Qué es el sincericidio

Me suelen preguntar con frecuencia si la verdad está sobrevalorada. Sin duda, sí, lo está.

Fotograma del videoclip de la canción 'Sincericidio' de Leiva.

Fotograma del videoclip de la canción ‘Sincericidio’ de Leiva.

Desde bien pequeños nos enseñan que mentir está mal, pero lo cierto es que el engaño forma parte irremediable del engranaje social de la comunicación, una vida sin mentiras sería un auténtico caos para todos. Una de las funciones más importantes de la mentira es la de ‘lubricante social’, es necesaria para no herir a los demás o para autoprotegernos; engañar ‘ligeramente’ a los demás y proyectar incluso una imagen ensalzada de ti mismo es una parte natural de la vida.

No podemos decirle, por ejemplo, a nuestra pareja que lleva toda la mañana cocinando para nosotros que la comida está asquerosa. No aporta nada bueno. Hay gente que dice “yo siempre digo lo que pienso”, primero, eso es imposible, porque no duraría en un trabajo ni 24 horas, ni tendría pareja, ni amigos; no podemos recibir constantemente críticas ni buenas ni malas. Todos nos sentimos más cómodos con la cordialidad y el respeto. Precisamente se suele decir que los niños siempre dicen la verdad por esto mismo, porque aún no han desarrollado la capacidad de empatizar y no son conscientes de que pueden hacer daño con las simples palabras.

Si bien, la mentira también puede ser dañina, maquiavélica y utilizada con fines más egoístas. Además nos causa culpa, remordimientos, ansiedad, o miedo a nosotros mismos y en este sentido, la pregunta de ‘¿la verdad está sobrevalorada?’ quizás tiene más sentido. Si es una conducta repobable y además nos hace sentir mal, ¿por qué lo hacemos? La respuesta nos la da la neurociencia, simple y concisa: Nuestro cerebro se acostumbra a mentir. Cuanto más mentimos menos nos pesan los sentimientos negativos al hacerlo, al principio las emociones de culpabilidad son muy intensas, pero van descendiendo con la práctica.

La mentira duele pero la verdad también. Al final, la verdad bien entendida debe ser honesta y constructiva. El sincericidio es destructivo, tiene más que ver con la falta de prudencia y en utilizar una verdad como un arma arrojadiza para herir al otro. La verdad es mejor que la mentira, pero no siempre la verdad aporta valor, a veces es inútil e incluso dañina y como su nombre indica podría ser un suicidio social, nadie querría relacionarse con nosotros. El sincericida es egoísta y tiene una falta de empatía total, puede hacerse incluso más daño con una verdad dañina que una mentira.

5 comentarios

  1. Dice ser lector

    Del que te dice: «yo siempre digo la verdad», » yo siempre digo lo que pienso», desconfia porque es justo lo contrario. El «dime de lo que presumes y te diré de lo que careces» es una verdad universal, no falla nunca.

    01 octubre 2018 | 10:38 am

  2. Dice ser Yoyo

    Cierto. Añadiría que el típico que siempre dice «a mí no me calla ni mi padre» es precisamente el que más tiene que callar, y el que menos sabe tener la boca cerrada cuando le conviene.

    01 octubre 2018 | 1:28 pm

  3. Dice ser De viaje voy

    Interesante artículo! No había oído nunca eso del «sincericidio»…muy bien explicado y muy instructivo!
    Felicidades a la autora

    01 octubre 2018 | 2:04 pm

  4. Dice ser Peibol

    Creo que hay cierto despiste aquí entre el «ser honest@» y «decir la verdad».

    A mi, «decir la verdad» me parece una urgencia, mientras que efectivamente el «ser honest@» depende más del contexto en el que uno se mueva, con el fin de no herir a los demás.

    Es muy difícil encontrar cosas que sean totalmente verdad. Sin embargo, ser honesto y expresar las opiniones que nos pasen por la cabeza en un momento dado es muy sencillo. Por eso mismo la honestidad puede ser algo destructivo, algo más emocional que racional y algo que puede basarse en una mentira, MIENTRAS que la verdad es un pilar inamovible, un punto de referencia y un deseo de hacer las cosas mejor tras reconocer con seguridad cómo son.

    01 octubre 2018 | 2:12 pm

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