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¿Cuáles son los secretos que mejor guardamos?

Mentir no es bueno para la salud, genera sentimientos de tensión y ansiedad que no nos benefician. Con el silencio ocurre algo similar, guardar un secreto nos puede devorar por dentro, a largo plazo pueden afectarnos a nivel físico y emocional; sí, la solución es liberarlo, pero ojo cómo y con quién.

Puede provocar consecuencias aún más negativas para nosotros si nos confesamos con la persona menos adecuada para ello, por eso los expertos recomiendan escribirlos en un diario, publicarlo de forma anónima y así desahogarnos a gusto sin complicaciones.

Una encuesta organizada por la Universidad de Columbia a más de 10.000 personas de distintos géneros y etnias desvelan cuáles son los temas de los que somos más reticentes a hablar. Sin duda los más comunes son los que están relacionados con nuestra vida amorosa y sexual: infidelidades, deseos, masturbación con terceras personas, descontento o baja frecuencia en la práctica sexual se encuentran en el podium del ranking.

De cerca le siguen temas escabrosos pero muy posibles como: abortos, adicciones, creencias religiosas, enfermedades físicas y mentales, traumas de la infancia o robos.

Igual que ocurre con otros secretos, aquellos que tienen que ver con nuestras relaciones y que mantenemos ocultos a nuestras parejas pueden afectarnos tanto psicológica como físicamente, pero también pueden terminar dañando la pareja, concluye el trabajo de la Universidad de Columbia.

Secret Lips Woman Free Picture / Needpix

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¿Mentir es bueno para la salud?

La mentira es una parte más de nuestra vida diaria. Todos mentimos, unos más que otros y por diferentes motivos. Aunque, esto es indudable, la mentira es necesaria para un buen engranaje social, es una conducta adaptativa, pero, ¿engañar tendría efectos negativos en nuestra salud?

Fotografía Free to use – Pexels.

Este planteamiento ha tenido una respuesta afirmativa en un estudio realizado por investigadores de la Universidad americana de Notre Dame y cuyos resultados han sido presentados en la 120ª Convención de la Asociación Americana de Psicología. Uno de los datos más llamativos fue la media de mentiras por semana que verbalizaban los americanos: 11 mentiras.

Durante 10 semanas analizaron las respuestas de 110 personas ante ciertas situaciones. La mitad de ellas fue entrenada para decir menos mentiras. Precisamente, este grupo fue el que, según Anita E. Kelly, profesora de psicología en dicha universidad y autora principal del estudio, «presentó mejoras significativas en su salud«. Tales beneficios iban desde menos sentimientos de tensión y melancolía a un menor número de cefaleas y molestias de garganta.

Tampoco se puede afirmar que ser sincero será saludable, bien es cierto que reduce los estados de estrés y ansiedad, pero hay que encontrar el equilibro, ya que con la verdad también se puede dañar y dañarnos a nosotros mismos, ya lo comentamos en este blog, en el artículo sobre el ‘sincericidio‘.

¿Qué opináis?

Como se suele decir… «¿la confesión es buena para el alma?»