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Se suicida tras someterse al polígrafo en un programa de televisión

Triste titular relacionado con la detección de la mentira, en este caso, con el famoso polígrafo.

El presentador Jeremy Kyle al mando del programa que lleva su nombre

El programa de entretenimiento británico Jeremy Kyle Show dejará de emitirse definitivamente tras el terrible suceso. Uno de sus invitados, Steve Dymond, de 63 años, se sometió a una prueba con un detector de mentiras para probar a su mujer que le había sido fiel. Según publicó el diario The Sun, la relación se rompió después de que el aparato afirmase que Dymond mentía, lo que habría podido influir en que, una semana después de la grabación del programa, se quitara la vida.

Ya lo decía yo en un artículo anterior: ¿El polígrafo es realmente eficaz para detectar mentiras? ¡Ojo con el aparatito! Este sistema está totalmente integrado en FBI, CIA, Agencia Nacional de Seguridad, Espionaje y Seguridad del Ejercito, etc, pero siempre ha habido mucha polémica en torno a su utilización y fiabilidad y desgraciadamente existen pocas pruebas científicas sobre su precisión. Según las investigaciones, su eficacia (como la de cualquier otra técnica para detectar mentiras) depende de la naturaleza de la mentira, del mentiroso y del evaluador.

El principal problema de la prueba poligráfica es la subjetividad a la hora de interpretar los resultados obtenidos. Se puede hacer mucho daño si se utilizan herramientas no científicas para juzgar si una persona miente o dice la verdad, y éste ha sido un terrible ejemplo.

No, el ‘efecto pinocho’ para detectar mentiras no existe

Hace años la Universidad de Granada ya publicó un artículo sobre el ‘efecto pinocho’, basado en la técnica de la termografía, según la cual, cuando una persona miente, la temperatura de la punta de su nariz desciende, y la de su frente aumenta, según el estudio, cuanto mayor sea la diferencia en este cambio de temperatura entre ambas regiones de la cara, más probable es que esa persona nos esté engañando. La razón de esta asociación, según ellos, es que:

«Cuando alguien miente, se produce una respuesta emocional en su cuerpo, la ansiedad, que se manifiesta en la temperatura de la nariz. Pero también se produce una respuesta cognitiva, porque para mentir tenemos que pensar, planificar nuestras excusas, analizar el contexto…, y esto nos provoca una carga cognitiva o una fuerte demanda de control atencional que se traduce en un aumento en la temperatura de la frente”.“Para mentir hay que pensar, y por eso aumenta la temperatura de la frente, pero también nos ponemos nerviosos, algo que provoca un descenso de la temperatura de la nariz”.

Fue toda una revolución, todos los medios se hiceron eco, y me alegro que trascienda todo lo que tiene que ver con la investigación en el ámbito de la mentira, pero finalmente se transmiten datos erroneos, información inexacta y poco rigurosa, que solo hacen más que fomentar los mitos formados alrededor de la tecnología de la detección del engaño. Vemos titulares como por ejemplo: «Diseñan el detector de mentiras mas fiable hasta la fecha, basado en la termografía». Ojalá fuera cierto pero esto aún no es posible.

Los autores dicen que el éxito de esta técnica de la termografía facial es del 80%, muy superior al del polígrafo que es del 70% y por ello es la mejor tecnología que hay ahora en el mercado. Empezamos mal con tal afirmación. Suscribo totalmente las palabras que mi compañero Aurelio Cortés, experto en comunicación no verbal, ha publicado en sus redes sociales y la referencia del estudio que realizó hace años sobre el tema:

Ni el polígrafo tiene una fiabilidad del 70% según se afirma (la realidad es que su fiabilidad es próxima al azar, o sea 50%), ni la de la Termografía facial es del 80%. 
Ni el aumento de la conductancia de la piel, junto aumento del ritmo cardíaco (que mide el polígrafo), ni la variación de la temperatura de diferentes partes del rostro (que mide la Termografía facial) son indicadores de aumento de la carga cognitiva, lo cual no tiene porque necesariamente ser indicadores de que el sujeto que los experiencia, esté mintiendo, ya que existen otros varios condicionantes, como el contexto de ocurrencia del hecho, la propia personalidad del individuo, la preocupación, el nerviosismo, la tensión por la situación vivida, el querer responder adecuadamente, etc. 


La ilusión de que cuando mentimos «nos crece la nariz» es solo una bonita metáfora del cuento de Pinocho.
A la detección de la Mentira se llega por caminos científicos, mucho más estructurados y complejos, que nunca nos darán la certeza absoluta de si el sujeto está mintiendo o no.
Por tanto, seguimos en la vida real sin poder ver «como crece la nariz de Pinocho cuando se está mintiendo».
Os recomiendo leer el artículo de investigación, que realicé hace un par de años, sobre la Termografía Facial y su aplicación a la detección de la Mentira, se encuentra en la web Mentirapedia

 

Las mejores tecnologías en detección de la mentira

technik-hintergrundA principios del siglo XIX ya comenzó a emplearse el famoso polígrafo (del que ya hemos comentado con anterioridad su utilidad y severas limitaciones). Posteriormente, aparecieron otras tecnologías como los analizadores de estrés vocal, los sistemas de seguimiento ocular (eye-tracking), la termografía facial, la resonancia magnética funcional (fMRI) o la electroencefalografía (EEG). De todas ellas, en países como Estados Unidos, las dos últimas han adquirido una especial relevancia, potenciándose las investigaciones de éstas con la pretensión de poder contrarrestar las amenazas a la Seguridad, detectando potenciales terroristas o espías.

Diferentes investigaciones ponen de manifiesto que los resultados obtenidos por estas nuevas técnicas son mucho mejores que los obtenidos por el tradicional polígrafo. La técnica basada en resonancia magnética funcional (fMRI) mide reacciones cognitivas, es decir, trata de detectar la mentira a través de la medición de la actividad de determinadas áreas del cerebro. Por su parte, la prueba del potencial P300 también se centra en el cerebro; pero en este caso, en la medida de ondas cerebrales. Por tanto, estas dos técnicas se basan en medidas directas del procesamiento cognitivo y no en medidas de reacciones emocionales, lo que aumenta la objetividad de las mismas.

En España, se han comenzado a dar los primeros pasos en el uso de la prueba del potencial evocado P300, aunque exclusivamente con fines forenses. Su uso debe llevarse a cabo siguiendo unos protocolos y apoyándonos en técnicas como el Test de Conocimiento Culpable (GKT) o el Test de Acciones Culpables (GAT). ¿Pero qué fiabilidad y limitaciones tiene esta herramienta?

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¿El polígrafo es realmente eficaz para detectar mentiras?

3034903278_7ce5ea98f3_oLa prueba poligráfica es una de las herramientas de detección del engaño a través de patrones no verbales, en este caso fisiológicos, más populares. En España no se admite como prueba judicial y se utiliza en el programa ‘Sálvame Deluxe’ para detectar mentiras en el mundo del famoseo, pero os sorprenderá conocer que fuera de nuestras fronteras, esta prueba, tiene una relevancia muy notable en diferentes organismos oficiales de países como EEUU, según cita el prestigioso Paul Ekman en una de sus obras, este sistema está totalmente integrado en, por ejemplo, FBI, CIA, Agencia Nacional de Seguridad, Espionaje y Seguridad del Ejercito, etc. Entonces ¿cómo funciona la máquina? ¿hasta qué punto es eficaz? ¿cómo se relaciona con las emociones y la mentira?

Todo comenzó con el italiano Cesare Lombroso, que investigó la relación entre los cambios en el sistema cardiovascular y la reacción del cuerpo con la mentira. En esta tarea consideró únicamente dos parámetros: ritmo cardíaco y presión sanguínea. Posteriores progresos en el desarrollo de la técnica dieron como resultado la aparición del famoso polígrafo cuya invención es atribuida a Leonard Keeler. Y desde entonces el polígrafo ha sido y es utilizado como herramienta de ayuda para detectar engaños, quizás por ello se conozca vulgarmente como “cazador de mentiras”, “detector de mentiras” o “máquina de la verdad”.

El funcionamiento es relativamente sencillo. La persona se sienta cómodamente  y mantiene una conversación relajada con el entrevistador durante un cuarto de hora. Se le conecta a los sensores que miden cierto número de variables corporales (respiración, latidos del corazón, presión arterial y grado de conductividad de la piel) y los datos son monitorizados por ordenador en una pantalla. En un programa se marcan las respuestas y se comparan digitalmente con las preguntas de control hechas previamente (en la conversación relajada) para determinar si ha habido falsedad o no.

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