muy propensas a mentir sobre el historial sexual para cumplir con las expectativas típicas y propias de cada género y cultura. Es un tema único e incomparable, muy sensible a la hora de tratarlo, realmente le damos mucho peso a la hora de proyectar nuestra mejor imagen. La sexualidad parece ser la única área donde se siente verdadera ansiedad si no se cumple con los estereotipos establecidos de un hombre o mujer.

Fotografía Pixabay. Free License

Hace unos años, la investigadora Terri Fisher, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, corroboraba su hipótesis. Se analizaron las respuestas de 293 estudiantes de ambos sexos de entre 18 y 25 años. Lo curioso de los resultados es la diferencia en el engaño, los hombres mienten por exceso y exageración de los ‘datos’, las mujeres minimizamos al hacerlo.

Por ejemplo, las mujeres mentían sobre cuándo había sido su primera vez (todas se agregaban años), el número de amantes (todas dijeron menos de lo real) y la cantidad de noches de sexo casual (todas reconocieron muy pocas).

En el caso de los hombres, fue exactamente lo contrario: se agregaban amantes a la lista, decían que se habían iniciado en el terreno sexual a muy temprana edad y hacían alarde de la cantidad de noches de sexo casual que habían tenido.

Posteriormente, Fisher también constató que el mito se cumple, los hombres piensan en sexo más que las mujeres, con una muestra de 300 personas estableció que la mayoría de los hombres tienen 19 pensamientos sexuales al día, aunque algunos llegan a alcanzar la friolera cantidad de 388. Por término medio,una mujer piensa en sexo 10 veces al día, y la que más pensamientos registra sumaba 140 veces en 14 horas. En la investigación, se demostraba además que los hombres también piensan más en otras necesidades básicas, como la comida y el sueño, que las mujeres.