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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Plantan once kilómetros de setos para recuperar el paisaje agrario de La Mancha

La mecanización del campo está provocando un empobrecimiento del paisaje del que las primeras víctimas son las aves. También ocurre este fenómeno en las zonas esteparias, donde a pesar de carecer de arbolado abundante, la pérdida de arbustos y pequeñas plantas aromáticas está afectando gravemente a las poblaciones salvajes de muchas especies protegidas.

Con la intención de restaurar el campo manchego, el proyecto europeo LIFE Estepas de La Mancha, promovido por la Fundación Global Nature y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ha plantado unas 60.000 plantas de 25 especies diferentes con el objetivo de recuperar los corredores ecológicos. Puestas en fila supondrían una franja arbustiva de once kilómetros de longitud. Lee el resto de la entrada »

Entre gansos y avutardas por la resucitada laguna de La Nava

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Primer día de la ruta de las aves Bird Flyway. 1.700 kilómetros de norte a sur siguiendo a los ánsares escandinavos en su viaje hacia el sur de España.

Primera estación: la laguna de La Nava (Palencia). El antiguamente conocido como Mar de Campos fue una gran laguna esteparia de unas 2.500 hectáreas que en años lluviosos llegaba a doblar su superficie. Desecada en 1968 para acoger a los habitantes de los pueblos que iban a desaparecer bajo el embalse de Riaño (León), a partir de 1991 ha logrado recuperar parte de su esplendor perdido gracias al empeño de varias organizaciones conservacionistas. Es apenas un 15% de lo que fue, pero suficientes como para haberse convertido en uno de los humedales más importantes del norte español. Lee el resto de la entrada »

No te puedes perder el desierto florido de Canarias

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Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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Rebaños de robots ecologistas

Hace cinco años trabajé en el sur de Inglaterra en un proyecto de conservación del allí muy raro alcaraván. Para mi sorpresa, la mayor parte de los esfuerzos se destinaban a segar las praderas con medios mecánicos, en un intento por reducir el avance de los brezales, matorral que impide la nidificación de tan bella ave. Hasta entonces y durante milenios esa tarea la habían hecho las ovejas, pero apenas quedaban ya rebaños. En su lugar, cuadrillas de trabajadores consumían importantes recursos económicos haciendo las labores de los herbívoros, aunque sin darnos a cambio ni lana ni carne.

La situación me parecía ridícula. Nosotros en España tenemos ganado vivo para ese trabajo, les explicaba orgulloso. Pero estaba equivocado.

Este año, dos de los tres premios concedidos por Europarc-España y las fundaciones Fernando González Bernáldez y Biodiversidad a las buenas prácticas en espacios naturales han sido para programas de sustitución del ganado por máquinas. El Parc Natural del Cadí-Moixeró recibió el primer premio por la mejora del hábitat de la perdiz pardilla mediante desbroces planificados de matorral. El Parque Natural Sierra de Cardeña y Montoro logró un diploma por el adehesado de pinares para favorecer a las poblaciones de conejo y, con ello, a las de lince y águila imperial.

Gestión de sistemas naturales, se llama ahora. Una compleja especialidad que, en la práctica, imita los sabios manejos agroganaderos y forestales desarrollados por nuestra especie desde el Neolítico. Máquinas y cuadrillas sustituyendo al pastor y su rebaño. Mi abuelo no lo habría entendido nunca. Rebaños de robots ecologistas. Que se sepa, esos aparatos no dan leche, tan sólo gastos y averías, además de puestos de trabajo, que no es poco. Pero cuando mueren acaban en la chatarrería en lugar de en el muladar para beneficio de los buitres. Lo de antes era gratis y rentable. ¿Tan difícil será volver al ganado de carne y hueso?

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Nos quedamos sin ganaderos

Las últimas estadísticas son terribles. Castilla y León ha perdido en apenas 20 años el 60% de sus ganaderos de ovino y caprino.

Según el estudio realizado por la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) en base a los datos que ofrecen las solicitudes de la PAC, entre el año 1988 y el 2008 se ha pasado de 24.236 a los 9.672 que existen en la actualidad.

La falta de relevo generacional es la causa principal de este preocupante descenso. Los jóvenes ya no quieren dedicarse a la ganadería como hicieron sus padres y sus abuelos. Y no se les puede culpar por ello, pues es una profesión tan sacrificada como escasamente rentable.

Pero hay muchos más problemas que explican la crisis del sector, como el descenso del precio de la carne y la leche, el aumento brutal del precio de los piensos, la paulatina reducción del importe de las primas y hasta la dificultad para encontrar pastores.

El otro día os comentaba cómo los sonidos tradicionales se extinguen. Alguno de vosotros se acordaba entonces del sonido del rebaño de ovejas pasando por delante de su casa. Ese murmullo tan especial de cientos de pisadas y cencerros está en crisis.

Pero si desaparece la ganadería extensiva, la tradicional, la de toda la vida, no sólo desaparecerá un sonido, ni siquiera una manera de vivir que ha mantenido a nuestra especie durante miles de años. La desaparición y/o industrialización de la ganadería es una tragedia medioambiental de altísimo calado. Nuestro paisaje, y con él mucha de nuestra fauna amenazada como los buitres o el lobo dependen directamente de ella. Y si la ganadería se extingue, ellos también se extinguirán.

Hace unos años participé en el Reino Unido en un proyecto de la The Royal Society for the Protection of Birds (RSPB) para la conservación del alcaraván (Burhinus oedicnemus). Pájaro estepario con escasas poblaciones en Inglaterra (347 parejas), el abandono de la ganadería ha reducido a la mínima expresión los pastizales donde antaño criaba este ave. Allí me quedé con los ojos a cuadros cuando vi que, para controlar el avance del bosque y mantener esos pocos lugares aptos para la especie, dedican mucho dinero a segar una hierba que antes se comían las ovejas.

¿Acabaremos haciendo nosotros lo mismo? Está claro que sí, si el abandono del campo continúa al mismo ritmo actual. Pero nuestras caras acciones serán apenas una gota en un mar de necesidades, absolutamente insuficientes para tratar de evitar la fuerte pérdida de la biodiversidad y de cultura que se nos avecina.